domingo, 17 de enero de 2010

CAPITALISMO: UNA HISTORIA DE AMOR

Director: Michael Moore
Web: http://www.capitalismalovestory.com/



Veinte años atrás, el director Michael Moore sentó las bases de su cine. Este manifiesto formal y moral se tituló “Roger y yo” (1989) y recorría, siempre de lado del “working class hero”, las consecuencias que tuvo para su ciudad natal, Flint (Michigan), el cierre de la planta de General Motors allí situada. Armado con un equipo de filmación y ganas de guerrilla, el treintañero Moore persiguió al CEO del gigante automovilístico, Roger Smith, buscando respuestas para los trabajadores que sustentaban su pueblo. En suma, la carrera del americano es una constante revisitación de “Roger y yo” que le liga con la “protest tradition” (en música, Guthrie o Earle, en cine, Kopple o Jarecki) estadounidense: pocos acordes, mucho didactismo, mucha interacción, mucha emoción, aun mayor efecto en la audiencia. El (terrible) mediometraje “Peats or meat: regreso a Flint” y su sombrío “¿qué fue de?”; la oscarizada “Bowling for Columbine” y su anhedonia adolescente; “Fahrenheit 9/11” y, cazado Roger Smith, su siguiente enemigo, George W. Bush; y “Sicko” y su grito a favor del un sistema sanitario público.

Abandonando los microdramas de “Peats or meat: regreso a Flint”, “Capitalismo: una historia de amor” retoma los argumentos de “Roger y yo” (por tanto, los argumentos de la filmografía de Moore) y los expande. Lo que en 1989 era una historia local que presagiaba horizontes decrépitos a un pueblo del Medio Oeste, se convierte en un análisis de la superestructura de EEUU que presagia (a no ser por su optimismo “näif”) horizontes decrépitos a una nación. Con sus juegos formales de fábrica (éstos pueden cabrear por lo obvio, por lo maniqueo, por lo artificioso, pero las consecuencias y los datos están ahí), el documentalista va desgranando hechos escalofriantes (Reagan, un títere en manos de Goldman Sachs) y dejando la sensación de que ya los había predicho, como la Casandra mitológica, sin que nadie le escuchase.

En los documentales de agitación de Moore, lo que le aleja de su objetivo (ese “struggle of the people” de Luther King) es la habituación del público a su forma de plantear cine. Aquello que en “Bowling for Columbine” sonaba a fresco y transgresor, aquí (aunque lo sea en esencia) suena a reiterado por el empeño del cineasta en continuar con el mismo manifiesto cinematográfico y las mismas maneras. Eso sí, repetimos, esto no desmerece la información aportada por Moore. No olvidemos que, por evidente que muestre “Capitalismo” la opinión de su director, al final cualquier documental es una película bajo el control de un creador (montaje, elipsis,…). Frente a su personal análisis de cómo llegamos a esta situación, el filme se estropea con la pobreza de sus conclusiones. Resulta muy vaga la alternativa de Moore al capitalismo (¿la democracia?), resulta muy ridícula una de las respuestas a la crisis (la, su, religión católica).

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