lunes, 7 de marzo de 2011
SYED, PITERMAN Y EL MONORRAIL
“Señores, Springfield no tiene elección,/ levanten sus manos y entren en acción,/ ¡Monorraíl!, mas alto, ¡Monorraíl!”
En “Speed”, la película con autobús desbocado, Dennis Hopper soltaba una frase maravillosa cuando Keanu Reaves le acusaba de estar como una cabra: “¡No! Los pobres están locos; los ricos somos excéntricos”. Las historias de millonarios excéntricos siempre han sido mi debilidad: Howard Hughes, que acabó encerrado en un hotel de Las Vegas, sepultado por sus obsesiones; Ruíz-Mateos y sus inyecciones de bótox octogenarias; o el bizarrísimo Richard Lugner, que se monta unos fiestones increíbles en Viena con sus estrellas “freak” favoritas (Ruby, la “putuca” de Berlusconi, Grace Jones, o Dieter Bohlen). Ay, amigos, son personas así, de éxito, las que demuestran que el capitalismo y la competencia son la única forma posible de progreso.
Tengo un congojo dentro que me obtura las vías de ventilación. Necesito averiguar por qué Santander sirve de imán a este tipo de humanos: ¿será la playa, los restaurantes o la bachato-basura de Bustamante (“Cantabria, la tierra que me vio naceeeeeer”)? Lo del Racing ya es vicio: ¿se acuerdan de Piterman, ese potente excéntrico que cogió al equipo racinguista en 2003? Mecenas del Palamós, liante en el Alavés y desnudo en “Interviú”, el ruso se empeñó en cargarse a todos los entrenadores y ponerse él en el banquillo. Ahora, después de la tumultuosa salida de Dimitry (casi embreado y emplumado), ha aterrizado el nuevo propietario del club en Santander, el indio Ali Syed, saltándose semáforos, comprando en boutiques caras que abren para él en domingo (eso es ser rico, camaradas), y ventilando a Miguel Ángel Portugal. Da miedito cuando las declaraciones de Syed y Piterman son intercambiables entre sí; venga, adivínenme quién lanzó al universo indiferente estas majaderías: A) “El Racing puede ser más y mejor que el Depor”, B) “Llevadme a la casa de Botín; quiero comprarla”, C) “Quiero que el Racing sea el tercer grande".
Con estas milongas imposibles, me viene al cabezón el magnífico capítulo de los Simpson titulado “Marge vs. el monorraíl”. En él, la ciudad de Springfield decide qué hacer con un dinero extra de su presupuesto anual. En lugar de utilizar la pasta en arreglar la calle principal, la opción racional de Marge, el pueblo ¿piensa? que será mejor invertirlo en un monorraíl, basándose únicamente en una canción pegadiza del embaucador profesional Lyle Lanley. Será mi psicosis paranoide pero, al ver botar a Syed en el palco con Revilla mientras el personal aplaude los goles del Racing, oigo de fondo “Señores, Springfield no tiene elección,/ levanten sus manos y entren en acción,/ ¡Monorraíl!, más alto, ¡Monorraíl!”.
P.D. El resultado a nuestro juego de hoy. A) Piterman, B) Syed, C) Syed. Las ganadoras pueden escribirme a edugalanmesa@gmail.com
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