Director: Giovanni Veronesi
Intérpretes: Robert De Niro, Michele Placido, Monica Bellucci
Giovanni Veronesi es, en Italia, al amor pastoso lo que Santiago Segura es, en España, a la roña y el cutrerío. Cuestión de prioridades nacionales. Con su primera “Manuale D’Amore” el director azzurro recaudó 15 millones de euros en su país y ese pequeño impulso le ha ayudado a crear una saga de historias entrelazadas (esta entrega se divide en tres trozos: “juventud”, “madurez” y “vejez”) que amenazan con extenderse hasta el infinito. (Bien) enterradas en la memoria sus dos predecesoras, de “Manuale D’Amore 3” resultan sorprendentes unos cuantos elementos. El más notorio es el protagonismo de Robert De Niro en su tercer capítulo. Salvo por la oportunidad de ligarse a Mónica Belucci (en la ficción), no se entiende cómo el actor norteamericano se ha prestado a un texto de enredos que podría firmar cualquier guionista novel de teleserie española. Tras una voz en off que reflexiona sobre las emocionalidades basura de su personaje, De Niro incurre de nuevo en esa especie de maldición que somete a su carrera a vejaciones indecibles con tal de seguir trabajando.
Pero aunque la incoherencia en el asunto De Niro sobresalga por motivos marketinianos, ésta no nos debe ocultar el fondo de los argumentos de Veronesi. Bajo sus tonos de novelón y bajo el prepúber que abre cada sección del filme, arcazo en mano (no nos vaya a quedar claro que es Cupido), se esconde un retrato del amor tan carca, pringoso y conservador que chirriaría a Franco Zefirelli. Quién nos iba a decir que añoraríamos a semejante cineasta hoy, en estos terribles tiempos berlusconianos, cuando Veronesi y el insoportable Moccia nos trepanan, por lo menos, una vez al año.
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