Director: Luis Berdejo
Intérpretes: Kevin Costner, Ivana Baquero, Samantha Mathis
Web: http://www.laotrahija.com/
La carrera de Luis Berdejo ha arrancado de una manera inusual. Tras rodar algunos cortometrajes de raza (“La guerra” o la magistral “For(r)est in the des(s)ert”), al director vasco le ha topado la oportunidad de atacar un texto de John Connolly en Estados Unidos con Kevin Costner comandando el reparto. Se estrena en España “La otra hija” con todo el pescado vendido en USA: allí, su lanzamiento ha concitado tantas dudas en crítica y público que sus productores han decidido comercializarla directamente en DVD. Cuenta el largometraje el traslado a una casa de campo de un novelista (Costner) y sus dos hijos (Ivana Baquero y Gattlin Griffith) después de que su mujer les abandonase. A partir de ese momento, el filme desarrolla los cambios en el carácter de la post-adolescente que, aunque en principio parezcan propios de su edad, se irán revelando como motivados por otras fuerzas bien distintas.
Al igual que Stephen King en “El resplandor” (no es gratuita la profesión del protagonista, ni la soledad del paraje, ni la asociación con cementerios indios), está interesado Berdejo en la figura del doble, de ese reverso oscuro que, si tiramos de Freud, todos escondemos dentro. Con el imponente Kevin Costner sobrellevando el peso de los minutos, el metraje habla de desamparos (de un hombre con respecto a su mujer, de una niña con respecto a su padre) y de oscuridades, obviando la fuerza del resto de la obra del realizador. Ivana Baquero enreda con ser actriz feral (sus escenas en contacto con la tierra así lo prueban) en lo indeleble de una película que se va ocultando bajo capas de corrección formal y previsibilidad.
Lo que decepciona de “La otra hija” es, en contraste con la interpretación de Baquero, su falta de riesgos. A veces, vale más un debut fallido que una presentación cauta. En las potencialidades de la cinta (las ambivalencias punzantes entre adolescencia y madurez, entre salvajismo sexual y virginidad, entre amor paterno y repugnancia), se marcan a fuego sus decepciones. Aún su briosa última parte (lo notable del filme), con ese terrible dilema al que Costner se ve obligado a enfrentarse, evita escaparse al trabajo de Luis Berdejo de aquello que sus anteriores producciones no evidenciaban: la comodidad, el automatismo, la ausencia de ese algo que te hace revolverte en la butaca.
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