¡Pellegrini, aprende de Chema!
“Stephanie, extienda lentamente su brazo. Levante su dedo corazón. Muy bien. Bien hecho”. En “Agárralo como puedas”, un profesor de autoescuela enseña a una amable viejecita los básicos de la conducción: adelantamientos, señales y, cómo no, los improperios a otros conductores. Amigos, la injuria sustenta nuestra existencia: respirar, en el fondo, es un insulto a la lógica. Y en el fútbol actual, con su afición a jugadores metrosexuales, presidentes empresarios y entrenadores impolutos, estamos deshonrando nuestra esencia. Hasta hemos enterrado las maneras bizarras de los presidentes chuscos. Hoy tan sólo Del Nido nos divierte con momentos chabacanos: la presentación de su autobiografía (¡titulada “Sí o sí”, compañeros!), sus declaraciones como abogado de Julián Muñoz o sus cabreos con guacheras. ¡Cómo añoramos esas grandes frases! El “if ai sei black, no problem, but if ai sei black black black, is beri bad” de Jesús Gil, el “¡eres un calamidad!” de Caneda, el “me tomo un guijqui cuando quiero” de Cuervas o “el señor Nuñez me parece bajo de estatura y bajo de moral” de Lorenzo Sanz.
Al mundo del fútbol se le tendría que caer la cara de vergüenza con que haya sido un ex – presidente, un político, Chema “Hulk Hogan” Aznar, el que nos recuerde nuestros orígenes. Lo explica Nick Hornby: “da igual el resultado, la naturaleza del futbolero es siempre de amarga decepción”. Pues eso, ¡expresémosla! En cambio, mientras el Barcelona gana cuatro a cero a un equipo invisible y nosotros nos anulamos en Lyon, Pellegrini se mantiene en coma. Ojalá el chileno resucite e imite a esos dos prohombres, David Vidal y Joaquín Caparrós, que ofrecen un “take away” permanente de mala leche. Con Mourinho en el horizonte, la única forma de reaccionar (quizá le pido demasiado a Pellegrini) es mirar al palco y levantar el dedo corazón.
Si la apuesta personal de Valdano sale mal, se deberían buscar sustitutos a Valdano, no al “mister”. Pero en estos tiempos de corrección política, es muy probable que la respuesta de Florentino sea de este corte: “la implosión laboral del nuestro entrenador correlaciona con la extinción de la temporada”. Una pena, sobre todo cuando Jesús Gil lo resumió perfectamente: “Para mí, echar a un entrenador es como tomarme una cerveza. Puedo echar a 20 en un año. Hasta a cien si hace falta”. “Güi mis llu”, Chus.
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