Director: Paul Haggis
Intérpretes: Russell Crowe, Elizabeth Banks, Brian Dennehy
Web: http://www.thenextthreedaysmovie.com/
Hitchcock y Truffaut, en esa serie de conversaciones recogidas en el esencial tratado de Alianza Editorial, establecieron (o, más bien, el maestro inglés impuso) un acuerdo con respecto al suspense: la verosimilitud no debería ser una de las obligaciones del género. Director de la imprescindible “En el valle de Elah” y la desigual “Crash”, Paul Haggis se plantea en “Los próximos tres días”, mediante el “remake” de una película francesa, escapar de la trascendencia dramática de sus anteriores propuestas y embocar hacia un terreno dúctil, casi vacuo: el de los juegos de suspense que tan buen resultado proporcionan a las megaproducciones hollywoodienses. El solvente Russell Crowe da vida a un padre de familia quien, desesperado ante el encarcelamiento de su mujer por un crimen que no ha cometido, decide convertirse en un justiciero-callejero y liberarla de las garras del perverso Estado con un meticuloso plan de rescate.
A pesar de su turbio arranque, con Crowe asediado por una agonía fuera de campo, nada en la propuesta de Haggis busca dobleces y, menos aún, complicaciones como las que enfrentó su anterior filmografía. Nos ofrece el cineasta un rato de locura colectiva e inverosímil, muy indicado para ratos en los que no haya ninguna maldad que organizar. Es en sus momentos más pomposos (especialmente, en una burda explicación “conceptual” del Quijote o en las reuniones carcelarias madre-hijo) cuando el aparato del director flojea hasta límites intolerables. Disfrutamos, en cambio, con las imposibilidades del personaje de Crowe (de profesor a rescatador, créanselo) en su obsesión por liberar a esa falsa culpable (Elizabeth Banks, siempre a reivindicar); quizá sea esa acumulación de nimiedades tan vistas, tan sobadas, tan bien rodadas, la que oscurezca el despropósito de guión que hay detrás. Una tarde con un hombre mediocre negándose a sí mismo (en el fondo, eso nos gustaría hacer a nosotros), tramando escaramuzas entre “dealers” y policía, siempre se agradece cuando es con el (com)probado buen pulso de “thriller” que atesora Haggis.
Eso sí, cuando el cineasta olvida su metraje y se pone a rememorar “Crash” o “En el valle de Elah” y busca la verosimilitud dramática, los fantasmas de Hitchcock y Truffaut (y nosotros) se le aparecen. Por eso, esa obsesión innecesaria por atar cabos, por proporcionar coherencia (ir)racional a su relato, con la que se vuelve loco Haggis en el epílogo, desmerece al entretenimiento vacuo, pero entretenimiento al cabo, que nos había regalado durante el resto del filme. En cierta ocasión le preguntaron a Chicho Ibáñez-Serrador qué era lo peor de hacer terror. “Que la gente se ría con tu película”, contestó, lacónico, ese genio. Nos reímos con el final de “Los próximos tres días”, menudo fracaso, y todo por no querer dejarnos huérfanos, con lo bien que estábamos sin ella, de verosimilitud.
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