Director: Robert Zemeckis
Web: http://www.disney.com/christmascarol/
Justo en el cambio de siglo, el director Robert Zemeckis decidió abandonar el cine de acción real. Desde “Locos por ellos” (un recorrido nostálgico por una parte de la historia norteamericana sólo comparable a “American Graffitti”), sus películas se regían por el “craftmanship” de la industria hollywoodiense clásica (léase, por ejemplo, Richard Fleischer): productos muy bien terminados, muy entretenidos y, aquí el truco, obsesionados por emocionar en cada plano (bien a través de la novelesca, “Tras el corazón verde”, “¿Quién engaño a Roger Rabbit”, “Regreso al futuro”; o del drama ligero, “Forrest Gump”, “Contact”, “Náufrago”).
Tratando de expandir los límites de su cine (y sospechamos que con la intención mesiánica de expandir los del Cine), la segunda etapa de la obra de Zemeckis se centra en rodar películas de acción digital (el físico de los actores es monitorizado y posteriormente digitalizado). Mediante una tecnología en ciernes, el cineasta levanta “Polar Express”, un filme desprovisto por el píxel de esa emoción, de ese encanto que rebosaba su producción previa. Aún mejorando la técnica y con un guión adulto, “Beouwolf” tropieza en la misma piedra: el trabajo de sus intérpretes (lo suponemos titánico) no se sobrepone a una frialdad autoimpuesta por la opción formal de Zemeckis.
“Un cuento de Navidad” continúa la aventura digital del director y presenta, a falta de una técnica depurada, similares problemas. Si obviamos la innegable laboriosidad de la estupenda versión 3D, uno aprecia lo mucho que el “cómo” puede enturbiar el “qué”. Con el magnifico (y manoseado) cuento de Dickens ocurre esto: la fábula (y, por tanto, la moraleja) de ese anciano miserable se oscurece tras la enormidad del artificio de la producción Disney. Ni un excesivo Jim Carrey, perdido entre capas y capas digitales, entre papeles y más papeles, es capaz de que nos atrape la esencia del cuento, aquello por lo que el escritor británico peleaba: su enseñanza moral. Definitivamente, con menos medios y con igual objetivo (reinterpetar “Un cuento de Navidad”), preferimos “Los fantasmas atacan al jefe” (Richard Donner, 1988).
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