Director: Olivier Parker
Intérpretes: Ben Barnes, Collin Firth, Ben Chaplin
Web: http://doriangraymovie.co.uk/
Aunque supongo que ya lo habrán escuchado mil veces, nunca está de más recordar este chiste de Billy Wilder: "Están dos cabras comiendo rollos de celuloide y le dice una a la otra: “¿Qué quieres que te diga? Me gustó más el libro"". Con su cinismo de fábrica, se refería el cineasta austríaco a dos ejemplos de cabreo de semejante catadura: la de los autores indignados quienes, tras vender sus derechos a una productora, muestran su desprecio al resultado final (me encanta recordar a Javier Marías y su cabreo con la espléndida "El último viaje de Robert Rylands") y los lectores indignados que, tras leer una obra e "imaginársela", muestran su desprecio al celuloide que acaba de destrozar sus vidas.
Hay determinadas ocasiones que nos vemos obligados a dar la razón a las cabras. "El retrato de Dorian Gray", la adaptación de la novela de Oscar Wilde, es una de ellas. Acostumbrado a tratar con el escritor irlandés (dirigió para cine "La importancia de llamarse Ernesto" y "Un marido ideal"), hasta la fecha al realizador Oliver Parker le había salido bien el truco: a la imaginería literaria de los textos se ajustaba con sosa corrección su visión cinematográfica de planos estáticos y repartos corales. En cambio, una vuelta de tuerca innecesaria (más preocupada por el "márketing" que por la película) impone un aroma "teen-gótico" y barato al conjunto. La afectada interpretación de Ben Barnes, atemperada por el eficaz Colin Firth, encaja mejor con una sensibilidad postmoderna que con las intenciones decimonónicas del libro (un cuento moral, dual, freudiano). Mientras que el horror anunciado por Wilde provenía del interior (ese ámbito literario, tapiado por la sensibilidad victoriana, que también exploró Stevenson), en este "El retrato de Dorian Gray", se propaga desde el exterior. El sexo "cool" y violento, los terrores de palomita (puertas que se cierran de pronto, cadáveres mal disimulados) o las escenas de acción objetivizan los deméritos de Parker. Me gustó más el libro.
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