Director: Debra Granik
Intérpretes: Jennifer Lawrence, John Hawkes, Garreth Dillahunt
Web: http://www.golem.es/wintersbone
Los niños, en sus clases preescolares, describen el sur como eso que está justo debajo del norte y el este como aquello que se encuentra a la derecha del Oeste. Sin complicaciones, sin meteduras de pata. Al tornarnos adultos, esta teoría continúa vigente en nuestras cabezas, quizá adornada por una brújula o un GPS, y obvia otros condicionantes que ayudan a geo/antro/socio/psico-localizar lugares alrededor del mundo. Fíjense en el Sur (mayúscula) norteamericano, una zona que, paradójicamente, no engloba a todo el territorio sureño de USA (Nuevo Méjico o Arizona se quedan fuera), ya que las fronteras de esta parcela de tierra arenosa se rigen por unas leyes que complementan a las físicas. La moralidad férrea y protestante, el amor desmedido por las armas y la propiedad privada (no poseemos unas, no podemos defender lo otro), o la lealtad inquebrantable a una concepción de familia inmutable, cercan sus territorios con más fuerza que los muros entre estados.
Debra Granik viaja a las montañas Ozark, a la Texas profunda, en su segunda película. Basada en un relato del escritor Daniel Woodrell (“escribo “country noir””, declaró recientemente el novelista, acusándose), el filme sigue las pesquisas de Ree (Jennifer Lawrence), una adolescente en busca de su padre, un prófugo de la justicia. En la extraordinaria novela de Erskine Caldwell, “El camino del tabaco” (1932), una familia veía desmoronarse su miseria mientras el Sur (encarnado en predicadora, vendedor o deficiente) visitaba su porche. En un desafío redentor y utilitario (en el protestantismo, ¿no son lo mismo?) que mezcla la ¿rutina? de despellejar una alimaña con los escenarios lynchianos de “Twin Peaks”, nuestra protagonista investiga sobre el paradero de su padre, inconsciente del Sur que este último simboliza, que hay más allá de su porche. De pronto, a nuestra niña le asaltará ese lugar, metafísico y violento, peligroso y tribal, que ya visitara John Boorman en “Deliverance” o que arrasara Eastwood en “Sin perdón”. Por tanto, no resulta gratuito asociar el largometraje de Granik al western postmoderno, y ligarlo a la potencia del arquetipo prepúber, femenino y fronterizo (lo usan los Coen y su “Valor de ley”) como heroína accidental, como salvadora de lo único que queda (aquí, dos niños) de bello en el infierno.
Ganadora del festival de Sundance y nominada a cuatro Oscar, “Winter's bone”, con sus claroscuros narrativos y su naturalismo formal (ascético y brutal a un tiempo), reclama su puesto entre las películas esenciales del año. Nuestra chiquilla, tan perdida y fuerte como la Dorothy de “El mago de Oz”, casi tan rodeada de brujas, leones buenos y maldiciones está la pobre, devuelve esa sensación maravillosa de (re)conocer a cineastas que saben que hay un Sur lejos del sur, que saben que de lo oculto supura el horror del hallazgo.
2 comentarios:
De lateral de ese equipo puedes poner al también gijonudo Jose Angel,otro triunfo de la logse,emperrao en que lo llamen Cote como lo llaman mama y güelita en casa, que cuando lu ven por la tele paez que tan hablando de otru que no ye el su guaje, y que con 22 añazos,en plena edad Erasmus solo que en lugar de con 3.000€ para 7 meses, contrato por tres años a 300.000€ al año y el Nota dice que no está “preparau” pa vivir solo en un sitio tan lejos del centro del mundo (Xixón),como ye ¡¡¡Florencia!!! donde además hablan más raro que dios,ta lleno iglesies antigües y no se pué ir a tomar sidra y comer tortilles a Deva, vamos,otro sitio donde no hay ná que hacer.
Obviamente lo de antes iba para el otro post,pero ya que estamos aquí,¿no le dijeron a la niña coraje que pa encontrar prófugos en Tejas nadie mejor que Chuck Norris?.
Saludos Edu
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