sábado, 29 de septiembre de 2007

LA EXTRAÑA QUE HAY EN TÍ

LA EXTRAÑA QUE HAY EN TÍ
Director: Neil Jordan
Intérpretes: Jodie Foster, Terrence Howard, Naveen Andrews
Web: http://wwws.warnerbros.es/thebraveone

Treinta años después, Jodie Foster vuelve a habitar las calles de un Nueva York apocalíptico. El Travis Bickle de Robert De Niro, un monstruo de Mary W. Shelley postmoderno, prometió salvarla del asfalto infernal, humeante e inhóspito, y la buena niña se ha hecho mayor. Ahora es feliz: sale con un hombre atractivo, presenta un programa de radio de éxito… hasta que el azar toma la forma de dos atracadores que terminan con la vida de su novio. Con el traje de una superheroína real, encubierta por la misma capucha de Bruce Willis en “El protegido”, Erica Bain (Jodie Foster) se dedica a llevar la pena de muerte a los delincuentes de Manhattan. “¿Por qué no tiemblan mis manos? ¿Por qué nadie me detiene?”, se pregunta la protagonista de “La extraña que hay en ti”. Quizá en ese momento, cuando la trama aborda las respuestas a estas cuestiones esenciales, es donde el filme flaquea. Mientras que Scorsese o Woody Allen miran al abismo, a un abismo finalmente recompensado por la sociedad, Neil Jordan, aún así nunca sospechoso de corrección política, tira más del libro de las buenas intenciones. Por eso, si queremos justificar una espiral de violencia imparable y aséptica, no son suficientes una historia de amor de catálogo y un cuerpo de policía indiferente. Y, por supuesto, tampoco bastan ideologías repulsivas para fundamentar una especie de “final feliz” atiborrado de un discurso muy, muy cuestionable.
De todos modos, la mezcla de “Taxi Driver” y “Repulsión” llamada “La extraña que hay en ti” consigue documentar ese fenómeno urbano, neurótico y propio de cualquier habitante del siglo XXI: el miedo a los otros. Un sentimiento terrible que desnuda, como a nuestra protagonista, de cualquier confianza en la justicia y en el futuro.

MATAHARIS

MATAHARIS
Directora: Icíar Bollaín
Intérpretes: Nawja Nimri, Tristán Ulloa, María Vazquez
Web: http://www.sogecine-sogepaq.com/mataharis/

La figura del detective privado, un “voyeur” con tarifa, siempre ha estado muy cercana a la del espectador de cine, un “voyeur” con entrada. La fascinación por el Marlowe de Bogart o el Harper de Newman es lógica. Hacen, exactamente, lo mismo que los asistentes a una sala: observar otras vidas. Pero Iciar Bollaín no sólo nos da un pase para ver a través de los ojos del trío de detectives protagonistas. También, gracias a espejos recurrentes durante todo el metraje, nos las devuelve íntimas y cercanas. Tres historias de nexo común, los vericuetos de la verdad, sin mayúsculas, dan a la directora la oportunidad de demostrar su falta de pretenciosidad (¡cómo se agradece!) y su inteligencia al crear personajes. Es, casi sin dudarlo, una Nuria González fría y cálida, suave y enrocada, la que se lleva la función. No sólo porque su interpretación supere ligeramente a la de sus compañeras, sino porque su trama tiene mucha más consistencia. Mientras que González lidia con la convivencia y el tiempo junto a un espléndido Antonio De La Torre y Nimri y Ulloa tratan la sinceridad y el perdón, la historia de Vázquez y Martín se queda un poco corta y un tanto tópica. Aunque haya que aplaudir a la Bollaín por ofrecer, ¡por fin!, un protagonista a la maravillosa María Vázquez, su guión de detective comprometida con el obrero se pierde, a ratos, en lo previsible.
“Mataharis”, filme de cristales y espejos que casi nunca dicen la verdad, sirve para demostrar una cosa. Iciar Bollaín es, a día de hoy, una figura esencial del cine de este país (vale, quizá no hay mucha competencia). Vean, disfrazados de “voyeur” con entrada, su lógica evolución desde “Hola, ¿estás sola?” hasta “Te doy mis ojos” o al estreno de ayer y tendrán que darme la razón.

LA GRAN ESTAFA

LA GRAN ESTAFA
Director: Lasse Hallstrom
Intérpretes: Richard Gere, Alfred Molina, Marcia Gay Harden
Web: http://www.thehoaxmovie.net/

La primera vez que escuchamos el nombre del escritor Clifford Irving fue en "F for Fake" (1974), el último trabajo completo de Orson Welles como director. En esa película, hoy felizmente rescatada, Welles reflexionaba sobre lo verdadero y lo falso. ¿Se solapan ambos conceptos? Welles cree que sí y nos presenta algunos habitantes de la zona media del continuo realidad/irrealidad. Entre ellos se encuentra Irving, autor de una biografía "falsamente original" de Howard Hughes. La calificamos así porque el novelista norteamericano se la vendió a la editorial McGraw-Hill haciendoles creer que era fruto de una serie de conversaciones con el multimillonario tejano. Pero, en esencia, eso no importa. Lo que necesitamos preguntarnos es si Howard Hughes tuvo alguna vez una vida "verdadera". Está claro que Scorsese en "El aviador" demuestra la existencia de un joven obsesivo, mujeriego y riquísimo. Pero, ¿y después? ¿Se convierte Hughes en un fantasma? Recluido en áticos de hoteles, comunicándose con sus subordinados a base de notas, casi desaparecido entre Nicaragua, Méjico, Las Vegas... En definitiva: el perfecto ectoplasma literario, preparado para que alguien le cree una vida (y se gane una pasta con ello). Eso cuenta "La gran estafa": el enorme esfuerzo de re-alumbrar una existencia a base de mentirosos golpes de teclado. Irregular en el desarrollo y rocambolesca en la conclusión, la película de Hallstrom gana enteros gracias a un Richard Gere irreprochable y a unos secundarios (gran Alfred Molina) empeñados en hacer las cosas bien. Quizá un poco más de riesgo, llamado Scorsese o Coppola, podría haber aupado a un texto potente y fascinante. Siempre nos quedará esa duda, acompañando a otra que aparece cuando termina el metraje. ¿Escribió Irving la vida falsa de Hughes o fue Hughes quien escribió la vida real de Irving?

THE LAST KISS

THE LAST KISS
Director: Tony Goldwin
Intérpretes: Zach Braff, Casey Affleck,
Web: http://www.lastkissmovie.com/

Ni Zach Braff, ni Gabriele Muccino, ni, por supuesto, Tony Goldwin. En un principio, solamente Paul Haggis sirve de reclamo para ver "The last kiss". Si "El último beso" (2001), la película italiana en la que se fundamenta esta cinta, ya comenzaba y terminaba en una serie de historias sentimentaloides de revista femenina, su descendiente norteamericana no intenta ir mucho más allá. A la espera de "En el valle de Elah", su próximo estreno, los fans que en el mundo somos del Sr. Haggis ("Cartas desde Iwo Jima", "Crash", "Million Dollar Baby", "Casino Royale") poco podemos atisbar de su genio aquí. Al menos, tenemos la suerte de que la mínima pista del talento del norteamericano caiga en las manos de Blythe Danner, Tom Wilkinson y Harold Ramis. Ellos tres forman el único triángulo sustancial de todo el metraje, oscureciendo la vacuidad y artificiosidad "molona" del resto. En esa mujer madura que busca el tiempo perdido y en su marido, incapaz de darle respuestas, se acaba lo poco que tiene dentro "The last kiss".

martes, 25 de septiembre de 2007

UN BLANCO RADIANTE

¿DE QUÉ ESTÁN HECHOS LOS SUEÑOS?

En el final de la enorme “El halcón maltés” de John Houston, al detective Sam Spade (Humphrey Bogart) le preguntan de qué está hecho el preciado objeto que da título a la película. “Del mismo material que los sueños”, contesta el investigador. Pero, ¿cuál es esa materia prima? Si los androides de K. Dick en “Blade Runner” se perdían en vigilias de ovejas eléctricas y unicornios, Gregory Peck e Ingrid Bergman atravesaban relojes líquidos y pendientes aterradoras en “Recuerda”. Mientras que los adolescentes de Elm Street descubrían la sangrienta frontera entre la realidad y el sopor, Gael García Bernal recorría nubes de trapo subido a un caballo de remiendo en “La ciencia del sueño”. ¿Por qué existe tanta confusión con este tema? Por mucho que Freud lo intente, ¿podremos saber la fórmula de nuestros viajes nocturnos? Finalmente, alguien lo ha conseguido. Ni replicantes, ni Dalí, ni Freddy Krueger, ni Michel Gondry. Ha tenido que venir Woody Allen a revelar la sustancia de nuestras ensoñaciones. En su nuevo libro “Pura anarquía”, el director neoyorquino nos lo deja claro: “un bocadillo de pastrami con pan de centeno, acompañado de pepinillos y mostaza: esa materia de la que están hechos los sueños”. Está clarísimo.
El Real Madrid actual está compuesto de la misma materia onírica. Sabe a la tortilla de los pechos de Penélope Cruz en “Jamón, jamón” y al zumo de naranja de la nevera de Kim Basinger en “Nueve semanas y media”. Los goles de Sjnaider, con esos arcos imposibles, nos descubren que despiertos, soñamos. “Totó, creo que ya no estamos en Kansas”, decía Dorothy a su perrito en “El mago de Oz”. Madridistas, creo que ya no estamos en el esquema de Capello. Schuster tiene los mismos sueños que Fritz Lang en “Metrópolis”: un Madrid futurible y armónico, un Madrid donde Raúl habita en la delantera y Cannavaro, de una vez, organiza la guardia pretoriana en la defensa. A la vez, la sensación como blanco radiante, tras varios años de frustración e insomnio, no puede ser mejor. Amigos, a esto saben los sueños: a ver fútbol coherente y de calidad mientras zampamos un bocata de lomo. Esperemos seguir disfrutando de esta etérea emoción hasta que alguien, como en la película de Amenábar, nos susurre... abre los ojos... abre los ojos...

domingo, 23 de septiembre de 2007

SIN RESERVAS

SIN RESERVAS
Director: Scott Hicks
Intérpretes: Catherine Zeta-Jones, Aaron Eckhart, Abigail Breslin
Web: http://wwws.warnerbros.es/noreservations/

A veces, un trailer te cuenta todo lo que necesitas saber sobre la película que promociona. Prueben con “Sin reservas”. Entren en youtube y véanse el clip. Ahora, tráguense el filme. O viceversa, si se empeñan. ¿Diferencias? Muy pocas. Correcta, melosa, bien desarrollada y sin chicha, la nueva producción (y el nuevo tráiler) de Scott Hicks refuerza lo que pensamos del director: un artesano correcto, meloso y sin chicha. Muy, muy atrás queda la notable “Shine”, probablemente hoy, perdonen que no la haya revisitado antes de escribir esto, bastante envejecida. Sirvió aquella cinta de trampolín para el excepcional Geoffrey Rush, mientras que el estreno de ayer funciona de vehículo promocional para una Catherine Zeta-Jones en horas bajas. Eso sí, lo intenta la galesa, con sus labios romboidales y sus maneras de actriz bombón del montón, en el papel de cocinera maniática que, tras la muerte de su hermana, se hace cargo de su sobrina. Pero, por mucho que lo trabaje la esposa de Michael Douglas, poco puede hacer con un personaje manido y, encima, acompañado de niña (una Abigail Breslin bastante aceptable). Ahí reside el meollo de “Sin reservas”: su previsibilidad y su falta de consistencia narrativa. El fallecimiento de su hermana, nexo por el que la acción se desencadena, está tomado de una forma excesivamente liviana dentro del metraje, sobre todo si lo comparamos con sus consecuencias dramáticas. Así, solamente se tira de ese recurso barato cuando la almibarada historia de amor con Aaron Eckhart no da más de sí. Muy fácil aprovechar lo más socorrido para un guión: las desgracias personales con chiquillos coronando el pastel. Pero bueno, lentamente se olvidan esos vicios de telefilme y la cosa consigue avanzar, y avanzar, y avanzar… Al final, cuando nos damos cuenta, ya estamos fuera del cine más empachados que Marcello Mastroianni en "La gran comilona". La pregunta es, entre tanto amor azucarado, ¿nos ha contado "Sin reservas" algo nuevo?

DISTURBIA

DISTURBIA
Director: D.J. Caruso
Intérpretes: Shia LaBeouf, David Morse, Sarah Roemer
Web: http://www.disturbia.com/intl/es/

A nosotros, cuando éramos pipiolos, nos enseñaban a escribir bien en "Cuadernos Rubio", un entramado de líneas paralelas con frases incoherentes (¿no lo es "mi mamá me mima"?) que, según los adultos, servirían para el noble propósito de "mejorar nuestra caligrafía". Ya, y los niños vienen de París. Al igual que los míticos manuales, hay películas que deben servir al adolescente o al chiquillo para comenzar a ver cine. Por ejemplo, a mi generación nos educaron "Los goonies", "Los gremlins", "Tiburón", "Regreso al futuro"... Eso sí, cuando te vas haciendo abuelete, necesitas más. Necesitas de Hitchcock, de Allen, de Buñuel o de Ford para seguir madurando al mismo ritmo que tu cuerpo. Pinta muy mal eso tener canas y añorar "Jóvenes ocultos" o "Porky's". "Disturbia" puede servir al adolescente de hoy, ese gran desconocido, para poner el primer pie antes de encontrarse con "La ventana indiscreta" y todo lo que viene detrás. D.J. Caruso hace un trabajo correcto encerrando a nuestro “teenager” del momento, el fulgurante Shia LaBeouf, dentro de una casa sin TV ni Playstation. Le queda, como a James Stewart, el placer de observar la vida, con sus ritmos circadianos y con su muy consumible vecina. Lógicamente, sobre todo para los que hemos visto "La ventana indiscreta", enfrente también vive un "supuesto" asesino. Si a la novela de suspense se entraba de la mano de Agatha Christie, nada mejor para cualquier quinceañero que llegar al cine de misterio acompañado de humanos tan solventes como David Morse o Carrie Ann Moss. Consecuentemente, "Disturbia" sólo servirá al adulto para reconfirmar lo esencial que es Hitchcock para la educación de la ciudadanía. Mucho más que los "Cuadernos Rubio".

LOS GUARDIANES DEL DÍA

LOS GUARDIANES DEL DÍA
Director: Timur Bekmambetov
Intérpretes: Konstantin Khabensky, Mariya Poroshyna, Vladimir Menshov
Web: http://www.guardianesdeldia.es/

Hay determinadas películas que te hacen sentir marciano. “Solaris”, “Mullholland Drive”, “El desierto rojo”, “La fuente de la vida”, casi toda la filmografía de Almodóvar… o sea, sales del cine y, si vas acompañado, miras al otro/a con cara extraña: “¿La has entendido?”. Si te contesta que no, estás fastidiado; dos horas de vuestras vidas tiradas a la basura. Si te contesta que sí, estás peor; o él/ella es un vulcaniano o tú lo eres. Siento confirmar que probablemente sea lo segundo, amigos. Esto pasa con “Los guardianes del día”. No la entiendo. Será porque soy imbécil, porque se trata de una segunda parte o porque siempre me han parecido muy raros los cineastas rusos. A ver si la puedo resumir; salen unos señores que cambian de planeta o de dimensión poniéndose unas gafas de sol para coger a otro que clava agujas mientras buscan una tiza del destino y luego dicen que son guardianes de la noche, uno de ellos se parece a Alessandro Lecquio y es el protagonista y va y se convierte en chica y entra en una ducha con otra chica, ¡pumm!, sale un coche en vertical sobre un edificio conducido por una moza muy blanca con collares de pinchos quizá enamorada del hijo del malo que quiere llegar a ser su padre que a su vez anda por las cocinas con un tipo que le comenta que reclute a su niño ya que tiene al suyo, al del malo se sobreentiende, currando para él. No sé si me estoy liando. Por favor, como servicio público, véanla y confírmenme quién es el marciano aquí.

lunes, 17 de septiembre de 2007

UN BLANCO RADIANTE

ESTADIO BERNABEU
“Cuando era niño y conocí el estadio Azteca,/ me quedé duro, me aplastó ver al gigante,/ de grande me volvió a pasar lo mismo/ pero ya estaba duro mucho antes…”. La canción “Estadio Azteca”, habitual en el repertorio de Andrés Calamaro, describe la sensación de la entrada al conocido como Coloso de Santa Úrsula, hogar del equipo mejicano del América. El Santiago Bernabeu provoca la misma enfermedad. Tras atravesar puertas y puertas, escaleras de hormigón y vomitorios, señores fluorescentes y señoritas azules, aficionados blancos y niños coloreados, alcanzamos la iluminación. Y no es ni mucho menos la espiritual (“Erleuchtung”) o la racional (“Aufklärung”). Sencillamente, se trata de la iluminación de los focos, de los miles de focos, de los millones de focos, de los flashes, de los miles de flashes, de los millones de flashes y de los cantos, oé, oé, oé, del chiquillo sueña con rematar, y de la madre que le sujeta, de las radios que leen las alineaciones y de los 75.000 hinchas ensayando para gritar “¡goool!”. A ése que entra en el Bernabeu, aunque no vaya a ver el partido del siglo (hoy toca el Almería), le aplasta el gigante.
Al poco, salen los gladiadores y la multitud ansía ver a Raúl o a Guti, tan petardo como en la tele. Si nos tuviesen que hacer terapia, a los aficionados blancos nos diagnosticarían trastorno bipolar. El año pasado lanzábamos huevos a los jugadores, hoy sonreímos, nos rulamos las cervezas y hasta vemos con muy buenos ojos a Cannavaro. Mientras, sobre el campo, se hace cada vez más evidente Sjneider. La pide, se mueve, busca el espacio... Delante, un Almería solidísimo (marca Emery) pero con inocencia de debutante. Eso le impidió creerse que podía sacar algún punto. Casi lo único de los blancos, el golazo de Sjneider y la internada de Saviola, una tarjeta roja justísima, bastó para terminar con el equipo andaluz. Los merengues, al final, ganaron por nombres. La calidad que puede desarrollar el Almería a todo gas, no llega a la de un Madrid en casa y en zapatillas. Una pena por el empeño rojinegro.
Después de la ficción, tan zombies como decía Buñuel que salen los asistentes del cine, nos encontramos con la dura realidad. Un gol anulado incorrectamente igual a un robo, gritan los matemáticos azulgranas. Mejor olvidarse de los Fraggle Rock, ahora que viven debajo, y recordar al Santiago Bernabeu con otros versos, cantados de vez en cuando por Calamaro, “y aunque todo ya cambió/ sé que no te olvidaré./ Cuántas veces yo pensé en volver…”

sábado, 15 de septiembre de 2007

HAIRSPRAY

HAIRSPRAY
Director: Adam Shankman
Intérpretes: John Travolta, Michelle Pfeiffer, Zac Ephron
Web: http://www.hairspraymovie.com/

Resulta increíble que algo de John Waters, aún siendo ese algo la película que abrió su etapa más comercial (lejos estaba ya su obra de "Pink flamingos", "Mondo Trasho" o "Cosa de hembras"), hoy sirva de base para un musical. Los tiempos están cambiando, que diría Edna Turnblad, la madre de la protagonista de "Hairspray". Y aunque el ínclito Travolta sea su gran baza publicitaria interpretando a la mismísima Edna (en la versión original también era un travestido gordo, Divine, el encargado del papel), el filme deja un regusto a musical bien hecho, interpretado y, por supuesto, excelentemente cantado. Frente propuestas de estética de fábrica y de trama artificiosa (sí, estoy hablando de "Dreamgirls" o de “Moulin Rouge”), surgen otras de tono fabulario (nadie pide realismo a una historia donde la gente canta de pronto), que embelesan al espectador por su falta de pretensiones, su historia más o menos estándar y, sobre todo, por su clasicismo bien entendido en la dirección, el baile y las canciones. Sí, estoy hablando de "Beyond the sea" y del estreno de ayer.
A pesar de que posteriormente se aproveche, con toda la candidez idiota del mundo, de temas políticamente correctos como la segregación racial o la victoria de los feos sobre los guapos, "Hairspray" comienza con su mayor transgresión. Nuestra protagonista, una gordita encantadora, canta las alabanzas de Baltimore. Pero Baltimore no es la Quinta Avenida de "Un día en Nueva York". Por ahí pasan el exhibicionista, las ratas, el borracho, el autobús/coche de basura... en sus calles cochambrosas únicamente puede germinar un sueño: aparecer en el televisivo “The Corny Collins show”. La lucha de esta adolescente obesa (por supuesto, de victoria final cantada) maneja la cinta a través diversos géneros musicales muy agradecidos y perfectamente comprendidos por Adam Shankman. Desde el "doo-wop" hasta el "soul", desde el "rockabilly" hasta el "mashed potatoes", los teenagers demuestran lo que era bailar en los sesenta. Pies aquí, gesto allí... incluso la gordísima Travolta se ve obligada a salir a la calle a escuchar el ritmo. Al final, y aunque en su último tercio se enquiste en lo previsible, "Hairspray" deja el mismo aroma que los buenos musicales: el de ser una película de escenas. Travolta & Pfeiffer (lo mejor de “Grease” contra lo mejor de “Grease 2”), Walken & Pfeiffer, Queen Latifah, Nikki Blonsky & Ellijah Kelly… marcan el compás de un trabajo que, por su contención y por su presupuesto, el John Waters de 1988 nunca podría haber imaginado.

UN CORAZÓN INVENCIBLE

UN CORAZÓN INVENCIBLE
Director: Michael Winterbottom
Intérpretes: Angelina Jolie, Dan Futterman, Will Patton
Web: http://www.amightyheartmovie.com/intl/es/

Michael Winterbottom, con sus idas y venidas creativas, está construyendo una filmografía muchísimo más consistente y arriesgada que la mayoría de sus compañeros de generación. Aún a la espera de una obra maestra, el director inglés nos ha regalado, en un periodo de escasos diez años, filmes extraordinarios como “24 Hour Party People”, “In this World”, “Camino a Guantánamo” o “Tristram Shandy”, medianías como “El perdón” o “Go Now” y petardadas del estilo de “Nine songs” o “Wonderland”. De pocos realizadores de 46 años se puede decir algo así.
A “Un corazón invencible” habría que buscarle otro apartado diferente dentro de la obra del británico: los encargos. Más que de la mano de Winterbottom, éste proyecto viene apadrinado por Brad Pitt, Angelina Jolie y Marianne Pearl, la mujer del asesinado Daniel Pearl. De ahí su complicado análisis: primero, por la extrema cercanía del biografiado con los implicados en su biografía y, segundo, por la diferencia de talentos y opiniones de los creadores. Obviando su veracidad (poco importa aquí), al espectador se le plantea un “puzzle Pearl” (lógicamente, viene a la cabeza “Ciudadano Kane”), en el que sobre un muerto se construye una historia que ha dejado de tener que ver con él. Siendo sólo presente gracias a flashbacks, a emails malditos, a entrevistadores rellenos de amarillismo y a un montaje inteligentísimo (impresiona la habilidad de Winterbottom con los tiempos fílmicos), el periodista fantasmal impregna el metraje. Esto sirve para hacer cada vez más evidente la madeja que su mujer teje y desteje, teje y desteje, con el único objetivo de que él vuelva, aunque sólo sea haciéndole justicia. Las pesquisas de la CIA y sus métodos, la policía afgana, la situación mundial de paranoia… la realidad poliédrica aprisiona la búsqueda de la verdadera protagonista.
Una pena que, quizá por lo desapegado de cualquier encargo, la cinta se quede atropellada, poco emocional y, a ratos, confusa. Un poco más de brío, un poco más de entendimiento por las partes, hubiera sacado a “Un corazón invencible” de su simple, pero efectiva, corrección.

OS DECLARO MARIDO Y MARIDO

OS PRONUNCIO MARIDO Y MARIDO
Director: Dennis Dugan
Intérpretes: Adam Sandler, Kevin James, Jessica Biel
Web: http://www.maridoymarido.es/

Las comedietas de enredo con tema “gay” de por medio, dan para dar y tomar. Ven: “dan para dar y tomar”, el primer chiste. Ríanse ya. Es muy socorrido colocar a dos machos en contraposición al ambiente homosexual. Ven: “dos machos en contraposición al ambiente homosexual”, otra chilindrina más. Sigan riéndose. Pues, aún con mi nulo talento para la comedia, estos dos chascarrillos podrían haber entrado en el guión de “Os pronuncio marido y marido”. Un bombero viudo (Kevin James) firma una unión de hecho con un compañero del trabajo (Adam Sandler) para conservar la herencia de su mujer. Como ambos son ultraheterosexuales, pues ya está liado el “comediódromo”: escena inevitable de gay fingido tocando pechos, escena inevitable de “salida del armario” de un personaje, escena inevitable de equívoco con una mujer… todo en este filme es tan inevitable que lo mejor que podemos hacer con él es evitarlo. Lo único recomendable, especialmente para estudiantes de lo bizarro como yo, se descubre en su extensa lista de cameos y secundarios: Richard Chamberlain, Dave Matthews, Dan Aykroyd, Steve Buscemi, Ving Rhames, Rob Schneider y, por supuesto, uno de los iconos “freak” del momento, Nick Swardson.

CÁSATE CONMIGO

CÁSATE CONMIGO
Director: Michael Ian Black
Intérpretes: Jason Biggs, Isla Fisher, Joe Pantoliano
Web: http://www.weddingdazethemovie.com/

Amigos, no sólo Michael Landon está encasillado. Hay toda una terna de actores a las que les ha caído esa cruz. Y, de la última camada, uno destaca sobremanera: Jason Biggs. En “American pie”, en “Todo lo demás”, en “Jersey girl” y, ahora, en “Cásate conmigo”, al pobre hombre siempre le meten en el mismo berenjenal: interpretar a un chavalote buenazo y torpón que una y otra vez se enamora de las chiquillas equivocadas. Menudo embarque: casi un actor burócrata. En este caso, le propone, de golpe, a una camarera desconocida (Isla Fisher, cada vez más salada) que se case con él. Y, como no se conocen, pues los gags salen solos. Menudo debut deslumbrante para el guionista Michael Ian Black. Pues nada, a ver si en algún momento el majete Biggs se anima y comienza a hacer otro tipo de papeles… no vaya a ser que acabe como Hugh Grant…

CABEZA DE MUERTE

CABEZA DE MUERTE
Director: Paddy Breathnach
Intérpretes: Lindsey Haun, Jack Houston, Maya Hazen

La chavalería que va al bosque. La chavalería que se plantea hacer acampada. La chavalería que ve unas setas. La chavalería que se las come. Esto, que podría ser mi fin de semana, aquí acaba convirtiéndose en una pesadilla. Partiendo de las alucinaciones psicotrópicas, ésas con las que nos aburrió tantísimo Ken Russell y su “Viaje alucinante al fondo de la mente”, “Cabeza de muerte” tira hacia el mundo del terror. Lo que pasa es que por mucha seta que nos tomemos, les aseguro que el filme no arranca. Su estética de videoclip, sus protagonistas repetitivos y su idea, aunque jugosa, poco aprovechada, no nos levanta del sillón ni una vez. Además, ¿por qué resulta tan obvio cuándo los “adolescentoides” deliran y cuándo no?

lunes, 10 de septiembre de 2007

UN BLANCO RADIANTE

FABIO MCCLANE

A mí, como al humano tricéfalo Antonio Rico, también me molestan, me cabrean y me ponen de mal humor los parones ligueros. Sigo sin entender por qué un partido de la selección, ese equipo que entrena “el hombre antes conocido como Luis Aragonés”, frena mi entusiasmo madridista. Ver un Islandia-España da la medida del absurdo de sacrificar toda una jornada, ¡cómo duele!, por 90 minutos de empate contra una potencia futbolística inigualable. Eso sí, un fin de semana sin fútbol da para muchas cosas. Especialmente, para hablar de los días de gloria, que cantaría Springsteen, con madridistas insignes como Javier Marqués o el gran Javier Blanco. Y, como este viernes se ha estrenado la cuarta parte de “La jungla de cristal” de la mano de un Bruce Willis/ John McClane imparable, todas nuestras discusiones giraron en torno a otro héroe: Capello.
Él, como el policía de Nueva York, apareció con su chulería, sus maneras de sargento y su obsesión por los resultados en, probablemente, la época más convulsa del club blanco. Al igual que el rascacielos de la primera parte o el aeropuerto de la segunda, el Real Madrid era un lugar sitiado. Hagamos cuentas: elecciones secuestradas, directiva amenazante, jugadores a la caza... Capello McClane lidió durante todo el año con una situación de máximo riesgo en una liga complicadísima (un Barcelona hinchado, un Sevilla apabullante, un Valencia solidísimo). Poco después de llegar, ya casi estaba en la calle. Y él, con una filosofía férrea, ésa que aplico la otra ocasión en la que nos resucitó del fango, consiguió crear un equipo de jugadores “no deseados” y limpiar el vestuario de malvados sicarios. No sé si nos damos cuenta ahora, pero la plantilla de Schuster, aún con su diferencia ideológica, nace directamente del Real Madrid capellista. El fin de semana pasado, en la enorme exhibición futbolística en el campo del Villarreal que tambaleó a todos los barcelonistas de los alrededores, salieron de inicio ocho jugadores habituales del esquema de Fabio. Repito, la diferencia esencial en el juego, parece que tiene mucho que ver con el entrenador. Pero de ahí a olvidarnos de la figura del italiano hay una gran distancia.
Si el personaje de Bruce Willis aparece siempre cuando le necesitamos para desmadejar, a base de ironía y puñetazos, cualquier situación comprometida, Fabio Capello, en sus dos películas como entrenador del Madrid, ha hecho lo mismo. Y nosotros, los blancos radiantes, sólo podemos darle las gracias por habernos salvado de nuevo.

sábado, 8 de septiembre de 2007

LA JUNGLA DE CRISTAL 4.0

LA JUNGLA DE CRISTAL 4.0
Director: Len Wiseman
Intérpretes: Bruce Willis, Timothy Olyphant, Justin Long
Web: http://www.livefreeordiehard.com/

En los ochenta emerge, de la mano de Spielberg, su “Tiburón” y, sobre todo, su “E.T.”, el concepto de “blockbuster” (y, por tanto, todo el cine de masas actual). Cierto que siempre habían existido en Hollywood las grandes producciones, pero no es hasta ese momento cuando comienza a ser indivisible el “product placement”, los “screenings”, el “marketing” o el “merchandising” de casi cualquier filme estadounidense. Y de esa conjunción “económico-fílmica” nace todo un imaginario de héroes de acción ochenteros, diseñados especialmente para contentar al espectador: Axel Foley, Sonny Crockett, John Matrix, Martin Riggs… Sus actitudes, su filosofía y sus ideales dicen mucho más de la Norteamérica “reaganómica” que muchos libros de historia. Junto a ellos, en “La jungla de cristal, casi ya una película clásica, aparece otro de los grandes referentes del subgénero: John McClane (Bruce Willis). Descalzo, en camiseta sin mangas y soltando tacos, McClane es el triunfo del individualismo. Él solito arregla una situación de secuestro, elimina al pobre cabecilla y libera a su mujer. ¿Qué más se puede pedir? ¿Acaso no es ése el sueño americano? En el debut cinematográfico del policía, deudor de “El coloso en llamas”, John McTiernan mostraba cómo rodar en vertical, tirando incluso del Hitchcock de “Vértigo”, y Bruce Willis mostraba cómo ser más chulo que un tuno en un concierto “heavy”.
Pero “La jungla de cristal”, al igual que la Norteamérica de Reagan, es pretérito. “Y se acabó todo ya, chica triste”, cantaría Dylan. El encanto de esa primera vez (esto no tiene nada de doble sentido), se va perdiendo en las siguientes entregas y, finalmente, se entierra con la última, estrenada en España como “La jungla de cristal 4.0”. Parece claro el por qué. Aquello que tenía la película inicial de “naïf” y de inocente, aquello que tenía de ágil y de contenida, aquí desborda de efectos especiales, de chistes fáciles y de remanentes de las anteriores (compañero torpe, pareja de malvados, familia en apuros). Tampoco ayuda nada la enorme aglomeración de escenas de acción que se repiten una y otra vez en el metraje. Cierto que tiene un inicio potente (los hackers volatilizados) pero, más que superar situaciones con coherencia narrativa, Bruce Willis/McClane se dedica a pasar pantallas de videojuego: primero, lucha contra un escuadrón, después, contra un helicóptero, luego, contra...
Por último, el actor norteamericano no está para estos trotes. Aunque no lo aceptemos, la persona Bruce Willis es un paisano de 53 años. Por el contrario, el personaje Bruce Willis, gracias a sus saltos imposibles (de ordenador), a sus leñazos imposibles (de ordenador) y a su careto imposible (de cirugía), parece más joven que en el primer filme. No nos lo creemos. Si quieren ver una sucesión de explosiones y escenas “impresionantes”, pues vale: la cinta entretiene. Lo que no me puedo tragar, por mucho “tuning” y por mucha autorreferencia que utilicen todos los implicados, es que estemos viendo al mismo McClane aquel que gritaba “Yippe-ky-yay, hijo puta”. A ése, con todo su encanto de superviviente, sólo le podemos recuperar en DVD.

LOS OJOS DEL MAL

LOS OJOS DEL MAL
Director: Gregory Dark
Intérpretes: Glen Jacobs, Cristina Vidal, Samantha Noble
Web: http://www.seenoevilthemovie.com/
Cuando se anunció la creación de una productora independiente, WWE Films, dedicada a financiar películas protagonizadas por estrellas de la lucha libre norteamericana, estoy seguro que a los aficionados a este ¿deporte? se les caían las lágrimas. Lógico; grandes actores han pasado por los cuadriláteros. Hulk Hogan y “3 ninjas en el parque de atracciones”, Rowdy “Roddy” Piper y “¡Están vivos!”, André el Gigante y “La princesa prometida”... son sólo algunos ejemplos de lo que este ¿deporte? puede aportar al cine. El siguiente es KaneÒ (nombre registrado, no vaya a ser que empapelen a LA NUEVA ESPAÑA por mi culpa) con “Los ojos del mal”. Durante el metraje, el mozarrón se dedica a asustar mucho muchas veces a unas chicas y chicos que, sin querer, se desnudan y copulan en un edificio cochambroso. Pues nada, para quien le guste.

MOVIDA BAJO EL MAR

MOVIDA BAJO EL MAR
Director: Baker & Fox
Web: http://www.mangafilms.es/movidabajoelmar/

Una fabada apreciable tiene fácil deconstrucción: agua, fabes (con un buen remojo previo), compango, quizá ajo y, por supuesto, un chorrito de aceite. Con los filmes de animación digital pasa lo mismo. Necesitan, entre otros, de un guión coherente, de una duración determinada, de mucho presupuesto... Si poseemos lo anterior, bien en la creación del plato asturiano o del filme animado, entrará en juego algo que no se puede diseccionar tan rápidamente: el talento. Pero si ya partimos de una base defectuosa, el resultado final lleva todas las de perder. Eso le pasa a “Movida bajo el mar” (y a las fabadas de saldo), no hay suficiente producción (a todos los efectos digitales se les ve el cartón) y, peor aún, el “copieteo” es preocupante. Por ahí desfilan “Nemo”, “El espantatiburones”, “La sirenita”... En definitiva, mejor ver “Locos por el surf” o “Ratatouille” mientras nos comemos una buena fabada.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

UNA CHARLA CON JORGE

Jorge, un bloggero profesional, se empeñó en tener una conversación conmigo para su blog.
Bueno, aquí está el resultado:

http://quemalossonloshumanos.blogspot.com/2007/09/charlamos-con-edu-galn.html

Sólo queda darle las gracias por la paciencia y el interés

lunes, 3 de septiembre de 2007

UN BLANCO RADIANTE

¿ES UN "REMAKE"?

Ahora que se ha acabado el plazo de fichajes, ya podemos valorar la nueva plantilla del Real Madrid. Como ocurrió la temporada pasada, en ésta tampoco se cumplieron las expectativas del presidente y del director deportivo del club (¿no se cansarán de equivocarse?). Ni Kaká, ni Alves, ni... todos los fichajes de relumbrón que prometían se fueron al garete. Qué raro...
De todos modos, necesitamos plantearnos una cuestión básica y esencial: ¿el equipo de Schuster es un «remake» del equipo de Capello? En cine, hablamos de «remake» cuando se vuelve a realizar una película a partir de otra más antigua. Hay muchísimos ejemplos, que ordenaremos según la fidelidad al filme primigenio: algunos son «remakes» casi literales, como pasa con «Psicosis», de Gus van Sant, calco del original hithcockiano, y otros reescriben el largometraje en el que se basan; una muestra sería «Doce monos», de Terry Gilliam, hijo de «La Jetée» de Chris Marker.
Para saber si no jugamos con una fotocopia del equipo de Capello debemos tener en cuenta los nuevos nombres. Pepe, Saviola, Sjneider, Robben,... todos ellos no dejan de ser, con mayor o menor calidad, intercambios de cromos con los futbolistas que se han ido. Cierto que Saviola aporta velocidad y fuerza de cara al gol o que Sjneider remonta las dudas que teníamos con Emerson, todavía más tras haber visto el partido contra «los del río» de la semana pasada. Pero también se puede certificar que la marcha de Beckham nos deja con un Robinho dubitativo (sí, el mismo que jugó la Copa de América) y la falta de Helguera en el centro llena de responsabilidad a Pepe, un chaval que todavía necesita controlar sus impulsos al corte.
Por eso, lo que realmente nos aleja del pasado llega con el entrenador. Movilidad en los laterales, un doble pivote mucho más combativo (repito, Sjneider debe convertirse en la referencia de inicio de ataque), un centro del campo, salvo por Van Nistelrooy, intercambiable por puestos de delantera... no parece que la propuesta de nuestro nuevo míster sea un «remake» de aquel equipo inmóvil pero tremendamente efectivo del entrenador italiano.
Así, aunque el equipo de Schuster deba añadir en sus títulos de crédito un «basado en Capello», la ideología futbolística del alemán poco tiene que ver con la del italiano. Falta, únicamente, comprobar si ambas dan los mismos resultados.

sábado, 1 de septiembre de 2007

DEATH PROOF

DEATH PROOF
Director: Quentin Tarantino
Intérpretes: Kurt Russell, Vanessa Ferlito, Jordan Ladd
Web: http://www.grindhousemovie.net/

No lo tenía difícil Quentin Tarantino para que su película superase a la desafortunada «Planet Terror», de Robert Rodríguez, junto a la que forma el programa doble «Grindhouse». Tras la debilidad de la propuesta del hispano, Tarantino realiza un homenaje emocionado en el que pone todo su enorme talento visual y su aún mayor cantidad de referencias cinematográficas. Sólo hace falta fijarse en los carteles de serie «B» española en la escena del bar, unos filmes que probablemente Tarantino (tipo nacido en Knoxville, Tenesse) haya visto.
A pesar de que en estos días no parezca evidente, el cine no sólo necesita de capacidad visual y de referencia. Tiene que, además, contar algo. Azcona comentaba recientemente que a él sólo le interesaba el cine que venía de la vida, frente a aquél que viene del propio cine. Ésa es la obra de Tarantino, una constante revisitación del séptimo arte. En ocasiones de forma excepcional, ahí están «Jackie Brown», su mejor filme hasta la fecha (con la potencia de un excelente Elmore Leonard detrás), y otras con menos fortuna, como la comiquera «Kill Bill» (sin nada detrás). «Death Proof» pertenece al segundo grupo. Sin ser un mal largometraje, está profundamente lastrado por escenas que poco tienen que ver con el ágil género al que homenajea. Al tratarse de una versión alargada artificialmente, no olvidemos que la idea original era venderla al lado de «Planet Terror», la historia se enreda demasiado en sí misma, cuando se tendría que haber intentado todo lo contrario. Surgen las largas conversaciones sin interés (ya cansa ver a los personajes de Tarantino hablar de nada mucho), los planos vacíos, el final decepcionante...
Aun así, de vez en cuando el talento del realizador se abre paso: réplicas y contrarréplicas memorables («Chartreuse, una bebida tan buena que le pusieron su nombre a un color»), chicas guerreras y ¿feministas?, coches asesinos y «Punto límite cero», el grandísimo Kurt Russell y su ojo de Serpiente Plissken... Pero, sobre todo, una banda sonora impresionante. En su lista de canciones habitan «Smith», «T-Rex» o Eddie Floyd, aunque sean los «Coasters» los que se lleven el número 1, mientras animan con su «Down in México» a que el «lap dance» de Vanessa Ferlito no se termine nunca.

LA CARTA ESFÉRICA

LA CARTA ESFÉRICA
Director: Imanol Uribe
Intérpretes: Aitana Sánchez-Gijón, Carmelo Gómez, Enrico Lo Verso

La adaptación de la obra de Arturo Pérez Reverte debería convertirse en un género del cine español. «El maestro de esgrima», «La tabla de Flandes», «Cachito», «Territorio comanche», «La novena puerta», «Alatriste», ahora «La carta esférica» y, próximamente en televisión, «Quart», basada en «La piel del tambor». Como ven, toda una filmografía dominada por los derechos de autor.
El filme de Uribe continúa la saga con un resultado, como también pasaba con la novela, más bien pobre. Un policiaco sin acción, sin «femme fatale» creíble y sin enemigos verosímiles no es policiaco (ni es nada). El desdichado Carmelo Gómez pone a sus espaldas demasiada responsabilidad para un solo actor.
Sus pesquisas, pocas veces sorprendentes, y su encanto no bastan para levantar el partido. No puede con una historia previsible, ni con una Aitana Sánchez-Gijón bella pero sobreactuada (¿se ríen así las mujeres?), ni con un Enrico Lo Verso de pega, ni, por supuesto, con una realización en automático de Imanol Uribe.
Qué atrás (y qué envejecidas) se van quedando en la filmografía del director «Días contados», «El rey pasmado», «La muerte de Mikel» o «El proceso de Burgos». Al final, el remanente de «La carta esférica» es un profundo aroma a telefilme.

WOLF CREEK

WOLF CREEK
Director: Greg McClean
Intérpretes: Nathan Phillips, Kristy Morassi
Web: http://www.notrofilms.com/wolfcreek/

A la vez que «Death proof» y «Carretera al infierno», llega a nuestras carreteras otra propuesta de asesinos motorizados (y obsesionados por autoestopistas). El debutante Greg McLean basa su historia en sucesos reales: una serie de crímenes cometidos por los psicópatas australianos Milat y Murdoch. Tres jóvenes (dos chicas y un chico) viajan a través del país en coche hasta «Wolf Creek». Siguiendo el esquema hitchcockiano de «Psicosis», el horror no llega hasta la mitad, cuando comienzan a ser acosados por un paisano cruce entre «Cocodrilo Dundee» y Steve Irwin. El talento de McClean, especialmente en la segunda parte, cuando nos lleva de personaje a personaje a través del terror, conserva el interés de «Wolf Creek» y nos permite recomendar su visionado. Lo único que ensombrece la cinta es la materia prima: el trabajo de actores y el guión. No resulta mínimamente verosímil el papel del, por otra parte, siempre solvente John Jarrat como malvado con sombrero. Tampoco ayuda al resultado final la sensación de «déjà vu» (el asesino casi muerto, las torturas, los «sustos» fáciles de siempre) que no nos abandona durante todo el metraje.