Director: Daniel Sánchez Arévalo
Intérpretes: Antonio De La Torre, Roberto Enríquez, Verónica Sánchez
Web: http://www.gordoslapelicula.com/
Desde el arranque, Sánchez Arévalo decide mostrar lorza. Cuatro gordos y su terapeuta retozan encima de ese pegajoso sebo, de ese asco de uno mismo, que la hiperreflexión y la hiperatención sobre el propio cuerpo hacen emerger de la cintura, del pecho o del útero de los humanos globalizados. El mosaico de personajes va armándose, hábilmente apoyado en un reparto bien balanceado (cabe Teté Delgado y cabe Verónica Sánchez), y uno pediría a Umberto Eco que añadiese un capítulo en su “Historia de la fealdad” alrededor de la visión actual de la gordura. No son estos fofos urbanitas los divertidos sátrapas de “La gran comilona” de Ferreri, ni intentan la hilaridad desmadrada (y panzuda) de los Monthy Python en “El sentido de la vida” o de los Beatles en “Magical Mistery Tour”. Muy a propósito, disturba Sánchez Arévalo con sus imágenes (unas, por su desbordamiento sexual, otras, por su agradable sabor azconiano) y, enfundado con ellas, encuentra varias historias potentes, lúcidas, equilibradas.
Vale que en un relato coral siempre hay irregularidades (aquí, en el episodio de De La Torre), pero la primera mitad del metraje explica con pulso firme la cuestión: dónde se convierte el sobrepeso de quehacer accesorio a quehacer vital y por qué. Ayudado por sus actores (incluso el limitado Enríquez brilla), Sánchez Arévalo da en el clavo. Tras sesenta minutos de buen ritmo, de conseguir lo complicado (construir caracteres, desplegar motivaciones, sugerir explicaciones), uno no entiende qué obliga al cineasta a desviarse por caminos impostados.
Habiendo concebido la idea y el desarrollo de “Gordos”, decepciona (uno revive la sensación que tuvo al ver a Djukic fallar aquel puto penalty) que en su última parte Sánchez Arévalo apueste por tracas vergonzantes (esa sublimación del marido muerto; esa resurrección al tercer día; ese montaje alternando sexo y parto). Así, la menos artificiosa de sus resoluciones, arrasa en emoción. Ahogados por nuestra asfixiante (y vigilante) cultura multimedia, una pareja de gordos descubre en youtube sus dos gigantescas masas corporales follando… y sonríen. Exacto, Sánchez Arévalo. Sonrían más, coño.
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