Director: Anand Tucker
Intérpretes: Amy Adams, Matthew Goode, John Lithgow
Web: http://www.teniasquesertu-lapelicula.es/
En “€®0$” ("Eros"), reciente premio Anagrama de ensayo, Eloy Fernández Porta sitúa a la comedia romántica como uno de los principales mecanismos socializadores del amor romántico en nuestro hábitat de consumo. Nos coloca el autor en un vuelo trasatlántico y allí ennumera las películas, siempre "para todos los públicos", que se suelen emitir justo cuando nos encontramos encapsulados a miles de metros de altura, sin escapatoria posible. Nueve horas de viaje igual a tres filmes: uno de acción, uno familiar y una comedia romántica. Antes de haberlas experimentado, en sus pubertades precoces de aerolínea, las pre y los preadolescentes acceden a un manual cinematográfico y potentísimo sobre relaciones amorosas que, muy oportunamente, Fernández Porta cataloga como una combinación de "drama moderado (en la primera parte de la película) y comedia con final feliz (en la segunda parte)". No resulta extraño, entonces, que la adultez actual se nutra de quimeras del querer. Ellos (nosotros) esperamos a la medio loba, medio sierva que nos ate a la cama, nos pegue y nos sirva, después, un tazón de leche con miel; y ellas (nosotras) aguardamos a contrahacernos tras el duro y cabrón "outsider" de culo prieto que nos susurre al oído, lo aprendimos de Flanders y la difunta Maude, "chiquirrinina de mi corazoncín".
"Tenías que ser tú" del director tailandés Anand Tucker ejemplifica esa combinación de "drama ligero" y "comedia feliz" de la que el profesor catalán nos habla en su libro. Una moza (Amy Adams) tiene una vida estresada que adivina que podría acabar en la monotonía si sigue con el plasta de su novio (Adam Scott). Aún así, se propone pedirle matrimonio en Dublin el 29 de febrero (de ahí el original título original, “Año bisiesto”). Una fecha que, según el infalible calendario mitológico irlandés, empuja a todo este tipo de declaraciones de amor a terminar en el altar. En su recorrido por la ciudad lluviosa, la joven choca con Declan (Matthew Goode), un atractivo taxista, ideal para el trueque por su prometido (aquí arranca el “drama moderado”, no les digo cómo continúa). Dirigida a un público femenino (no se me mosquee la chavalada, eso reza el plan de márketing de las distribuidoras), a uno le ocurre lo mismo que a Fernández Porta (pero con un evidente menor talento). Más que la tontería de Anand Tucker, interesan los espectadores con los que se comparte sala y, más que ellos, interesa la moza con la que se entrelaza la mano y a la que se susurra "chiquirrinina de mi corazoncín".
2 comentarios:
cuando Fernandez Porta deja su prosa seria y le da el punto graciocete dan ganas de tirar su libro a la basura, página 57,se explica que la noción de vacío patentada por Jean Paul Camus y Albert Sartre (humor FP) se vuelve vulgar desde que un día un currante agotado y molesto dice en la barra de un bar: “Me siento vacío”, esto me hizo acordar a un borrachín al que oí una vez decir: “El matrimonio es una sociedad”, una frase que podría resumir el libro de FP, al menos hasta donde lo leí antes de tirarlo a la basura.
Anónimo, estoy de acuerdo contigo en el punto "graciosete" de Fernández Porta pero es que a mí, no me digas por qué, me hace gracia en determinados momentos. Lo que citas me parece (quizá porque no soy muy normal) hasta gracioso porque ejemplifica la popularización/vulgarización/masificación de un cierto lenguaje de clase. La interiorización de ese lenguaje en la clase media es el gran chollo de la psicología y psiquiatría.
"Eros" no es ni para acercarlo a la basura: se agradece MUCHÍSIMO una visión psico-socio-antropológica y materialista de un fenómeno (el amor en tiempos del capitalismo emocional) que me parece esencial para entender la cotidianeidad del XXI. Como manejo bastante bibliografía del tema, te aseguro que es de lo mejor (junto con Eva Illouz) que he leído últimamente.
Saludos, anónimo!
Publicar un comentario