Director: Andy Tennant
Intérpretes: Gerard Butler, Jennifer Aniston, Jason Sudeikis
Web: http://www.thepursuitbegins.com/
En una emisión reciente de su programa “Real Time” en la HBO, el cómico Bill Maher pedía a la industria hollywoodiense que no callase sus opiniones sobre la nueva Seguridad Social norteamericana ante las presiones de los nuevos movimientos del partido republicano (“Tea parties”, “talk shows” radiofónicos…). Razonaba Maher que si a alguien no pueden enmudecer estos defensores del libre mercado, ésa es a una de las industrias más importantes de Estados Unidos. En 2009, la maquinaria de Hollywood (recuerden “Avatar”, “Transformers 2”, “Luna nueva”,…) recaudó 35.000 millones de dólares en todo el planeta, aumentando sus ingresos en un 5% respecto al ejercicio anterior. Y en plena crisis mundial.
Uno de sus grandes aciertos ha sido ampliar el público objetivo de sus megaproducciones. Que no se preocupe esa pareja que va al cine. Ella le dice “¡otra de Stallone, no!”. Él piensa “Por dios, ¡Hugh Grant, no!”. ¡Tranquilos! Hollywood da respuesta a ese dilema: una pizca de cada ingrediente y contentos. Desde hace unos años ha aparecido un subgénero de marketing que revuelve cine de acción, comedia romántica y “screwball comedy”: la “action-romantic comedy”. De ahí surgen títulos, hasta ahora muy menores, como “El mejicano”, “Seis días, siete noches”, “El señor y la señora Smith”,… y “Exposados”, el estreno de esta semana con Jennifer Aniston y Gerard Butler. Un cazarecompensas está encantado con el encargo de entregar a su ex – mujer a la cárcel, pero quizá se le adelanten unos asesinos que tratan de silenciar una investigación que ella lleva a cabo.
Con tan mísero material, a uno le ocurre como a los republicanos radicales: ya no sabe bien a quien responsabilizar del jaleo. Si a Andy Tennant por su nulidad creativa (hay que ser osado de intentar un “gag” con Butler corriendo por un campo de golf a ritmo de “Stayin’ Alive”); si a la pareja protagonista (Aniston y su encasillamiento merecerían un estudio de Harvard; Butler chirría menos que en “Postdata, te quiero”); o si a la maligna industria cinematográfica hollywoodiense que, a base de anuncios en periódicos, en webs, en Spotify, en autobuses, en… nos ha empujado, sin remedio, sin piedad, a mi novia y a mí a pagar unos cuantos euros por verla.
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