Director: Todd Phillips
Intérpretes: Robert Downey Jr., Zach Galifianakis, Michelle Monaghan
Web: http://wwws.warnerbros.es/duedate/mainsite/
Que Zach Galifianakis es uno de los cómicos esenciales en la última hornada estadounidense lo prueba ya, sin bromas, la bienvenida de su página web: “el vivir una vida contradictoria te deja confundido y feliz”, además de sus apariciones en series (“Bored to death”), en “stand up” (“Zach Galifianakis live at the purple onion”), en experimentos web (“Between two ferns”, véanlo en “Funnyordie.com”) y en películas. En este capítulo resulta significativa su relación con el director Todd Phillips, que le introdujo a las audiencias masivas con el estupendo “Resacón en Las Vegas”, y con el que vuelve a la gran pantalla en “Salidos de cuentas”.
Phillips, experto en “road/buddy movies” (“Viaje de pirados”, la imponente “Aquellas juergas universitarias” o el citado “Resacón…”), se desvía aquí hacia una comedia más amable de las que nos tiene acostumbrados. Si la temática de la mayoría de filmes del norteamericano eran las patéticas intentonas de cuarentañeros por asemejarse a adolescentes, este “Salidos de cuentas” parte de una premisa de corto recorrido: un cuarentañero queriendo ser un cuarentañero. Asumir su edad (un empeño limitadamente gracioso), eso busca Peter Highman (Robert Downey Jr.) cuando se bate por llegar a Los Ángeles a tiempo para poder disfrutar del nacimiento de su primer hijo. En ese objetivo se le interpone Ethan Tremblay (Galifianakis), un aspirante a actor en viaje a Hollywood que, en la buena tradición de un Peter Sellers fofo, descoyunta todo orden.
Al despojar a una comedia de su premisa humorística de base, ya que nuestro protagonista persigue una meta noble y congruente a sus características personales (visitar a su bebé, en lugar de irse de colocón con sus amigos o resucitar el folleteo universitario), “Salidos de cuentas” se abandona a los “gags” de dúo cómico. Ahí el torbellino Galifianakis deja temblando a Downey Jr., un actor que últimamente vive su segunda juventud. Una masturbación ¿zoofílica?, una confrontación con un inválido o una escaramuza en la frontera evidencian que la función se la merienda el gordo pelirrojo, aunque ésta sea, más que un viaje coherente, una serie de etapas independientes, mal ensambladas.
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