Cromazo...
“Esto es lo que pasa cuando das por el &%$Ç a un desconocido”, gritaba Walter Sobchak (John Goodman) mientras destrozaba el coche equivocado en “El gran Lebowski”. Es imposible no recordar este momentazo cuando a uno le cuentan el “remake” con Juanele. Como en la película de los Coen, el humorismo del instante bizarro no solo reside en los dos protagonistas (Sobchak/el pobre Juanele; y el propietario del auto), sino en El Nota/El guardia de seguridad gijonudo. Ambos secundarios observan atónitos la escena, comprobando cómo su mundo se desbarata a golpes: al personaje de Jeff Bridges le machacan su coche-casa-porruniverso a barrazos; y, si era un fiel sportinguista, al segurata le derrumban a su héroe, a ése titán del equipo rojiblanco, ocupado hoy en el arte del pincheo vehicular. Todo muy doloroso, vamos.
Preocupados por la mentalidad de algunos deportistas, hemos gastado el fin de semana a estudiar si el número de estupideces por persona aumenta significativamente entre la población de futbolistas. Nuestras conclusiones son definitivas: sí y con mayor incidencia en los delanteros. Piensen el lugar común de partida: humanos jóvenes y bienintencionados con, de pronto, mucho dinero para liarla. Güiza y su madre y la Nuria Ber (“mi hijo no é mu lizto”, soltó la señora en un programa del corazón). José Antonio Reyes, multimillonario en Londres y quemado porque “allí no hay nada que hacer” (¡¡¡en Londres, compañeros!!!): es lógico que se dedicase al coleccionismo de coches de lujo. El portugués Miguel y sus disparos al aire al salir de una discoteca. Benjamín escondiéndose de Lopera durante una fiesta de cumpleaños. Pandiani yendo a entrenar en camión y quedándose atrapado en una de las entradas. Donato y su terrible “fuerza pa vivir”. Kaká, su mujer y su “Dios puso el dinero en manos de Florentino para que fichase a mi marido”. Cañizares tiñéndose y parando un bote de colonia con el pie. Oleguer y sus artículos sesudos sobre De Juana Chaos. La lista es interminable: Collymore, Guti y su tatuaje de la capilla sixtina, Julio Salinas en “Mira quién baila”…
Amigos, las barrabasadas son tan inherentes al mundo del balompié como el balón. Yo propondría arrejuntar a estos futbolistas en un solo equipo y probar a ver qué ocurre. ¿Correlacionará inversamente el CI con la calidad de su juego? Ay, no sé qué pensar pero sí puedo sugerir al entrenador perfecto: David Vidal. Ya estamos todos: ¿en qué ventanilla se hace uno socio?
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