lunes, 29 de octubre de 2007

UN BLANCO RADIANTE

DEJEN DE TOCARME LOS HORARIOS

No se cómo se escribe “Media-pro” ni “Sogecavle”. No conozco personalmente al presidente de La Sexta, aunque admito haber asistido a un directo suyo en Oviedo. El majadero cantaba “Te huelen los pies” y un tipo disfrazado de pie salía al escenario. A mí, obnubilado por el desarrollo de la corteza cerebral, me gustaba. ¿Pasa algo? Sigamos. Mi dial cambia justo cuando José Ramón De La Morena habla en esperanto al explicar las guerras mediáticas. Que si es de cerdos ver el fútbol gratis, que si los de La Sexta no se lavan... Amigo De La Morena, sólo quiero que mi mujer se duerma cuanto antes. ¡¡Déjame en paz y habla de deporte!! Además, me importa un xilófono de mandril que Sogecable denuncie a Manolo el del Bombo por interferencias sonoras o que el Real Madrid haya cedido sus derechos de imagen a Marujita Díaz. ¡¡¡Déjenme en paz y hablen de deporte!!! Pero todo eso se queda en nada cuando empiezan a hacer la vida imposible al aficionado estándar. Únicamente les pido una cosa: no me toquen más los horarios del Real Madrid.

Miren, empresas multimegaarchimillonarias, soy un pobre humano lamentable que emplea su tiempo de ocio en cosas absolutamente banales. Ir al cine, leer, charlar… en definitiva, hábitos rutinarios salvo por uno muy especial: ver el puñetero fútbol. Y, ¡qué cosas tengo!, me encanta saber cuándo lo van a televisar. Señores, vamos a practicar una lección de “Barrio Sésamo”, una cosa es “dónde” y la otra es “cuándo”. Dónde emitan el Real Madrid-Deportivo no tiene importancia, ahora que Míchel ha dejado de comentar los partidos. Lo esencial es cuándo y, por eso, que el jueves anterior cambien ese encuentro del sábado al domingo provoca daños irreparables en las casas españolas. En mi caso, lo que iba a ser una cena apasionante viendo el partido de los blancos se convirtió en un bodrio lamentable sufriendo un subpartido titulado “Athletic-Betis”. La situación fue tan crítica que nos vimos obligados a hablar.

El tiempo del futbolero merece un respeto. Tenemos asuntos más importantes que hacer (o no) que estar pendientes de horarios que desaparecen de pronto. No queremos desperdiciar minutos de radio, prensa y televisión deportiva en conflictos económicos. Métanse esto bien dentro de sus “bussiness heads” durante un “meeting” en el “back office”. Compañeros de Mediapro y Sogecable: ¡¡¡dejen de tocarme los horarios!!!

domingo, 28 de octubre de 2007

SALIMOS EN EXPECTINGRAIN.COM

El jueves salió referenciado el artículo "Erudiciones Dylanianas" en la web de noticias sobre Bob Dylan más importante del universo conocido, expectingrain.com.

Gran parte de culpa la tiene Antonio Rico y su conocimiento enfermizo de todo lo referente a Dylan. Mil gracias a él y a los humanos de expectingrain.com


El artículo:
http://edugalan.blogspot.com/2007/10/erudiciones-dylanianas.html

P.D. Próximamente aparecerá una versión extendida de este artículo en Fanzimmer, la única publicación española dedicada a Zimmerman.

sábado, 27 de octubre de 2007

EL SUEÑO DE CASANDRA

EL SUEÑO DE CASANDRA
Director: Woody Allen
Intérpretes: Ewan McGregor, Collin Farrell, Tom Wilkinson

A pesar de estar desarrollándola en el último tercio de su larguísima carrera, la pasión por el cine negro y sus derivados siempre ha sido muy evidente en Woody Allen. Pequeños indicios aparecían ya en diversas entrevistas durante los 70 y 80, al confesar el neoyorquino su admiración los autores del "noir" más clásico: el primer Kubrick, Houston, Torneur, Wilder y su "Perdición"… Al final, todo esto se tenía que materializar. Fue en una de las tramas de "Delitos y Faltas" donde apareció brutalmente su primer chantaje, su primer cadáver y su primer culpable sin remordimientos
No tanto para completar su trilogía londinense como para hacerlo con su trilogía "noir" tras "Match point", Allen nos propone "El sueño de Casandra". Dos hermanos endeudados, uno por el juego y el otro por el deseo, encuentran en un dilema las soluciones a sus problemas. Su tío, un rico empresario, les propone asesinar a un subordinado suyo que va a revelar detalles muy incómodos de su imperio.
Más que como esa entidad sólida y magistral titulada "Match point", este filme funciona como una serie de tributos a ratos afortunados, a ratos deslavazados. Por ahí podemos observar, junto al hermano insensible, al Ripley de Clement; escondida por un asesinato de claroscuro, a la silueta de Hitchcock; en una barca que se mece por el sangriento oleaje, a la sombra de Coppola…
Por esa multiplicidad de homenajes, de intenciones (trata la culpa, el deseo, la ambición…) y de esquemas formales (algunos de sobra conocidos en la filmografía del realizador), "El sueño de Casandra" no llega a ser una obra redonda. Además, frente a la habilidad de Allen para caracterizar al psicópata, en este caso un estupendo McGregor (antes fueron Landau o Rhys Meyers), sí titubea al trazar la figura de su particular Casandra anfetamínica, borracha y jugadora. La comparación con el impecable personaje principal convierte en un dibujo de menor coherencia a ese pobre inocente que grita el terrible futuro a la indiferente multitud.
En definitiva, "El sueño de Casandra" supera vapuleos injustificables y se demuestra como una película enorme en intenciones, estimable en el resultado y, sobre todo, tan terrorífica como sus dos antecesoras en su autopsia del ser humano.

INVASIÓN

INVASIÓN
Director: Oliver Hirschbiegel
Intérpretes: Nicole Kidman, Daniel Craig, Jeremy Northam
Web: http://wwws.warnerbros.es/theinvasion/

Es curioso pero, al igual que el protagonista de "La invasión de los ultracuerpos" comienza a sospechar de sus congéneres, uno empieza a sospechar de las nuevas adaptaciones de la obra de Jack Finney. Si los dos últimos intentos de Kaufman y de Ferrara acababan en dignos homenajes, el debut norteamericano de Oliver Hirschbiegel ("El hundimiento") no pasa de filme de acción con ínfulas filosóficas, materializadas en unas baratas conexiones de la trama con la actitud del pueblo norteamericano ante la Guerra de Irak. Eso sí, hay que descargar algo de responsabilidad al alemán ya que, por lo visto, fue relevado de su puesto tras ver el primer montaje. Para sustituirle, el estudio contrató a los hermanos Wachowski y a James McTeige. Menudos currículums para comprender la esencia de la novela de Finney. Más fácil hacer una "peli" de "sustos".
El terrorífico despojo de individualidad que documentaba "La Invasión de los ladrones de cuerpos" (1956), aquí se torna en una metáfora simplona sobre la indiferencia. Porque mientras que, tras ver el vacío, Kevin McCarthy corría entre camiones avisando a la insensible Humanidad del peligro, Nicole Kidman se dedica a pertrechar una mezcolanza entre "No sin mi hijo" y "Terminator". Bochornoso espectáculo que termina, no esperábamos menos, de forma imposible.

STARDUST

STARDUST
Director: Mathew Vaughn
Intérpretes: Charlie Cox, Michelle Pfeiffer, Robert De Niro
Web: http://www.stardustmovie.com/intl/es/

A pesar de que, gracias a un buen puñado de votos, "Stardust" esté calificada con un notable altísimo en Internet Movie Database, la cosa no da para tanto. Fácilmente pueden adivinar por dónde carbura una fábula manufacturada acerca de un chico que llega a un mundo paralelo, casi "Nunca Jamás", con el destino de proteger a una estrella/ninfa. Siguiendo los caminos establecidos una y otra vez (maldiciones de "La leyenda de Sleepy Hollow", brujas de "Hansel y Gretel", hombres en ciudades flotantes de "Gulliver"…), el filme deja pronto de interesar por su falta de imaginación. Lo único considerable es una anécdota: determinar el número de actores de primera fila en papeles secundarios. Por ahí salen desde la divertida y sobreactuada, ¿esperaban otra cosa?, Michelle Pfeiffer hasta el travestido De Niro, pasando por un rey moribundo llamado Peter O'Toole. Incluso tenemos la suerte de descubrir a Ricky Gervais siendo empalado. Un juego banal al estilo de "¿Dónde está Wally?" que, ni así, consigue reanimar a esta cinta.

53 DIAS DE INVIERNO

53 DÍAS DE INVIERNO
Directora: Judith Collel
Intérpretes: Mercedes Sampietro, Alex Brendemühl, Aina Clotet

De una parada de bus cualquiera salen, a lo largo de "53 días de invierno", tres vidas cualquiera. Una profesora maltratada, una joven enamorada y un hombre perdido recorren existencias paralelas durante el celuloide de Collel. Bien construido, a pesar del exceso en el uso del recurso de capítulos, al filme hay poco que reprocharle y, paradójicamente, ése puede que sea su principal defecto. En la historia "principal", Mercedes Sampietro vuelve a dar una lección de cómo sobrevivir al primer plano cinematográfico y emocional. Un texto impecable sobre la soledad y la necesidad que tenemos de los otros desemboca en un encantador epílogo. Algo más irregular resulta el metraje de Brendemühl y Clotet. Lastradas por algunos giros de guión arriesgados, especialmente la innecesaria aparición de la esposa despechada, ambas co-tramas fluyen, sin molestar, hacia el olvido. Por tanto, "53 días de invierno" repite la impresión del debut de la directora: guiones sólidos y bien narrados, licencias formales algo redundantes y, como solitario punto negro, un feminismo reduccionista que hunde a todos sus personajes masculinos en la imperfección.

SAW IV

SAW IV
Director: Darren Lynn Bousman
Intérpretes: Tobin Bell, Scott Patterson, Costas Mandylor
Web: http://www.saw4.com/

En la primera, unos policías aparecían acorralados en el juego de un asesino. En la segunda, el asesino echaba novia. En la tercera, el asesino y su novia morían. Inicio, desarrollo y desenlace. Vale. Tendrían que haber enterrado al cuerpo de “Saw” ahí. Pero no. En la cuarta, la premisa es que algunos de sus artefactos mortales todavía están programados para funcionar cuando alguien los active. Ese alguien, por supuesto, se llama agente Riggs, un plasta que ya salía en “Saw II” y “Saw III”. A medida que avanza la serie, esto puede comprobarse empíricamente, el interés por la saga decrece. Ahora, con los mismos mecanos de torturados encadenados, brutalidades varias y un final abierto, parece que la cosa se les ha ido definitivamente de las manos. Tranquilos. Lo peor está por llegar. Se titula “Saw V”.

miércoles, 24 de octubre de 2007

ERUDICIONES DYLANIANAS

Antonio RICO & Eduardo GALÁN
Sin duda, la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Artes a Bob Dylan ha entusiasmado más a los dylanólogos del mundo entero que al propio cantautor de Minnesota, que ni siquiera va a acudir a recogerlo. Ningún otro escritor de canciones en la historia del género ha tenido a su alrededor un grupo tan acérrimo de especialistas que estudian minuciosamente, analizando palabra por palabra y acorde por acorde, una obra que ya supera los 40 álbumes oficiales y las 450 canciones grabadas. Dos colaboradores de LNE, Eduardo Galán y Antonio Rico, pertenecen a este grupo de eruditos. Con las orejas peladas tras haberse pasado los últimos meses escuchando toda la discografía del cantautor de Minesotta, Rico y Galán se intercambiaron unos emails para practicar algunas de las clásicas polémicas sobre la obra de Bob Dylan. Éste es el resultado.

Eduardo Galán
: ¡Hola, Antonio! ¿De qué vamos a hablar? Según tengo entendido, tú defiendes que el Dylan folk rock de los 70 (ese Dylan que va desde "New Morning" hasta "Desire") es mejor que el Dylan lisérgico de los 60 (el que comienza con "Bringing It All Back Home" y termina con "Blonde on blonde"). Como sabes, yo pienso lo contrario. Mi primer argumento es el siguiente: mientras que el Dylan de los setenta es una evolución coherente (baste señalar a "Idiot Wind" como una versión pop rock de "It’s All Right, Ma"), el Dylan de los sesenta es el big bang. En definitiva, al Dylan de los setenta (que se gesta en "John Wesley Harding") no le hubiesen abucheado en Newport, ni hubiese creado versos coloreados (artificialmente) como "See the primitive wallflower freeze/ When the jelly_faced women all sneeze". ¡Traduce eso si te atreves!

Antonio Rico: ¡Hola, Edu! Creo que no estamos debatiendo cuál es el Dylan más importante históricamente. Más bien se trata de discutir cuáles son los discos que los dylanianos, una vez que ya nos sabemos todo Dylan de memoria, nos ponemos a oír cuando nos apetece escuchar sencillamente buenas canciones excelentemente escritas. Y ahí, ay, amigo, gana el Dylan que va desde "New Morning" (casi mejor desde "Planet Waves") hasta "Street Legal" (y si me apuras hasta "Slow Train Coming"). Si el Dylan de los 60 es el big bang, el Dylan de los 70 es la armonía de los planetas, la música de las esferas, las galaxias ya formadas y maduras en todo su esplendor. Tu ejemplo no puede ser mejor: "It's alright, ma" puede haber sido más importante históricamente, haber influido a más gente y cosas así, pero como canción en sí "Idiot wind" le da mil vueltas (bueno, mil no, pero veinte o treinta sí). Ah, y, es cierto, no puedo traducir "See the primitive wallflower freeze/ When the jelly_faced women all sneeze". Es que se me ha acabado el LSD en este momento.

EG: A ver, chaval: el Dylan de los 60 no sólo es el más importante históricamente o creativamente sino que es el único que propone retos al que lo escucha (como se los proponía a sí mismo) y el único que apetece escuchar siempre. Empecemos por las canciones: ese Zimmerman de gafas de sol y pose mod nunca hubiese incluido en disco cosas menores como "Mozambique" o "If not for you" o "Ya! Heavy and a bottle of bread". Nada altera la magistral etapa "hippie": ni los diez minutos de "Desolation Row", ni el remake beatle "4th time around" ni el cómico inicio de "Bob Dylan 115th Dream". ¿Puedes decir lo mismo de tu idolatrado "Planet Waves" ("You angel you") o de "Street Legal" ("True love tends to forget")?

AR: Es cierto que durante los 8 o 10 años que van del "New morning" a "Street legal" Dylan es más irregular que durante los 2 que van del "Bringing it all back home" a "Blonde on blonde", pero eso es inevitable dados los diferentes plazos temporales de los que hablamos. ¿Quieres que empiece a citar canciones flojas de "The times they are a-changin’" o de "Another side of Bob Dylan"? Insisto, las grandes canciones adultas de los 70 ("Dirge", "Wedding song", todo "Blood on the tracks", "Isis", "Changing of the guards", "Señor", la bestial e infravaloradísima "Where are you tonight?") son ligeramente mejores que su obra del 65 y 66 a pesar de su menor importancia histórica.

EG: No sé si nos entenderemos algún día: intentémoslo con los directos. Salvando ese segundo CD del "Live 1966", el Dylan en directo de los 70 es potentísimo. Baste escuchar el "Live 1975" o los diversos bootlegs de la época gospel. Pienso que sólo a partir de la edición de "Time Out Of Mind" recupera Zimmerman esa fuerza en el escenario. Vaquero de vuelta de todo y de todos, Dylan rechaza sus canciones y las quiere, las canta y las vuelve mudas, las estira y las encoge... Inexplicable. Sólo quien lo haya visto (sobre todo a partir de 2005), lo sabe.

AR: Decir que los directos de Dylan de los 70 son potentísimos es quedarse claramente corto. Se diga lo que se diga del Dylan en directo entre 1974 y 1978 es quedarse claramente corto. Sencillamente, la sucesión de la gira de 1974 con The Band, la romería ambulante de 1976 con la Rolling Thunder Revue y el show mundial de 1978 que dio lugar a "At Budokan", no tiene parangón en la historia de la música del siglo XX. Nunca ningún artista se ha reinventado tres veces seguidas partiendo de cero de una forma tan brillante, jamás nadie ha cogido la costumbre de reescribir toda su obra antes de salir de conciertos con sus amigos, no existe ningún otro caso de un escritor de canciones que haya hecho creer a su público que las obras maestras pueden ser infinitamente releídas, que íbamos a disfrutar eternamente de infinitas giras sucesivas en las que descubriríamos que, por ejemplo, "Mr. Tambourine Man" no es una canción, sino un género en sí. Por eso, comparar los directos del Dylan clásico con los que hace ahora... ay, qué pena da...

EG: La verdad es que le hemos echado narices para comparar estas dos épocas. En los 70, Dylan es un hombre curtido, padre de varios hijos, y poco importan ya las cosas que le dijo Dios a Abraham o si te vas tú por ahí y yo por aquí. Dylan deja de hablar inconexamente (ese Bob de "Tarántula") y sus canciones son narraciones, son Kerouac o Chejov. Mientras que el cantautor de los sesenta le gusta, como a Machado, ver pintarse a los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, al Bobby de la "Rolling Thunder Revue" le gusta diseccionarse, quemarse la piel con canciones que abrasan vinilos y que todos podemos comprender. Así, el joven poeta sesentero desborda eso mismo: loca juventud. Sus versos, como él admitió en su reciente entrevista en "60 minutes", salieron de la "magia". En cambio, las estrofas de las "new mornings" setenteras salen de la reflexión y de la literatura (incluso se alía con el psicólogo/escritor Jacques Levy). Por tanto, me parece que estamos enfrentando las partes y obviando el todo. Y yo con estos pelos.

AR: De acuerdo. Antes de que cambiemos de opinión, te propongo el siguiente acuerdo de mínimos: el Dylan que va de "Freewhelin'" (1962) a "Slow train coming" (1979) es sencillamente insuperable. Es intratable y no acepta comparación con ningún otro autor de la historia de la música popular. Cualquier intento de hacer distinciones en esa época gloriosa que va de inicios de los 60 a finales de los 70, es hilar demasiado fino hablando de algo demasiado grande. A partir de los 80 Dylan cae en picado: en resumen, pasa a ser uno más. No es malo, por supuesto, hace obras notables como "Oh mercy", pero más o menos la mitad de sus discos no tienen interés. Retrocede 20 o 30 posiciones en la lista de autores. Si nos referimos a los directos, retrocede 200 o 300, lo cual es especialmente triste teniendo en cuenta que también en eso había sido el amo del corral. Con "Time out of mind" parece que el genio levanta cabeza. "‘Love & Theft’" y "Modern times" son discos más que correctos, pero en el tiempo que media entre cualquiera de ellos Dylan cambió la historia de la música popular un par de veces durante los años 60. Estos últimos discos nos gustan por dos motivos: en primer lugar porque son buenos, y en segundo lugar, para qué negarlo, porque al viejo Bob le tenemos un merecido cariño. Es borde, huraño, irregular, le da absolutamente de lado el público en sus conciertos, hace más de 20 años que ya no es absolutamente nadie en la historia de la música popular, y seguiremos escuchando sus discos con pasión, respeto y complicidad.

lunes, 22 de octubre de 2007

RAIKKONEN YE DE TIÑANA

O al menos así lo parece si juzgamos la reacción del público asistente a la convocatoria de ASMA (“Asturianos en Madrid”) en una discoteca de la capital. El último banderazo de la última carrera del campeonato del mundo no dio paso a los habituales lloros del perdedor. En cambio, sonaron los vítores y las palmas a un campeón asturfinlandés. El puteo sistemático al que ha sido sometido Alonso durante la temporada produce extraños compañeros de viaje. Fíjense ustedes que estábamos todos vestidos de azul asturiano celebrando la victoria de uno que va de rojo finlandés. No hay quien lo entienda, señora.
Igualmente inusual fue ver a un grupo muy nutrido de emigrados cantando juntos “Asturias, patria querida” justo al lado de la Moncloa. Por separado, los residentes asturianos en Madrid parecemos ectoplasmas que nos materializamos en muy pocas ocasiones: en el autobús a la tierrina, en alguna sidrería escondida o en estas citas imprescindibles. Como muy bien supo entender el gran José Ramón Cuesta, uno de los organizadores de ASMA, no sólo de Formula 1 vive el asturiano. Comenzaron los previos de la carrera con gaitas y con un Belo entregado más a Alonso que a su música. Normal. Al poco de conectar con Interlagos, supuró a borbotones la tirria que existe por Hamilton. Había personal en la audiencia al que, tras el derrape del británico, se le desaparecieron las pupilas gritando sinónimos de “asqueroso”. Esos momentos de trance increpador acabaron con la cruda realidad. Quedaba decidir cuándo iba Massa a dejar pasar a Raikkonen. “¡Ahora “lu” deja pasar!”, decía un señor gordo a mi lado. Pues no, señor gordo, el “jodío” todavía nos estuvo manteniendo el suspense unas cuantas vueltas más. Al final, como diría Sabina, por fin el fin. Alonso no ganó el Mundial este año, repítanselo como terapia. Pero tranquilos, relájense, dentro de 146 días arrancará el próximo. Y, además, el campeón ye de Tiñana.

UN BLANCO RADIANTE

EL PARTIDO DEL AÑO

Quiero ser Robinho. Bueno, y Ronaldinho si ficha por el Real Madrid. No porque jueguen bien al fútbol, qué va. Eso es basura que puede hacer cualquiera. Este año pediré a los Reyes heredar el “mojo” de los jugadores brasileros. No suele pasar, especialmente a mamíferos como yo, que te inviten a orgías tras golear ¡al puñetero Ecuador! Es casi como que te regalen el cielo bendito por vencer a “Carrocerías Nicasio”. Imagínense qué harán cuando ganen la Copa del Mundo. ¡Chicas de Rio de Janeiro, escondeos en vuestras casas (o en la mía)!
La escena impagable, me da igual que sea inventada o no, llega con Robinho pidiendo preservativos. Por lo visto, el ente gritaba alrededor de la discoteca “¡necesito camisinhas!”. Qué guapa ye la palabra “camisinhas”, amigos. Se la propongo al Ministerio de Sanidad. Mucho mejor que condones, gomas o, por supuesto, profilácticos (¡puaj, suena hasta gocho!). A lo que vamos; o sea que el humano se da un voltio por una orgía y no lleva “camisinhas”. Un poco de por favor, chaval, que eres un multimillonario que acaba de conseguir un hito en la historia del deporte. Saca tres euros del cajero y no hagas el ridículo. Lo que tiene el refálfiu, compañeros.
Lo gordo de esta historia cachonda es que acaba, como todas las películas gamberras, con final feliz. Robinho, en declaraciones recogidas por LA NUEVA ESPAÑA, afirma que fue al “orgiódromo” con “apenas una amiga” a “apenas festejar la victoria”. Además, apenas tenía “camisinhas”. Porque al ser todo muy apenas, nadie dice nada. Ni Rijkaard, tan acostumbrado a dejar que sus “gremlins” se desmadren, ni Schuster, que declara que el brasileño “se fue con la selección a recuperarse”. Amigo alemán bigotudo, todos nos recuperaríamos así. ¡Haz las pretemporadas en Sao Paulo y ya verás!
Claro, ¿cómo van a ganar nuestros equipos al Villarreal y al Espanyol? Dos partidos atolondrados, equivocados de salida y con rivales ultramotivados enfrente. Cierto que el encuentro del Barcelona fue desastroso, con su apuesta por la juventud hippie y por los penalties tontos, pero el Madrid pecó de falta de solidez y, sobre todo, de confianza. ¿En qué estarían pensando los jugadores? Probablemente en que les cuenten cuanto antes la película del año: la segunda parte de “Supersalidos”, con Robinho y Ronaldinho.

sábado, 20 de octubre de 2007

SUPERSALIDOS

SUPERSALIDOS
Director: Greg Mottola
Intérpretes: Michael Cera, Jonah Hill, Christopher Minz-Plasse
Web: http://www.sonypicturesreleasing.es/sites/supersalidos/

Si el cine sirve en ocasiones como instrumento para mostrar los hábitos de grupos sociales lejanos, “Supersalidos” constituye una muestra ejemplar de cine social. En este caso, se documenta un rito iniciático propio de la sociedad de consumo del XXI; el paso del “highschool” a la universidad. Tres adolescentes “freak” nos descubren los principales requisitos impuestos al “teenager” globalizado para convertirse en mayor de edad: el sexo y el alcohol. El principal problema y, por tanto, el motor de la película, se resume en la enorme dificultad para lograr estos objetos. El “bebercio” por la barrera legal, ya que en los USA no se puede consumir alcohol hasta los 21, y el “folleteo” por la barrera femenina, ya que en todo el mundo los adolescentes raros no ligan un pijo. El filme pone de manifiesto la existencia de una relación dialéctica potentísima entre ambos: “o emborrachas a la chica o no hay sexo”. Mottola y Apatow, expertos en la frustrante vida del imberbe, cuadran una comedia gamberra de libro. No se olviden de lo que hablamos, claro. Aquí se agolpan excreciones de muchos tipos, policías que quieren ser “molones”, un arte testicular excepcional… alrededor de un trío protagonista impecable: Michael Cera, inolvidable en “Arrested Development”, Jonah Hill (“Saturday Night Live”) y Christopher Mintz-Plasse (¡nuevo Rick Moranis!). Por último, no se enfaden si todo termina de la forma más edulcorada posible. Como hemos dicho, ésta es una comedia gamberra de libro.

LA JOVEN JANE AUSTEN

LA JOVEN JANE AUSTEN
Director: Julian Jarrold
Intérpretes: Anne Hathaway, James McAvoy, James Cromwell
Web: http://www.lajovenjaneausten.com/

En estos últimos años, uno de los divertimentos favoritos de Hollywood es el paradójico juego de “ficcionalizar” la vida de un autor. Este extraño proceso tiende a reescribir las biografías en base a la obra del biografiado. Por tanto, el J.M. Barrie de la muy recomendable “Descubriendo Nunca Jamás” no sólo conoce a un niño que se llama Peter (hecho real) sino que aparte tiene un público affaire con la madre de éste (hecho no probado). Además, no dispone de una personalidad independiente, sino que la hereda de su creación; como “Peter Pan”, el Barrie “ficcionalizado” es inmaduro, le gustan los niños, tiene ingenio,…
“La joven Jane Austen” tira del mismo recurso. En este caso se explota una relación no confirmada de la cuasivirginal Austen con Thomas Lefroy, un joven abogado irlandés. Para ello se sirven de dos actores de muy diferente porte y de poca química: James McEvoy, tan hiperbólico como en “El último rey de Escocia”, y la sosísima Anne Hathaway, que aún sigue sin superar “Princesa por un día”. Propuesta dirigida mayoritariamente a mujeres, el amor imposible entre estos dos personajes opuestos, con el pobre pretendiente y su madre de por medio, deja indiferente a medida que nos van contando sus encuentros y desencuentros, sus bailes y sus citas furtivas en la biblioteca. Probablemente lo más burdo de un metraje aséptico llega con la aparición gratuita en pleno siglo XVIII de actitudes más propias del XX. Liberación de la mujer, rebeldía contra los padres, enfrentamiento con la sociedad machista… en definitiva, un poco demasiado.

FRACTURE

FRACTURE
Director: Gregory Hoblit
Intérpretes: Anthony Hopkins, Ryan Gosling, David Strathairn
Web: http://www.fracturemovie.com/

Gregory Hoblit plantea con “Fracture” lo mismo que ha hecho durante toda su filmografía: enfrentar a dos personajes y, a golpe de guión tramposo, manufacturar un “thriller”. A veces le sale bien (“Las dos caras de la verdad”), otras muy regular (“Fallen” y “Frecuency”) o, las últimas, de sonrojo (“La guerra de Hart”). “Fracture” está bordeando el último grupo. Willy Beachum (Ryan Gosling), un abogado segundón, se ve involucrado en la resolución del crimen perfecto. ¿Cómo se han podido evaporar todas las pruebas que acusan a Ted Crawford (Anthony Hopkins) del asesinato de su esposa? No pasa nada, tranquilos; eso sólo le preocupa al protagonista. Para el espectador, los creadores ya guardan explicaciones trileras. Que si esto no estaba en ese cajón, que si una bala se fue a Roma y volvió, que si se le había pasado por alto un detalle… pues vale. Por medio de tanto despropósito, da tiempo a certificar que “malvado superinteligente y encantador” es el papel alimenticio preferido de Anthony Hopkins. Aparte de dicha certeza hopkiniana, este divertimento de telefilme acaba dejando la sensación de haber visto mil historias parecidas en mil series de medio pelo.

FIRST SNOW

FIRST SNOW
Director: Marc Fergus
Intérpretes: Guy Pierce, Piper Perabo, J. K. Simmons
Web: http://www.firstsnowthemovie.com/

En “Targets”, la segunda (e impecable) película de Peter Bogdanovich tras la bizarra “Viaje al mundo de las mujeres prehistóricas”, Boris Karloff cuenta la fábula “Cita en Samarra”. Un sirviente de un famoso mercader de Bagdad intenta escapar de La Muerte pero ni los veloces caballos, ni la huida a Samarra, le ayudan a evitar la llegada de la Parca. Frente a esta bellísima historia se sitúa “First snow”. A Guy Pearce, un comercial de máquinas de “jukebox”, un adivino le revela diversos acontecimientos futuros y, entre ellos, “visualiza” su muerte al llegar las primeras nieves. Por cierto, ¿por qué en las películas los videntes siempre se sorprenden al ver a la muerte, cuando es lo único que comparten todas las personas a las que estafan? A partir de ahí, en una especie de “¡Jo, qué noche!” sin noche y sin ritmo, Marc Fergus cuenta las peripecias de Pierce para evitar la anunciada caducidad. Muy irregular, poco interesante y repetitiva, “First snow” molesta por su ideología esotérica implícita: “todos tenemos un destino que pueden revelar unos pocos”. Si lo dijese Íker Jiménez por lo menos nos partiríamos de risa, pero envuelto en poéticas nieves y en cuentas pendientes, nos desperezamos hasta la médula.

viernes, 19 de octubre de 2007

EL ROJO DEL TECHNICOLOR

Errol Flynn necesitaba del traje verde de “Robin de los bosques”. Los enanitos agitaban sus multicolores sombreros tras Blancanieves. Y “los diamantes son el mejor amigo de las chicas” si van cubiertas de rosa como Marilyn. Para destacar, todo el universo de la época dorada del Technicolor tenía que vestir tonalidades, matices… Deborah Kerr, no. Ella era el rojo del Technicolor. Lo fue en la irregular “Las minas del Rey Salomón” y en la imprescindible “El prisionero de Zenda”, ambas junto a Stewart Granger. Repitió experiencia en la bíblica, monumental y envejecida “Quo Vadis”. Finalmente, de la mano de una Jean Seberg freudiana, enterró ese esplendoroso sistema en el mismo ataúd que a la década de los cincuenta.
Aún así, sus papeles más importantes no necesitaban que la pantalla les destacase el color. “Tú y yo”, la promesa incierta con Cary Grant, modeló un género ya desaparecido. Pero también era capaz de destrozar, en “Vivir un gran amor”, los corazones de Van Johnson y Peter Cushing. Muy poco después, desencantada de Hollywood, se sirve de “La noche de la iguana”, de la deliciosa “Divorcio a la americana” y de “Los temerarios del aire” para preparar su matrimonio con Peter Viertel y su retiro en Marbella.
Termina de ser triste, o quizá gozoso, que el momento donde Kerr se fundió con el celuloide no muestre su maravilloso pelo rojo entrelazado al blanco y negro. Burt Lancaster la besa en una playa mientras se arremolinan entre la arena y el mar. Zinnemann les captura jóvenes, enamorados y culpables. De ahí, Deborah Kerr, a la eternidad.

lunes, 15 de octubre de 2007

UN BLANCO RADIANTE

LA MALDICIÓN DE GREGORY PECK

Recuerdo una película que vi una vez sobre un hombre que cabalgaba a través del desierto. La protagonizaba Gregory Peck. Le disparó un chiquillo envalentonado que intentaba hacerse un nombre en el Oeste. La gente del pueblo atrapó al chaval y querían colgarle en la horca. (...) Entonces el pistolero, agonizando al sol, habló en su último aliento: «Suéltenlo, déjenlo ir, digan que me venció limpiamente. Quiero que sepa lo que es tener siempre la muerte cerca».
Los versos de Bob Dylan y Sam Shepard en la canción «Brownsville girl» cuentan la bellísima parábola que aparece en «El pistolero», un western dirigido por Henry King en 1950. Un hombre lanza una maldición terrible a su asesino. En vez de que la turba le mate a palos, Jimmy Ringo (Peck) hace que ese chiquillo ansioso de fama herede su papel de vaquero a batir. A partir de ese día, no podrá vivir tranquilo.
A Luis Aragonés sus predecesores le han lanzado la misma maldición. El único problema es que ya no es un adolescente impetuoso. Su entrada al cargo, llena de palabras rimbombantes y promesas no cumplidas, está acabando en la misma paranoia que Gregory Peck le prometía a su sucesor. Como el William Munny de «Sin Perdón», Luis vuelve a un trabajo que no debería haber aceptado nunca. Además, sería bueno que se diese cuenta de que no todo se arregla disparando al bulto (periodistas, aficionados...), pero eso pasa al tener siempre la derrota acechando. Irlanda, Suecia, Dinamarca... los equipos menores, en las temblorosas manos de Luis, convierten cada partido en «el partido decisivo». Y encima, con pose de vaquero chuleta, se atreve a vacilar a Raúl, una ausencia incomprensible de sus incomprensibles listas. «Dime los Mundiales y Eurocopas que hemos "ganao" con Raúl», pregunta el seleccionador con tono irónico a unos aficionados que le increpan. «Los mismos que contigo», tendría que responderle un chiquillo envalentonado. Quizás entonces, con ese disparo seco, Aragonés se diese cuenta de que lo mejor que podría hacer ya lo cantaba Bob Dylan en «Brownsville girl». Marcharse dignamente y dejar que a otro le asedie la derrota.

LA HUELLA

LA HUELLA
Director: Kenneth Branagh
Intérpretes: Michael Caine, Jude Law
Web: http://www.sonyclassics.com/sleuth/

La segunda adaptación cinematográfica de la obra de Anthony Schaffer se separa desde un principio de su antecesora. En ambas un extraño llega a una mansión inglesa y es recibido por su dueño, un escritor de éxito. Pero mientras que Mankievicz apostaba por un laberíntico juego de mentiras, Branagh se inclina por el vouyeurismo de salón. Enclaustrados en un diseño de producción “new age” que probablemente envejezca peor aún que el de su predecesora, los personajes de Caine y Law comienzan con muy buen pulso un tira y afloja de maldades y dobles sentidos que demuestra lo que podría haber sido esta versión de “La huella”. Pero una vez superado el primer acto, la tónica de la función cambia. Se elimina cualquier referencia a la posibilidad de un divertido ajedrez y el guión opta por fundirse con la gelidez del escenario. En ese momento, más le importa a Branagh la seducción tontorrona que la acción. No arranca, por mucho que quiera, un Michael Caine de trazo grueso ni un Jude Law sobreactuado. Esa especie de obsesión homosexual poco justificada elimina cualquier emoción y, por supuesto, cualquier cercanía semejante a la que sentíamos por el encanto de Olivier y Caine. Falla, por tanto, lo esencial: la adaptación del texto original, la contención de los actores y la conceptualización de los espacios. Únicamente permanece la sensación de que los implicados padecían el “síndrome Norma Desmond”: “Yo soy grande. Son las películas las que se han vuelto pequeñas”. La perfecta metáfora viene con el cartel de “La huella”, donde los nombres de los creadores (Branagh, Pinter, Caine y Law) casi ocultan el título del filme. Los autores muy por encima de su obra. Pues, perdónenme ustedes, con cuatro apellidos no basta.

UN FUNERAL DE MUERTE

UN FUNERAL DE MUERTE
Director: Frank Oz
Intérpretes: Matthew McFadyen, Rupert Graves, Jane Asher

Desde mediados de los sesenta, justo cuando comienzan a jubilar a Billy Wilder, las incursiones en la comedia de enredo clásica van decreciendo. Probablemente por un cierto e injusto aire “demodé” unido a un público cada vez más refalfiáu, estos filmes han degenerado hacia sus dos extremos: la gamberrada o la “romanticada”. Así, los intentos de Bogdanovich (“¡Qué ruina de función!”) o de Blake Edwards (“Una cana al aire”), acaban en pequeñas declaraciones de amor a un cine que no volverá. Frank Oz, que comparte generación y añoranzas con los anteriores, retoma el vodevil tradicional, divertido y menor, con “Un funeral de muerte”. Alrededor del entierro de un respetable hombre de familia, se agolpa un personal que, poco a poco, va confirmando los secretos y las vergüenzas del muerto. Heces de inválido, chantajes de enano, LSD en cajas… la película de Oz tiene dentro todo un manual de cómo hacer que una comedia carbure en plena campiña inglesa. Ayudado por los estupendos Matthew McFadyen y Alan Tudyk, el mecano teatral del realizador británico demuestra un hecho incontestable: la risa, aunque sea provocada por los muertos, es la mejor prueba de que estamos vivos.

NOCTURNA

NOCTURNA, UNA AVENTURA MÁGICA
Directores: Maldonado & García
Web: http://www.nocturnalapelicula.com/

“Nocturna”, el nuevo filme animado de Filmax tras el exitazo de “Pérez”, escoge también un escenario onírico para desarrollar su trama. Cuando una ambientación así podría dar lugar a un cuento gótico próximo al universo de Tim Burton, afortunadamente la pareja de directores se centra en una amable fábula sobre un niño que escapa en sueños. Muy redondeada, muy delicada y bien planteada, la cinta mejora a medida que avanza el viaje del chiquillo al sitio donde se construyen las ensoñaciones. Siguiendo los pasos de un gato, probablemente el mismo que guiaba a Alicia, nuestro protagonista descubre un mundo de quimeras muy diferente al temible inconsciente freudiano. Al internarse en el mundo de Nocturna, comienzan los cineastas a destapar su imaginario y su talento para explicar todas las conductas nocturno-infantiles: mojar la cama, tener pesadillas… En definitiva, otro logro de Filmax en cine de animación.

MATRIMONIO COMPULSIVO

MATRIMONIO COMPULSIVO
Directores: Los Farrelly
Intérpretes: Ben Stiller, Jerry Stiller, Michelle Monaghan

Los hermanos Farrelly retoman su personaje favorito: el treintañero lamentable. Acompañados de su actor fetiche Ben Stiller, dilapidan la existencia de un pobre vendedor que, ante la horrible visión de los matrimonios de sus amigos, decide casarse con la primera que pasa. Lógicamente, de la incompatibilidad de caracteres nace la comedia. Un desarrollo irregular y unos gags irregulares (algunos obvios, otros aceptables), no consiguen hacer pasar a “Matrimonio compulsivo” de un pequeño divertimento dominguero. Sólo la galería de freaks y sus excreciones (Tito, Jerry Stiller, la madre de la novia...) se saltan la norma. Más tarde, el obligado (y “farrelliano”) final feliz, nos deja la sensación de que a estos directores, entre la lluvia dorada y la lluvia azucarada, ya no les queda nada que decir.

LOS SEIS SIGNOS DE LA LUZ

LOS SEIS SIGNOS DE LA LUZ
Director: David L. Cunningham
Intérpretes: Alexander Ludwig, Frances Conroy, Ian McShane
Web: http://www.buscalossignos.es/

“El señor de los anillos”, “Eragon”, “La última legión”, “Las crónicas de Narnia”, la serie de “Harry Potter”, próximamente “Stardust”… la historieta de “El elegido” (tambores de fondo), ya comienza a estar un pelín, sólo un pelín, manida. Amigos: si todos somos elegidos, entonces no hay elegidos. Y eso es lo que está pasando con este tipo de largometrajes: si existiese, cansarían hasta al Elegido. En “Los seis signos de la luz”, una familia se va a vivir a Inglaterra y allí descubre que uno de sus hijos es el último de los Ancianos, una serie de guardianes del bien. Luz contra oscuridad, los ocultos, los buscadores, el jinete… aburre sólo contarla. Cosa que se confirma, entre efectos de saldo y chiquillos imberbes, al verla.

lunes, 8 de octubre de 2007

UN BLANCO RADIANTE

YO NO ESTOY ALLÍ

Esta semana, una más, surgió la polémica. En un vídeo promocional del Metro, se mostraba a dos tipos de madrileños: el primero, aficionado al Real Madrid y usuario de transporte público, se acerca al Bernabeu tranquilamente, leyendo revistas culturales y con el polo por dentro. Limpísimo, vamos. Por el contrario, el segundo humano es un mastuerzo del Atlético de Madrid. Ese hombre, con su gorrito y bufanda rojiblancos, coge su coche, pitillo y móvil en mano, para dirigirse al estadio. Claro, el muy marrano pita y es feo, y además llega tarde. El lío ya está montado. La Comunidad de Madrid lo niega todo, el Atleti se indigna y el Real Madrid calla. Por eso escribo esta columna de hoy: por el silencio del club blanco. Señores, ¿no deberían estar indignados? ¿Cuándo los madridistas hemos ido impolutos y sin bufandas al estadio? ¿Cuándo no nos hemos fumado un buen cigarrillo y cantado antes del inicio? Pues nada, que eso todo se lo lleva el del Atleti. Menuda vergüenza. Somos el club más aburrido de España. Mientras que el sosainas del Madrid va al estadio sin hablar, sin rajar de Schuster y sin comentar los previos con todo aquel que se le ponga cerca, el chavalete del Manzanares se dedica a lo que debe hacer cualquier español de bien: vocear, increpar al árbitro y llegar tarde al partido.
En la nueva película de Todd Haynes, «I'm not there» («Yo no estoy allí»), se retrata la vida de Bob Dylan. Pero no es una biografía al uso. En ella, el próximo premio «Príncipe de Asturias» está representado por seis personajes diferentes: desde un niño negro o una mujer hasta un Richard Gere envejecido. Eso es lo que yo le pido al vídeo del Metro de Madrid, que muestre la diversidad madridista. Porque en el club blanco habitan Valdano y Juanito Navarro, Aznar y Toñín el Torero, Pipi y García... Señores, tal espectro humano no se puede reducir a un señor pijísimo que va en Metro. Por lo tanto, y ya que no conozco a nadie del Atlético de Madrid (desde que ganaron el doblete han desaparecido), exijo un vídeo promocional del Metro dirigido por Todd Haynes. En él saldrías tú y tú y tú y tú y tú, madridista amigo, y de refilón aparecería yo: blanco, escéptico, dylanista, voceras, bufandero y, aun así, usuario de Metro. Sólo entonces ya estaríamos allí.

domingo, 7 de octubre de 2007

EL ASESINO

EL ASESINO
Director: Philip G. Atwell
Intérpretes: Jet Li, Jason Statham, Luis Guzmán
Web: http://www.warthefilm.com/

Andamos escasos de héroes de acción. Mientras que si observábamos una cartelera ochentera aparecían los nombres de Van Damme, Norris, Dudikoff, Lundgren… hoy la cosa ha cambiado. Un resumen: o héroes ancianos (Willis, Stallone…) o pelis de terror. Por eso, al lado de The Rock y Vin Diesel, Jason Statham (“Transporter”, “Crank”) hereda el honorable deber de continuar la tradición del mamporreo occidental. En “El asesino”, el actor inglés mantiene el interés por un metraje que, jugando a la “Cosecha roja” de Hammett, acaba hundido por un final estrambótico. Ya saben: la obsesión del cine actual de “sorprender” a cualquier precio. De todos modos, gracias a una realización poco aparatosa, el doble juego del poli y el asesino atrapados entre mafias japonesas bien merece una carrada de palomitas. Eso sí, la espectacular primera persecución por los cristales o el trabajo digno de Statham y Li, terminan diluidos en un lío impresentable de falsas identidades. Amigos directores, lo único que pedimos los aficionados al género es que nos cuenten bien unos golpetazos, unos duelos, unas persecuciones y un final feliz. “El asesino” casi lo consigue.

SIETE MESAS DE BILLAR FRANCÉS

SIETE MESAS DE BILLAR FRANCÉS
Directora: Gracia Querejeta
Intérpretes: Maribel Verdú, Blanca Portillo, Jesús Castejón
Web: http://www.sietemesas.com/

Una mujer sin lugar en el mundo regresa a una casa con tapetes verdes y hombres fumando puros. La sala de billar que su padre le dejó al morir se convierte, para Ángela (Maribel Verdú), en el único espacio al que puede llamar “hogar”. Y la manera de revivir a ese local es reuniendo al antiguo equipo de billar de su padre, hoy una serie de cincuentones achacosos y desmoralizados.
Por ahí se mueve la historia de Gracia Querejeta, entre dos espacios bien diferentes: el primero, la vida de un personaje central que necesita asumir sus pérdidas. Maribel Verdú y Blanca Portillo reconstruyen, lenta y dolorosamente, a un fantasma adicto a ganar. Con cinismo y una cierta emotividad (la serie de conexiones oníricas nieto-abuelo sobran), esta parte del guión brilla bastante más de lo esperable gracias al buen hacer de Verdú, a los puntazos de la Baró (¿o Sole?) y a la aparición de una Blanca Portillo barriobajera, tozuda y carcelaria. ¿Qué sería de esta trama principal sin estas actrices? Probablemente mucho menos, pero hacer cábalas de ciencia ficción no tiene mucho sentido. Gracia Querejeta, hábil en los episodios y dubitativa en los tiempos de la acción, hace el trabajo justo (como Bollaín en “Mataharis”, ¡viva la sencillez!) para sacar adelante a su mujer protagonista y a sus circunstancias.
Porque la otra película que tiene dentro “Siete mesas”, ésa que retrata al equipo de billar, no necesita que la saque adelante ninguna realización. Con su guión luminoso y sus actores en gracia (¿a quién escogen: a Castejón, a Villén, a Barea o a Arévalo?), esta versión cañí de “El color del dinero” nos hace olvidar todos los problemas personales de los personajes de Portillo o de Verdú. Estos hombres de esquina, de barrio aceitoso, de hostia fácil y de dos dedos de whisky, reaniman el filme cada vez que aparecen. Sus dinámicos papeles y sus indudables talentos se hacen obvios alrededor de las mesas de terraza durante réplicas y contrarreplicas gloriosas. Habría que felicitar a Gracia Querejeta por construir uno de los largometrajes españoles de la temporada, junto a la maravillosa “Las alas de la vida”, “Bajo las estrellas” y “Mataharis”. Esto nos serviría de chantaje emocional para pedirle una segunda parte que, como “El color del dinero” hizo con “El buscavidas”, nos muestre dónde jugó nuestro equipo de billar de perdedores tras ganar en Palencia.

viernes, 5 de octubre de 2007

LOS HEMANOS SALOMON

LOS HERMANOS SALOMON
Director: Bob Oedenkirk
Intérpretes: Will Arnett

“Los hermanos Solomon”, una especie de “mash-up” entre los Farrelly y Wes Anderson, nos descubre la existencia de un par de humanos que, ante el coma de su padre, deciden tener un hijo para animarle y, así, reanimarle. Con bastante menos gracia que “Dos tontos muy tontos” y con bastante menos consistencia que “Los Tenenbaums”, del filme de Oedenkirk permanecen algunos destellos: besos en la boca al padre de la novia, masturbaciones con revistas bizarras, inconsistencias médicas y alguna otra risa olvidada ya. Se requiere mayor empuje si queremos sacar adelante una comedia, incluso más aún cuando, como ésta, el humor es genuinamente norteamericano. Nos queda un consuelo “freak”: disfrutar con las dos únicas frases de Lee Majors en cine desde hace mucho, mucho tiempo.

miércoles, 3 de octubre de 2007

UN LIBRO EN LA PLAYA

Un libro en la playa,
De Sábato, quizá,
Dos chicas en bikini,
Un perro “no debería estar ahí”,
El viento relamiendo tu espalda,
Paso de página,
Un hombre y tres coca-colas,
Dos párvulos haciendo castillos,
Un grito: “Que se os corta”,
La digestión, claro,
Giro de cabeza y me deslumbra el sol,
Caminan dos ancianos y nunca los pierdo de vista,
Gooool en La Condomina,
El rumor de fondo y de vez en cuando George Harrison,
Tu piel deja de refulgir,
Tienes frío, dices,
Pienso en chuparte el cuello,
Lentamente
Nace el azul tras tus gafas oscuras
Y, a toallazos,
La arena desaparece de nuestros pies.

Todo eso,
Todo esto,
He olvidado de una tarde de Agosto.

Publicado originariamente en "Las hojas del foro", nº2

UN BLANCO RADIANTE

¿DÓNDE ESTÁ EL CADÁVER?

En las películas de misterio, siempre hay un cadáver sobre el que gira toda la acción. A su alrededor pasan testigos, inculpados, conspiradores, policías... intentando desmadejar qué fue lo que pasó para que el pobre hombre o la pobre mujer cambiase de barrio. Según la Secta Galaniana de Wichita, Kansas, los cadáveres fílmicos son, fundamentalmente, de tres tipos: los obvios, los encubiertos y los falsos. La calificación de “muerto obvio” recae sobre aquellos cuerpos sin vida que consiguen aparecer una y otra vez para la desesperación del asesino. Un ejemplo lo pueden ver en “Este muerto está muy vivo”. Por otra parte, el “palmao encubierto” es aquél que no sale durante el metraje y, por tanto, crea la duda de si realmente se ha cometido un crimen. Una clara muestra la podemos encontrar en “La ventana indiscreta”. Finalmente, la denominación de “cadáver falso” sirve para designar aquellos fallecidos que realmente estaban de parranda. O sea, lo que pasaba en la canción de Peret “El muerto vivo” o en el excepcional largo de Clouzot “Las diabólicas”.
En el Barça hay un cadáver encubierto, aunque ellos se empeñen en repetir que se trata de uno falso. El mal olor general y el nerviosismo de los sospechosos da fe de su presencia y siembra la sospecha. Laporta, para no hablar del tema, se dedica a dar discursos nacionalistas apestosísimos por las cadenas de radio. Entretanto, Ronaldinho explica todas las mañanas sus movimientos de la noche anterior. ¿Cómo se declarará? ¿Culpable o inocente? Pero peor pinta tiene Rijkaard asumiendo el papel de mayordomo. “Yo pasaba por aquí, vi el mogollón y entré”, parece que dice el entrenador holandés. Vale, por mucho que hayan contratado a la compañía de investigadores “Messi & Henry”, no consiguen aclarar el enorme misterio que recorre sus pasillos. Sus conciencias están revueltas, amigos. Y aún más al comprobar que en la casa de enfrente nos sentimos completamente relajados tras haber desmentido la vinculación de nuestro presidente con la mafia colombiana. ¡Vivan los polis estadounidenses!
La explicación para la actitud del Barcelona se encuentra en las películas de misterio. Cuando un club (o un sospechoso) niega una y otra vez que esté pasando algo malo sin que se lo pregunten, probablemente ocurra lo contrario. ¿Tratarán de esconder los blaugranas, en su futuro estadio de cumpleaños, algún fiambre obvio del que no se libraron a tiempo?