lunes, 26 de octubre de 2009

¿ALGUNA VEZ LES HA NOQUEADO UN ANCIANO?


Aquí Clint da de lo lindo

A mí sí. Fue en el año 99 y es muy duro recordarlo. Era alto y calvo y de Tiñana. ¿El motivo? Me burlé del pelillo que se ondulaba al viento desde su oreja. Él lo escuchó a través de su sonotone y… golpe seco de codo. Me vine al suelo. Pero no vamos a hablar de Eduardo Galán, vamos a hablar de esos pobres humanos traumatizados a los que un viejete cualquiera (bien sea con un callao asesino, el empeine de su mano o sus pies “enzapatillados”) ha hostiado. Me refiero al lamentable chino al que Clint Eastwood machaca en “Gran Torino”. Me refiero al “punk” chuleta que Charles Bronson retira en “Familía de policías III” (su última película: Charles no paró de repartir ni con un diagnóstico de cáncer terminal). En definitiva: ¡sí, me refiero al Real Madrid!

Huele a neftalina

Porque esa fue la sensación del partido de Liga de Campeones contra el Milán. Un equipo viejuno, muy viejuno (¿se han fijado en el tío que se comió a Ronaldinho?), que viene al Bernabeu con el nietín (Pato), nos noquea. No sé si a ustedes les pasó: de pronto, me vi en el geriátrico. Al brasas de Pellegrini le salieron más canas, a Florentino le creció la papada y Kaká se desorientó, creyendo todavía jugaba en el Milán. Únicamente Raúl mantuvo el tipo y ¡tuvo que sacar los córners!

Por cierto, ¿alguna vez les ha noqueado un adolescente?


Joe Pesci siendo re-requemado

A mí sí. Fue en el año 2003 y es muy duro recordarlo. Era bajito y “granudo” y de Tiñana. ¿El motivo? Me burlé del pelillo que emparentaba su labio superior con el de la Pantoja. Él lo escuchó a pesar de los cascos y… golpe seco de codo. Me vine al suelo. Pero no vamos a hablar de Eduardo Galán, vamos a hablar de esos pobres humanos traumatizados a los un chiquillo cualquiera (bien sea con un “skate”, el empeine de su mano o sus pies de Nike) ha hostiado. Me refiero al lamentable Joe Pesci de “Solo en casa”. Me refiero al gangster chuleta al que machacan los “Goonies”. En definitiva: ¡sí, me refiero al Real Madrid!

Sólo le falta el skate

Porque esa fue la sensación del partido en Gijón. Un equipo joven, muy joven (¿se han fijado que sólo pusieron esfuerzo y Juan Pablo?), nos noquea. No sé si a ustedes les pasó: de pronto, regresé al patio del instituto. El brasas de Pellegrini hizo pellas (y dejó sin organizar el once), Valdano se puso a hablar de “buena actitud” (y le faltó “buen comportamiento en el aula”), y Kaká se dedicó a correr a lo loco (como un “teenager” salido). Únicamente Raúl mantuvo el tipo y ¡le anularon un gol legal!

sábado, 24 de octubre de 2009

EL IMAGINARIO DEL DOCTOR PARNASSUS

Director: Terry Gilliam
Intérpretes: Heath Ledger, Johnny Depp, Colin Farrell
Web: http://www.doctorparnassus.com/



El imaginario de Terry Gilliam no entiende de límites. Las pesadillas futuribles de “Brazil”, el viaje alucinado de “Tideland” o las locuras lisérgicas de “Miedo y asco en las Vegas”) componen un universo infinito de inequívoca herencia literaria (Orwell, Carroll o S. Thompson) y de constante referencia a filmografías de “sub-estancia” onírica (Buñuel & Dalí, Tod Browning o Tex Avery). La muerte de Heath Ledger (en otras megaproducciones supondría la cancelación del rodaje) abre, en la gafada “para-realidad” del ex-Monthy Python, nuevos y azarosos y acertados caminos a su película. Realizando las secuencias digitales con sustitutos (Johnny Depp, Collin Farrell y Jude Law), Gilliam completa una visión dualista del personaje coprotagonista, más cercana a su carácter, que no hubiese logrado con la solitaria participación de Ledger.

De decidida vocación fabularia (una moraleja recurrente la corroe), “El imaginario del Dr. Parnassus” relata las desventuras de un viejo mago que intenta deshacer un pacto que le obligará a entregar a su hija al Diablo justo cuando ésta cumpla los dieciséis años. De regreso del cine, debemos aceptar que el filme consigue balancearse entre ese (bendito) encargo titulado “Los hermanos Grimm” (hay directores, Spike Lee es otro, a los que les sienta muy bien el trabajo bajo demanda); y los habituales tropezones y tonterías de la producción “personal” de Gilliam (excesiva duración, estilo manoseado). En su metraje irregular se sufren las múltiples concesiones “toon” (a veces, histriónicas y sin sentido) y se agradecen pequeños detalles: la divertida adaptación de la “troupe” de Parnassus a los tiempos del marketing (chiste “pythoniano” con niño/enano negro incluido) y, por encima de Heath Ledger, la entrañable interpretación de Tom Waits de un personaje que le viene al pelo: un diablo emperrado en perder para poder seguir jugando.

lunes, 19 de octubre de 2009

R7 (Y RICHARD PRYOR)

¿Un homenaje o un funeral?

Este sábado, cuando Florentino Pérez y Jorge Valdano le entregaron a Raúl su trofeo por alcanzar los ¡¡¡711!!! partidos en el Real Madrid, me vino al cabezón la leyenda negra del “Premio Donostia” del festival de cine de San Sebastián. Dicha teoría “freak” (una profecía autocumplida y un chiste cadavérico, “tó” junto) proclamaba que cada vez que se concedía este galardón a alguien, el humano en cuestión la palmaba. Bette Davis (suyo en 1989, no termina ese año), Claudette Colbert (“winner in” 1990, “dead in” 1996), Anthony Perkins (acude en 1991, autopista en 1992) y Robert Mitchum (se lo lleva en 1993, se lo llevan en 1997). Esténseme tranquilos: si se lo dan, acéptenlo; no me jodan. El acto de que un festival guipuzcoano te otorgue un premio no correlaciona con ir a saludar al “Monstruo del Espagueti Volador”. El homenaje a Raúl (cara indiferente de Pérez, semiabrazo con Valdano) se sintió como una maldición oscura, como una despedida prematura. Un jugador acabado, que supuestamente no nos sirve ni en las segundas partes, levantando un premio a su hazaña.

Amigos, Raúl comparte bendita locura con el cómico norteamericano Richard Pryor. En la tarde del 9 del Junio de 1980, a Richard le apeteció fumarse unas bases de cocaína y jalarse una botella de ron. Acto seguido, en un estado de psicosis inducida, se prendió fuego con una lata de gasolina y una cerilla. De pronto, este incidente humeante no sólo provocó una atención renovada por Pryor (le habían cancelado su show en la NBC y había sufrido su tercer divorcio) sino que el propio cómico lo utilizó en su monólogo mítico “Live at the Sunset Strip”. Con Raúl, declarado muerto entre distinciones, pasa un fenómeno similar: para que nos demos cuenta de su grandeza tiene que quemarse a sí mismo marcando dos goles contra el Valladolid y convertirse en uno de los jugadores de la jornada (¿aspiran a eso alguno de los once barcelonistas que jugaron en Valencia?).

No nos valen sus 711 partidos, sus goles, su compromiso. A la mínima, si no replica uno de sus asombrosos espectáculos, a Raúl se le manda fuera del equipo. En cambio, él (como Richard Pryor) utiliza de catarsis su juego abrasado. Entonces, de las botas de Raúl llamean tantos que nos pueden dar la liga y de la inteligencia de Richard llamean chistes que pueden dar sentido a la existencia. “¿Saben lo que es esto?”, pregunta Pryor mientras agita una cerilla encendida en el aire, “Richard Pryor corriendo calle abajo”.


El chiste de la cerilla

sábado, 17 de octubre de 2009

LA HUÉRFANA

Director: Jaume Collet-Serra.
Intérpretes: Vera Fermiga, Peter Sarsgaard, Jimmy Bennett
Web: http://wwws.warnerbros.es/orphan/



Jaume Serra Collet sabe lo que quiere. A los dieciocho años se embarcó en la aventura de instalarse en los Ángeles buscando una industria cinematográfica que, declaraciones suyas, "en España, no existe". Su concepción del cine como espectáculo de masas (nada lejana a la de tantos y tantos pioneros, arrancando por los Meliés o Griffith) merece ese respeto que, en automático, se concede a cualquier "auteur" que reclama la obra artística definitiva en su primer detrito filmado. De todos modos, en paralelo a su explícita (y, repito, respetable) declaración de intenciones, el juicio de sus obras se debería regir por los mismos estándares que su filosofía de mercado cinematográfico impone. Por tanto, no se consigue ver méritos a "Casa de cera" o a "Gol 2" más allá de pobres productos de consumo dirigidos a públicos específicos ("teenagers" o futboleros). En "La huérfana", aún conservando los pros y contras del “market-cinema”, sí permanece un poso de hacia donde, una vez “comprado” el control del montaje final (esa quimera), se podría dirigir la filmografía de Serra-Collet.

Porque dentro de un producto correctamente manufacturado (sugiere metafísica y termina en metamedicina), hallamos detalles de un (cierto) empaque. A pesar de una extrema Isabelle Fuhrman y gracias a una adecuada Vera Farmiga, los tintes psicoanalíticos y el hábil manejo de los terrores inherentes a la adopción de "La huérfana" la salvan de sus obviedades y deshonestidades. Interesa, por encima del rutinario suspense, esa aproximación al "neo-hitchcockiano" (resumiendo, De Palma y compañía), a los miedos globalizados y al doble con los que Serra-Collet adorna el metraje. Deudora de "En nombre de Caín" antes que de "Vestida para matar", "La huérfana" resiste a la anterior producción del cineasta catalán pero su final trilero nos deja deseosos de una contradicción: un filme que mostrase aristas (aquí, sólo se sugieren en la relación padre-hija) que el cine industrial no consiente.

LA CRUDA REALIDAD

Directores: Robert Luketic.
Intérpretes: Katherine Heigl, Gerard Butler, Cheryl Hines
Web: http://www.sonypicturesreleasing.es/sites/lacrudarealidad/index.html



Para alguien que se maravilla con el éxito de una serie con argumentos tan mediocres como "Anatomía de Grey", el fulgurante estallido en cine de Katherine Heigl equivale a un fenómeno paranormal. Sin embargo, tres películas mediante ("Lio embarazoso", "27 vestidos" y esta "La cruda realidad"), la actriz está próxima a entrar en la clase "A" de Hollywood a base de comedias románticas. Eso sí, cabría preguntarse por qué molesta Heigl: ¿por su mínima habilidad como intérprete o por el pastoso subgénero en el que se ha instalado?

A esta pregunta imbécil no se le debería permitir otra respuesta que no fuese dialéctica. Sus comedias románticas molestan por Heigl y Heigl molesta por sus comedias románticas. Seamos justos: está claro que cuando el nivel se eleva ("Lío embarazoso"), la Heigl desentona menos; y está claro que si en su lugar nos colocasen a Meg Ryan (la de los ochenta, no la actriz que hoy trata de colarse, si Larry David no lo impide, en "Curb your enthusiasm"), quizá "27 vestidos" mejorase.

Conjeturas. Nada de lo anterior ocurre en "La cruda realidad". Robert Luketic ("Una rubia muy legal") factura la norma: una historia de enredos entre una soltera y un hombre "inconquistable". No ahondaremos en las connotaciones "psico-socio-antropo-lógicas" (ya las exponen Johnson y Holmes en "Contradictory messages: a content analysis of Hollywood-produced romantic comedy feature films"), sino en las estrictamente fílmicas: con "gags" muy reconocibles ("Cuando Harry encontró a Sally"), una pareja glacial y diálogos imposibles, no vamos a ninguna parte.

domingo, 11 de octubre de 2009

PARIS

Director: Cedric Klapusch
Intépretes: Juliette Binoche, Romain Duris, Fabrice Lucchini
Web: http://www.parislapelicula.es/



En otros esfuerzos con París de fondo (hablamos de la clásica "Paris vu par...", 1965, y la reciente "Paris, j'te aime", 2006), un grupo de cineastas encajaba sus cortos en las calles de la capital francesa con las desigualdades inherentes a este tipo de proyectos. En lugar de un mosaico a muchas manos, el realizador galo Cédric Klapisch (puede que conozcan su mediocre "Una casa de locos") asume la responsabilidad de alimentar varias líneas argumentales que circundan a Pierre (Roman Duris), un bailarín enfermo, y Elíse (Juliette Binoche), su hermana y cuidadora.

Evidencia Klapisch (algo similar se adivinaba en "Casa de locos") que controla los quehaceres técnicos (fotografía, dirección artística, dirección de producción) con soltura. Hay que decir también que en una ciudad nevada, etérea, surreal (fueron bastantes mis diciembres en París) y con la financiación del ayuntamiento, casi cualquier realizador (Garci a la cabeza) remataría esa faena. La partitura que no acaba de acompasar el director es la verdaderamente complicada: la construcción y el manejo de sus tramas. Al igual que si su filme contuviese una serie de cortos apelmazados, que si estuviese dirigido por un colectivo, la globalidad se presenta demasiado inconexa y deslavazada. En su extrema bitonalidad (que disuelve incluso a la policrómica Binoche), encontramos joyas como un taxi que arrastra a la incertidumbre a un moribundo y tonterías como una historia apresurada, muy barata de amor otoñal.

lunes, 5 de octubre de 2009

CRISTIANODEPENDENCIA


¿A que no son lo mismo?

¿Se acuerdan de Daphne Maxwell Reid? ¿A que no? Les refresco la memoria. La buena señora fue la actriz que sustituyó a Janet Hubert-Whitten como tía Viv en “El príncipe de Bel-Air”. En la cuarta temporada, la mujer del tío Phil cambiaba de físico porque los productores de la serie decidieron despedir a Hubert-Whitten (ella asegura que la orden la dio el bueno de Will Smith para que no le ensombreciese). El gran damnificado de esta terrible metamorfosis fue el de siempre. El pobre telespectador. El mismo desgraciado que aguantó todas las fases del duelo cuando la voz de Homer la heredó Carlos Ysbert del fallecido Carlos Revilla o cuando la hija mayor de Roseanne y Dan Conner pasó de Lucy Goranson a Sarah Chalke.

Muy duro. En las últimas semanas, la imagen del Real Madrid se ha ido mimetizando con la de Cristiano Ronaldo. Sus zarpazos de brío y fuerza han funcionado como el “electroshock” perfecto, definitivo en esos minutos en los que el equipo de Pellegrini se hundía en terrenos grisáceos. En el inconsciente madridista, la victoria se ha asimilado a la estampa de Cristiano. Nos falta aceptar que nuestro poligonero favorito desde Andy & Lucas está sujeto a los azares de la vida. En el fondo, los futbolistas comparten géneros con los personajes de televisión: “culebrón” (Guti o Suker), “sitcom” (Tristán o Kiko) o dibujos animados (Messi o Kaká). Pero eso no quita que ambos (personajes y futbolistas) no sean sustentados por humanos que se lesionan, engordan y tocan los bongos, se enamoran de una “chica Interviú” o ““ze” aburren en Londres” aún ganando un pastón (sí, creo que Reyes domina la comedia).

Uno de los grandes retos del chileno impertérrito depende de aplacar las circunstancias con suplentes preparados. La “cristianodependencia” (como la “janethubertwhittendependencia” o la “lucygoransondependencia”) surge del caos y se evita con la previsión. No interesan parches (¿Raúl, la alternativa?), no vale reubicar futbolistas a contrapié (salvo que se llamen Marcelo Da Silva). La idea es prevenir, asentar un banquillo convincente (una asignatura a aprobar en el Madrid) y que si un día nos cambian a Cristiano por Higuaín o a Woody Allen por Larry David, ni nos enteremos.

sábado, 3 de octubre de 2009

KNOPFLER, ÍNTIMO Y COMPROMETIDO


Madrid, Eduardo GALÁN. Un público variopinto se arremolinó la noche del jueves en el Aula Magna del Colegio de Médicos madrileño. Fito Cabrales, Guillermo Fesser y Javier Pons (director de TVE) habitaron entre humanos encorbatados, fotógrafos de la "Madrid night" y periodistas musicales. Mark Knopfler, recién cumplidos los 60, presentaba "Get lucky", su sexto y último disco en solitario, y la ocasión de contemplar en capilla al ex-líder de los "Dire Straits" aparcaba cualquier evento de la nocturnidad capitalina. Sale el guitarrista con dos cosas claras: la intimidad del lugar (que impulsa a él y a su banda a recorrer un temario de canciones "soft") y el compromiso con sus composiciones en solitario.

La improvisación sólo estalla en el arranque del repertorio. El "Happy birthday" a la guitarra, dedicado al batería Danny Cummings, se transforma en "Why aye man", "single" de "Ragpickers dream". Recuerda con dignidad Knopfler el imprescindible "Sailing to Philadelphia" con "What it is" y la canción que da título al disco. El personal, entregado desde el principio, nota por donde van los tiros. Se confirma que Knopfler no viene a agradar sino a ser él (con su desgarbo, su calva y su camisa atropellada), y esa honestidad se agradece una barbaridad en un mundo de rockeros de diseño. La sustitución de "Walk of life" o "Money por nothing" por "Why worry now" o "True love will never fade" reitera su declaración de intenciones: escoger las buenas canciones y no los "hits", una rutina irreplicable en grandes escenarios.

En el epílogo, "Get Lucky" y "Monteleone" componen el solitario testimonio del nuevo disco y "This is goodbye" y "Goin' Home", la inevitable despedida a la hora y cinco de "miniconcierto" (eviten “showcase”) cumplida. En su polimorfismo aplaude junto el público y reclama bises, mientras Knopfler aborda un coche, un avión y una cama caliente quizá en algún lugar de Escocia.

THE DAMNED UNITED

Director: Tom Hooper
Intérpretes: Michael Sheen, Timothy Spall, Colm Meanie
Web: http://www.sonyclassics.com/thedamnedunited/



¿Se puede filmar el fútbol? ¿Por qué nadie ha asimilado en la pantalla (con la emoción debida) los desvaríos herbáceos de jugadores tan diversos como Mágico González, George Best o Zinedine Zidane? "Film editing killed the football star", diría yo. Nada nuevo; eso ya lo había demostrado Carlos Marañon en su monumental y definitivo "Fútbol y cine. El balompié en la gran pantalla" (Ed. Ocho y medio): las triangulaciones, los pases, las tarjetas y los goles son menos triangulaciones, pases, tarjetas y goles tras pasar por la sala de montaje. Alejándose de otros géneros que simulan la experiencia personal previa, el cine deportivo jamás ha mimetizado la espontaneidad (y la honestidad) de un partido de fútbol. Más bien, nos ha ofrecido retratos vacuos de “a-futbolistas” (no se ha dado el caso de un actor que domine el gesto de un buen futbolista). En definitiva, lo que pasa en el campo queda en el campo. Fuera de sus límites es otra historia. "Evasión y victoria" y la huida de un campo de prisioneros nazi; "Un entrenador genial" y su gamberrismo con espinilleras; o "Las ibéricas F.C." y su bizarrismo "ejpañol", cuentan sus minutos por victorias.

Tom Hooper (realizador de la imprescindible "John Adams") lo comprende y en "The Damned United" llega a sustituir sus ratos de fútbol por (efectivas) sobreimpresiones del resultado en pantalla. A lo largo del metraje, el director londinense acierta con sus opciones formales: "flashbacks", elipsis, teatralizaciones... pero quien importa (sobre todo, a sí mismo) es Brian Clough, el fallecido entrenador británico, y las ramificaciones temporales de sus cuarenta y cuatro días como "manager" del Leeds. Aceptando sus licencias (ejemplo: apunta Luis M. Alonso que la derrota de su Derby County contra la Juve no se produjo unicamente por las lesiones); y su afición al maniqueísmo (hay claros demasiado claros, la reconciliación con su ayudante Taylor; y oscuros demasiado oscuros, su alcoholismo); "The Damned United" se ve con mucho agrado. Los galácticos Michael Sheen (Brian Clough), Colm Meanie (Don Revie), Timothy Spall (Peter Taylor) y Jim Broadbent (Sam Longson) podrían levantar casi cualquier película. Unos personajes correctos (sólo el papel de Brian Clough regala algún matiz gracias a ese humor "posh" británico y a sus enfrentamientos con el hermético Revie) son engrandecidos por interpretaciones que repudian la norma. Un mayor juego de ataque (se echa de menos que el metraje adopte el cinismo del propio Clough), un mayor embarramiento de las botas (sin entrar al campo, como mandan los cánones del fútbol filmado que desentraña Marañon) y "The Damned United" dejaría atrás su admirable corrección.

REC 2

Directores: Balagueró & Plaza
Intérpretes: Óscar Sánchez Zafra, Ariel Casas, Alejandro Casaseca.
Web: http://www.rec2lapelicula.com/



Literatura y videojuego, “reality” y casa del terror, “REC” agitó con energía las formas (no tanto el fondo) del horror contemporáneo. A partir de la cinta de Balagueró y Plaza, los sucedáneos no se hicieron esperar: bien superproducciones como “Monstruoso” de J.J. Adams o bien series “B” como “Paintball” de Daniel Benmayor. Con recursos similares (germinados, eso sí, en “El proyecto de la bruja de Blair”), estas películas no rozaban la habilidad de la pareja de directores catalanes para retratar el miedo acarreando una opción formal hasta el final (en este caso, las maneras de un reportaje de televisión local). Agotada hoy la capacidad de sorpresa de esos juegos de cámara subjetiva, igualar el listón de la primera parte parecía complicado.

Con el propósito de reciclarse, Balagueró y Plaza apuestan en su secuela por la multivisión, las disgresiones temporales y, muy importante, por la translocación de otro subgénero dentro de la trama. La ruptura de la pantalla y ese “flashback” a medio metraje son méritos exclusivos de unos cineastas inteligentes que comprenden que la réplica de esquemas reduciría su película a una anécdota. Habría que estudiar además cuántas secuelas desmienten con acierto las temáticas de sus antecesoras. Si los zombies y el contagio monopolizaban los argumentos del anterior, en este filme lo sobrenatural y las constantes referencias a “El exorcista” (Jonathan Mellor cuela de Karras) dan una segunda capa de barniz al metraje. Sin acercarse a los logros de su predecesora (como prueba su continuación, dependía en exceso de la novedad y del monopolio de Manuela Velasco), “REC 2” avanza gracias al tesón de dos cineastas que, en lugar de acomodarse, se plantean retos y descubren puertas donde creíamos que no existían.

viernes, 2 de octubre de 2009

DESTINO: WOODSTOCK

Director: Ang Lee
Intérpretes: Demetri Martin, Dan Fogler, Henry Goodman
Web: http://www.filminfocus.com/focusfeatures/film/taking_woodstock



El rodaje del documental clásico (inexcusable honor) "Woodstock" de Michael Wadleigh enlistó a sus creadores en una aventura insólita. Agrupados en varios equipos, los cineastas (con ellos, un joven Martin Scorsese) recorrieron la enorme y megapoblada extensión de la granja de Max Yasgur cerca de Woodstock (Nueva York) para grabar los azares, las músicas y los hábitos que incendiaron durante tres días (16, 17 y 18 de Agosto de 1969) el clímax del movimiento "hippie".

En el fondo (los que la hayan visto, lo saben), Richie Havens, Joan Baez, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Creedence Clearwater Revival, The Who, Jefferson Airplane, Joe Cocker, The Band o Crosby, Stills & Nash, fueron condición necesaria pero no suficiente. Había que registrar (en esencia, "Woodstock" es un filme de un antropólogo extraordinariamente cualificado) la microhistoria de una generación de muchachos estadounidenses que reventaron el concepto de "juventud". Y se adivina que el director está abrumado por aquello que le rodea: no contento con un minutaje monumental (el montaje de 1970 dura tres horas), Wadleigh recoge de Richard Fleischer el recurso de la "pantalla partida" porque considera que un momento de esa magnitud no cabe en un solo objetivo. No les revelo nada: compren la última edición en DVD y compruébenlo.

Del encargo de Ang Lee (cómo se nota), lo que (casi exclusivamente) huele a Wadleigh y a sus hippies es el homenaje (dividiendo pantalla de nuevo) a los fotogramas del documental. El resto se desvía bastante del necesario (e inédito) análisis fílmico serio (con los mecanismos de una ficción, claro) de esos "tres días de amor, paz y música". En cambio, busca Ang Lee (o Universal) una comedia amable sobre uno de los organizadores, Elliot Tiber (un soso Demetri Martin), y sus quehaceres en el agitado campo base del festival. Suenan de fondo las actuaciones (suenan de fondo y, remarca Ang Lee, son el fondo) y decoran un vodevil alrededor de varios personajes tipo (unos actores de “performance”, un “hippie” a lo Roger Daltrey). En varios grados (Imelda Staunton, habitual en ella, roba el metraje), ninguno de los secundarios acaba por completarse y esto deriva en una serie inconexa de escenas que restan emoción al conjunto. Aparte de algunos instantes puntuales (ese viaje lisérgico que transforma marea humana en marea), resucita al filme justo lo que Ang Lee obvia: dos canciones ("Can't find my way home" de Blind Faith y "Freedom" de Richie Havens) y, emergiendo de la basura “post-festival”, el cóctel molotov de paz, “hardcore”, amor y violencia bautizado por los Rolling Stones como "Altamont Speedway Free Festival".