lunes, 10 de enero de 2011

NO CONTROLES

Director: Borja Cobeaga
Intérpretes: Unax Ugalde, Julián López, Alexandra Jiménez
Web: http://www.nocontroleslapelicula.com/



Tras “Pagafantas”, su notable comedia de denuncia social, el dúo compuesto por el director Borja Cobeaga y el guionista Diego San José escoge en su segunda película explorar un subgénero, la “screwball comedy”, que mezcla enredos en los vaivenes de una relación amorosa. Son Unax Ugalde y Alexandra Jiménez la pareja culpable de que, en el microcosmos de un hotel cercado por la nieve, se desarrollen una serie de situaciones carburadas por una abundante terna de secundarios y por el compromiso de Cobeaga con la comedia.

Quizá este último punto sea el principal mérito del filme (y del director). Cuando esperábamos una reiteración en automático del gamberrismo al que nos tenía acostumbrados, en pocas ocasiones se descubre a un cineasta tan empeñado en olvidarse de sí mismo y experimentar con el hecho humorístico en todas sus formas. Durante su metraje, hay guiños visuales (el pelo imposible de Julián López después de sintonizar una antena), físicos (Ugalde sobreviviendo a una piscina de hielo) o sonoros (un Casio que desvela una mentira); pero, como ya ocurría en “Pagafantas”, la fortuna cae del lado de los lingüísticos, y no gracias a los protagonistas. Julián López, en un papel desbocado de conocido plasta, se zampa la función con sus extraordinarias dotes cómicas. ¿Es esto bueno para “No controles”? Probablemente, sí, porque sin él y sin un desigual Secun De La Rosa, la cinta hubiese desinflado sus argumentos.

Aplaudiendo la obsesión de Cobeaga con maquinar con diversos tipos de comedia alrededor de la desubicación vital, “No controles” desatiende elementos esenciales para llevar su humorismo a buen término. La elección de Unax Ugalde, actor impecable, no acaba de convencer en un rol reservado a otras fisicidades más vulgares: uno asumiría a alguien como Gorka Otxoa o Julián López cuando se trata de jugar a perdedores amorosos y sus equívocos. Esta decisión de reparto lastra la mayoría de los gags, dejando aquellos realmente efectivos en manos de Julían López. De la misma manera, la estupenda mala leche de “Pagafantas” se disuelve aquí en un guión y un montaje que rozan la inconexión al intercalar con descuido pasajes amables y conservadores (unos brochazos de “good feeling”, inmigrante incluido, o un último tercio de poco músculo) con momentos espléndidos (el “gag” del ladrillo en el coche o el del chupetón). Aún (re)conociendo que las tonalidades del total son diferentes a las del debut de Cobeaga (y que éstas vienen marcadas por el subgénero donde ha elegido moverse), las irregularidades de “No controles” desmerecen sus desafíos de arranque y no le permiten pasar de un correcto segundo filme.

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