¡Nicolas, sucio, devuélveme la pasta!
Nicolas Cage está jodido y no es porque no encuentre peluquines. Es por lo que solemos estar jodidos los humanos (quitando las mozas, el mal tiempo y el exceso de picante). Por pasta. Fíjense. El fisco norteamericano le reclama cuatro millones de euros por evasión de impuestos. Le han embargado su mansión de Nueva Orleans. Y su ex – mujer le pide casi nueve millones por impagos en propiedades comunes. Tonterías, vamos. Lo peor es que ¡¡¡me debe veintitrés euros por ir a sus puñeteras últimas películas!!! Presento las entradas como prueba: “Next”, un desastre, siete euros en Yelmo Los Prados; “Ghost rider”, puñetera pena, ocho en los Cines Callao; y “Bangkok dangerous”, lamentable, ocho en el Palafox.
Espera… ¡¡¡si el Madrid también me debe pasta!!! Doce euros en el Plaká durante el terrible Madrid-Almeria; quince “lereles” en el Quinto viendo el penoso Madrid-Racing; seis “tolfos” por los ganchitos y la cerveza mientras sufría el raquítico dos a cero del Madrid-Getafe en casa de Javi; y… da igual. Después del partido contra el Valencia, les perdono. Ya no me tienen que pagar nada: ni los tranquilizantes que me zampé al leer las declaraciones de Guti (“Ahora soy más humano”, dijo el mamonazo), ni el disgusto con la expulsión de Cristiano en el Nou Camp, ni la frustración de que Pepe se nos lesionase en medio del partido del sábado. A pesar de los defectos habituales (la inseguridad en nuestra pegada, la inconcrección en el medio sin Kaká) y de los inesperados (una tarde al año, Casillas la caga), el Madrid comienza a ensamblar algo semejante a un equipo. Un equipo disminuido (las ausencias del poligonero nos matan) y con jugadores en potencia (Granero y Garay), contuvo al Valencia, marcando los tiempos y (por una vez) hallando la suerte en la chepa de Garay.
Los que sí van dejando deudas por los campos de fútbol son nuestros amigos los culés. A ellos les ocurre como a Nicolas Cage: mucho compromiso artístico (no olvidemos que el sobrino de Coppola protagonizó “Corazón salvaje” o “Arizona baby”), para luego acabar vendiéndose a la industria más cochambrosa, al fútbol más rastrero. He aquí el “master plan” azulgrana. Aquellos que nos comparaban con el Almería en el Nou Camp, deberían analizar cómo ganaron al Espanyol. Un miserable 4-3-3(+1, Iturralde), creo que fue la táctica de Guardiola.
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