lunes, 11 de enero de 2010

LETRA Y MÚSICA DEL FÚTBOL


El Barça escribe antes la letra...

En Enero de 1961, un adolescente de diecinueve años nacido Robert Zimmerman, refundado Bob Dylan, viajó desde su Minnesota natal hasta Nueva York para visitar a su ídolo, el cantante folk de protesta Woody Guthrie, que vivía en un hospital, casi derrotado por la enfermedad de Huntington. Allí Guthrie le dijo a Dylan que lo esencial de las canciones se encontraba en la letra: las melodías venían más tarde y ya estaban en los blues que cultivaron Robert Johnson, Blind Willie Walter o Charlie Patton en el Missisipi. El Barcelona sigue el consejo de Guthrie: primero letra y después música. Se trata de labrar versos en la cantera que puedan llamarse Xavi, Pujol, Messi o Iniesta y adaptarlos a melodías que otros compusieron (el equipo de Guardiola combina la Holanda de Cruyff, el Inter de HH o el Madrid arcaico de Di Stefano). De la misma forma que Dylan robó parte de las letras de su LP “Love and theft” a un autor japonés semidesconocido, Junichi Saga, el Barça ficha a jugadores que todavía no han alcanzado su cumbre pero que poseen la potencialidad de hacerlo en el club azulgrana (Ibrahimovic), asimilándoles a sílabas ya escritas. No extraña, por tanto, que haya sido Serrat, un cantautor, quien cantó el himno de Barcelona en la celebración de la consecución de la liga 04-05.


... y el Madrid, la música.

En Junio de 1966, transcurrido un mes de la publicación de “Pet sounds”, Brian Wilson se encerró con un horizonte: componer “una sinfonía adolescente a Dios”. Se titularía “Smile” (“Good vibrations” era el camino a seguir) y partiría de la idea de acoplar letras y temáticas de los Beach Boys a melodías “avanti-garde”. Acosado por problemas con su discográfica, abrumado por el nacimiento de su primera hija y derrotado por el “Sgt. Peppers” de los Beatles (escuchaba “A day in the life” cientos de veces a la semana), Wilson aparcó “Smile” y comenzó a sufrir serios problemas mentales. El Real Madrid, como Brian Wilson, prioriza melodía (un equipo grande, con muchas estrellas, especialmente en ataque) a letra (da igual que esa estrella sea Figo, Zidane o Cristiano). Lo primordial es conservar ese aura monumental, sinfónica, que envuelve a un club que se resume (tarea monumental y sinfónica) la historia del fútbol. No extraña, por tanto, que haya sido Placido Domingo, un tenor, quien cantó el himno del Real Madrid en la celebración del centenario y tampoco extraña que Brian Wilson no completase “Smile” hasta 2003.

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