Directora: Nancy Meyers
Intérpretes: Meryl Streep, Alec Baldwin, Steve Martin
Web: http://www.itscomplicatedmovie.com/
Una generación de mujeres cineastas de Hollywood, primero, guionistas, después, directoras, han dedicado estos años a darle vueltas a una figura que les es muy familiar: la fémina trabajadora que, en sus cincuenta, se ha independizado de familia, amantes y ex – maridos. En su biblia “El cuello no engaña y otras reflexiones sobre ser mujer” (Ed. Alba), la realizadora Nora Ephron (“Algo para recordar”, “Julie & Julia”) ofrece multitud de recetas con las que afrontar la madurez femenina, asentadas en dos conceptos volátiles y arriesgados: el de “seguridad en sí misma” y el de “inteligencia”. Pero no esta sola en su análisis hollywoodiense de menopáusicas de clase alta. “El club de las primeras esposas” de Hugh Wilson o “Las mujeres perfectas” de Frank Oz, también apoyan a Ephron en su loa a una tipología femenina históricamente insólita y mucho más poliédrica y complicada que la mostrada en estas cintas bicromáticas.
La cineasta Nancy Meyers, que ya bordeó la cuestión en “¿En qué piensan las mujeres?”, se ha metido de lleno en ella en las casi consecutivas “Cuando menos te lo esperas” (2003) y en el estreno de este fin de semana, “No es tan fácil”. Meryl Streep interpreta a una divorciada de “cincuentaytantos” que se debate entre regresar con su ex – marido (Alec Baldwin) o comenzar una relación con un arquitecto que trabaja para ella (Steve Martin). De tono menor, durante la película no se entiende qué quiere Meyers, si entretenernos o tratar con cierta seriedad los vericuetos de la vida de ese tipo de mujeres burguesas, divorciadas, liberadas y, contradictoriamente (esto se intuye de forma muy vaga en el amable metraje), caldo de cultivo de trastornos psicológicos. El gran fuerte del filme (¿cuántas veces hemos dicho esto en ocasiones anteriores?) se encuentra en Meryl Streep y sus compañeros de reparto. Ella y sólo ella, Baldwin y sólo Baldwin, Martin y sólo Martin, proporcionan a un guión de saldo (con sus trucos de vodevil, sus insertos de un “Sexo en Nueva York” caduco y sus diálogos impostados) un empaque que no se merece. Fíjense en la prueba empírica del asombroso talento del trío principal al compartir planos con cualquiera de los mediocres secundarios.
En un punto y aparte y a pesar de que no nos solamos detener en el diseño de vestuario de películas que no sean de época (fallo nuestro o poco espacio o los dos), la referencia a la ovetense Sonia Grande resulta obligada. Una carrera escalonada y trabajada, que combina vestuarios tan deslumbrantes como “La niña de tus ojos” o “Volver”, tan delicados como “Vicky Cristina Barcelona” o “Los otros”, debía dar el salto a una megaproducción hollywoodiense. Atrapa en telares Sonia la afición al azul de Meryl Streep, el elegante desgarbo de John Krasinski y Steve Martin y, esto sí que no es fácil, la gordura “punk” del gran Alec Baldwin. Se agradece, dentro del olvidable total del largometraje de Meyers, la esforzada artesanía de Grande.
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