jueves, 30 de junio de 2011

TRANSFORMERS 3: EL LADO OSCURO DE LA LUNA

Director: Michael Bay
Intérpretes: Shia LaBeouf, Rosie Huntington-Whiteley, Jack Dempsey
Web: http://www.transformers3-lapelicula.es/



En 1954, François Truffaut publicó un artículo esencial para comprender su filosofía cinematográfica. Bajo el título “Una cierta tendencia del cine francés”, su escrito planteaba el imperativo de otorgar al director una mayor importancia en el resultado de su película. Él (y, en algunas ocasiones, el productor) es el firmante final de lo filmado, ya que él es el único capaz de decidir el montaje, la puesta en escena, el casting, la fotografía o, en el caso de autores totales como Billy Wilder, el texto. Así, Truffaut aconsejaba al cineasta/autor que fuese el solitario (y receloso, y agresivo) guardián de su estilo, un modelo artístico que, resguardado a lo largo de su carrera, se convertiría en distintivo de su arte.
Lo revolucionario de la teoría de Truffaut sobre los autores es que también se puede aplicar a los directores comerciales. Estrenan “Transformers 3” y se nota que Michael Bay (“La roca”, “Bad boys”) posee una voz propia (y recelosa, y agresiva) que le aúpa a uno de los pedestales del Hollywood actual. “Transformers 3” repite con saña las premisas de las anteriores entregas: los Autobots liderados por Optimus Prime resisten a la enésima embestida de los Decepticons, esta vez escondida en una misteriosa nave que les aguarda en el lado oscuro de la luna. Abren el (impresionante) 3D del filme unas imágenes de archivo que construyen una esplendorosa ucronía: ¿y si el viaje a la luna fue motivado por el descubrimiento de una nave extraterrestre? Con este juego ahistórico, el prólogo constituye una de las partes más valiosas de “Transformers 3”, planteando un “what if” que inserta, en los tiempos de las “pulp histories” de ciencia ficción, una “pulp history” de ciencia ficción.

Termina el prólogo y los robots nos empujan de un cuerpo metálico a otro (muy) carnoso, el de Rosie Huntington-Whiteley, gélida sustituta de Megan Fox. Y, a partir de ahí, se suceden los automatismos del cine de Bay, dentro de una conspiración en la sombra que incuba el engaño a los Autobots y los humanos, inconscientes ambos del terror que se avecina. En esta parte, la película se vulgariza con una sucesión de escenas deslavazadas (la presentación de Patrick Dempsey, ese científico loco de Ken Jeong), que sirven para comprobar el pulso infantiloide que corroe los argumentos dramáticos de Bay cuando éstos se mueven fuera del artificio puro de acción y explosiones.

Solo un par de guiños culturetas (el infierno, nacido en la torre Trump de Chicago; la conexión “coeniana” de Frances McDormand y John Turturro) nos separan de la sucesión de píxeles ultraviolentos (asombrosamente alejados de las higiénicas primeras cintas de la saga) del último tercio del metraje. La destrucción de Chicago, que acaba tornándose la “playground” apocalíptica de los Transformers, ameniza la cuenta atrás hacia los títulos de crédito. En el universo de Michael Bay todo lo bueno es extragrande: los estallidos (rascacielos, helícopteros, seres humanos), los planos (generales, aéreos), las curvazas de Rosie Huntington y, cómo no, las esencias que arman a su nación norteamericana “bigger than life”. “Paz”, “ejército”, “honor”, “sacrificio”, “familia”, “pistolas” o “democracia” pertenecen a la enormidad de Optimus Prime o a la pomposidad de las habituales cámaras lentas de Bay, y bastan en su amontonamiento atolondrado para reafirmar que estamos ante la visión de un autor (megalómano) a la manera que describía Truffaut, eso sí, con un discurso atrancado en los mismos errores (guiones inconexos, ediciones imposibles, recursos caducos) y atrincherado en sus, cada vez menos, aciertos (ese espectáculo tan gigantesco como sus robots).

sábado, 25 de junio de 2011

RESACÓN 2, ¡AHORA EN TAILANDIA!

Director: Todd Phillips.
Intérpretes: Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis
Web: http://wwws.warnerbros.es/thehangover2/



Uno ya no sabe por dónde le van a enjaretar los géneros. De arranque, buscando la seguridad de lo conocido, pareciese como si a la aventura, al suspense o al fantástico se les acomodase mejor una serialidad clásica, insistente en arquetipos, recursos dramáticos y cronologías. Dicha armonía no suele replicarse en la comedia gamberra, tan asociada a una determinada edad y tan deseosa de renovarse con tal de no repetir chiste. Pero eso ha cambiado. En nuestra sociedad “cool”, al asimilar los pantalones cortos o una actitud juvenil hasta poco antes de morirnos (o hasta casi, casi justo antes, como el anciano de “Aquellas juergas universitarias”), la comedia gamberra ha encontrado un filón de caracteres que no caducan, o al menos no suenan incoherentes a las inclemencias físicas del envejecimiento (incluso, en sentido inverso, Todd Phillips propone un “Resacón 2” infantil en un “flashback”). Así, los personajes de “Resacón en Las Vegas” pueden ser jóvenes siempre como le ocurre a Hugh Hefner, y sólo deben estar preocupados en mantener el humorismo serial, es decir, en buscar dónde celebrar su siguiente colocazo, en decidir a quién pierden en esta ocasión.

Con su verosimilitud incorruptible de adultos preadolescentes, lo único que necesitamos es que la estructura no se nos desgaste por el uso y eso es lo que consigue Todd Phillips en su segunda aventura de descerebrados en Tailandia. Comprobamos, mediante una situación calcada a la primera entrega (una noche de puñetera locura, alguien que desaparece), que el director norteamericano ha hallado la oportunidad de supervivencia a su serial cómico: mezclar sus nuevos "gags” con una franquicia de suspense al estilo de Agatha Christie que aclare los misterios provocados por esa droga de más que siempre rula Galifianakis. No nos engañemos, al cineasta norteamericano le importa su comedia grosera y, además, consigue que los espectadores nos impliquemos en sus "mcguffin", en sus estupendas reconstrucciones “CSI” del día anterior. Maravilloso talento el de Phillips que nos controla como un muñeco de su trama haciéndonos reír (estupendos gags inter-culturales con un mono, imprescindible Ed Helms otra vez) e intrigándonos con su “suspens(c)omedia”. Recoge un doble mérito la segunda parte de “Resacón!”, compartido con cualquier serial de misterio de la televisión, al final se trata de plantear un culpable y que alguien, aunque sean tres mongoles, lo resuelva. Aquí reside lo divertido de “Resacón 2” (y en todos los desarrollos seriales), las expectativas que nos crea de género (incluido ese Zach Galifianakis en todo su esplendor) y las sorpresas que, aún con lo(s) mismo(s), nos regala hasta su habitual, monótono y placentero “happy ending” (en Tailandia, con más razón). Continuar igual para seguir de otra forma; ése parece el lema de un Todd Phillips que puede extender tranquilamente su franquicia a un buen número de entregas; esa magnífica filosofía es la que nos hace descojonarnos a pesar de que la secuela regrese a micropenes asiáticos, tontunadas de Mike Tyson o a una borrachera previa a un casamiento.

SOLO UNA NOCHE

Director: Massy Tadjedin.
Intérpretes: Keira Knightley, Sam Worthington, Eva Mendes.
Web: http://www.lastnightmovie.com/



Se debería estudiar seriamente qué se considera infidelidad y cómo comunica ésta en nuestro Occidente del siglo veintiuno. ¿Una mirada furtiva a una chica del metro cuando no me ve(s)? ¿La tercera noche que tu marido se queda trabajando? ¿Unas palabras cariñosas de un ex de tu novia en Facebook? En “Solo una noche” la desencadenante de las tensiones entre Michael (Sam Worthington) y Joanna (Keira Knightley) es una mano lenta en un hombro. A través de un cristal de fiesta burguesa, Joanna observa la cercanía que una compañera de trabajo, Laura (Eva Mendes), demuestra con él y ese gesto comienza una retahíla de reproches. Al día siguiente, la pareja separa sus caminos (ella se queda en Nueva York y se topa a un antiguo amor, mientras él se va de viaje de negocios con Laura) y, en otro movimiento, la cineasta Massy Tadjedin nos plantea la artimaña que va a utilizar en su disección de la infidelidad: dos historias paralelas que no confluirán hasta el epílogo.

Al ver “Solo una noche”, se recuerda esa obra maestra póstuma de Kubrick, “Eyes Wide Shut”, que desgranaba, deambulando por la noche neoyorquina, los claroscuros del matrimonio burgués en el fin del milenio. Aquí también tienen presencia esencial la nocturnidad, un lugar cercado por bares, fiestas y cenas (casi todo el filme se confiesa en esos lugares), y Nueva York, como espacio perfecto para obedecer los mandatos de la infidelidad global (tan cercana y tan lejana; tan GPS ella). Pedimos lo mismo a los estudios sobre los (h)usos de los escarceos extramatrimoniales que al guión de Massy Tadjedin: una mayor mordacidad y contradicción en sus planteamientos iniciales. Con un reparto impecable (Sam Worthington resulta un actor solidísimo, a pesar de “Avatar”), “Solo una noche” se empequeñece por su utilización de un simplista (híper)paralelismo narrativo como motor dramático. Si Kubrick, Altman (“Short cuts”) o Antonioni (“La noche”) proponían aristas, dudas (en forma y fondo) a sus discursos sobre la infidelidad, las reflexiones de Tadjedin se quedan en un noble intento (más aún, al tratarse de un debut) del que solo quedan instantes (muy potentes, algunos) que le pueden dar a la directora pistas para futuros proyectos de superior calado.

sábado, 18 de junio de 2011

MICMACS

Director: Jean Pierre Jeunet
Intérpretes: Danny Boon, André Dussollier, Jean-Pierre Marielle
Web: www.micmacs.es



Lo mejor de Jean Pierre Jeunet es que ya funciona como franquicia de sí mismo. El éxito inesperado de “Amelie” (especialmente tras la separación de su “partenaire” Marc Caro), le otorgó un cheque en blanco para experimentar con su obsesiones formales en la irregular “Largo domingo de noviazgo” y, ahora, en “Micmacs”, venganza “naif” de un pobre hombre que atribuye a un traficante de armas la responsabilidad de la muerte de su padre. Como la casualidad constituye la esencia del cine del francés, todo en su nuevo filme va ligado a ese estrambótico azar de dibujo animado: una bala perdida que acaba alojada en el cráneo del protagonista o un micrófono que no entiende de espacialidad, determinan el desarrollo de la trama del largometraje. Porque cualquier género consigue Jeunet transplantar a su mundo y, lo que en Steven Soderbergh podría convertirse en un “Ocean’s Eleven” repleto de guaperas, dueños de casino y prostitutas, aquí se traslada a una serie de “freaks” desgarbados que se unen en su justicia (poética y universal, tontorrona y grosera) de vengar al planeta de la existencia del mal en sus entrañas (las minas antipersona, ese ejemplo de mal soterrado).

Cierto es que el cine del galo carbura a buen ritmo en fábulas bienintencionadas, estímulo previo a la compra de un bolso con el cartel de la película (“¡es tan mono!”), pero se atranca al escaparse de ese terreno conocido. Como “Alien Resurrección”, “Micmacs” nunca termina de encontrar su sitio, permitiendo a la lingüistica del autor emburdecer el total. Eso sí, encontramos logros a Jeunet (por mucho que no sean más que remezclas de otros anteriores): ese énfasis caleidoscópico en un Danny Boon silente o esos análisis políticos (Sarkozy, amigo del traficante) de divertida simplonería, que refuerzan al conjunto en su (acomodaticia) misión: reiterar el estilo de Jeunet caiga quien caiga.

KUNG FU PANDA 2

Directora: Jennifer Yuh
Web: http://www.kungfupanda.com/



Incluso a primera vista, “Kung Fu Panda” dispone de un buen número de hallazgos. En una realidad audiovisual global y enmarañada, la producción de Dreamworks combina (y se recrea) en la remezcla de estilos hasta (cortarlos y) pegarlos en una sola formalidad. Aparte de a sus personajes recuerrentes (esa hábil contraposición de supergrupo/ antiheroe), el filme de Jennifer Yuh fuerza a cohabitar a, en principio, formatos contradictorios de animación (manga, 3D, animación clasica, Tex Avery) casi con la misma gentileza con la que su panda hace kung fu. Permanece la fórmula de los directores de la primera parte, Osborne y Stevenson, porque la firmante de la secuela retoma sus mandatos con una fidelidad extrema y mínimas licencias. Lo que funciona en la cabeza del espectador (maravilloso prólogo de teatro de sombras en 3D), mantenlo.

Y si hay una pieza esencial en la cabeza del aficionado al cine de aventuras, ésa es la posibilidad serial. Después del éxito (comercial y crítico) del capítulo inicial, parece lógico que las andanzas de Po y sus amigos se repitan hasta que se (nos) agoten. En está ocasión toca derrotar a un enemigo que proviene del pasado, un pavo real con aspiraciones edípicas que da pie a estudiar el inconsciente del oso protagonista en desbordantes “flashbacks”. Como le advierte su maestro (psicoanalista/zen, más cruces), una vez alcanzado el dominio de las artes marciales, toca encontrar la paz interior. Por eso, resulta lógico que la conclusión final sea contraria al materialismo de aquella estupenda escena de “Indiana Jones y el templo maldito” en la que Indiana demostraba empíricamente la superioridad de la pólvora frente a la espada. Quizá ambas ficciones no defiendan lo mismo pero, en suma (y aunque estemos de acuerdo con Indiana), “Kung Fu Panda 2” se disfruta por idénticas razones que las aventuras del arqueólogo spielbergiano; lo que tiene(n) de clásico, de inocente, de trepidante (y de moderno).

ALGO PRESTADO

Director: Luke Greenfield
Intérpretes: Kate Hudson, Ginnifer Goodwin, John Krasinski
Web: http://somethingborrowedmovie.warnerbros.com/



Como veíamos la reciente “¡Qué dilema!”, los test de revista femenina escriben los guiones de la última comedia romántica hollywoodiense. El “Algo prestado” del título se basa en un lío típico de postadolescentes: ¿qué ocurriría si te acuestas (claro, enamorada de él) con el futuro marido de tu mejor amiga? El humorismo de saldo a costa de equívocos está a la orden del día en este guión adaptado de Jennie Snyder, una escritora ya curtida en productos semejantes como la serie “Las chicas Gilmore”. Kate Hudson (parece un espejismo su papel en “El demonio bajo la piel” de Winterbottom) y Ginnifer Goodwin (parece un espejismo su papel en la serie “Big love”) continúan su caminar por el cine más arcaico, previsible y conservador, confiadas no tanto en su carrera cinematográfica como en un buen número de posados en portadas “cool”. Poco se puede añadir al trabajo de Luke Greenfield que la confirmación del estado actual de la cuestión: la comedia masiva va mal.

lunes, 13 de junio de 2011

INSIDIOUS

Director: James Wan
Intérpretes: Patrick Wilson, Rose Byrne, Barbara Hershey
Web: http://www.insidious-movie.com/



En el subgénero de las casas encantadas, sólo hay dos opciones. O la vivienda quiere echarte (como en “Amityville”) o quiere que te quedes para siempre (como en “El Resplandor”). Lo interesante de la nueva propuesta del director de “Saw”, James Wan, es que opta por un término medio: la casa quiere que te vayas pero, maravillas de la interdimensionalidad, también te persigue. Eso le ocurre a la pareja formada por Rose Byrne y Patrick Wilson: una vez que su hijo entra en coma tras una caída, comienzan a sufrir el acoso de fuerzas paranormales. Rodada, en especial durante su primera parte, con un brío inusual que remite al “Saw” primigenio, “Insidious” remezcla (en ciertos momentos, a ritmo “Rocky Picture Horror Show”, y, en otros, esos dos frikis para-investigadores, a ritmo “Poltergeist”) algunos de nuestros miedos globales: la imposibilidad de asir el mal (aquí se emparentaría con terrores asiáticos como “The ring”), la oscuridad que subyace en las rutinas familiares del Medio Oeste norteamericano (“Paranormal activity”), o las neblinas que habitan la imaginación de los niños (uno regresa a la magistral “Los mundos de Coraline”).

A pesar de que el filme se base en una estructura rizomática, al final, la herencia del Jack Torrance de “El resplandor” acaba impregnándolo todo. Así, por mucho que Barbara Hershey ensamble otro de sus (recientes) personajes de madre perturbada, el viaje hacia interiores desdoblados compone el acierto esencial de James Wan. Se podrá achacar a “Insidious” alguna licencia de más o un cierto deslavazamiento al acercarse a su resolución, pero uno disfruta como un niño con su desbocada imaginería, un terrorífico espacio ¿vacío? que se alquila para atormentar, hasta el último fotograma, a la extraordinaria Rose Byrne.

ALMAS CONDENADAS

Director: Wes Craven
Intérpretes: Max Thieriot, Zena Grey, Nick Lashaway
Web: http://www.iamrogue.com/mysoultotake



Por fin a Wes Craven se le reconoce el enorme mérito de conseguir que una parte de nuestro terror de gran consumo carbure través de maquinaria postmoderna. La saga “Scream” y, originalmente, “Pesadilla en Elm Street V” desafiaban al espectador con metaficciones, autoreferrencias y sanísimas parodias que terminaban armando el estilo del largometraje. Frente a riesgos previos como los que ya hemos descrito, “Almas condenadas” suena a retroceso. Catálogo de trucos que ya (parecia) superar “Scream” ¡hace quince años!, el filme trata sobre una hermandad de chavales que nacieron justo cuando un psicópata cometía el último de sus crímenes. Decidido a continuar con la venganza, el guión sigue las cuchilladas del “slasher” alrededor del pueblo con una monotonía y falta de originalidad sangrantes. Casi convencidos de que este trabajo debe de ser producto de un ayudante de dirección despistado y no de uno de los grandes maestros del terror contemporáneo, queda asumir el buen número de automatismos mediocres con los que Wes Craven juega en “Almas condenadas” como paso previo a su futuro desmontaje en la siguiente “Scream 5”.

NOWHERE BOY

Director: Sam Taylor-Wood
Intérpretes: Aaron Johnson, Kristin Scott-Thomas, David Threfall
Web: http://www.nowhereboy.com/



Los años que precedieron al abrupto fallecimiento de su madre y a la posterior incubación de ese grupo de rock “n” roll que el mundo conoció bajo el nombre de los Beatles, constituyeron el periodo iniciático de John Lennon. El debutante Sam Taylor-Wood trata de capturarlos con un ansia muy cercana en intenciones (y muy alejada en presupuesto) a los telefilmes del corazón que pueblan nuestras pantallas rojigualdas. Los devenires de una vida de clase baja en el Liverpool de los años cincuenta, empantanada por una orfandad prematura, aquí son dibujados con un afán postal que desdibuja cualquier intento, si es que los hay, de atrapar con acierto y rigor la ambivalencia vital de John Lennon. Frente al cinismo (“éramos sólo cuatro tipos”, declaró en los setenta refiriéndose a los Beatles), y la nostalgia (“Madre, me tuviste pero nunca te tuve”, escribió en su LP de debut en solitario) con la que el músico recordaba su pasado, Sam Taylor-Wood atranca su desarrollo en un tour guiado (un impoluto McCartney cantando “Twenty flight rock” para entrar en los Quarrymen, un Liverpool higienizado) de la juventud de Lennon. Aunque quizá le afecte la ñoñería del conjunto, aprobado por Yoko Ono, es valorable el retrato de un personaje: esa Kristin Scott-Thomas que da vida a la (cariñosa, adorable, bondadosa) tía Mimi, la primera mujer en la que John Lennon buscó a su madre.

sábado, 4 de junio de 2011

¡QUÉ DILEMA!

Director: Ron Howard
Intérpretes: Vince Vaughn, Kevin James, Jennifer Connelly
Web: http://www.thedilemmamovie.com/



“¡Qué dilema” contiene varias demostraciones empiricas: 1) que la palabra “dilema” se ha depreciado (por mucho que lleve delante un intrascendente “¡qué!”, traicionando a la solemnidad del original “The dilemma”), y 2) que la carrera de Ron Howard, a excepción de la notable “Frost/ Nixon”, sigue retozando(se) en la mediocridad. Si en el pasado Maquiavelo se preguntaba "¿alma o estado?", Hamlet lanzaba al silencio eso de “¿Ser o no ser?”, o Batman se planteaba soltar a un Joker indefenso al vacío, parece sintomático que en nuestra sociedad MTVizada, la cuestión “dilemática” se desmerezca. En esta película, dos amigos preparan un proyecto importantísimo para General Motors cuando uno de ellos (Vince Vaughn) descubre que al otro (Kevin James) le están siendo infiel (la perraca de Winona Ryder). Al pobre hombre, le quedan dos opciones de consumo: ¿cuál es peor mal, perder un negocio o perder un amigo?

Allan Loeb, el guionista de la cinta, continúa con su afán por deconstruir, en tono de revista mensual, los vericuetos de las parejas postmodernas. Ellos son completamente imbéciles y ellas son muy buenas (Jennifer Connelly será buena siempre) o muy malas (como Winona Ryder): todo en el metraje se reduce a dicotomías (quizá de ahí se saque su principal interés, en su desvergüenza torera) que jamás carburan ni como comedia ni como drama (si consideramos un drama que tu mujer te engañe, claro). Casi por jugar un rato, por montar una polémica de tertulianos chuscos e insultarnos/lanzarnos bolígrafos, podríamos discutir si los arquetipos del filme se balancean más hacia posiciones machistas o hacia un feminismo marca “TELVA”. Vamos, permítanme aprovechar algo de “¡Qué dilema!”