miércoles, 29 de agosto de 2007

AGRADECIMIENTO A VICTOR M. RODRÍGUEZ

Victor M. Rodríguez, el cultivadísimo crítico musical de "La Voz De Asturias" e Hipersonica.com, nos dedica unas líneas en su disección del concierto "Dos pájaros a tiro" a Antonio Rico y a mí por nuestro artículo Sabina vs. Serrat.
Que te citen personas como Victor es un privilegio.
Gracias.
http://www.hipersonica.com/2007/08/26-serrat-y-sabina-palacio-de-deportes-gijon-25-08-2007

lunes, 27 de agosto de 2007

UN BLANCO RADIANTE

LA NOCHE DE LOS VIVIENTES MUERTOS

Durante el verano, los madridistas nos hemos sentido igual que los protagonistas de “La noche de los muertos vivientes” (George A. Romero, 1968): asediados por una especie peligrosa de comedores de carne (y verduras). Se hacen llamar “azulgranas” y reviven con sólo nombrar tres palabras: “Real Madrid” y “campeón”. Si disponen de algún ejemplar cerca, pruébenlo. Organicen esos términos, aunque sea de forma incoherente. Digan “Madrid Real campeón” o “Real campeón Madrid” o “Madrid campeón Real”. Y luego observen la respuesta. Probablemente les dirán que no tenemos equipo (eso tan traído y tan aburrido de que “únicamente sois un proyecto”), les machacarán con que sufrimos un cáncer llamado Guti o Raúl, les repetirán que los fichajes son carísimos, les azuzarán con la incompetencia de Schuster... ¿Para qué les voy a contar más, si es lo que han estado sufriendo a lo largo de la pretemporada? Como se preguntaba Vito Corleone al principio de “El padrino”, ¿por qué nos han perdido el respeto? Muy fácil, y vuelvo a las míticas tres palabras: porque somos campeones. La frustración de la liga pasada, ésa que habían ganado antes de jugarla, tuvo proporciones enormes y, cómo no, la reacción no le va a la zaga. Seguro que tras la Supercopa contra el Sevilla, un equipo impecable y muchísimo más trabajado, comenzaron a augurarles los peores designios. Huyan de los “zombies” barcelonistas, amigos: pueden convertirse en uno de ellos.
Pero la mejor vía de escape nos la da el propio Real Madrid: hacer partidos tan serios como el de antesdeayer en el Bernabeu contra “Los del río”. Se les comienza a notar las ganas de jugar al fútbol. Aparte de la lección arbitral de Quique Mejuto y Hugo Novoa, ¿no les parece que Sergio Ramos pertenece a otra galaxia? ¿Están de acuerdo conmigo en que Sneijder puede convertirse en un referente de este nuevo Madrid? Aún con la equivocación de despedir a Fabio Capello en el ambiente, aún con un verano atropellado en fichajes (Mijatovic, las cosas no se hacen así), este Real Madrid pinta bien. Quizá todavía necesitado de un delantero centro natural para sustituir las posibles bajas de Van Nistelrooy, el trabajo del nuevo entrenador necesita tiempo. Nada más que eso. Pero, sobre todo, lo más interesante del sábado fue comprobar cómo, tras los repetitivos discursos veraniegos, los culés desaparecían del mapa. Se transformaron, probablemente durante unas horas, en vivientes muertos.

¿POR QUÉ SABINA ES MEJOR QUE SERRAT? (EDUARDO GALÁN) Y ¿POR QUÉ SERRAT ES MEJOR QUE SABINA? (ANTONIO RICO)

¿POR QUÉ SABINA ES MEJOR QUE SERRAT?

Eduardo GALÁN

Todos estaríamos de acuerdo en que Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina conforman la pareja de creadores de canciones en español más importante con la que ha contado nuestro país en las últimas décadas. La calidad de ambos autores alcanza cotas parecidas, si bien se podría defender que Joaquín Sabina, por décimas de verso, es mejor que Joan Manuel Serrat.
En primer lugar, porque de la cabeza y del corazón podrido de latir de Sabina nació “19 días y 500 noches”, probablemente el álbum más importante de los últimos 30 años en España. “Cerrado por derribo”, “Barbie Superstar”, “Noches de boda”... o sea: corridos, blues, pop, rock... un conglomerado desordenado de perfección. Y ahí, en la diversidad del LP, aparece otra ventaja sobre Serrat: la policromía de su estilo musical. Quizá por sus años en Londres, la música de Sabina, como la de Dylan, se recrea en sí misma y se reinventa. ¿Era el mismo aquél que vivía en los reinos folk de “Inventario” que ese otro al que le robaban el mes de Abril? ¿O, incluso, se parece en algo la voz que estaba así sin ti a la que desafiaba el oleaje sin timón ni timonel? Sobre todo, no se nos olvide que alrededor de ese último verso crece “Peces de ciudad”, la canción más importante nunca escrita por Serrat.
Otro motivo por el que Sabina gana a Serrat en el “photo finish” es la enorme influencia que tiene en la siguiente generación. La música del cantautor de Úbeda marca, con más o menos fortuna, a humanos tan diferentes como Calamaro & Rot, Estopa o Pereza. Además, en esto estaremos de acuerdo, Antonio, Joan Manuel no ha tenido el enorme acierto de publicar un soneto contra Curry Valenzuela. Probablemente este poema “anti-curry” y la enorme fortuna de escribir justo detrás de la chica de portada de “Interviú” sea el argumento definitivo que me permita concluir que Joaquin Sabina es mejor que Joan Manuel Serrat. De todos modos, como todo es relativo y la vida son dos días, lo comprobaremos en el concierto del sábado en Gijón.

¿POR QUÉ SERRAT ES MEJOR QUE SABINA?

Antonio RICO

Todos estaríamos de acuerdo en que Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat conforman la pareja de creadores de canciones en español más importante con la que ha contado nuestro país en las últimas décadas. La calidad de ambos autores alcanza cotas parecidas, si bien se podría defender que Joan Manuel Serrat, una vez analizada golpe a golpe y verso a verso la descomunal obra de ambos, inclina un segundo de grado la balanza a su favor frente a Sabina. Los motivos son difíciles de explicar pero no importa; no es necesario explicarlos ya que todos los sabemos. No es necesario explicar por qué a "Pongamos que hablo de Madrid" le falta un milímetro para ser "Mediterráneo", por qué "Princesa" se queda a las puertas del "Romance de Curro el Palmo", por qué el disco de "Malas compañías" (Sabina) parece un homenaje a la canción "Malas compañías" (Serrat). Todo el mundo lo nota cuando escucha esos temazos de necesaria aparición en cualquier sociedad avanzada del siglo XX. En España ese trabajo le ha tocado hacerlo a Serrat.

Y es que nunca ha habido en este país un autor con un público tan amplio como el Nano. A los folkies les gusta el folk y Serrat, a los pijos les gusta Rosana y Serrat, a los punkies les gusta el punk y Serrat, y a los que no pertenecen a ninguna tribu ni la musica desempeña ningún papel en su identidad personal sencillamente les gusta Serrat. Desde Tierra del Fuego hasta el Cabo de Rosas, este paisano lleva 40 años ofreciéndonos en sus discos propuestas para ponernos de acuerdo, para unirnos, lo cual, por cierto, es una de las principales finalidades que las canciones han cumplido en la especie humana desde el Neolítico hasta "Mô".

Quizá sea eso. Quizá la cabeza que le saca Serrat a Sabina tenga que ver con el recorrido más general de la obra de aquél contra la presencia más concreta de la obra de éste. O quizá sólo sea que sin Serrat no hubiera podido existir Sabina y viceversa no. O quizá estas líneas sean sólo un juego para entretener la espera, incapaces de contar con criterios que midan con rigor niveles tan altos de talento en los dos casos. Ya falta poco para saberlo. Lo comprobaremos en el concierto del sábado en Gijón.

sábado, 25 de agosto de 2007

CAÓTICA ANA

CAÓTICA ANA
Director: Julio Medem
Intérpretes: Manuela Vallés, Bebe Rebolledo, Charlotte Rampling
Web: http://www.caoticaanalapelicula.com/

Ya con la distancia del tiempo podemos ver cómo“La pelota vasca” y esa pequeña excepción naturalista (y bellísima) llamada “Clecla” sirvieron de descanso a Julio Medem en su cine dedicado y dirigido a la mujer. A Lucía, a Ángela, a Mari... se les une un nueva fémina: Ana, una joven pintora ibicenca que posee en su interior otras jóvenes de diversos momentos históricos que le irán siendo descubiertas mediante la hipnosis, el amor y el viaje.
La fuerza de “Caótica Ana”, como en otras propuestas del director vasco, radica en su capacidad visual y su expresividad. De indudable potencia son su inicio fabulario, con una paloma omnipresente, y diversos recorridos vitales a través de pinturas de su hermana fallecida, también llamada Ana. Los desiertos del Sahara o las manos que pueblan las grandes ciudades terminan de demostrar la enorme habilidad de Medem para metaforizar en imagen lo que quiere narrar.
Pero el gran problema del realizador es que lo que nos cuenta poco importa. Primero, por la metafísica “chill out” que atufa a los personajes y a la historia. Todo en la película se mueve por supuestas fuerzas “interiores” (¿qué será eso?) únicamente alcanzables a través de la “hipnosis regresiva” (¿qué será eso?) que permite a la protagonista descubrir las vidas que lleva dentro (¿cómo ye eso?). Ante tan débil argumentación, al espectador mínimamente racional se le obliga a desembarazarse de todo el interés que puedan producir las protagonistas. Ni el empeño de la sorprendente Manuela Vallés ni las dignas maneras de Bebe permiten que nos abstraigamos de frases pseudopsicoanalíticas tan repelentes como “Nunca sueño. Tendré alguna puerta cerrada” o “Soy un ser de tierra. Soy supersólida”. Rápidamente, dejan de ocuparnos Ana y sus compañeros “megacool” de la escuela, las patrañas hipnóticas de su amigo raro y las idas y venidas al mundo masculino de Bebe. Sólo cuando Medem regresa a las motivaciones reales de la persona, ésas que aparecen cuando Ana baila con su padre moribundo, vuelven la emoción y la cercanía. Lástima que se pierdan de nuevo en la inmensidad de un final tan rocambolesco como paródico.

BRATZ. LA PELÍCULA.

BRATZ. LA PELÍCULA
Director: Sean McNamara
Intérpretes: Nathalia Ramos, Janel Parrish, Skyler Shaye
Web: http://www.thebratzfilm.com/

El oficio de ver películas da para mucho: las hay de todos los colores. Siguiendo la campana de Gauss, existen unas pocas que son excepcionales, un montón que son del montón y algunas que son horripilantes. Como muy bien apunta el 2 sobre 10 con el que la han calificado los usuarios de IMDB (Internet Movie Database), a “Bratz” se la puede colocar en el saco de “películas altamente horripilantes, innecesarias y petardas”. Dicha categoría fílmica, que nace y muere en este artículo, la ocupa en solitario esta cosa tremendamente perturbadora que habla de unas niñas que quieren ser populares en el instituto. Como son muy monas, hay otra muy mona también que las quiere putear. Y no se invitan a la fiesta de cumpleaños, y la mala hace escarnio de los freakies (¡qué cosa más rara en una escuela secundaria!), y las separan pero se juntan de nuevo porque “sólo se tienen a ellas”, y.... Perdónenme, pero no pude seguir viéndola. No recuerdo si la paré, si me dormí o si me levanté y me fui. Lo único que tengo claro es que lo necesitaba mucho, muchísimo.

SIGO COMO DIOS

SIGO COMO DIOS
Director: Tom Shadyac
Intérpretes: Steve Carrell, Morgan Freeman, John Goodman
Web: http://www.sigocomodios.es/

A poco que conozcamos la realidad mediática, parece obvio decir que Steve Carrell es el cómico norteamericano más importante de la actualidad, seguido muy de cerca por Will Ferrell, Bill Maher y Jon Stewart. Sólo hace falta observar su maestría tragicómica en la serie “The Office”, en el programa “The daily show with Jon Stewart” o en la película “Pequeña Miss Sunshine”. Pero claro, como pasa con todo gran comediante norteamericano (fíjense en Steve Martin o en Chevy Chase), de vez en cuando le toca hacer películas “graciosas” para toda la familia. Ahí se encuentra la flojísima “Sigo como Dios”. Tan religiosamente bienintencionada y tan facilona como su precuela, el filme de ese ser humano llamado Tom Shadyac no aguanta un pase. Por mucho que lo intente Carrell, su excepcional vis cómica, muy ligada a la vergüenza ajena, se hunde en momentos almibarados con su familia o en la repetición de las gracias de la primera entrega al lado de Morgan Freeman. Ni siquiera le sirven a Carrell algunos socorridos “gags” visuales como esa barba y esos ropajes omnipotentes o como ese séquito de aves que no paran de defecar encima de John Goodman. A pesar de ser la comedia más cara de la historia del cine, “Sigo como Dios” pasa directamente al estante de películas olvidables y, ¡zas!, ya olvidadas.

CARRETERA AL INFIERNO

CARRETERA AL INFIERNO
Director: Dave Meyers
Intérpretes: Sean Bean, Sophie Bush, Zachary Knighton
Web: http://www.cuidadocondesconocidos.es/

Todos recordamos aquella cinta ochentera titulada en España “Carretera al infierno” en la que un Rutger Hauer casi sobrehumano hacía la vida imposible a un pobre conductor que le había recogido. Sin la agradable corrección de su antecedente, este “remake” de aquel filme modifica un poco las premisas del primero: ya no es un hombre el que recoge al asesino, sino una pareja de bombones californianos a los que un malísimo Sean Bean acosa una y otra vez. Ciertamente poco inspirada, predecible y artificiosa (la última parte roza lo intragable), sí es cierto que, increíblemente, consigue entretener de pasada gracias al enfrentamiento (a ratos, risible, a ratos, aceptable) entre el malo malísimo Bean y la salada Sophie Bush. Además, tiene su gracia ver una película “seria” sobre un asesino motorizado justo una semana antes del estreno de “Death Proof”, la irregular aproximación tarantiniana al sub-sub-género.

LA ÚLTIMA LEGIÓN

LA ÚLTIMA LEGIÓN
Director: Doug Lefler
Intérpretes: Colin Firth, Ben Kingsley, Peter Mullan
Web: http://www.lastlegion-movie.com/

En una suerte de precuela a la leyenda de la espada de Excalibur, “La última legión” nos cuenta que esa arma sobrenatural fue forjada por Julio César y, sucesivamente, cayó en las manos de todos sus descendientes hasta Tiberio. Una vez muerto éste, el mítico artefacto permanece a la espera de que alguien, por supuesto predestinado, la descubra. Así, en pleno siglo V, seguimos la búsqueda de la espada por parte de Ambrosinus, una especie de mago atrapado en una Roma que se desintegra. Fuera de discusiones históricas, la verdad es que la idea de partida, la realización, el trabajo de actores,... todo en ella resulta correcto y hasta agradable. La principal dificultad que tiene “La última legión” recae en su falta de presupuesto. El cartón piedra de los escenarios, los efectos especiales cochambrosos, el juego de plano-contraplano de tres cuartos para disimular las carencias... acaban desmontando las prometedoras premisas iniciales. Por tanto, el largometraje se acaba convirtiendo en algo que podría haber sido.

jueves, 16 de agosto de 2007

EL ULTIMÁTUM DE BOURNE

EL ULTIMÁTUM DE BOURNE
Director: Paul Greengrass
Intérpretes: Matt Damon, Julia Stiles, David Strathairn
Web: http://www.thebourneultimatum.com/

Llegamos a la ¿última? entrega de las peripecias de Jason Bourne con un ultimátum de Matt Damon. El actor norteamericano se ha cansado de declarar que hasta aquí hemos llegado, que se termina la serie. Lo dudo. Como pasó con James Bond, Bourne parece condenado, sobre todo a la vista de los resultados de taquilla en USA, a volver una vez más. Por cierto, parece mentira lo mucho que puede hacer un buen “tuneo” por unos “bestsellers” envejecidos de Robert Lundlum.
“El ultimátum de Bourne”, la película más efectiva y efectista de la saga, cumple perfectamente los objetivos planeados por Paul Greengrass para la trilogía: contundencia y emoción. Como en las otras, la trama discurre en dos caminos que acaban juntándose. El primero, el del propio Bourne sobreviviendo una y otra vez a los diversos cercos de la CIA. Con su solvencia habitual, ha rodado de una tacada “Infiltrados” y “El buen pastor”, Matt Damon recrea de nuevo a un personaje aséptico, a ratos deslavazado, que, en esta ocasión, se ve desmerecido por la excesiva repetitividad y duración de las escenas de acción. Pero Greengrass y su montador Christopher Rouse consiguen resucitar esas partes del metraje. Su extraordinaria habilidad para los juegos de planos y músicas, recordemos “United 93”, dinamiza enormemente los esquemas clónicos de los momentos clave. La segunda línea argumental nos lleva a las oficinas de la CIA en Nueva York. Allí, los espléndidos David Strathairn y Joan Allen juegan en los papeles más interesantes. Vouyeurs enfrentados de principio, acaban siendo observados por su víctima en una situación fotocopiada del primer episodio. Esta escena se pisotea aún más con un giro de guión baratísimo: el descubrimiento “casual” por parte de Bourne de los papeles que destapan todo el tinglado.
Aunque nunca consiga el trágico aroma y las sólidas motivaciones de la segunda entrega, “El ultimátum de Bourne” construye un digno “thriller” político que, a veces, enmudece al espectador por lo cercano de su violencia de primer plano. El habilidoso Greengrass, el ajustado Damon, unos secundarios solventes, un guión trepidante… con esas cartas, cualquier estudio tiene las de ganar (en taquilla).

LOCOS POR EL SURF

LOCOS POR EL SURF
Directores: Brannon & Buck
Web: http://www.sonypicturesreleasing.es/movies/locosporelsurf/site/

La televisión lo cambia todo en muy poco tiempo. Incluso las películas de dibujos animados. En tan solo una década, ha nacido la materia prima catódica que inunda “Locos por el surf”. Personajes en el “confesionario”, insertos de “accidentes” pasados (tomen nota de cómo murieron los padres de los protagonistas), uso constante de “cámara en mano”… en definitiva, un lenguaje formal heredado de la permanente ebullición de la caja tonta que hoy, pero no ayer, es asimilado y comprendido por cualquier espectador.
Ahí está lo interesante de “Locos por el surf”: su transgresión de las normas preestablecidas en la industria de animación. Divertida (mucho más que la sobrevalorada “Ratatouille”), preadolescente, ingeniosa y, sobre todo, actual, “Locos por el surf” ataca a referentes propios de cualquier habitante occidental de finales del siglo XX y principios del XXI: los “realities”, el surf, la fama, la música rock, las viejas glorias, las competiciones deportivas en directo…
Junto a su necesario tamiz moral de esfuerzo y compañerismo, termina el metraje con otro plato fuerte de la cinta: esas olas informáticas, imposibles y bellísimas que llevan a los protagonistas a un atardecer informático, imposible y, cómo no, bellísimo.

TMNT. TEENAGE MUTANT HERO TURTLES

TMNT. TEENAGE MUTANT HERO TURTLES
Director: Kevin Munroe
Web: http://wwws.warnerbros.es/tmnt/

Tras los fallidos intentos de la factoría de Jim Henson para dar vida a las “Tortugas Ninja” mediante el látex, Warner apuesta por la versión digital de los cuatro reptiles enmascarados. La verdad es que el proyecto no resultaba descabellado a poco que recordemos aquellos “megamixes” noventeros en los que las tortugas (es decir, cuatro humanos disfrazados) llegaban, en el colmo del despropósito, a viajar en el tiempo hasta el Japón medieval. Y nosotros con estos pelos.
Pero, como en las otras entregas, el problema no reside en las formas digitales: el gran fallo de “TMNT” es que no tiene sustancia. Ni siquiera los villanos, con una desmantelado y risible “Clan del Pie” o unos bichejos infectos, sirven de enlace entre las tramas. La historia resulta tan poco atractiva, tan repleta de acné (especialmente para los canosos que seguíamos la serie), que el conglomerado de escenas propias de videojuego dice muy, muy poco, del producto final. Por eso, no tiene nada de extraño su paseo invisible por las carteleras internacionales: el espectador medio de Raphael, Donatello, Leonardo y Michelangelo no tiene quince años. Ronda los treinta y podría llamarse (esto es un decir, claro) Eduardo Galán.

PROGRAMA DOBLE

PROGRAMA DOBLE. OVEJAS ASESINAS
Director: Jonathan King
Intérpretes: Nathan Meister, Peter Feeney, Tammy Davis
Web: http://www.blacksheep-themovie.com/
PROGRAMA DOBLE. DESMEMBRADOS
Director: Christopher Smith
Intérpretes: Tim McInnerny, Toby Stephens, Danny Dyer
Web: http://www.severancethemovie.co.uk/

Manga Films, emulando al programa doble “Grindhouse” de Tarantino y Rodríguez, ha creado esta mezcla de terror de serie “B”, compuesta por “Ovejas asesinas” y “Desmembrados”. Resulta muy complicado ser serios con “Ovejas asesinas”, como muy bien me apuntaban en el “Plaká” ovetense los cinéfilos Miguel y Fernando. Poco importa. Tras su visionado, certificamos que la propia filmación tampoco se tiene mucho respeto. Hablando claro: un filme que propone la rebelión de un grupo de ungulados inducida por un agente tóxico, no parece que tenga entre sus objetivos pasar a la historia del séptimo arte. Barata de contenido y continente (sus efectos especiales producen risa floja), es precisamente su clase baja lo que la puede hacer interesante. Frente a “Planet terror”, una película rica que se quiere poner el traje de mendigo, “Ovejas asesinas” es una cinta pobre que sólo aspira a llegar a espectadores predispuestos al cutrerío de terror. Ésos sí que lo pasarán bien.
De mayor presupuesto, “Desmembrados” complementa bien a “Ovejas asesinas” con su historia de secta de desmembradores y de “englishmen” perdidos en el bosque. Cotidiana y previsible, ni las diversas alteraciones narrativas que propone (“flashbacks”, sueños, cuentos…) consiguen hacerla interesante.

WHITE NOISE 2. LA LUZ

WHITE NOISE 2. LA LUZ.
Director: Patrick Lussier
Intérpretes: Nathan Fillion, Katee Sackhoff, Craig Fairbrass
Web: http://www.neardeathexperiences.co.uk/

En uno de los sketches más celebrados de “La hora chanante”, una voz grave le dice a un moribundo “Camina hacia luz… Camina hacia la luz…”. A lo que contesta el buen hombre: “¡No, que me metes droga en los bolsillos!”. Casi tan gracioso como esto, resulta la presentación de “White Noise 2”. En ella nos “revelan” que, según el ¡Centro Nacional de Estudios Morales!, 774 personas al día tienen experiencias al borde de la muerte y ven una luz. Ya les vale. Después de ese dato “estrasensorial”, digno de “Cuarto Milenio”, viene una sucesión de historias que ya conocemos: protagonista deprimido que establece conexión con los muertos, los fallecidos que le piden ayuda, él que se la da y todo que acaba como el rosario de la aurora. Como diría Homer Simpson: “me aburro”.

LAS HUELLAS DE DYLAN

LAS HUELLAS DE DYLAN
Director: Fernando Merinero
Web: www.lashuellasdedylan.net


Esta película está proyectándose en el "Pequeño cine estudio" de Madrid

Despreocupada y anecdótica, feliz y soleada, “Las huellas de Dylan” documenta el peregrinar de Fernando Merinero tras Bob Dylan durante su gira española de 2004. Estructurada como un documental mezclado con una serie de testimonios sobre el poeta de Minnesotta, el filme gana muchísimo, cómo no, cuando las opiniones están trabajadas y cuando las historias, cómo no, son merecedoras de ser contadas. Entre las primeras, hay que destacar a Sabina y sus canciones dylanizadas, a Loquillo y su eterna provocación (“¿Cómo se va a inspirar alguien en un cortijo?”), a Benjamín Prado y su encanto dandy/hippie, a Manrique y su reflexiva devoción y, por supuesto, a Carbonell y su sano empeño en desmitificarlo todo. Por contra, otras valoraciones aportan muy poco y, a ratos, cargan por su inconcrección (Mariano Antolín Rato, Lagartija Nick…).
Casi como una película aparte, están las vivencias “on the road”. Uno, que ha celebrado unos cuantos conciertos de Dylan, da fe de que lo que cuenta Merinero (con todo el costumbrismo digital que se quiera) es radicalmente cierto. Mientras que yo me tomé un café el año pasado con Bunbury durante un concierto de Bob en Valladolid y hablamos del genio, Merinero se junta con diversos personajes a lo largo de su viaje. Algunos extremadamente interesantes y con cosas que contar y otros, no tanto. En el primer grupo, sobresalen las historias de los fans adolescentes porque nosotros también fuimos ellos. También está Antonio Iriarte y su fanatismo encubierto. Y un incomprensible Gay Mercader. Y unos hippies que vienen de Ávila. Y un señor iluminado por la luz de las palabras de Zimmerman… bueno, hay de todo... de entre lo ponzoñoso, ahí aparecen esos rockeros del Corte Inglés llamados Pereza que dicen que “se preocupan mucho por las letras”, Raquel Winchester gastando metraje o dos fans cincuentonas y chillonas que enturbian nuestros tímpanos.
En definitiva, un viaje siguiendo a Dylan por España (no nos olvidemos que en este país no somos tantos los dylanitas) da exactamente para lo que ha hecho, con mucha mano izquierda, Fernando Merinero. Se queda “Las huellas de Dylan”, como todas las cosas que se hacen con el corazón, en un tributo irregular y emocionado al próximo premio Príncipe de Asturias. Ojalá vengan más.

sábado, 11 de agosto de 2007

LOS CUATRO FANTÁSTICOS Y SILVER SURFER

LOS CUATRO FANTÁSTICOS Y SILVER SURFER
Director: Tim Story
Intérpretes: Jessica Alba, Ioan Gruffold, Chris Evans
Web: http://www.fantasticfourmovie.com/ES_cast

En un periodo de tiempo increíblemente corto (1961-64), Stan Lee y sus colaboradores Jark Kirby, Steve Ditko y Bill Everett, crearon un desbordante universo de superhéroes. Spiderman, Daredevil, la Patrulla X, Iron Man, la Masa... uno tras otro, con sus diversas filias y fobias, fueron apareciendo en las publicaciones de la editorial Marvel para rellenar el voraz imaginario de los adolescentes de los sesenta, deseosos de olvidar la Segunda Guerra Mundial. “Los cuatro fantásticos” constituyen la primera aproximación de Lee al concepto de “supergrupo”, un motor incesante del que saldrían múltiples comicbooks. Probablemente marcados por su nacimiento primerizo en plena Guerra Fría, “Los cuatros fantásticos” aparecieron en escena con una inocencia preescolar y con una claridad moral que nunca enlazó con la mayoría de las creaciones posteriores de Marvel. Poco tenían que ver los impolutos fantásticos con las contradicciones de Bruce Banner/ La Masa o con el superpoder darwinista de Daredevil. De ahí, además, que hayan envejecido tan mal en una actualidad “comiquera” de oscuridad y de seres atormentados.
Por tanto, podemos entender que las adaptaciones cinematográficas quieran mantener el carácter del cómic. Pero se les ha ido un poco la mano. Si la primera entrega era una acentuación casi paródica del aire naif e infantil de las viñetas (ni siquiera se habían preocupado por un casting coherente), en este segundo capítulo la cosa llega a extremos ridículos. Cuando a un personaje tan jugoso como Estela Plateada (¿“Silver Surfer”? ¿cómorl?) se le relega a una posición anecdótica de intercambiador de poderes, nos podemos esperar lo peor. Galactus convertido de cabezón metálico a masa informe, Reed Richards bailando el reggetón con unas chatas, un señor que pasaba por ahí interpretando al Dr. Muerte, la Cosa enamorada de una ciega, Susan Storm “megacool” preguntándose si “su vida va a ser siempre un circo”... no, abuelo, éstos no eran los cómics que me comprabas de güaje.
Pero siempre, como cantaban los Monthy Python, hay que buscar el lado luminoso de la vida. En “Los cuatro fantásticos y Silver Surfer” podemos comprobar que Stan Lee, a sus 86 años, está como un chaval, y que Jessica Alba, habiéndolo desparramado todo en “Sin City”, ha vuelto a la más absoluta mojigatería.

HASTA QUE EL CURA NOS SEPARE

HASTA QUE EL CURA NOS SEPARE
Director: Ken Kwapis
Intérpretes: Robin Williams, Mandy Moore, John Krasinski
Web: http://wwws.warnerbros.es/licensetowed

En 1969 protagonizó la hoy clásica “¡Se armó el Belén!” bajo las órdenes del director de “blockbusters” patrios, D. José Luis Sáenz de Heredia. El actor zaragozano encarnaba a un cura anticuado que se veía obligado a renovar sus maneras ante el pasotismo religioso que profesaban sus feligreses. Vaya lío, ¿no? En esa descacharrante trama, que tantas veces hemos disfrutado gracias a la labor arqueológicobizarra de “Cine de barrio”, se debieron basar los yanquis responsables de “Hasta que el cura nos separe”.
Sólo que aquí las tornas han cambiado: son los feligreses los que se tienen que adaptar al pastor. Para casarse en la bellísima iglesia donde oficia el padre Frank hay que pasar por el aro. Menudo trago, amigos. Chistes petardosexuales (con escuchas y niño incluidos), Robin Williams poniendo caras, el pobre John Krasinski perdidísimo, gags con muñecos bebé... o sea, el perfecto ejemplo de comedia que no tiene gracia. Pero bueno, quién sabe, quizá en treinta años la pasen en “Cinema of the neighbourhood” y nos riamos todos mucho, mucho.

sábado, 4 de agosto de 2007

PLANET TERROR

PLANET TERROR
Director: Robert Rodríguez
Intérpretes: Rose McGowan, Freddy Rodriguez, Jeff Fahey
Web: http://www.grindhousemovie.net/

Como homenaje a los programas dobles (dos películas de serie B en una sola sesión) con los que se criaron, Robert Rodriguez y Quentin Tarantino han producido “Grindhouse”, una recreación de esta peculiar forma de ver cine. Mientras que en USA se han estrenado conjuntamente (así fueron pensadas), en Europa las distribuidoras han tenido la feliz idea de hacerlo por separado en versión extendida. Esto, antes del inicio, comienza ya a desvirtuar el resultado final.
A las dos, aún siendo bastante más sólida “Death proof”, les ocurre lo mismo: no pasan de ser un ejercicio de estilo aséptico. Primero, la materia prima resulta irreplicable. Las formas de rodar, junto con la filosofía de la serie B y todas sus circunstancias, no son sustituibles por un raspado digital del negativo, por unos carteles que simulen que falta un rollo o por una serie de “quemados” a lo largo del metraje. Eso, que ocurría de forma accidental (había pocas copias y se deterioraban con el traqueteo), pierde todo su encanto, si es que lo tiene, con la réplica postmoderna. No mimetizan, ni lejanamente, la experiencia de ver un programa doble con, pongamos “Los ritos satánicos de Drácula” y “Furia oriental”, en un autocine de Tejas junto a una rubia salada. Además, como segundo punto, el público que va a ver “Planet terror” guarda pocas similitudes con los adolescentes setenteros. Juegan Tarantino y Rodríguez con el eterno guiño cinéfilo pero ¿qué interés tiene para un joven acostumbrado al actual (y sobresaliente) cine de zombies: “28 días después”, “El amanecer de los muertos”... aguantar una historia simplona y barata que remita a los setenta o a programas dobles?
Por tanto, “Planet terror” es un filme dedicado enteramente a la referencia (a veces, incluso, excesivamente obvia: se corta el rollo en la escena de cama). No le importa nada a Rodríguez lo que cuenta, sino adoptar una pose de “freak” del género. Claro, a los que nos gusta la “serie B” podemos tropezar con anécdotas: Jeff Fahey y Michael Biehn (reyes del “TV movie”) interpretando a dos hermanos, el homenaje a “Terroríficamente muertos” de Raimi gracias a la prótesis-metralleta... pero los pobres no zombies que vayan buscando algo entretenido, no se encontrarán ni eso.

RATATOUILLE

RATATOUILLE
Director: Brad Bird
Web: http://www.ratatouille.com/

La antitética, antiestética y antihigiénica relación entre las ratas y el arte de cocinar, resulta el primer reclamo para la nueva producción de Disney, “Ratatouille”. Remy, un roedor de clase baja, siente que es diferente al resto de su especie. Con una capacidad olfatoria hiperdesarrollada, sus aspiraciones culinarias ofenden la tradición familiar: escarbar en una bolsas de basura. El destino y los desagües le llevarán a París donde, finalmente, podrá desarrollar su talento gracias a un fantasma y a un incompetente camarero.
La confrontación entre un animal infecto, metáfora de la peste, y la alta cocina, un lugar dedicado a la exquisitez, resulta una idea (contradictoria) muy potente para desarrollar un filme de dibujos animados. A partir de ahí, el guión abre una serie de posibilidades interesantísimas que Brad Bird y su equipo saben aprovechar con una asombrosa agilidad: un chico teledirigido para que prepare las recetas “ratunas”, un fantasma inspirador, las diversas persecuciones parisinas...
Sin ser un hito en la historia de la animación (sólo lo alcanza su increíble retrato del París digitalizado), “Ratatouille” consigue lo que buscaba: componer una entretenida historia al servicio de todos los públicos. Aunque, entre lo que llega al corazón, hay que nombrar al crítico Mr. Ego. El bocado que le separa de la sombría crítica y le acerca a la soleada niñez es inolvidable. Esa escena capta perfectamente la esencia del buen comer; de pronto, el aroma, el sabor y la textura del mordisco nos transporta mágicamente a lugares que creíamos olvidados.

miércoles, 1 de agosto de 2007

ANTONIONI, LA ILUSIÓN DE LA REALIDAD

Casi al vez que Ingmar Bergman, partía en Roma otro de los grandes referentes del cine de mediados del siglo XX, Michaelangelo Antonioni (Ferrara, Italia, 1912). Uno de los directores más controvertidos de la Historia del Séptimo Arte (ha sido vapuleado y aclamado por la crítica a partes iguales), al cineasta italiano nadie le puede quitar la inmensa influencia que tuvo en un grupo de realizadores aparecidos poco después de los años sesenta. Coppola, DePalma, Wenders, Bogdanovich, Lynch, Schrader & Scorsese, Hopper... todos ellos, en mayor o menor medida, adoptan el libro de estilo del Antonioni y, además, heredan la obsesión por explorar la realidad como si se tratase de un engañoso juego de espejos únicamente evidenciable a través del cine.
La obra del autor italiano puede, esencialmente, resumirse en una doble trilogía, precedida de unos filmes de búsqueda, y culminada con varias películas epitáficas. La primera sería la formada por “La Aventura”, “La Noche” y “El eclipse” (más el apéndice “El desierto rojo”). La segunda estaría compuesta por “Blow Up”, “Zabriskie Point” y “El reportero”. Como hemos dicho, antes de estos siete largos, el realizador debuta con la “noir” “Crónica de un amor” (1950), con Lucía Bosé y Fernando Sarmi. Le sigue “El grito”, un muestrario de pasión y suicidio.
Estos dos filmes marcan el paso hacia su estudio tricéfalo sobre la pareja. En “La aventura” (1960), Antonioni evapora, de pronto, al personaje principal, Anna, como más tarde haría Hitchcock en “Psicosis”. Pero mientras que en la cinta del maestro inglés el fantasma de Marion Crane (Janet Leigh) domina el metraje y pide justicia, aquí Anna es un recuerdo incómodo que debe borrarse completamente. Posteriormente, “La noche”, con unos gélidos Jeanne Moreau y Marcello Mastroianni, no comparte la profundidad de la anterior propuesta de Antonioni, pero, en cambio, se adelanta unos años a “Secretos de un matrimonio” (Bergman, 1973) en su desencantada visión de la clase medio-burguesa. Finalmente, “El eclipse” (1962) nada hacia la desembocadura de una sexualidad torrencial y vacía. Todo termina en el aislamiento dentro de una gran ciudad indiferente, una Roma que podría llamarse Nueva York o París.
“El desierto rojo” sirve de interludio entre los seis largometrajes. Vuelve el cineasta italiano a estudiar la incomunicación en una urbe industrial pero ya enlaza con las preocupaciones estéticas que marcarían el resto de su carrera. El poder con el que utiliza el color empequeñece a la descarnada historia de engaños maritales, filiales y amorosos que asolan a la bellísima Mónica Vitti, musa del cineasta.
En este punto (1965), Antonioni firma un contrato con el productor Carlo Ponti para filmar tres películas en lengua inglesa. La primera, basada en un relato de Cortázar, es “Blow Up” (1966), subtitulada en España como “Deseo de una mañana de verano”. Un filme sobre la percepción, sobre las ilusiones que forman la realidad y la imagen, “Blow Up” marca a fuego el cine de los nuevos directores estadounidenses de los setenta. De la historia de un fotógrafo que duda de su propio conocimiento y de un filme que duda de su condición fílmica, nace el germen para “La conversación” de Coppola, “Targets” de Bogdanovich, “Blow Out” de De Palma, todo David Lynch... A pesar de las enconadas discusiones de sus seguidores y detractores, es indiscutible la influencia del filme en la cultura posterior y su valioso documento de las formas del Londres “mod”.
El fallido “Zabriskie point” (1970), apoyado en una contracultura que se fagocita, sólo merece recuerdo por su estupenda BSO con Pink Floyd, Jerry García o los Rolling Stones. Tras la controvertida pausa del documental “Chung Kuo”, quedaba “El reportero” para finiquitar el trato con Ponti. Con Jack Nicholson y la olvidada María Schneider, Antonioni reitera en España (se rodaron partes en Andalucía y en Barcelona) su obsesión por el doble y la identidad. En “El reportero” (1975), Nicholson suplanta a un muerto para escapar de los vivos y, al igual que en la fábula del mercader de Bagdad, su destino, en forma de “travelling” circular, acaba atrapándole.
Tras veinticinco años de desbordante provocación (1960-75), a Antonioni le mantuvo vivo para el cine la inercia de la autorreferencia. “El misterio de Oberwald”, “Identificación de una mujer”, “Más allá de las nubes”... sirven para testificar contra el realizador en el fin de siglo. Lo mejor de su vejez fue esa última prueba de lo frágil de la realidad: el corto “La mirada de Michaelangelo” (2004). El cineasta, en silla de ruedas desde 1985, camina (gracias al cine) a través de los oscuros pasillos de la basílica de San Pietro in Vincoli en Roma. Se acerca al Moisés de Miguel Ángel y estira la mano hasta donde aparece el mármol. En ese instante, con una estatua viva y un inválido en pie, Antonioni abre por última vez las puertas de la percepción al espectador. A la vez, un parsimonioso fundido a negro le hunde a él, al Moisés y a Miguel Ángel en la más profunda eternidad.