lunes, 31 de enero de 2011

(NON) NOS DEIXARON SEM O TÍTULO


El vídeo del lío...

Prólogo. Empiezo este artículo con una frase que me define como persona. Columna. Me cae bien Del Nido. Esto es como empezar una escrito y teclear “me cae bien Charlie Sheen”, “me cae bien Riopedre” o “me cae bien Rafi Camino”. Junto con “me ha salido un bulto en un testículo” o “mi mujer es aficionada al bondage”, son sentencias que dejan a uno tocado de por vida. El problema es cuando humanos inconscientes las utilizan. Disponer de un buen eslogan podría igualarse a poseer una espada láser o un pechaco musculado, al final, todos ellos son artilugios que te pueden llevar a muchos lugares divertidos. Los periodistas lo saben: un buen titular, una buena referencia, un buen Güikileaks… en nuestro mundo, lo que cotizan son las palabras (clave).

“Vamos deixar-te sem o titulo”. Ésta fue la frase que se le ocurrió a un publicitario de Dos Hermanas o Jaén para calentar el partido de Copa frente al Sevilla y, por consiguiente, a nuestro entrenador portugués. Seamos serios. A Del Nido se la han metido en una agencia de publicidad y, como me cae bien, me veo en el deber de avisarle. Lee, Chema: N-O-n-o-s-d-e-j-a-s-t-e-i-s-s-i-n-t-í-t-u-l-o. Tranquilos, lectores, creo que José María ya habrá llegado a esta conclusión tras ver el partido de Copa en el que les barrimos (¿fue gol? ¿no fue gol? Conclusión: da igual).

“Casarse por lo civil resulta más leve que contratar un móvil”, soltó Martínez Camino, ese monseñor soltero, esta semana. ¿Hostia? ¿Sí? Como saben los lectores de LA NUEVA ESPAÑA, me he casado cuatro veces (dos tailandesas, una jiennense y una rumana) y he pedido la portabilidad en dos ocasiones. Por tanto, les puedo asegurar que Juan Toni tiene razón. Es más fácil dejar a una mujer y a tus hijos que irse a Vodafone. “Tranquilo, se lo hacemos todo”, me aseguró María, mi nueva teleoperadora de Orange al pasarme a su compañía. ¿Cuándo os han dicho esto vuestras mujeres? ¿Será lo que te propongan tus querubines si les abandonas?

“A veces, las palabras se posan sobre las cosas como una mariposa sobre una flor, y las recubren de colores nuevos”, escribía Ángel González. Del Nido es feliz con la vacuidad de sus palabras. ¿Son ciertas, como las de Martínez Camino? No, pero son novedosas y, aunque el Sevilla tenga un equipo mediocre, corrupto y machetero, le (re)cubren de colores nuevos. Aquí, amigos, el poder de las palabras justas: como una candela un día lluvioso, aparecen cuando necesitas maquillar la realidad.

RED

Director: Robert Schwentke
Intérpretes: Bruce Willis, Mary Louise-Parker, John Malkovich
Web: http://www.redlapelicula.com/



En 2003, el escritor Warren Ellis y el dibujante Cully Hammer publicaron “Red”, una miniserie de cómics que ilustraba una venganza: el ex-agente de la CIA Paul Moses, traicionado por sus compañeros, decide cazarlos sin piedad en una espiral de violencia que salpica cada una de sus páginas. Pero esa sinopsis caducó en 2008, justo cuando se anunció su adaptación al cine con Robert Schwentke en la dirección; ahí la maquinaria hollywoodiense comenzó a acomodar la historia original a sus preceptos industriales. La dificultad de trasladar un formato como el cómic al cine (y, especialmente, en áquellos con implicaciones comprometidas) se ha manifestado en los últimos intentos: las (más o menos) acertadas “Sin City”, “V de Vendetta” o “Watchmen” cohabitan con estrepitosas relecturas del original (“The Green Hornet”, “The Spirit”). Explicar “Red” como una adaptación sería insuficiente; siendo exactos, la película de Schwentke plantea una redefinición fílmica global del material primigenio. Cambia de género (del “thriller” a una “comedia negra”), propone nuevos (y múltiples) personajes (Malkovich o Freeman no aparecían en la obra de Ellis) y, quizá esto sea lo esencial, desecha los dos temas sobre los que pivota el cómic (la venganza y la violencia como la única mediadora posible para su consumación) en beneficio de un espectáculo de Hollywood, supervisado por el productor Lorenzo Di Bonaventura (“Transformers”), en el que se busca el (sanísimo) entretenimiento superficial.

Eliminados de la ecuación, muy a propósito, los seguidores del tebeo, la actitud adecuada al revisar “Red” debería ser la de olvidarse referencias previas. Este Paul Moses, no, perdón, aquí Frank Moses (Bruce Willis), es un agente de la CIA también retirado y también traicionado. Basta de similitudes. No se trata de vengarse, importa reunir a su antigua cuadrilla (Freeman, Cox, Malkovich, Mirren) con el objetivo de descubrir, en una escapada por Estados Unidos, quién y por qué le ha tendido una trampa. Es el filme de Shwentke una “action road movie” en la que Bruce Willis vuelve a practicar el subgénero donde mejor se encuentra. En “¿Qué es una buena película?” (Ed. Paidós), el profesor Laurent Julliet indica que las superproducciones norteamericanas se dirigen al estómago, a provocar la emoción instantánea y recurrente en el espectador, frente a otro tipo de cine que, desprovisto de las urgencias del espectáculo/retorno de la inversión, persigue la reflexión o la construcción de un discurso artístico que justifique su existencia.
“Red” funciona perfectamente como película del estómago. Schwentke, que ya había ejercitado el entretenimiento masivo con “Plan de vuelo: Desaparecida”, utiliza todas las bondades y maldades que le otorga una superproducción. De entre la turba de personajes planos (esa pareja de ex-espías sexagenarios o el propio Morgan Freeman, en línea con la afición hollywoodiense a planteles corales de relleno) o el avance previsible de la trama (¿en algún momento les inquieta saber quién ha vendido a Moses?), sí se disfrutan del filme algunas locuras de acción, casi siempre acompañadas por la presencia de un John Malkovich entonado o de una Helen Mirren anecdótica. Aunque el puzzle final roce el despropósito (uno no sabe qué pinta Rebecca Pidgeon o Richard Dreyfus poniendo cara de malos), si lo que pretendemos es un rato superficial de emociones inconexas (y sudoríparas), la película cumple su objetivo. El problema, como suele ocurrir con estos metrajes, es cuando te paras a pensarlos.

lunes, 24 de enero de 2011

THE WALKING (& AZULGRANA) DEAD

Así debería de haberse comportado Miguel Ángel Portugal y su Racing frente a los zombies azulgrana...

La nueva serie del canal AMC, “The walking dead”, narra la historia del levantamiento zombie y cómo los (pocos) humanos que han sobrevivido se resisten a estas criaturas. Pero, ¿todas aguantan? No, compañeros. En diversos capítulos descubrimos a algunas personas que, frente a la infinita magnitud del desastre, se dejan desaparecer para escapar, por la salida rápida, del horror. Entre ellos, podría encontrarse el bueno de Miguel Ángel Portugal. “Hablar de opciones ante este Barça no está bien”, declaró el míster del Racing de Santander después del 3-0 que le endosó la troupe zombi azulgrana. Menuda estampa de entrenador depresivo, menos mal que no entrena al Oviedo. “Uyyy, no está bien, uyyyy”, suelta el menudero, “qué miedo, no se vayan a cabrear y nos barran del mapa”. Hermanos futboleros, con este plan nuestra Liga no va a ninguna parte.

En el último capítulo de la imprescindible primera temporada de “The walking dead”, un científico, interpretado por Noah Emmerich, opta por el mismo camino que Portugal en el Camp Nou: el suicidio. Vaya elemento peligroso este Miguel Ángel. Con personal de esta calaña, el campeonato español está condenado a un fútbol plagado de zombies y huérfano de héroes, capado de talento. El “sheriff” protagonista, Rick Grimes (Andrew Lincoln), antepone la salvación de su familia a la de un mundo en Apocalipsis y, de esta manera, consigue sacar adelante tanto a su familia como a una (pequeña) parte de su mundo. Esa actitud debería haber adoptado Portugal, la de salvar a su equipo en lugar de dejarse zampar por unos no-muertos azulgrana que ni notaron su presencia.

“Quizá no nos guste vivir juntos, pero morir juntos no va a solucionar nada”, argumentaba una de las protagonistas de “La noche de los muertos vivientes”, esa obra maestra fundacional del maestro George A. Romero. La Liga, por planteamientos como el del amigo Portugal, se está degenerando en una dicotomía que, con el Madrid tanteándose aún, es una dictadura culé. Esteban Vigo, Manolo Preciado, José Luis Oltra, Quique Sánchez Flores, Joaquín Caparros… lo importante no es la derrota, sino la forma de afrontarla. Sólo tenéis que seguir al sheriff Grimes.

domingo, 23 de enero de 2011

EL DEMONIO BAJO LA PIEL

Director: Michael Winterbottom
Intérpretes: Casey Affleck, Jessica Alba, Kate Hudson
Web: http://www.ifcfilms.com/films/the-killer-inside-me



En cada ocasión en la que el cineasta Michael Winterbottom estrena una película, los aficionados al cine deberíamos estar de enhorabuena. A partir de 1995, el director británico nos ha regalado, fiel a su espíritu nómada y transgresor, un filme al año: desde necesarios experimentos cinematográficos (“El perdón”, “9 songs”, “Código 46” o “Génova”) hasta celuloides de una extraordinaria complejidad (“Tristram Shandy”, “In this world” o “24 hour party people”). “El demonio bajo la piel”, adaptación del “pulp” de Jim Thompson que ya fue llevada a la gran pantalla por Burt Kennedy en 1976, se adecúa a la perfección a la filosofía de Winterbottom.

Discurre la película a través de dos líneas que no paran de entrecruzarse. Por una parte se nos descubre, con violencia súbita y desbordada, a un mediocre policía (Casey Affleck) en su verdadero papel vital; el de un psicópata que se adentra en la oscuridad del mal con cada mentira, con cada asesinato. Es en el viaje desesperado de su (doble) personaje donde ejercita el director inglés su afición favorita: el cruce (y reversión) de géneros. En el guion de John Curran (“El velo pintado”) el “noir” y el cine de “psycho killer” se muestran entrelazados e, incluso, con sus arquetipos alter(n)ados: valga de ejemplo, la convivencia entre esa voz-en-off omnipresente, ajena a “Henry, retrato de un asesino”, y las escaramuzas del asesino para ocultar sus crímenes, justo el objetivo contrario al de Marlowe en “El sueño eterno”.

“El demonio bajo la piel”, atravesado por esa dualidad sexual y mortecina de Kate Hudson y Jessica Alba que entierra, feliz, a un imponente Casey Affleck, se debería celebrar como un logro más de la filmografía de Winterbottom. Quizá algunos tambaleos en la resolución (personajes, como el de Elias Koteas o Bill Pullman, poco pulidos) y ciertas incoherencias le alejen de sus mejores trabajos pero, retomando las reglas de su cruce de caminos, el filme recupera el pulso en sus últimos minutos con la resolución de un misterio resuelto (esto pasa por jugar con géneros) y la explosión junguiana de una violencia que cesa con violencia.

lunes, 17 de enero de 2011

EL CIGARRILLO NO ESTABA ALLÍ

Miss U..

En una estupenda micro-canción, los Replacements pedían más cigarrillos para que la fiesta no decayese. Una gran actitud la de esta banda norteamericana de cachondos mentales. Desde “Un blanco radiante” apoyamos esa moción, aún con el riesgo de que nos incendien el chiringo los fumadores y nos muramos dentro con tal de aspirar el humo. Pero, de entre los malvados inhaladores de efluvios peligrosos, esos cabronazos emperrados en que nuestro Lacoste huela mal, los más hundidos con esta imposición sanitaria somos los madridistas.

Háganse a la escena. Cuatro gorilas macho jamando y viendo el Real Madrid-Atlético en una cafetería del centro de la capital. Si les digo que el lugar en cuestión se llama “El Boston” ya podrán hacerse una imagen mental del habitáculo donde nos encontrábamos. Eso sí, para tranquilidad de mi abuela, no había barra americana. Patatas bravas, cerveza, oreja, cerveza, calamarones, cerveza. Una dieta equilibrada. Gritos a cascoporro. Un inglés, flipando en la mesa de al lado. Mateu Lahoz, en su papel de árbitro ausente. Y un Atlético, otra vez (y van…), a nuestra merced: Raúl García, desaparecido, Reyes, desaparecido, Forlán, desaparecido, Domínguez, desaparecido, Perea, desaparecido. Tan sólo Agüero y las manos de De Gea, ese prodigio postadolescente, retrasaron su agonía.

El principio de antítesis de Darwin, incluido en su esencial “La expresión de las emociones en hombres y animales” (1872), explica que algunos animales pueden manifestar de forma contradictoria una única emoción. Así, determinadas aves, cuando están en alerta, echan el cuerpo hacia atrás en posición de guardia y, a la vez, erizan las plumas en posición de ataque. Con la felicidad del último gol, a pies de ese monumental (y jovencísimo) Özil, y al mismo tiempo que elevábamos la mano izquierda en señal de victoria, la mano derecha buscaba un objeto humeante, tranquilizador, cancerígeno, bendito, sobre el que descargar la tensión, la frustración con Benzema y la panzada patatil que nos acabábamos de meter. Queríamos ver el Marlboro quemarse con la lentitud e inmovilismo de Quique Sánchez Flores. No. Prohibido, nos avisa Braulio, el camarero. Orfandad, miseria, desengorile en un solo instante. Nos miramos y pedimos una droga diferente (un gin-tonicazo). El partido dejó de ocupar el televisor y emergió Anne Igartiburu y su asquerosa higiene. Cuando despertamos, el cigarrillo no estaba allí.

domingo, 16 de enero de 2011

THE GREEN HORNET

Dirección: Michel Gondry
Intérpretes: Seth Rogen, Jay Chou, Cameron Díaz
Web: http://www.sites.sonypicturesreleasing.es/sites/thegreenhornet_site/



El (más que probable) cruce de caminos entre el cineasta Michel Gondry (“Olvídate de mí”, “Por favor, rebobine”) y el actor-guionista Seth Rogen (“Lío embarazoso”, “¿Hacemos una porno?”), se ha producido con la (más que improbable) adaptación de “The Green Hornet”, antiguo serial radiofónico/serie televisiva/cómic en el que un rico heredero (Seth Rogen) acaba adoptando la identidad de un justiciero enmascarado, junto a su fiel criado Kato (Jay Chou). Rodada en 3D, a los aficionados al cine de Gondry no debería preocuparles este detalle: el director siempre ha buscado múltiples formatos, como el video musical, la suecada o el “mash up”, donde reflejar sus inquietudes creativas en imágenes. Así, a lo largo del metraje y, en especial, cuando éste se lastra y pierde su esencia, Gondry dedica sus esfuerzos a experimentar con la estereoscopia, esta nueva/vieja moda de Hollywood, en la que estira, desdobla, multiplica y segmenta al superhéroe y sus escaramuzas con tal de explorar sus posibilidades (parece que) para futuros proyectos.

Mientras que, en el caso de Gondry, “The Green Hornet” funciona como laboratorio donde jugar con dinero de gran estudio a la acción en 3D, el protagonista y autor del guión, Seth Rogen, se apropia del proyecto. Escriben Fernando De Felipe e Iván Gómez, en su imprescindible ensayo “Adaptación” (Ed. Extensiones) sobre la adaptación de diversas formas artísticas (novelas, series, cómic) al celuloide, que “un actor nunca llega a parecerse del todo al personaje que interpreta. A veces, basta simplemente con dar con la voz adecuada para que un personaje resulte creíble”. Al tomárselo como algo más personal que Gondry, Rogen acomoda “El avispón” a su visión del cine postmoderno (y a su físico) con los dejes inevitables de la factoría Judd Appatow (“Supersalidos”, “Hazme reír”). Tanto en su interpretación como en su texto, conviven lo “pulp”; la revolución “nerd” (ésta es la condición de todos sus protagonistas y antagonistas); la neblina entre ficción y realidad (incluso el malvado de Christoph Waltz, reclama una identidad ficticio/secreta, por mucho que su presentación real/manifiesta sea suficientemente efectiva); las contradicciones del superhéroe del XXI (herederas de “Watchmen”, aquí amplificadas por su cercanía a la comedia y por ese compañero, Kato, mejor dotado para la profesión ¡que el propio protagonista!); o la hibridación de géneros (comedia, acción, fantástico, misterio…). A pesar de que esta mezcolanza sea el punto vapuleado por público y crítica, uno piensa que es, precisamente, lo valorable de la inconexa “The Green Hornet”. Su absoluta liviandad trans-génerica, que se demuestra en un estupendo arranque, se va apagando a medida que el metraje gana en minutos y termina por declararse difunta en una escaramuza final que podría servir de pago a los estudios que la financiaron, pero desmerece a su atrevimiento de inicio. La película, una vez disfrutados sus hábiles títulos de cierre en 3D, da la sensación de que no ha dejado contento a nadie: ni a Michel Gondry, ni a Seth Rogen, ni a Sony Pictures, ni, lo importante, al espectador.

lunes, 10 de enero de 2011

PARA JUANITO NAVARRO (1926-2011)


 En Agosto, gracias a Arturo Téllez y a Onda Cero, tuve la oportunidad de charlar un rato con Juanito Navarro en el programa "JELO en verano".

Juanito se nos acaba de morir.

Pues aquí quede la que creo que es una de sus últimas entrevistas. 

Espero que os guste.

NO CONTROLES

Director: Borja Cobeaga
Intérpretes: Unax Ugalde, Julián López, Alexandra Jiménez
Web: http://www.nocontroleslapelicula.com/



Tras “Pagafantas”, su notable comedia de denuncia social, el dúo compuesto por el director Borja Cobeaga y el guionista Diego San José escoge en su segunda película explorar un subgénero, la “screwball comedy”, que mezcla enredos en los vaivenes de una relación amorosa. Son Unax Ugalde y Alexandra Jiménez la pareja culpable de que, en el microcosmos de un hotel cercado por la nieve, se desarrollen una serie de situaciones carburadas por una abundante terna de secundarios y por el compromiso de Cobeaga con la comedia.

Quizá este último punto sea el principal mérito del filme (y del director). Cuando esperábamos una reiteración en automático del gamberrismo al que nos tenía acostumbrados, en pocas ocasiones se descubre a un cineasta tan empeñado en olvidarse de sí mismo y experimentar con el hecho humorístico en todas sus formas. Durante su metraje, hay guiños visuales (el pelo imposible de Julián López después de sintonizar una antena), físicos (Ugalde sobreviviendo a una piscina de hielo) o sonoros (un Casio que desvela una mentira); pero, como ya ocurría en “Pagafantas”, la fortuna cae del lado de los lingüísticos, y no gracias a los protagonistas. Julián López, en un papel desbocado de conocido plasta, se zampa la función con sus extraordinarias dotes cómicas. ¿Es esto bueno para “No controles”? Probablemente, sí, porque sin él y sin un desigual Secun De La Rosa, la cinta hubiese desinflado sus argumentos.

Aplaudiendo la obsesión de Cobeaga con maquinar con diversos tipos de comedia alrededor de la desubicación vital, “No controles” desatiende elementos esenciales para llevar su humorismo a buen término. La elección de Unax Ugalde, actor impecable, no acaba de convencer en un rol reservado a otras fisicidades más vulgares: uno asumiría a alguien como Gorka Otxoa o Julián López cuando se trata de jugar a perdedores amorosos y sus equívocos. Esta decisión de reparto lastra la mayoría de los gags, dejando aquellos realmente efectivos en manos de Julían López. De la misma manera, la estupenda mala leche de “Pagafantas” se disuelve aquí en un guión y un montaje que rozan la inconexión al intercalar con descuido pasajes amables y conservadores (unos brochazos de “good feeling”, inmigrante incluido, o un último tercio de poco músculo) con momentos espléndidos (el “gag” del ladrillo en el coche o el del chupetón). Aún (re)conociendo que las tonalidades del total son diferentes a las del debut de Cobeaga (y que éstas vienen marcadas por el subgénero donde ha elegido moverse), las irregularidades de “No controles” desmerecen sus desafíos de arranque y no le permiten pasar de un correcto segundo filme.

(POR AHORA) NO NECESITAMOS A DI STEFANO

No se preocupe, D. Alfredo, tenemos a CR7

Por fin se ha terminado nuestra semana en la ruta del Bakalao valenciana. Menuda locura, amigos. Acuérdense; el trámite del Levante en Copa del Rey se saldó con una derrota inerte del Real Madrid “B” y ese conciliador “Mourinho, muérete” que entonó el Ciutat de Valencia, emocionado con la visita de un míster de ese nivel a la (casi) Segunda División. Ahora, como solemos arrasar a los contrarios, la diversión del personal, hastiado con su equipo, es tocar las pelotas al entrenador del Real Madrid quien, con sus inoportunas declaraciones (la última, maravillosa: “Tampoco Jesucristo era simpático para todos, así que imagínate yo”), ha contribuido a convertirse en el Fernán-Gómez del fútbol español. Si no le provocan en una rueda de prensa, le provocan en los vestuarios; si no le provocan a la entrada de un restaurante, le provocan en los baños. Todo un poema en el que debería intervenir el presidente, por el bien de la imagen del club.

Nada que ver el mediocre Levante con la visita del espléndido Villarreal, tan obsesionado como siempre con el conjunto blanco. Se añora a Higuaín, se duerme la defensa en la primera parte (¿sintieron que nos estaban vacilando?), y ahí tenemos a Rossi, Marco Rubén, Cani y Cazorla haciendo lo que les daba la gana. Pero si en algo ha acertado el Madrid, ha sido en fichar al poligonero. Nuestra situación recuerda esa película bizarra de los ochenta, “La mujer explosiva” del gran John Hughes, en la que unos adolescentes feos (y salidos) construyen a una moza estupendísima (y biónica) que, con el cuerpazo de Kelly LeBrock, les arregle los problemas de popularidad en el instituto.

A base del talonario del tito Floren, hemos programado al jugador biónico perfecto que nos haga parecer populares en Liga. Su triplete y la victoria contra el Villarreal concluyeron en un estado amnésico-eufórico del madridismo, como si fuésemos adolescentes feos y salidos con novia salada de pega, bastante perjudicial en nuestra situación actual. Se nos olvidaron, por arte de magia, las carencias de Benzema, el aturdimiento de Pedro León, el autismo de Marcelo, la recuperación lenta de Kaká o la desaparición de Sergio Ramos. Le preguntaron estos días al octogenario Di Stefano si habría que fichar a algún delantero para sustituir a Higuaín. “Sí, a mí”, respondió el sabio. Siento mucho decirle a D. Alfredo que, con CR7, ya no le necesitamos. Bueno, por lo menos, hasta que el portugués se lesione.

sábado, 8 de enero de 2011

LOS PRÓXIMOS TRES DÍAS

Director: Paul Haggis
Intérpretes: Russell Crowe, Elizabeth Banks, Brian Dennehy
Web: http://www.thenextthreedaysmovie.com/



Hitchcock y Truffaut, en esa serie de conversaciones recogidas en el esencial tratado de Alianza Editorial, establecieron (o, más bien, el maestro inglés impuso) un acuerdo con respecto al suspense: la verosimilitud no debería ser una de las obligaciones del género. Director de la imprescindible “En el valle de Elah” y la desigual “Crash”, Paul Haggis se plantea en “Los próximos tres días”, mediante el “remake” de una película francesa, escapar de la trascendencia dramática de sus anteriores propuestas y embocar hacia un terreno dúctil, casi vacuo: el de los juegos de suspense que tan buen resultado proporcionan a las megaproducciones hollywoodienses. El solvente Russell Crowe da vida a un padre de familia quien, desesperado ante el encarcelamiento de su mujer por un crimen que no ha cometido, decide convertirse en un justiciero-callejero y liberarla de las garras del perverso Estado con un meticuloso plan de rescate.

A pesar de su turbio arranque, con Crowe asediado por una agonía fuera de campo, nada en la propuesta de Haggis busca dobleces y, menos aún, complicaciones como las que enfrentó su anterior filmografía. Nos ofrece el cineasta un rato de locura colectiva e inverosímil, muy indicado para ratos en los que no haya ninguna maldad que organizar. Es en sus momentos más pomposos (especialmente, en una burda explicación “conceptual” del Quijote o en las reuniones carcelarias madre-hijo) cuando el aparato del director flojea hasta límites intolerables. Disfrutamos, en cambio, con las imposibilidades del personaje de Crowe (de profesor a rescatador, créanselo) en su obsesión por liberar a esa falsa culpable (Elizabeth Banks, siempre a reivindicar); quizá sea esa acumulación de nimiedades tan vistas, tan sobadas, tan bien rodadas, la que oscurezca el despropósito de guión que hay detrás. Una tarde con un hombre mediocre negándose a sí mismo (en el fondo, eso nos gustaría hacer a nosotros), tramando escaramuzas entre “dealers” y policía, siempre se agradece cuando es con el (com)probado buen pulso de “thriller” que atesora Haggis.

Eso sí, cuando el cineasta olvida su metraje y se pone a rememorar “Crash” o “En el valle de Elah” y busca la verosimilitud dramática, los fantasmas de Hitchcock y Truffaut (y nosotros) se le aparecen. Por eso, esa obsesión innecesaria por atar cabos, por proporcionar coherencia (ir)racional a su relato, con la que se vuelve loco Haggis en el epílogo, desmerece al entretenimiento vacuo, pero entretenimiento al cabo, que nos había regalado durante el resto del filme. En cierta ocasión le preguntaron a Chicho Ibáñez-Serrador qué era lo peor de hacer terror. “Que la gente se ría con tu película”, contestó, lacónico, ese genio. Nos reímos con el final de “Los próximos tres días”, menudo fracaso, y todo por no querer dejarnos huérfanos, con lo bien que estábamos sin ella, de verosimilitud.

viernes, 7 de enero de 2011

CAMINO A LA LIBERTAD

Director: Peter Weir
Intérpretes: Jim Sturgess, Ed Harris, Colin Farrell
Web: http://www.thewaybackthemovie.com/



La relación del hombre con la Naturaleza ocupa el fondo de la filmografía del extraordinario director australiano Peter Weir. Se vale ésta del océano (“Master and commander”), de la selva (“La costa de los mosquitos”), del desierto (“Gallipoli”), o, en su ausencia, de las maldades de un medio ambiente sujeto a leyes artificiales (“El show de Truman”), para (re)marcar la épica a la que el cineasta nos tiene acostumbrados. Frente al azar indiferente, materialista, que la Naturaleza juega en la obra de otros directores (pensamos, cómo no, en Werner Herzog) y que arrolla incompasiva a sus personajes, el imaginario de Weir remite sin contemplaciones a “La Odisea” homérica, amoldando un mundo hostil al héroe, y sólo al héroe, que lo conquiste.

De la mano de National Geographic Entertainment, bajo el título de “Camino a la libertad”, regresa el realizador a narrarnos el huida de varios prisioneros de un gulag siberiano, en plena Segunda Guerra Mundial, desde las garras de Stalin hasta la libertad, miles de kilómetros más tarde, en la India británica. Basada en hechos reales, único punto sobre el que apoya su (in)verosimilitud, se argumenta la película como un largo viaje que evita suspense (la escapada del campo de concentración, el lugar perfecto a la tensión), Historia (tan sólo, al arribar a Mongolia, en una escena espléndida, se descubre la amplitud del imperio-Stalin), o interacción con el camino (los personajes que se encuentran en el viaje son sombras inertes), dejando el metraje en un itinerario repetitivo donde no hay evolución de los roles principales ni, por tanto, emotividad. Pareciese que Weir abandonase la suerte de su proyecto en una épica autista y en algunas (mínimas) bazas solventes: un arranque interesante (la in-humanidad del gulag); sólidos trabajos actorales (hay que reiterar la desbordante delgadez de Ed Harris); y un intenso y bellísimo diseño de producción que, en su exuberancia plagada de detalles, muy National Geographic, resta efectividad a lo contado (esto no es una contradicción).

Ya en el epílogo, se confirma la infertilidad del trayecto vital de estos hombres cuando Weir cierra el desarrollo con una escena innecesaria, impropia a su mejor cine: la visualización surreal (y, paradójicamente, real), de una vuelta al hogar previsible, lacrimógena, anciana, maniquea.

lunes, 3 de enero de 2011

LISTA DE PELÍCULAS DE 2001 A 2010

En Onda Cero me han pedido escoger siete películas de la década. Han caido éstas, pero podrían haber sido otras:

ZODIAC (David Fincher, 2007)
LA CINTA BLANCA (Michael Haneke, 2009)
GRIZZLY MAN (Werner Herzog, 2005)
AQUELLAS JUERGAS UNIVERSITARIAS (Todd Phillips, 2003)
WALL-E (Andrew Stanton, 2008)
TRISTRAM SHANDY: A COCK AND A BULL STORY (Michael Winterbottom, 2005)
OLVÍDATE DE MÍ (Michel Gondry, 2004)

Me dí cuenta que me faltaban demasiadas y comencé una lista dinámica a la que iré añadiendo títulos: todas, en mi opinión, justifican su visionado.

Empezamos:
A Mighty Wind (Christopher Guest, 2003), World's Greatest Dad (Bobcat Goldwaith, 2009), Four Lions (Christopher Morris, 2010), Copia Certificada (Abbas Kiarostami, 2010), Mullholland Drive (David Lynch, 2001), Inland Empire (David Lynch, 2007), El hombre que nunca estuvo allí (Joel & Ethan Coen, 2001), Black Hawk Down (Ridley Scott, 2001), Hermanos por pelotas (Adam McKay, 2008), Una historia de violencia (David Cronenberg, 2005), Un profeta (Jacques Audiard, 2009), Cache (Michael Haneke, 2005), El curioso caso de Benjamin Button (David Fincher, 2010), Two Lovers (James Gray, 2008), No Direction Home (Martin Scorsese, 2005), I'm Not There (Todd Haynes, 2007), Vals Con Bashir (Ari Folman, 2008), El nuevo mundo (Terrence Malick, 2005), Supersalidos (Greg Mottola, 2007), 24hour party people (Michael Winterbottom, 2002), In This World (Michael Winterbottom, 2002), El Hijo (Hermanos Dardenne, 2007), El Ladrón de Orquideas (Charlie Kaufman, 2002), Mystic River (Clint Eastwood, 2003), Babel (Alejandro González-Iñarritu, 2005), Dogville (Lars Von Trier, 2003), Match Point (Woody Allen, 2005), REC (Balagueró & Plaza, 2007), El escritor (Roman Polanski, 2010)

RAZONES PARA PROHIBIR LA NAVIDAD

Esta imagen chunga es otra más de mis razones...

Ay, amigos, se termina la Navidad y en el campo de batalla sólo hay cadáveres. Quedan las indigestiones de cordero; el olor a langostino en la ropa; las discusiones violento-familiares sobre la prohibición del tabaco; el niño huérfano de las dos Playstation de Reyes; o los futboleros sin el balompié que necesitaríamos en vena para sobrevivir a esta temporada de «concordiayamorypazylechesenvinagre». José Mota despidió 2010 en TVE con una de las grandes majaderías de la década que, como gran majadería, nos sirve como eslogan a nuestros intereses: «En 2011, tenemos derecho a que nuestros sueños se cumplan».

Enhorabuena al estratosférico José por sus acertadas palabras. Aparte de un beso marrano a Angelina Jolie o dos elepés firmados de Pedro Ruiz, los futboleros tenemos derecho a que nuestras verdaderas ilusiones se cumplan en 2011, es decir, a que la RFEF, la LFP y la AFE se pongan de acuerdo y que el año que viene se convierta en la primera temporada con fútbol en Navidad. ¿Sabían que el día 25 de diciembre es la fecha con más paradas cardiacas del calendario? Eso se terminaría eliminando de la parrilla a Raphael y programando un soporífero Sporting-Osasuna. Todos tranquilos con semejante aburrimiento: ¡adiós a los trallazos al corazón! ¿Saben que en Navidad aumentan las cifras de suicidios? Chupao, pongan a jugar al Real Madrid y esa alegría que fomenta Mou en los corazones acabará de lleno con esta estadística. ¿Saben lo complicado que es para el Rey ensayar todos los años un discurso nuevo? Nada, le ponemos a leer los resultados y la quiniela de la jornada y ¡todo arreglado!

Compañeros, ¿no sería maravilloso dejar de ser españoles (un ratico) e instaurar en nuestro país esa maravillosa tradición inglesa del «boxing day»? Según sus mandatos, el día 26 de diciembre hay jornada de Liga con el objetivo de que los padres puedan depositar a sus engendritos en la grada de su equipo y, de un plumazo, logren eliminar un regalo de Papá Noel y a un pipiolo dando la barrila en casa. «¡Háganlo por los niñitos!», gritaría Flanders. Si no los he convencido para que apoyen el «Spanish boxing day», ¡optaré por la «vía Cascos» (arrasar con todo) y propondré prohibir la Navidad! Bueno, al menos, como el tabaco: en bares, locales públicos o casas de familiares cursis.