Director: Kirk Jones
Intérpretes: Robert De Niro, Sam Rockwell, Kate Beckinsale
Web: http://www.everybodysfinemovie.com/
Abre la tercera película de Kirk Jones desbordando ese costumbrismo tétrico de la rutina de un hombre viejo y (muy) solo. Con una confianza en los objetos propia del cadavérico siglo XX, Frank Goode (Robert De Niro) acomoda en automático su casa para la llegada de sus hijos. La sensación amarga de contemplar a alguien al que se le ha podrido el tiempo (ese reloj en constante fuera de hora, esa incomprensión del artificio “wireless”), impregna los minutos más potentes, más crueles, más sinceros de “Todos están bien”. Ahí se emparenta el filme con otros retratos del desarraigo ontológico (un solo cuerpo entero y doliente, eso queda) en la vejez: el Walter Vale de “The visitor”, el Schmidt de “A propósito de Schmidt” o el Lenny Savage de “Los Savages”.
Basada en el revisable largometraje italiano “Stanno tutti bene” de Giuseppe Tornatore, únicamente a medida que avanzan los minutos nos damos cuenta que las intenciones de Jones no son, ni de lejos, cercanas a las de McCarthy, Payne o Jenkins. Recorre De Niro (con una inusual sobriedad) las estaciones de paso que son sus hijos y va desencubriendo una película tan adicta al hábito como la vida de su protagonista. “Todos están bien” se torna poco a poco en un conglomerado de secretos semienterrados que desemboca, deslavazado y desmotivante, a un último tercio sin interés, desprovisto de la hostilidad existencial del arranque. Motiva, eso sí, que de vez en cuando De Niro escoja proyectos con un cierto riesgo (por mucho que no superen la corrección) y se deje de títulos horribles, indignos de su fulgurante currículum.
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