sábado, 23 de julio de 2011

PAUL

Director: Gregg Mottola
Intérpretes: Simon Pegg, Nick Frost, Kristen Wiig
Web: http://www.quienespaul.es/



La pareja formada por Simon Pegg y Nick Frost es impermeable a los géneros. Desde su físico de cuarentañeros nerds han (re)escrito, para su (nuestro) goce y disfrute, aventuras que reaniman a narrativas en hibernación: el serial de treintañeros (“Spaced” en la BBC), el cine de zombies (“Zombie’s Party”) o el misterio a la inglesa (“Arma fatal”), nada se les resiste. Con “Paul”, su tercer filme, desvelan lo cercano que está el humor de la aventura a través de la historia de dos “freaks” ingleses que, mientras hacen un tour guiado de los lugares de avistamiento OVNI en Estados Unidos, se topan con un alien en fuga. Estructurada como “road movie” (el gobierno y un esplendoroso fundamentalista persiguen al extraterrestre), “Paul” utiliza los saludables hábitos postmodernos de desmitificación, referencia y remezcla (en un alarde, Spielberg participa descubriendo los secretos de “E.T.”) como motor de un metraje altamente recomendable que, de paso, aprovecha para ridiculizar a la ultraderecha religiosa de Estados Unidos.

Sobreponiéndose a la ardua tarea de sustituir en la dirección a su habitual Edgar Wright (“Scott Pilgrim contra el mundo”), Greg Mottola (“Adventureland”) recicla las entregas británicas previas de presupuesto medio en un menos afortunado (y amable) “tempo” de superproducción norteamericana; un objetivo que, a ratos, se anima con el apoyo de un reparto espectacular (una gran parte de “Saturday night live”, con una destacada: la magnífica Kristen Wiig), de unos cuantos gags muy efectivos, y de su permanente baile de arquetipos (el alien es un gamberro postadolescente; los héroes son un gordo y un flaco). Homenaje explícito a esos filmes que germinaron al calor comercial de “E.T.” (incluso se enorgullece de ello con un chiste en referencia a “Mi gran amigo Mac”), la cinta de Mottola tiene la desvergüenza artística de situarse, mediante el humor, por encima del “trash” comiquero que adora. En lugar de concluir su trilogia, la dignísima “Paul” nos obliga a pedirles a Pegg & Frost que continúen sus lustrosas peripecias con otro subgénero “freak” y conviertan su amistad ¡ya! en serial cinematográfico.

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