Director: François Ozon
Intérpretes: Alexandra Lemy, Sergi López, Marylin Eve
Web: http://www.rickylefilm.com/
François Ozon propone una irrupción mágica en su décima película: al bebé de una pareja de los suburbios (Alexandra Lemy y Sergi López) le crecen alas. En una realidad propia de cineastas sociales (Loach, un cierto Tavernier o León de Aranoa), el director francés incluye un elemento que se eleva del día a día de las cadenas de montaje, de los portales ajados de “graffiti” o de la paradoja de que sea tu niña la que te despierte de la depresión para ir a trabajar.
Sin embargo, a medida que avanza el filme, descubrimos que el discurso de “Ricky” no es de denuncia social sino que busca revolver los cajones de esa entidad informe y contradictoria llamada “familia de clase media”. La adaptación a nuevos miembros (el chiquillo volador, un chiquillo, al cabo; y el personaje de Sergi López) o la respuesta ante lo sobrenatural (algo desdibujada por elipsis arriesgadísimas) conviven con momentos íntimos y rutinarios que ayudan a Ozon a arrimar a ese conglomerado de cuatro seres diferentes (y chocantes) hacia el espectador.
Se valora el tiento del francés en los instantes más delicados de la película.
Cuando le veíamos próximo al Spielberg de “E.T.” (esa escena en el supermercado), Ozon da un giro inesperado y recupera sus (buenas) intenciones previas. Combina entonces, con habilidad de fabulador, las consecuencias del nacimiento de un “freak” insólito con las consecuencias del nacimiento de cualquier bebé (aquí se le agradece que se recree en los detalles, en los pañales rebosantes de mierda, en el cuidado de unas alas raspadas, en los celos de su hermana mayor). Su epílogo, ese de bautismo suicida que termina siendo detenido, como el cuchillo de Abraham, por un ángel, da pie a un horizonte y cierra un digno metraje.
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