sábado, 27 de diciembre de 2008

THE SPIRIT

Director: Frank Miller
Intérpretes: Gabriel Macht, Eva Mendes, Samuel L. Jackson
Web: http://www.sonypicturesreleasing.es/sites/thespirit/



Hasta “The spirit”, las adaptaciones cinematográficas de la obra de Frank Miller han avanzado en paralelo a su creador. Por mucho que hayan recibido su bendición (“300”), por mucho que haya colaborado en ellas (“Sin city”), al espectador le quedaba la duda de hasta qué punto el propio Miller influía en la visión fílmica de su obra o si, por contra, eran los “adaptadores-homenajeadores” (Rodríguez, Snyder) los encargados de acercar sus películas al estilo de los “comic-books”. Definitivamente, vista “The spirit”, deberíamos pedir al cineasta que institucionalizase en un documento (como Von Trier con su “Dogma”) una opción formal “Miller” que combine todos los elementos en juego: la “voz en off”, la colorización del fotograma, los juegos de sombras, la creación 3D o la post-producción digital. Con esta guía, podría titularse “Frank Miller para torpes”, haría un favor inmenso a los siguientes directores que aborden su literatura.

Eso sí, tengan cuidado los que vengan detrás. Aquello que podía fascinar en “Sin city”, aquí comienza a notar un desgaste pútrido. Robert Rodriguez, cineasta de claroscuros, entendía perfectamente que para sostener una hora y media de cine se necesita algo más que una opción formal. Por eso, enganchó tres historias, tres cortometrajes y ensambló una película irregular que, probablemente, envejezca bastante mal. Este es el problema de “The spirit”: su envoltorio posee mayor entidad que lo que guarda dentro. Recuerda uno, mientras soporta a Gabriel Macht en la piel de superhéroe vacuo (y pedante), a ese filme fallido titulado “Sky captain y el mundo de mañana”. Poco tiene que tramar Miller (ni siquiera la tradición de Will Eisner le vale) y dedica su tiempo a reiterar esbozos de personajes (Johansson o Vega rozan el ridículo), a plantar chistes malos (los clones idiotas) o a engalanar un guión mediocre. Desde mi posición de pobre columnista de página par, cabrea reprochar a un contador de historias, a un tipo con talento, que no haga su trabajo. ¿Por qué, en lugar de imponer decálogos visuales, Miller no se dedica a narrar? Quizá sea menos lustroso pero, se lo aseguramos, es muchísimo más emocionante.

domingo, 21 de diciembre de 2008

COMO EN CASA EN NINGÚN SITIO

Director: Seth Gordon
Intépretes: Vince Vaughn, Reese Witherspoon, Robert Duvall
Web: http://www.fourchristmases.com/

El subgénero de las comedias navideñas se ha mimetizado de tal forma con la época del año retratada que la temática fílmica ha adquirido la principal característica de las vacaciones invernales: ser capaz de lo mejor y de lo peor. En Navidad, tan rápido podemos encontrar a un niño feliz abriendo un regalo como a la plasta de la mujer de tu primo dando la barrila durante Nochebuena. En las comedias navideñas, tan rápido podemos encontrar subproductos blandengues como “Elf”, “El grinch” o “Un padre en apuros”, como sátiras hirientes del estilo de “¡S.O.S! Ya es Navidad”, “Pesadilla antes de Navidad” o “Bad Santa”. La nueva película de Seth Gordon, obligada visión de su anterior “The king of kong”, se decanta por el lado sensiblero.

A priori, la idea de obligar a una pareja (Witherspoon y Vaughn) a sufrir a sus cuatro familias (padre, madre, padre, madre… menudo suplicio) de una sola tacada, tiene la suficiente mala baba e interés. En cambio, en lugar de diseccionar con sus “gags” de medio pelo a ese ente de contradicciones y traumas llamado “familia”, los creadores de “Como en casa en ningún sitio” deciden realizar un canto al núcleo familiar. De esta manera, el discurso final de Jon Voight proponiendo a la familia (a la suya, claro) como solución para todos los males, chirría demasiado frente a la supuesta ligereza anterior. Quizá sean esas intenciones soterradas las empujen a este filme de lo malo a lo peor.

sábado, 13 de diciembre de 2008

MY BLUEBERRY NIGHTS

Director: Wong Kar Wai
Intérpretes: Norah Jones, Jude Law, Natalie Portman
Web: http://www.myblueberrynights.es/

Sabe Wong Kar Wai que, una vez escrito epitafio al amor, sólo permanecen los objetos. Elizabeth (Norah Jones) aparece una noche en el bar de Jeremy (Jude Law) y descubre que de su última relación únicamente quedan las llaves de un apartamento vacío. Sobre la barra, un bote de cristal guarda otras llaves olvidadas, otras historias caducas, otros amantes que nunca van a volverse a ver. Así arranca “My blueberry nights”, una película que ha tardado dos años en estrenarse en España. Menos, justo doce meses, dura el viaje que emprende Elizabeth a través de las carreteras de Estados Unidos para enterrar sus recuerdos.

Con la inusitada calidez de la fotografía de Darius Khondi (incluso los azules queman), con la música de Ry Cooder (de nuevo, “Paris, Texas”), el realizador chino estructura su película en una serie de episodios que sobrepasan a cómo Elizabeth “re-conduce” su vida. Robert Johnson, mítico “bluesman” de los años veinte, escribió en “Crossroads blues” las siguientes líneas: “Fui al cruce de carreteras e intenté que alguien me llevase/ Nadie me conocía, todo el mundo pasaba de largo”. El demoníaco Johnson entendía, había sufrido sus golpes, dolía en su carne de esclavo, la esencia de Norteamérica. Asimismo, el artífice de “My blueberry nights” (y de “In the mood for love” y de “Happy together” y de…) disuelve el habitual discurrir estadounidense de carreteras secundarias en su paleta de barroquismo oriental. Amores violentos a los que no sobrevive ni la memoria, jugadoras adictas a perder mucho muchas ocasiones… un mosaico de personajes, abordados por un reparto solidísimo (Strathairn, Law, Weisz, Portman), circundan el viaje de Elizabeth cual fotografías de Robert Frank y revelan el espíritu fronterizo, polvoriento de Estados Unidos.

Parece mentira que Norah Jones, una debutante, soporte el peso de “My blueberry nights” con semejante esplendor. Como el protagonista de una novela “beat”, Jones asiste fascinada (¡qué guapa, qué talento!) a existencias que atrapa en sus cartas. Tras su larga travesía vital, Elizabeth cierra el metraje con una de las escenas más dulces (en el mejor sentido) del último cine norteamericano. Apagados los títulos de crédito, faltaría reprocharnos que este filme no se haya estrenado antes.

sábado, 6 de diciembre de 2008

BOLT

Director: Williams & Howard
Web: http://disney.go.com/disneypictures/bolt/

La sombra de John Lasseter es alargada. El creador que colocó a Pixar en cabeza de las “majors” de animación con “Toy Story”, “Bichos” o “Cars”, estrena en Disney una nueva película para las navidades, “Bolt”. Salvo el habitual cortometraje previo (por ejemplo, la reciente “Wall-E” venía acompañada de “Presto”), todo en la nueva película de Lasseter recuerda a sus anteriores trabajos en Pixar. Esto, revisando el histórico, florece como un mérito. Al igual que Buzz Lightyear en “Toy story”, el can Bolt se siente otro, un “súpersabueso” con poderes extraordinarios, cuando en realidad no pasa de pobre perrucho. Su ilusión está hábilmente construida por una cadena de televisión que necesita la mejor de las actuaciones: aquella en la que el protagonista crea realmente que es el personaje interpretado. Pensando que “verdaderamente” han secuestrado a su amiga Penny, Bolt comienza un viaje hacia el exterior del estudio que transforma al filme de Williams & Howard en una “road-toon movie”.

El “Barking at the moon” de Jenny Lewis que acompasa el discurrir de “Bolt” podría resumir el carácter de la cinta. Con tempo “country”, la carretera que recorre el perro funciona de dos maneras: una, derruyendo su antiguo personaje (magnifica desmitificación del “súperladrido”) y la otra, construyendo uno nuevo. Al mismo tiempo que Bolt choca con la realidad (a ratos, el metraje se asemeja a la esencial “El show de Truman”), Lasseter vuelve a ofrecer un rosario de secundarios inolvidables: un hamster espídico (gran primer paso fuera de su bola), una minina racionalista o unas palomas internacionales.

A pesar de bordear el habitual sentimentalismo de producción Disney, a pesar de ciertos esquemas reconocibles, “Bolt” reitera la colosal artesanía de Lasseter (& Williams & Howard). En un mundo donde los Lean, De Mille o Griffith han desaparecido, parece que únicamente la manufactura digital, miles y miles de diseñadores detrás, conserva la monumentalidad del cine. Mientras hordas de coches maléficos atacan a Bolt, uno se siente como al descubrir que Charlton Heston era capaz de seccionar el Mar Rojo.

CREPÚSCULO

Director: Catharine Hardwicke
Intérpretes: Kristen Stewart, Robert Pattinson, Taylor Lautner
Web: http://www.crepusculo-lapelicula.es/

En nuestro querido siglo XXI, casi todos los productos cinematográficos son susceptibles de “juvenilizarse”. Extraño término para una táctica barata mediante la cual las distribuidoras alcanzan un público joven que piensa (ingenuos) que se le está tratando como adulto. La épica se pasa por el “turmix” y sale “Harry Potter”; los musicales se ablandan y tenemos “High School Musical”; las películas de vampiros se coagulan y se titula “Crepúsculo”.

Bella (Kristen Stewart) acaba de instalarse con su padre en un pueblecito del medio oeste norteamericano. En su primer día de instituto, conoce a Edward (Robert Pattinson), un vampiro “súperatractivoquetecagas” que no bebe sangre humana, claro. Con estos mimbres, sabemos ya el resultado final. Muy alejada de “teen movies” ochenteras como “Jóvenes vampiros”, “Crepúsculo” no vale ni como anécdota. Pero no son su realización plana, sus actores guapetes o su guión lo que más aburre. Su principal punto de asqueo es la pose “quinceañerogoticoatormentada” que, cual flema verde, supura el metraje. Esa postura detrítica y no tanto su mínimo interés artístico, constituye el principal motivo para aborrecer este tipo de filmes.

viernes, 5 de diciembre de 2008

DE PERSONAJE FICTICIO EN "MI VIDA INSUSTANCIAL"

Habitar el blog de Ángel Ramos como un personaje de ficción (¿o no?) es un honor.

Ángel tiene a Baroja, a Berlanga y a Ferlosio dentro.

Aquí, en nuestro paseo inventado (¿o no?) por una Ciudad de la Imagen desértica, se demuestra:
http://mividainsustancial.blogspot.com/2008/12/memorias-de-madrid.html

Lean el blog de Ángel. Se harán un favor.

sábado, 22 de noviembre de 2008

APPALOOSA

Director: Ed Harris
Intérpretes: Ed Harris, Viggo Mortensen, Renee Zellweger
Web: http://www.welcometoappaloosa.com/

“Appaloosa” despierta a sus campos tejanos con violencia frontal, sudorosa, súbita. Randall Bragg (Jeremy Irons) comete el crimen de la película, un “macguffin” hábilmente situado en el prólogo, y esos tres disparos mortales desembocan en la aparición de los dos personajes principales, Virgil Cole (Ed Harris) y Everett Hitch (Viggo Mortensen). En el “western” la muerte nunca viene sola, luego en la cinta de Ed Harris tampoco. Esta extraña pareja (casi) filial, toma las riendas de la aldea polvorienta con el objetivo de desafiar las invasiones bárbaras de Bragg.

Basado en una novela de Robert B. Parker, el filme de Harris conoce lo que quiere y cómo lo quiere: una historia a la antigua usanza (imposible olvidar a Peckinpah en muchas escenas) con referencias más recientes (“Sin perdón”, “El asesinato de Jesse James”). A favor de Harris hay que decir lo mismo que en su debut, la notable “Pollock”, el bueno de Ed sabe rodar y rodearse de un plantel de actores extraordinarios: Mortensen, de nuevo impecable; Zellweger, Irons, Spall, Henriksen… pero, a excepción de su compañero, todos los secundarios tienen alguna tacha. Bien sea por motivos de “casting”, Jeremy Irons no termina de funcionar como lugarteniente tejano; bien sea por motivos de guión, con la mujer interpretada por Zellweger jamás comprendemos si nos hallamos ante una “femme fatale” o una idiota; o bien sea por motivos de montaje, lo circundante a los dos caracteres centrales cojea.

Aún siendo fría en su exterior, el corazón de la película palpita intacto. Los dos mercenarios que interpretan Harris & Mortensen sostienen y justifican “Appaloosa”. A medida que transcurren los años la cara de Ed Harris se ha convertido en un lugar rocoso donde la esperanza sólo anida en sus ojos azules. Por tanto, nadie mejor en el papel de un hombre acabado que compra futuro a cualquier precio. El esplendido Mortensen acarrea consigo quién es su amigo: demasiadas noches juntos al lado de la hoguera, demasiados muertos detrás. Apartando sus irregularidades y sus violentos aciertos, de “Appaloosa” permanece su retrato crepuscular de la amistad, ese lazo que empuja a sacrificar horizontes para que otros continúen caminando.

EL GRECO

Director: Iannis Smaragdis
Intérpretes: Nick Ashdon, Juan Diego Botto, Laia Marull
Web: http://www.elgrecothemovie.com/

Con el mismo fragor nacional con el que Garci atacó su ¿visión o misión? de los episodios de “Sangre de Mayo”, el griego Yannis Smaragdis nos propone una visita a la vida de Domenikos Theotokopoulos, “El Greco”. Frente a la norteamericana “El Greco” (1960) o la española “El caballero de la mano en el pecho” (1973), ambas centradas en desarrollar una biografía, esta superproducción europea (hay pasta hispana, griega, inglesa...) trata de diseccionar la tormentosa relación entre el pintor (Nick Ashdon) y Fernando Niño De Guevara (Juan Diego Botto), Inquisidor General y miembro del Consejo Real de Felipe II. Lo primero que llama la atención del filme es la dirección artística de Zarifis y Puig. Se nota que hay mucho dinero por medio y Smaragdis lo administra con habilidad. Esos escenarios inmensos de la catedral de Toledo, las túnicas de los inquisidores revoloteando, el estudio de “El Greco” con el trasunto de pintar a su amada, los puertos cretenses del arranque... poseen la suficiente entidad como para que la historia se entreteja en sus hechuras.

Desgraciadamente, al final ocurre lo que suele pasar con estas superproducciones europeas. Únicamente las televisiones viven de ellas (“Moisés”, “Pobre niña rica”) como esbozos de aquello que llamamos cine. Ni la pasión entre el pintor y su moza, ni el odio “homosexualoide” entre el artista y el inquisidor (un sobreactuado Botto) son sostenidos por un texto y una dirección dignos. Además Nick Ashdon, preocupado por gritar y poner caras, no alcanza a proporcionar brío a su personaje salvo cuando el director utiliza algún golpe de efecto (léase los títulos de crédito). Viendo “El Greco” uno siente que no basta con pasta, sino que es necesario atesorar el mismo don que el gran Domenikos Theotokopoulos: talento.

domingo, 16 de noviembre de 2008

EL ÚLTIMO VOTO

Director: Joshua Michael Stern
Intérpretes: Kevin Costner, Kelsey Grammer, Dennis Hopper
Web: http://www.widepictures.es/elultimovoto/

De vez en cuando, uno piensa que Kevin Costner no tiene todo el respeto que se merece. Hagan cuentas. El actor norteamericano interpretó, sobriamente, dignamente, papeles protagonistas en filmes muy estimables: “Los intocables de Elliot Ness”, ese De Palma subvalorado; “JFK”, una de las mejores películas del plasta Stone; “Robin Hood”, cinta de aventuras entretenida; y “Un mundo perfecto”, su cumbre en el rol de un fugitivo sin futuro. Además, se atrevió a producir guiones arriesgados que el tiempo ha conservado bastante bien: “Bailando con lobos”, un épico a la vieja usanza; y “Waterworld”, masacrada por sus nimios resultados en taquilla, merecedora de un segundo visionado.

De vez en cuando, uno piensa que Kevin Costner tiene todo lo que se merece. Hagan cuentas. El actor norteamericano interpretó, aburridamente, fláccidamente, papeles protagonistas en filmes muy dudosos: “El guardaespaldas”, un “hit” noventero que hoy produce vergüenza ajena (gracias, Whitney); “Mensaje en una botella”, bodrio impresentable de “amorinos”; y “Dragonfly”, tontería parapsicológica que no merece ni un comentario. Además, se atrevió a dirigir proyectos lamentables que el tiempo ha colocado en su sitio: “El cartero del futuro”, ciencia-ficción extremadamente irregular; y “Open range”, quizá el “western” más desaprovechado de los últimos años.

Aunque, recapacitando, Costner nos deja con su carrera en el mismo lugar que con su nuevo estreno, “El último voto”: en la media. La oportunidad divina de que un pobre estadounidense medio (Costner) decida con su voto al próximo presidente constituye el principal argumento de la película. Desde Frank Capra a Michael Moore, Joshua Michael Stern se posiciona en un punto intermedio. Por eso, su “último voto” es tan correcto que, aún aceptando su valía, aún ocupando un rato con ella, se diluye a la salida del cine. Clavadita a la carrera de Costner.

UNA NOVIA PARA DOS

Director: Howard Deutch
Intérpretes: Dane Cook, Kate Hudson, Jason Biggs
Web: http://www.mybestfriendsgirlmovie.com/

Una comedia romántica mutante, eso es “Una novia para dos”. De la cópula de “De boda en boda” u otra gamberrada y “Cómo perder a un chico en 10 días” u otra romanticada, germina la nueva película de Howard Deutch. Este director, el máximo responsable de la perturbada “Mano a mano con papá”, nos propone la afortunada idea de un tipejo (Dane Cook) que cobra a novios abandonados para que sus mozas vuelvan con ellos. ¿Cómo lo consigue? En el prólogo de la película se expone perfectamente: sometiendo a las chiquillas a la peor cita “post-novio” de su vida. Putadas escatológicas varias, malos modos, sustos automovilísticos... el arranque posee la (personal e intransferible) gracia de admirar el sabotaje de una primera cita a propósito. Pero, casi como un movimiento de marketing que complazca al espectador y a la espectadora, al niño y a la niña, el guión pasa a contar el uso de los servicios del protagonista por parte un amiguete (Jason Biggs) con la intención de conquistar a una chica salada (Kate Hudson). Obviamente, en lugar de masacrarla, el miserable protagonista se enamora. Uy, qué emotivo. Nada puede más que el amor, amigos. Desde ese momento, los equívocos (¿qué pinta ahí Alec Baldwin?), las gracietas clónicas de Biggs y, sobre todo, el careto de Kate Hudson (¿o Goldie Hawn de joven?) nos conducen a la peor calaña de comedias románticas: aquellas que, al contrario que “Nothing Hill” o “Corredor de fondo”, no se presentan como tal.

SAW V

Director: David Hackl
Intérpretes: Tobin Bell, Julie Benz, Costas Mandilor
Web: http://www.saw5.com/

¿No se están pasando? ¿No creen que la saga “Saw” ha ido demasiado lejos? En una suerte de “flashback”, les recordamos lo que escribíamos sobre la cuarta parte en LA NUEVA ESPAÑA: “En la primera, unos policías aparecían acorralados en el juego de un asesino. En la segunda, el asesino echaba novia. En la tercera, el asesino y su novia morían. Inicio, desarrollo y desenlace. Vale. Tendrían que haber enterrado al cuerpo de “Saw” ahí. Pero no”. Pues vaya que no. Ayer se estrenó en nuestro país la quinta y aquellos que ya la hemos sufrido esperábamos que no se alargase más. En serio, a ratos a los espectadores de “Saw V” podrían habernos cambiado por unos prisioneros de un juego fratricida. De la misma forma que en “Saw IV”, la nueva entrega se basa en el policía con el que terminaba la anterior: en este caso, el agente Strahm. Él será el encargado de revelar los planes de “Jigsaw” mientras una serie de extraños permanecen en un cuarto oscuro con collarines mortales. Siguiendo el libro de estilo del resto de esta interminable saga, las dos historias paralelas finalizan en un escenario abierto, justo en el envoltorio perfecto de una, ¡¡otra!!, puñetera continuación.

lunes, 10 de noviembre de 2008

NO VEAMOS LA ENTREVISTA A MUÑOZ EN TELECINCO

Nos adherimos a la causa de Antonio Rico.
http://www.antoniorico.es/2008/11/yes-we-can.html

viernes, 7 de noviembre de 2008

¿PARA CUÁNDO UN “LEHENDAKARI” NEGRO?

Si el cine y la serie “24” han conseguido colocar a Obama en la presidencia de USA, ¿por qué “Airbag” no puede hacer lo mismo con un “Lehendakari” negro?

¿Quién ha ayudado más a Obama? ¿El pueblo norteamericano? ¿La crisis económica? ¿El último mandato de George W. Bush? ¿La elección republicana de Sarah Palin como vicepresidenta? No, señores. Se trata de “24”, esa serie de la FOX en la que el agente Jack Bauer (Kiefer Sutherland) salva el mundo occidental cualquier día, a cualquier hora y las veces que lo necesite. En un trabajo de esa calaña, uno no suele estar solo. Sin el apoyo del presidente de los USA, el “afroamericano” David Palmer, Bauer pintaría muy poco. El demócrata que interpreta Dennis Haysbert se presenta ante el americano medio como un ser humano honesto, digno y firme frente a los dubitativos (y traicioneros) asesores caucásicos que le rodean. A lo largo de seis temporadas, encabezando audiencias y rompiendo fronteras (en España, la estrenó Antena 3), “24” refuerza la figura de un líder negro (lejano de Mandela) en el que incluso los habitantes de Kansas podrían confiar.

Pero David Palmer no fue el primero. Sammy Davis Jr. guarda ese honor en el corto musical de 1933 titulado “Rufus Jones for president” y dirigido por Roy Mack (disponible en youtube.com). A sus ocho años, Davis Jr. debutó con la historia de un niño pobre al que su madre imagina en la presidencia de los EEUU mientras le acuna. Irrelevante en lo fílmico e inocua en lo político (exclusivamente pone en pantalla las expectativas de una madre), “Rufus Jones for president” se conserva por su interés sociológico. El espectador norteamericano buscaba evadirse de la Depresión y el Séptimo Arte le ofrecía lo que quería: canciones, bailes y finales felices. Además, una rareza musical: contiene la primera canción de Sammy Davis Jr. en cine, "You Rascal You (I'll Be Glad When You're Dead)".

Pasarían treinta y nueve años para que un “hermano” alcanzase la Casa Blanca de cartón piedra a edad de merecer. “The Man” (1972) de Joseph Sargent, se considera el inicio de la saga de presidentes negros de EEUU en el cine: Douglas Dillman (James Earl Jones), líder del Senado, ocupa ese puesto porque los dos máximos dirigentes del país han sido asesinados. En plenos setenta, los guionistas utilizaron esta sátira con el objetivo de reflejar la dificultad de que un hecho así ocurriese. A partir de entonces, caminando junto al fin de la segregación racial, empiezan a germinar los “black presidents”. Unos, salvándonos del horror apocalíptico: Morgan Freeman en el papel de Tom Beck en la “disaster movie” “Deep impact” (1998). Otros, imitando a Capra a bandazos: Chris Rock en “De incompetente a presidente” (2003). Pocos, a lo bizarro: Little Richard de mandamás “reinona” en “El pepinillo” (1993). La mayor parte, lógicamente, en ciencia ficción: el presidente Lindbergh de “El quinto elemento” (1997) o el gobernante-“wrestler” de “Idiocracia” (2004).

Hoy, los españoles podemos reclamar el cambio y que los dirigentes negros nacionales abandonen la comedia. Por eso, ya que el primer paso está dado (del cine surgió “24” y, de ella, Obama), lo justo seria que en España sucediese lo mismo. ¿En qué año se estrenará la serie que, inspirada en “Airbag” (1997), allane el camino a un “Lehendakari” negro?

domingo, 2 de noviembre de 2008

ENTREVISTA CON GIUSEPPE TORNATORE

“LOS SICILIANOS NO NOS FIAMOS DE LA FORTUNA”

Madrid, Eduardo GALÁN
El hotel “Palace” madrileño supura puertas. Uno atraviesa la primera y se encuentra de bruces con siete recepcionistas dispuestos a enviarle a otras tantas. La falta de costumbre, la falta de clase alta, impide respuestas concisas y peticiones contundentes. “Estooo… Tornatore… entrevista”. “Por allí”, replican. Ascensor. Más puertas. Una y media de la tarde. Puerta de la habitación. Giuseppe Tornatore, traje blanco impecable, aguarda las preguntas con una sonrisa y cierto agotamiento. La primera no se disipa durante la entrevista; el segundo desaparece mágicamente cuando arrancamos a hablar.

Después del costumbrismo de “Malena” (2000), ¿a qué se debe esta vuelta al cine de suspense con “La desconocida”?
Creo que éste ha sido otro de los muchos cambios que se han producido en mi carrera. Ya había rozado el género en otra ocasión, en “Una pura formalidad”, que es una película un poco extraña. Cuando puedo, me gusta moverme de género porque me divierte mucho, me renueva, me hace sentirme como un debutante. Cuando cambias de género es como si volvieses a nacer.

Como escritor, ¿cuándo nace el personaje de Irena, la protagonista?
Este personaje nace lentamente desde 1987. Una de las tantas ideas que llevo encima y que cada cierto tiempo vuelvo a trabajar sobre ellas. A lo largo de estos años, algunas historias llegan a buen puerto y otras se abandonan. Irena me gustaba cada vez más, un día hablé con mi productor y él confió rápidamente en la película. Como ve, este es un filme que ha llevado mucha sedimentación.

¿Cómo llegó a la elección de la actriz principal, la desconocida Kseniya Rappoport?
El casting fue muy difícil. Quería una actriz anónima que pudiese sostener un personaje de este alcance, ya que la película se basa en ella. Hice muchísimos casting en los países del Este y Rusia. La protagonista fue una de las personas que se presentaron en la capital rusa. Me encantó por varias cosas: era una actriz de teatro curtida, edad justa, no la conocíamos y había sido madre hace poco. Para mí, eso tenía mucha importancia. Necesitaba a una actriz que conociese la maternidad.

Tras ver “La desconocida”, además de “Una pura formalidad”, por ahí pasan “Vertigo”, Polanski y “Repulsión”… ¿estos referentes se producen de forma consciente o los descubre a posteriori?
Cuando en un filme hay alguien que roba una llave… (ríe)… no tienes que hacer nada más: ¡es Hitchcock! O no la ruedas o te jorobas. Hay elementos en el cine que forman parte ya del código cinematográfico. Si yo coloco un payaso en primer plano, me llamo Fellini. Si coloco esa llave escondida, toca Hitchcock. ¿Qué hago? ¿Dejo de rodar payasos o llaves? Aún así, es cierto que en “La desconocida” hay situaciones que remiten al cine del maestro inglés. Cuando Irena trastea en un armario, descubre la caja fuerte y vemos cómo la señora se acerca inconsciente por el pasillo hacia ella, eso es una situación hitchcockiana. La hemos visto mil veces pero eso no impide esa sensación asfixiante que todos conocemos.

Al igual que dice que al contemplar una película con una llave robada, descubrimos a Hitchcock detrás; al ver su cine, pensamos en Morricone, ¿cómo fue la relación en este filme?
(Ríe) Entusiasta. En cierta manera, habíamos construido una partitura con una función diferente a lo que habíamos hecho antes. Se trataba de recuperar una sonoridad particular; hablamos mucho de algunos músicos, especialmente de Bartok, para alcanzar una determinada sonoridad. El objetivo: alcanzar la estructura de la música. Quería que mi filme tuviese una música tonal; mientras que cuando se hace este tipo de películas, los músicos piden una composición abstracta, atonal. Yo quería meterme dentro del metraje, de los personajes y estaba empeñado en que la música fuera tonal. Necesitaba que conquistase al público, pero que éste no fuese capaz de poseerla. Resumiendo; una música huidiza.
Buscaba una banda sonora donde no se repitiesen los temas. De hecho, en “La desconocida”, los dos temas principales se repiten una vez cada uno. Hicimos lo contrario a lo que se hace normalmente (pocos temas, reconocibles y utilizados en el momento justo). Nosotros usamos muchos temas diferentes muchas veces a destiempo. Intentamos, en definitiva, despistar al espectador.

Junto a su carácter de suspense, “La desconocida” posee una vertiente de película social. En la sociedad actual, ¿puede funcionar el cine como instrumento de denuncia?
El cine nunca ha dejado, especialmente el europeo, de escarbar en la realidad. Creo que los filmes de denuncia son obligados. Lo que no me creo tanto es que este cine deba repetir las fórmulas de denuncia de los años sesenta. En esa década, la televisión no hablaba de algunos temas. En Italia, no se podía pronunciar la palabra “mafia” en un programa. Entonces, el cine mostraba lo que la televisión no se atrevía a contar. Hoy, ocurre lo contrario.
Cuando se produce una noticia, la televisión dice todo lo que se puede decir. Muestra todo lo que se puede enseñar: lo verdadero, lo falso… el hecho “noticiado” se vende como hecho “consumado”. Por contra, el cine de denuncia actual no debe ser un cine periodístico, de crónica. Su misión consiste en distinguirse mediante la reapropiación de los valores propios del arte: narrar historias, crear personajes, suscitar emociones. Así, el cine de denuncia debería tratar de emocionar y, a la vez, informar. Emocionar y empujar al espectador a formar juicios sobre la realidad menos superficiales que aquéllos que se le proponen desde la televisión.
La televisión nos bombardea de noticias efímeras que desaparecen al día siguiente y que hacen creer al público que ya han hecho todo lo que tenía que hacer. Mi cine trata de ofrecer otras perspectivas, de crear unas películas no “de denuncia”, sino historias de nuestro tiempo que fuercen al espectador a formar una reflexión más consistente que “Han arrestado a diez prostitutas”… y cambio de canal.

“El hombre de las estrellas”, una magnífica película suya, profetiza un fenómeno muy interesante: personas que quieren ser engañadas con tal de ser famosas. ¿Cómo le atacó a usted la fama cuando llegó el Oscar por “Cinema Paradiso”?
No fue algo traumático. Es un sufrimiento si te lo tomas muy en serio, si piensas que de ahí en adelante va a ser todo así, entonces sí es un trauma. Pero yo soy siciliano. Los sicilianos no nos fiamos de la fortuna ni de la felicidad. Cuando ocurre una cosa buenísima nos la tomamos como es y nada más. Disfrutamos, estamos contentos, satisfechos… y luego volvemos a vivir como antes.

Alguien pica en la puerta y nos avisa del final de la entrevista. Nos intercambiamos con otros periodistas, dispuestos como nosotros a preguntar lo preguntado. Tornatore tiende la mano educadamente. Fotos. Puerta de salida.

sábado, 1 de noviembre de 2008

RETORNO A BRIDESHEAD

Director: Julien Jarrold
Intérpretes: Emma Thompson, Michael Gambon, Matthew Goode
Web: http://bridesheadrevisited-themovie.com/

Desertan los logos, clarea “Retorno a Brideshead”, ya el espectador toma conciencia del tono que Julien Jarrold quiere proporcionar a su trabajo. Atrapando las suntuosas (muy “british”) producciones de Merchant & Ivory (“Regreso a Howard’s End”) o Joe Wright (“Expiación”), el realizador inglés maneja los mecanismos exactos para remarcar la esencia literaria de su adaptación cinematográfica: los “travelling” y la dirección artística acompañan a Charles Ryder (Matthew Goode) por los recodos académicos, las fiestas homosexuales y el brillo veraniego de un Oxford juvenil; la fotografía ilumina los cielos de Brideshead, su clase alta, su decadencia; un texto obsesivamente fiel con Evelyn Waugh otorga el léxico necesario al dilema moral del protagonista; un reparto sólido (aún en apariciones fugaces como Michael Gambon) envalentona algunos tramos del desarrollo.

Por tanto, ¿por qué este “Retorno a Brideshead” de ingredientes milimetrados nos congela en las butacas? Probablemente el empeño (“snob”, admitámoslo) en ensalzar su condición literaria sobre cualquier otro propósito provoca que Jarrold se olvide del “tempo” y la emoción cinematográfica. Como hemos dicho, nadie podría negarle a al director inglés su habilidad en el manejo de los elementos formales de este cine (también lo demostró en “Conociendo a Jane Austen”); lo equivocado es que estos recursos no buscan una buena película, sino un buen envoltorio. Paradójicamente, su guión (la verdadera literatura del metraje) tampoco ayuda a revivir “Retorno a Brideshead”. Más ocupado en facturar una selección de pasajes estanco que un texto consistente y consecuente, ni el epílogo pío nos libra del invierno. Entonces añoramos a Clarín frente a tanta santidad gélida; entonces añoramos esos labios calientes, apocalípticos, que despertaban a Ana Ozores del cadavérico mármol de la catedral ovetense.

HERMANOS POR PELOTAS

Director: Adam McKay
Intérpretes: Will Ferrell, John C. Reilly, Mary Steenburgen
Web: http://www.sonypictures.com/movies/stepbrothers/

Este mes se cumplen diez años del estreno de “Movida en el Roxbury”, una de las visiones imprescindibles sobre el bailoteo discotequero de los noventa: los hermanos Butabi (Will Ferrell y Chris Kattan) recorrían la escena “techno” de California al ritmo de “jits” como “What is love” de Haddaway o “Beautiful life” de “Ace of base”. Aparte de su aproximación bizarra a la naturaleza noventera, la cinta de John Fortenberry exponía a la luz pública a unos seres desconocidos: los treintañeros adolescentes. Eso eran los hermanos Butabi; en lo físico, adultos; en lo psicológico, unos chavales salidos. Ferrell, probable promotor de “Hermanos por pelotas”, recoge esta nueva concepción de la “in-madurez” y la traslada a una generación de cuarentañeros que siguen atascados en la juventud, en la cultura “freak” y en los sueldos de sus padres.

Junto a C. Reilly (creador de la injustamente machacada “Dewey Cox”), Ferrel escarba la psique de estos dos postpúberes a iguales dosis de acierto y de gamberrismo: sus relaciones paternofiliales (gran Richard Jenkins con su obsesión naval), su hábitat urbano (ese “bullying” inverso), sus aficiones (¡viva la careta de Chewbacca!)...
Aunque al avanzar se atranque con “gags” repetitivos, el último tramo del metraje recobra el interés. Andrea Boccelli y Will Ferrell mediante, la divertida constatación de que estos personajes no pertenecen a este mundo y, a la vez, de que no podrían existir en ningún otro, justifica a “Hermanos por pelotas”.

LOS NIÑOS DE HUANG SHI

Director: Roger Spottiswoode
Intérpretes: Jonathan Rhys Meyes, Radha Mitchell, Chow Yun Fat
Web: http://www.deaplaneta.com/sites/huang-shi/

Lo mejor que se puede decir de la carrera de Roger Spottiswoode es que (casi seguramente) no será recordada. Ed Wood o Uwe Boll permanecerán en los libros gracias a sus intentos por colocarse en el fondo del escalafón cinematográfico. Orson Welles o John Ford vivirán siempre en las mejores páginas de la historia del celuloide. Pues bueno, Spottiswoode no conseguirá ni lo uno ni lo otro. Revisando su carrera en la bendita IMDB, únicamente la digna “Bajo el fuego” (1983) aguanta el paso del tiempo (a Octubre de 2008, claro). Su nuevo proyecto, “Los niños de Huang Shi”, reafirma la mediocre artesanía de Spottiswoode.

De partida, incluso el argumento huele a naftalina. En este postmodernismo nuestro, la historia real de un periodista, George Hogg, en la China de 1937 sólo podría revitalizarse con un enfoque parecido al que John Curran imprimió a la espléndida “El velo pintado”. El discurrir de los minutos prueba que esto no es así y Spottiswoode se traba al dirigir “estilo telefilme” a un Rhys-Meyers equivocado desde el “casting”. Mientras recorremos con cierta vergüenza ajena “Los niños de Shuang Shi”, no conseguimos evitar pensar lo mucho que el cine puede llegar a desmerecer unos hechos reales y muy honorables. De esta forma, cuando escuchamos en los títulos de crédito a los ancianos que salvó Hogg en los treinta, sentimos que Spottiswoode les ha hecho un flaco favor.

domingo, 26 de octubre de 2008

¡SALGO EN EL BLOG DE MATEO!

Es un honor. Mi amiguete Mateo me saca en su magnífico blog:
http://penauni.blogspot.com/2008/10/pieiro-crespo.html

Gracias, tío!

sábado, 25 de octubre de 2008

NOCHES DE TORMENTA

Director: George C. Wolfe
Intérpretes: Richard Gere, Diane Lane, Scott Glenn
Web: http://wwws.warnerbros.es/nightsinrodanthe/

Ley no escrita: si Richard Gere aparece en el cartel de una peli sobando a una moza, mala señal. Apliquemos el método hipotético deductivo, amigos: “Oficial y caballero”, besuqueo con la Winger; “Atrapados sin salida”, rozando espalda con la Basinger; “Asuntos sucios”, a la bartola con Faye Grant;”Analisis final”, otro bocao a la Bassinger; “Sommersby”, arrumacos con la Foster; “Mr Jones”, descojone con Lena Olin; “Otoño en Nueva York”, calorcito de Winona Ryder.

¿No les vale como prueba? ¡Pues tomen! En el póster de “Noches de tormenta”, destaca un “ay, que te beso” con Diane Lane. Perdónenme las fans de Richard Gere esta gracieta anterior pero la carrera del actor norteamericano se encuentra en una balanza muy curiosa: oscila entre proyectos arriesgados (la magnifica “I’m not there”) y proyectos caducados (“Noches de tormenta”). El filme no escapa (ni quiere) de la maquinaria romanticoide del cine “major” hollywoodiense. Un atractivo cincuentón huye de sus problemas en un hotelito y, oh, allí choca con una mujer dispuesta a enamorarse. De acuerdo, a partir de este mimbre pueden construirse películas memorables. No es el caso. Una vez una cinta opta por un guión poblado de frases como “¿No recuerdas quién eres realmente?” o “Me has ayudado a recuperar mi vida”, la cosa cae en coma. George C. Wolfe, comprometido con atiborrarnos a cucharadas de glucosa industrial, contribuye al pastel con planos inenarrables: Gere descalzo por la playa, noches lluviosas, conversaciones al sol en la cama, misiones humanitarias... uff, y esa música... Lógico, cuando aterriza el cierre de “kleenex”, estamos tan insensibilizados a los “amorinos” que todo se nos asemeja a un anuncio de seguros.

TRANSSIBERIAN

Director: Brad Anderson
Intérpretes: Ben Kingsley, Eduardo Noriega, Woody Harrelson
Web: http://movies.filmax.com/trannsiberian/

Los trenes en el cine toman caminos diferentes. Ana Torrent apoyaba su cabeza en las vías metálicas de “El espíritu de la colmena” para adivinar al humeante tren de las tres y diez a Yuma. Dentro de él, en sus compartimentos turbios, se escondía Robert Donat más cerca de la muerte que de esa estación donde los enamorados de “Breve encuentro” se suponían enamorados. Ah, y por si todavía no lo tienen claro, nuestro futuro verá llegar el tren de los Lumiere a la estación que Wong Kar Wai imaginó en “2046”.

Brad Anderson, experto en herrumbres diversas (ahí “El maquinista”), decide sentarse en el transiberiano ruso entre una pareja norteamericana. El encuentro de éstos con otros dos turistas (un hombre español y una chica estadounidense) desemboca en un “thriller” de suspense sostenido gracias a la presencia de Ben Kingsley. En suma, sus dos horas de metraje parecen precisamente eso: dos historias apelotonadas en una. En su primer capítulo, el largo se inclina hacia un psicológico polanskiano (“Lunas de hiel”) que rechina de asepsia y previsibilidad. Mortimer y Harrelson, parapetados en el frío, sólo mejoran en comparación con una de las interpretaciones más risibles de los últimos tiempos: Eduardo Noriega chapurreando “spanglish” y en plan seductor. No extraña, claro, que la película gane al abandonar su mitad “profunda” y entrar en el “thriller”. Comprometido con un suspense de trucos habituales, Anderson conduce hasta el final la gloria de un Ben Kingsley desbocado y miserable. Con mayor interés que el arranque (nula dificultad), el final de “Transsiberian” deja un engañoso sabor (quizá incluso mereciera peor calificación) a filme olvidable.

EL GURÚ DEL BUEN ROLLO

Director: Marco Schnabel
Intérpretes: Mike Myers, Jessica Alba, Justin Timberlake
Web: http://www.lovegurumovie.com/intl/es/

“El guru del buen rollo” marca el regreso de Mike Myers a su jungla favorita: la comedia absurda. Como sus mentores Zucker, Abrahams & Zucker con “Aterriza como puedas”, Mike Myers encontró su filón en “Austin Powers”. Embarullando parodia y postmodernismo, comedia gamberra y metaficción, Myers creó a un agente secreto que revolvía a James Bond con Maxwell Smart y Frank Drebin. Esta poción le dio muy buen resultado (¿nuestra favorita?, “Miembro de Oro”) y ahora contraataca con un personaje de similares intenciones: el gurú Pitka.

Siguiendo la estela del gran Bill Maher y su “Religulous”, Myers topa con su mina cómica: la religión. Pala en mano, la presentación del filme es un portento desde los títulos hasta su oportunísima ridiculización del lenguaje “espiritualoide”. Apúntenlas y descojónense de este tipo de majaderías: “Intimidad significa “Mirar en ti mismo””; “La gente puede decir cosas malas sobre ti; tú no puedes decir cosas malas sobre tí mismo”. Eso sí, a partir de esa impecable idea, “El gurú del buen rollo” replica el modelo de muchas comedias actuales; se atranca en el “gag” de partida. Una vez hecha la broma (por muy buena que sea, no funciona eternamente), el desarrollo posterior avanza solitario con pequeños guiños bizcos de Ben Kingsley o algún careto de Mike Myers. Ni siquiera Justin Timberlake, un cómico desaprovechado, estimula lo restante de la cinta: un montón de chistes sin gracia.

sábado, 18 de octubre de 2008

CAMINO

Director: Javier Fesser
Intérpretes: Nerea Camacho, Carmen Elías, Mariano Venancio



Estrenada en el Festival de San Sebastián, las primeras noticias que nos llegaron sobre “Camino”, película escrita y dirigida por Javier Fesser, se centraban más en sus controversias que en su calidad cinematográfica. Nada nuevo bajo el sol. Probablemente al idear el guión, el propio director supiese el revuelo que iban a formar sus líneas: eso no le impidió seguir escribiéndolas, ni realizar su película, ni mucho menos añadirle un “inspirado en la historia de Alexia González Barros”. Esta “inspiración” debería enterrar todas las polémicas y permitirnos comenzar a hablar de lo importante: el celuloide que hay detrás. Inspirada, reiteramos y reiteramos, en la historia de Alexia González, “Camino” cuenta los últimos meses de una niña a la que se le detecta una enfermedad terminal. Escoltada por su familia y por su otra familia, el Opus Dei, Camino se transforma en una suerte de inocente Caperucita rodeada de “abuelas lobo”.

Excepto algún artificio provocado por el guión (“Jesús es como la energía”), la interpretación de Nerea Camacho resulta lo suficientemente sólida como para proporcionar consistencia a un papel complicadísimo. Pone Fesser su visión cinematográfica en el tapete y evita casi milagrosamente caer en un discurso de emotividad fácil. Con secuencias oníricas (quizá alguna redundante, un mal que se traslada a escenas del metraje), subrefugios epistolares o músicas que anuncian secretos, el director madrileño salva la situación y consigue insinuar más que mostrar directamente. Esta intención se reafirma en el juego semántico del epílogo (un Jesús por otro; un aplauso por otro): antes que evidenciar una posición, sugerirla.

Pero, a pesar de una firmeza importante, el personaje principal acaba convirtiéndose en una excusa para explorar su terrorífica periferia: la Obra y sus circunstancias. De mayor interés y con una de las malvadas esenciales del último cine español, Gloria (grande Carmen Elías), Fesser explora los hábitos y los pecados del Opus Dei. Encerrados en su mundo, “Camino” les muestra a ratos como si se tratase de un documental de “National Geographic”. Las costumbres (y el léxico) de los humanos de la Obra aparecen dolorosas y humorísticas a la vez. Esas comidas en compartimentos estancos; esas estatuas “doradobudistas” de Escrivá de Balaguer; esas recaudaciones en pareja, conviven con cambios de hospital por creencias; con “marketing” de santoral; o con la continua letanía de la irracionalidad que el padre de la niña, un Mariano Venancio candidato ya al Goya, observa impotente.

Eliminando su excesiva duración y algún efectismo (visual y narrativo) completamente innecesario, “Camino” sobrepasa el terreno de la polémica y se asienta en los lugares reservados a las películas notables de la temporada española. Con el objetivo de finiquitar controversias comerciales, Fesser debería defender en público las intenciones de su filme; éste se cierra y en el lugar donde el plano casero espera a Dios, no hay nadie.

CORREDOR DE FONDO

Director: David Schwimmer
Intérpretes: Simon Pegg, Thandie Newton, Hank Azaria
Web: http://www.runfatboyrunmovie.com/

Ser lamentable es un arte. A punto de casarse con la mujer ideal (y embarazadísima), Dennis (Simon Pegg) echa a correr hacia la libertad. Cuatro años más tarde, este inglés barrigón se da cuenta de que le gustaría volver con ella, aunque lo tenga que demostrar completando un maratón y compitiendo con su actual novio, Whit (Hank Azaria).

Buen conocedor del medio televisivo (ha dirigido capítulos de “Friends” y “TV movies”), David Schwimmer (nuestro querido Ross en “Friends”) necesitaba el impulso que le ha regalado el guión de Simon Pegg para dar el salto a la dirección cinematográfica. Amable, bienintencionada y cuentista, “Corredor de fondo” pisa los acordes exactos de la comedia romántica: un puñetero perdedor (con el que tod@s nos identificamos); una princesa inalcanzable; un malvado pretendiente y una situación vital que los revuelva en competición de amoríos.

Mientras que otras producciones cojean al rellenarse de crema en sus enredos pasionales, la pequeña sorpresa de Schwimmer combina a cucharadas exactas lo escatológico (pus y pus), lo cómico (Pegg se descubre como el perfecto “clown”) y, obviamente, lo romántico. Con unos actores semidesconocidos (Simon Pegg se agiganta a medida que estrena película) y eficaces, el realizador debutante entiende que no se requieren mayores razones: las escenas se preparan, se grita “acción”, se corta y, en la sala de montaje, se construye un buen celuloide. Tan simple y tan complicado, especialmente en un mundo plagado de “artistas”, sin maestros del género como Blake Edwards o Peter Bogdanovich. Gracias al saber artesano de Pegg & Schwimmer y aún reconociendo en ella incontables películas similares (rechina “Nothing Hill”), “Corredor de fondo” nos agrada como primerizos: ¿quién no lleva a un Simon Pegg dentro? ¿Quién no golpearía al genial Hank Azaria? Recalquemos ésta, ¿quién no correría tres maratones por Thandie Newton?

EL REINO PROHIBIDO

Director: Rob Minkoff
Intérpretes: Jet Li, Jackie Chan, Michael Angarano
Web: http://www.forbiddenkingdommovie.com/

Jackie Chan y Jet Li forman una pequeña “Chinatown” dentro de Hollywood con sus películas de gran presupuesto al servicio de las artes marciales. Nada más ver sus movimientos molones y sus tortas de escalpelo, uno se extrañaba de que nunca hubiesen trabajado juntos. “El reino prohibido” rellena ese déficit en la cultura occidental.

De inicio convincente, Jet Li peleando en montañas sin cumbre, el metraje del ínclito Rob Minkoff (“Stuart Little”) pasa de una cultura milenaria a una cultura deficitaria. Con escenas calcadas a la maligna “Gremlins” de Joe Dante, la relación de un chavalote con un comerciante chino acaba en tragedia por culpa de unos maleantes. Menos mal, un báculo mágico de la tienda oriental permite al mozo escapar a otro tiempo, evitar el mal rollo y pelear al lado de Lu Yan (Jackie Chan) para liberar al Rey Mono (Jet Li). Habría que aclararle a Minkoff un detalle no muy evidente: no le basta a una película de artes marciales con artes marciales. Pide además una dirección delicadamente agresiva (Ang Lee, ejemplo manido) y, sobre todo, una historia con encanto. “El reino prohibido” recuerda a esas gigantescas réplicas de Las Vegas que lo único que guardan de Egipto son sus turistas egipcios. En este caso, lo único oriental del filme son sus protagonistas.

sábado, 11 de octubre de 2008

LA CONSPIRACIÓN DEL PÁNICO

Director: D.J. Caruso
Intérpretes: Shia LaBeouf, Michelle Monaghan, Billy Bob Thorton
Web: http://www.eagleeyemovie.com/

En una existencia hípermonitorizada (satélites, tarjetas de crédito, IDs, Facebooks, pasaportes...), la rutina significa discurrir de un sistema a otro. Desde Medio Oriente, ahí nos sitúa el prólogo de “La conspiración del miedo”, los movimientos de un grupo de musulmanes en un funeral se emiten a una sala del Pentágono como si se tratase de la “Superbowl”. Este mundo, esta globalización nuestra, abarca la acción del estreno de hoy. Antecedida por algunos referentes (obligado nombrar, de corrido, a “La conversación” de Coppola y a “Enemigo público” de Tony Scott), la película de D.J. Caruso (“Disturbia”) renquea en aspectos esenciales de las anteriores.

De inicio, el texto de Dan McDermott y John Glenn no pretende ahondar (cierto, hablamos de una película de acción) en aquella sociología que podría aportar un extra a la cinta: el continuo seguimiento del individuo dentro de la sociedad de consumo. Enredado en redes y redes (sociales, informáticas, militares), el personaje de Shia Labeouf viene a parecerse mucho, una pena que no lo hayan aprovechado, al Josef K. kafkiano en su progresiva exposición a una realidad monitorizada y, paradójicamente, incomprensible. Durante una de las mejores escenas, en vez del habitual “agilice su compra”, los neones de la calle avisan al protagonista de que evite los peligros y arrastran a las máquinas hacia ese futuro que predecía James Cameron en “Terminator”.

Desgraciadamente, “La conspiración del miedo” ni se decide por una postura crítica ni atrae como película de acción. Preocupada en mantener un ritmo constante, necesitaría de una trama más sólida (aún conservando su género) que la alejase del aséptico desarrollo de videojuego (peligro tras peligro, explosión tras explosión, sin hilo conductor). Billy Bob Thorton lo intenta con su (típico) rol de director de espionaje pero esa táctica (dar lustre al fotograma con un secundario potente) es un truco muy pobre.

HAPPY

Director: Mike Leigh
Intérpretes: Sally Hawkins, Alexis Zegerman, Eddie Marsan
Web: http://www.happy-go-lucky-movie.co.uk/

“El secreto de Vera Drake” (2004) reavivó con brío el interés por el británico Mike Leigh. Quizá abrumado por la responsabilidad de continuar la estela de la magistral “Secretos y mentiras” (1996), la filmografía del cineasta flaqueó con propuestas que iban desde lo irregular (“Topsy-Turvy”, “Todo o nada”) a lo irrelevante (“Dos chicas de hoy”). Tuvo que llegar esa mujer, Vera Drake, erosionada por el tiempo y la culpa, para redescubrirnos la maestría del director. Junto a la delicadísima interpretación de Imelda Staunton, Leigh realizó una (dolorosa, necesaria) anamnesis del aborto, sacando a la luz sucesos enterrados por la memoria colectiva.

Casi en una suerte de terapia tras el drama, Mike Leigh presenta estos días su siguiente proyecto, “Happy”, envuelto en un papel alegre y ligero. Centrado en Poppy (Sally Hopkins), una vital profesora londinense, el guión abre su objetivo a las relaciones que la rodean y los efectos que ella causa en los demás. Con una actriz espléndida a las riendas (magnética Hopkins en su despreocupación), no le resulta difícil a Leigh sostener los mimbres del largo. Decimos “sostener” porque todo se tambalea al descubrir que “Happy” se compone de una serie de capítulos de muy desigual fortuna y de nula interconexión. Incluso, da la impresión de estar viendo trozos de diferentes películas con un mismo papel protagonista. Obviando los insertos más débiles (un vagabundo ecolálico o un maltrato infantil desconcertante), la fuerza del filme se condensa en los encuentros entre Sally Hopkins y otro enorme actor, Eddie Marsan. Él, neurótico al volante, y ella, neurótica de copiloto, extraen con sus marcianos encuentros el jugo de esta obra (¿intencionadamente?) menor de Mike Leigh.

TRES MUJERES Y UN PLAN

Director: Callie Khouri
Intérpretes: Diane Keaton, Queen Latifah, Katie Holmes
Web: http://www.madmoneymovie.com/

Callie Khouri irrumpió en escena con un Oscar por su primer guión, “Thelma y Louise”. Especialista en historias de mujeres “liberadas”, la realizadora ha escrito “Algo de que hablar” y dirigido “El clan Ya-Ya” antes de su nueva película, “Tres mujeres y un plan”. Perfecto antídoto para la crisis nuestra de cada día, el metraje apuesta por unas féminas del medio Oeste norteamericano que deciden robar el banco en el que trabajan como limpiadoras.

Salvo en sus consejos “mangante-financieros”, el filme de Khouri falla completamente. De inicio, en su texto simplón (cansa la cantinela temática de la guionista); de continuación, en su realización aburrida; y de epílogo, en su interpretación. Eso sí, nada duele como este punto. Que nuestra adorada Diane Keaton se arrastre por fotogramas de esta calaña entristece mucho. Treinta años (“Manhattan”) sin participar en una película redonda queman demasiado. Aunque no hay mal que por bien no venga; “Tres mujeres y un plan” confirma el regreso de un actorazo, Ted Danson, impresionante en la serie de HBO “Daños y perjuicios”.

UNA CONEJITA EN EL CAMPUS

Director: Fred Wolf
Intérpretes: Anna Faris, Colin Hanks, Emma Stone
Web: http://www.thehousebunny.com/

“¿Cuándo fue el Gran Estallido? ¿Dónde estamos antes de nacer? ¿Dónde está el eslabón perdido? ¿Dónde vamos después de morir?...” se preguntaban los chicos de “Siniestro Total” en su canción “¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?”. Sería justo añadir otra pregunta a su retahíla de cuestiones vitales: ¿a dónde van las chicas de “Playboy” cuando cumplen los treinta?
Fred Wolf trata de responder a este misterio con “Una conejita en el campus”. Shelley (Anna Faris), una moza de “Playboy” retirada forzosamente por la edad, retoma su carrera enseñando a unas chicas universitarias a comportarse como unas verdaderas “playmates”. No lo duden, cuando uno va al cine a ver una comedia gamberra con chiquillas de por medio, tampoco pretende admirar el nacimiento de un nuevo arte occidental. Pero “Una conejita en el campus” no alcanza ni la calificación de entretenimiento fácil. Aparte de un buen punto de partida (nadie les va a quitar esa coña), el resto de la comedia se factura burdamente hasta acabar en un mogollón intragable de “gags” baratos. Entre ellos, rebuscando, tampoco nos valdría la (en tiempos) cachonda Anna Faris.

sábado, 4 de octubre de 2008

REFLEJOS

Director: Alexandre Aja
Intérpretes: Kiefer Sutherland, Amy Smart, Paula Patton
Web: http://www.mirrorsmovie.com/

Las oportunidades en Hollywood no se regalan. En lugar de un proyecto propio, al joven realizador francés Alexandre Aja le tocó cocinar el “remake” de “Las colinas tienen ojos” para acceder a las “majors” estadounidenses. Vistos los resultados económicos, le han permitido ir un paso más allá. Rodar otra revisitación, esta vez desde un original coreano (“Al otro lado del espejo”), con algunas licencias. De la mano de Kiefer Sutherland, un actor que ha conseguido entrar en primera línea a través de la televisión, Aja bucea en un territorio común al terror: el subgénero de lugares malditos. Ben Carson (Sutherland) busca redefinir su vida; un nuevo trabajo como guardia de seguridad nocturno en la restauración de unas galerías comerciales destruidas por un incendio.

Siguiendo el mismo viaje al mismo infierno que Jack Torrance en “El resplandor”, Carson se hunde en su propia imagen a medida que “Reflejos” avanza. De fotogramas firmes y, a ratos, innecesariamente “gore”, las imágenes en el espejo inutilizan la física, reafirman el cine y consiguen asustar al espectador sin faltarle al respeto. Afortunadamente, la fantasía de Aja no se limita a experimentar con terrores visuales. El mundo de “Reflejos”, nuestro mundo, se está expandiendo (nos está comprimiendo) mediante más y más espejos. En el retrovisor del coche, en los pliegos del agua, en las habitaciones, en enormes marcos inmortales,... la constancia de una realidad patológicamente “re-re-flejada” sobre sí misma asienta el discurso de Aja fuera del típico horror “estándar”. Obviamente, contraponiéndolo a su primera hora, el paródico desenlace (esa monja...) merece poco respeto. Tan sólo un final inevitable recupera a Stephen King, a su galería de hombres que atraviesan el espejo y descubren el horror.

DEATH RACE

Director: Paul W. S. Anderson
Intérpretes: Jason Statham, Joan Allen, Ian McShane
Web: http://www.lacarreradelamuerte.es/

En un mundo ideal, realizar un “remake” de una película implicaría además trepanar el cráneo del espectador. Eliminar prejuicios, desembarazar la interpretación del recuerdo, abrir el enfoque a formas nuevas... en definitiva, un trabajo que pide al cinéfilo un poco de actitud y al cineasta un poco de aptitud. Quietos; ¡no me suden ante tanta responsabilidad! “Death race” no es el caso. Paul W.S. Anderson, plasta de profesión (citemos a “Soldier” o “Alien vs. Predator”), sólo recoge el nombre del clásico de Corman (encima, le quita el “2000” del título) y lo llama “remake”. Aquel largometraje, precursor “trash” de la violencia de “Playstation”, arrancaba con el Apocalipsis y una buena idea: un concurso con la muerte de premio. Inevitablemente envejecida, la versión anterior conserva su honesto intento (vale, también sonrojante) de manufacturar a bajo precio un producto decente de ciencia ficción.

Justo lo contrario que la aproximación de Anderson, una cinta vacua (a veces, más preocupada del volumen de la BSO que de lo que cuenta), risible (su juego de alianzas empalaga) e innecesaria. Ni siquiera la presencia de Joan Allen, convertida en una pétrea directora de prisión, proporciona algo de interés. Damos fe: la carrera de Anderson sigue resumiéndose en planos y planos; sangre y sangre; ruido y ruido, mientras nosotros intentamos dormir.

LA BATALLA DE SEATTLE

Director: Stuart Townsend
Intérpretes: Charlize Theron, Woody Harrelson, Ray Liotta
Web: http://www.widepictures.es/batallaenseattle/

Que un actor de filmes manufacturados (“La liga de los hombres extraordinarios”) saque a relucir sus posiciones políticas debería ser, cuanto menos, respetable. Stuart Townsend, ese hombre casado con Charlize Theron (nótese la envidia), aprovecha su condición de “star” emergente y produce, dirige y escribe “La batalla de Seatle”; una narración de los días que se vivieron en la ciudad estadounidense durante el encuentro de la OMC (Organización Mundial de Comercio) en 1999.

En un género que linda el documental y el drama, lo mejor de la titubeante película de Townsend aparece cuando el metraje se decanta por una u otra opción. Su denuncia y su esperanza, ésa que permanece siempre al rebelarse el personal contra una situación asfixiante, se desmerece con unas ficciones propias de “TV movie” (una embarazada en peligro, un policía arrepentido). En suma, el guión se reduce a admirar a Liotta encarnando al alcalde de Seattle ante sus propias contradicciones (ayer, manifestante; hoy, represor). Sin duda, si algo destaca del filme de Townsend (eliminemos su parte dramática) es su personalidad, que machaca nuestros prejuicios alrededor del realizador/actor. Pesan las intenciones sobre la calidad y los tópicos frente a los argumentos. Mejor eso que nada.

lunes, 29 de septiembre de 2008

YOUNG (CROSBY, STILLS & NASH)

CSNY Deja Vú
Director: Bernard Shackey
Intérpretes: Neil Young, David Crosby, Stephen Stills, Graham Nash
Web: http://www.avalonproductions.es/csny/

En un corte de “CSNY: Deja Vú Live”, la película que documenta el tour de CSNY contra la guerra de Irak, Stephen Colbert le pregunta a Neil Young “¿No tuviste ya tu ración de protesta con la guerra de Vietnam?”. El cantautor responde contundentemente: “Lo intenté. Lo intenté hasta que cumplí los sesenta”. Con esa edad (2006) y con sus tres amigos (David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash), Neil Young se embarcó en su gira más combativa desde finales de los sesenta. Combinando temas de “Living with war” con himnos antibélicos del repertorio del grupo (“For what it’s worth”, “Deja Vú”, “Wooden ships”), los conciertos de CSNY partían de una idea cristalina: remover conciencias norteamericanas. Mismo propósito alberga “CSNY: Deja Vu” mediante la imagen: solapar biografías de guerra (madres desgarradas, veteranos sin futuro) con las circunstancias del viaje (protestas, criticas negativas, burlas la edad del grupo…).

Bajo el pseudónimo de Bernard Shakey y ayudado por el reportero de guerra Mike Creed, Neil Young dirige un filme que sobrepasa al espectador “fan”. El metraje se rebela, en tono reivindicativo, cabreado y pacifista, contra los innecesarios tiempos de guerra en los que nos han obligado a vivir. Por eso, extraña que nuestra escena favorita atrape un momento íntimo: a punto de encarar (coraje, honestidad, compromiso) el escenario, los tres componentes del grupo abrazan a un Young emocionado por sus muestras de cariño. Todavía estamos aquí, parece que repiten.


Hemos estado aquí antes...

domingo, 28 de septiembre de 2008

AHORA, PAUL NEWMAN SIEMPRE


Te queremos, Paul Newman

Paul Newman (1925-2008) desapareció ayer de nuestras vidas de manera contrapuesta a cómo apareció en ellas. Mientras que su muerte fue progresiva, sosegada y discreta, ¿hay alguien capaz de sobrevivir a los primeros fotogramas de Paul Newman en el cine? Un revés de seducción y talento noquea al espectador en “Marcado por el odio” (1956), poco después de su debut en “El cáliz de plata” (1954). De golpe, el boxeador Rocky Graciano permite al actor, además de sustituir al fallecido James Dean, tocar la cima de Hollywood casi al llegar. Su considerable formación en series de televisión y teatro marca su siguiente rol: Ben Quick en “Un largo y cálido verano” (1958). Arrebatado de Faulkner, el texto le proporciona un personaje característico que Newman revisitará a lo largo de su carrera. Joven perdedor, sin hogar a dónde regresar y dispuesto a quemar su existencia. Ése también es Brick Pollit, bebedor profesional de “La gata sobre el tejado de zinc” (1958). Este hombre, enmarañado entre su padre y una mujer por la que siente rechazo, muta en su primera nominación al Oscar.

Contradictoriamente, la monumentalidad y las elevadas intenciones de “Éxodo” (1960) han envejecido tan rápido que sólo sirven de referencia previa a la modesta y definitiva “El buscavidas” (1961). Otto Preminger (y Dalton Trumbo) crean el papel decisivo de Paul Newman: Eddie Felson. El intérprete adopta a este jugador suicida de billar para arrastrarlo a través de callejones donde no valen los ojos azules ni el encanto de clase alta. “El buscavidas” abrasa el alma hasta más allá del cuerpo de Newman. Por eso, tras esta demostración inigualable por la que ¡no! gana el Oscar, era lógico que sus siguientes proyectos bajasen de nivel: la revisable “Dulce pájaro de juventud” (1962) o la divertida “El premio” (1963) valdrían de muestra.

Repleto de atractivo, Paul disfruta con “Harper” (1966), nuestro detective “mod” favorito, y con “Cortina rasgada” (1966), un Hitchcock mediano. De paso, enamora a las mujeres de medio mundo. La esplendida “La leyenda del indomable” (1967) podría considerarse su última película de juventud, un hecho que él mismo reafirma con su maduro debut en la dirección, “Raquel, Raquel” (1968).

Los setenta, entierro del sistema de estudios, aportan un sabor agridulce a la carrera del actor. Lo más característico de la década, su alianza con Robert Redford y el director George Roy Hill, genera “Dos hombres y un destino” (1969), un western “hippie” de libro, y la agradablemente engañosa “El golpe” (1973). Con ellas conviven proyectos “major” de relativa calidad como “El coloso en llamas” (1974), “El hombre de Mackintosh” (1973) o “El castañazo” (1978); aciertos como “Buffalo Bill” (1976), “El juez de la horca” (1972) o “Con el agua al cuello” (la vuelta de Harper); y la dirección de una apuesta hoy olvidada injustamente “El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas” (1972).

A partir de esa fecha, los proyectos cinematográficos van bajando ritmo y calidad. Tragedias personales, aficiones paralelas o trabajos benéficos provocan una menor vinculación de Newman con el cine. “Veredicto final” (1982), negrísimo de Lumet; “Creadores de sombra” (1989), un acercamiento a los padres de “la Bomba”, y la controvertida “Esperando a Mr. Bridge” (1990), son ejemplos de producciones estimables que no consiguen la altura de la obra anterior de Newman. No la roza tampoco con Scorsese y su personaje estrella, Eddie Felson, en la irregular “El color del dinero” (1986) por la que ¡sí! gana el Oscar.

Únicamente Robert Benton comprendió a Newman en su última época. “Al caer el sol” (1998), ese Harper envejecido en un país para jóvenes y, sobre todo, “Ni un pelo de tonto” (1994), probablemente la mejor película de Newman en muchos años, devuelven al actor las esencias de un pasado enorme. Su despedida de la actuación en cine, lo sobresaliente de “Camino a la perdición” (2002), predecía un lento adiós. Así, “Empire falls” (2005), una miniserie dirigida por Fred Schepsi, supone el epílogo del intérprete.

Su maldito deterioro, erosionando con saña a aquel joven que nos miraba desde el lienzo, ha alcanzado los títulos de crédito. Como si se tratase de un “vídeo-homenaje” de una gala de premios cualquiera, Paul Newman regresa hoy a nuestra memoria. Ahora, salta con Robert Redford a un río; ahora, zampa huevos sin parar; ahora, atraviesa estancias en silla de ruedas; ahora, tima a Robert Shaw; ahora, Melanie Griffith le enseña los pechos; ahora, sus ojos azules en blanco y negro; ahora, Paul Newman siempre.

sábado, 27 de septiembre de 2008

EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS

Director: Mark Herman
Intérpretes: Vera Farmiga, David Thewlis, Asa Butterfield
Web: http://www.boyinthestripedpajamas.com/

Fíjense en las maravillas de la mercadotecnia: en un año, un novelista finiquita un texto; al siguiente, se dan salida a tres millones de ejemplares; y al otro, lanzamos la película. Esto ha sucedido con “El niño con pijama de rayas”, la novela del autor irlandés John Boyne. Al entregar el manuscrito a su editor, Boyne la definió como “un cuento para niños que puede gustar a los adultos”. Con ese carácter, el escritor desarrolla la relación de Bruno (Asa Butterfield), hijo del máximo responsable de un campo de concentración nazi, con Shmuel (Jack Scanlon), un niño judío encerrado en ese infierno. A cada lado de una verja electríficada, los dos chiquillos van progresivamente sufriendo el tiempo que les rodea.

No negamos a Boyne y, menos, a Mark Herman su honesta intención de sacar una buena película a partir de una novela. En el arranque, la obstinada despersonalización de los judíos da una cierta esperanza de que este propósito se cumpla. El “no son personas como nosotros, Bruno” que pronuncia la madre traza una pincelada (de acuerdo, gruesa) sobre alguno de los procesos psicológicos que funcionaron entre la sociedad nacionalsocialista. Junto a unos títulos inteligentes (Bruno “re-corriendo” la realidad), “El niño con pijama...” nos hace creer que podría ser algo más. Pues no. Lentamente, Boyne y Herman comienzan a confundir “infantil” con “simple”. Sus argumentos de situaciones y personajes planos (el sargento malvado, la preadolescente fascinada, el niño judío condenado,...) hacen flaco favor a su coherencia narrativa y a sus supuestas intenciones didácticas.

Además, éstas últimas se hunden definitivamente con una moraleja de profesor mediocre que busca el aplauso, el lector o el alumno fáciles. Los malos, falsifica Boyne, se llevan lo que se merecen (aunque este castigo se alcance únicamente a través de una ficción imposible). Sólo con la última escena de nuestro protagonista el filme recupera algo de dignidad. En ella, se agolpa lo realmente violento, malvado, miserable, triste... y, esperemos, didáctico de la cinta. Ahí, entre esqueletos corpóreos, se encuentra el infierno real, vergonzoso (recordemos, ¡cinco años!, de 1940 al 45) que los niños deberían descubrir, maestros, libros y películas cerca, en las escuelas.

TROPIC THUNDER

Director: Ben Stiller
Intérpretes: Ben Stiller, Jack Black, Robert Downey Jr.
Web: http://www.tropicthunder.com/

Las apuestas ganadas hay que celebrarlas con muchas cervezas. Que Ben Stiller haya dado en el clavo definitivamente gracias a “Tropic thunder” entierra una serie de calvarios de fan. “El del caaaableeee”, gritábamos en los noventa. Nadie nos entendía. Poco después, la “Escuela Derek Zoolander para niños que no saben leer chachi” dio sentido a nuestras vidas. Nadie nos entendía. Ah, su Greg Focker evidenciaba los peligros de los suegros cabroncetes. Nadie nos entendía. Y, finalmente, sus apariciones en “Larry David” y “Extras” confirmaban la capacidad de Stiller de autoflagelación.

Esta parafilia del actor norteamericano alcanza su climax con “Tropic Thunder”. En ella, sube el nivel de masoquismo al infinito para azotar a la industria que le proporciona alimento. Varios actores de Hollywood (tremenda presentación de Robert Downey Jr.), creyendo que están rodando una película, acaban perdidos en una jungla plagada de mercenarios. Con la excusa cómica perfecta (los actores llegan a “ser verdaderamente” sus personajes), Stiller y sus compañeros de guión ponen de manifiesto las infectas relaciones (comerciales y emocionales) que pueblan los “sets” y los pasillos de la industria hollywoodiense. En una parte, más sobada, se explora el “ego” de las grandes estrellas y la irrealidad que las acompaña (Stiller luchando en directo con sus batacazos de taquilla). En la otra, brillante acierto, el bombazo al Séptimo Arte (deconstruyendo, desmitificando, denigrando) es tal que contarlo en estas líneas se consideraría pecado mortal. Imagínense: con recordar a Tom Cruise de megaproductor alopécico ordenando por webcam collejas al director ya nos espichamos, un respeto, en silencio.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

POR FAVOR, MÁS HUMOR


La nave de "Plutón BRB Nero" aterriza en "La 2"

Si “Los crímenes de Oxford” supuso el debut de Alex De La Iglesia en el “british cinema”, el director vasco ataca en “La 2” sus primeras “british series”, emparentadas con “Doctor Who” o “La guía del autoestopista galáctico”. Según la define él mismo, “Plutón BRB Nero” es una “sitcom de ciencia ficción dirigida al público infantil”. La verdad, alcanzaríamos un acuerdo en dos de sus tres términos. Cierto, su apartado “sci-fi” funciona. Una nave trata de encontrar planetas habitables a una humanidad asfixiada por la sobreconstrucción (espléndido arranque) y liderada por un majadero llamado “Makulay Culkin III”. Cierto, su lado infantil carbura: múltiples “gags” visuales (el intercambio de cuerpos cibernéticos), algún monstruito gracioso (ese Roswell cabroncete)...

La trinidad de De La Iglesia únicamente cojea en su espíritu cómico. A pesar de albergar un montón de guiños a su público, el guión no acaba de regalarnos una sonrisa completa. Asumimos, cómo no, que el visionado de un primer capítulo no basta. Apuntalado por la inmensa capacidad de su creador, pediría “Plutón BRB Nero” un mayor recorrido. Ojala las semanas le aporten lo necesario para acercarse a los valores de “Acción mutante” o “Muertos de risa”: riesgo, originalidad, bizarrismo, talento y, por favor, descojone general.

domingo, 21 de septiembre de 2008

LOS EXTRAÑOS

Director: Bryan Bertino
Intérpretes: Liv Tyler, Scott Speedman, Gema Ward
Web: http://www.losextraños.es/

El 9 de Agosto de 1969, miembros de la “familia-secta” liderada por Charles Manson irrumpieron en una mansión de Beverly Hills con un objetivo: asesinar a todo aquel que se encontrase dentro. Y así lo cumplieron. Sharon Tate (embarazada de Polanski) y tres amigos fueron eliminados sin contemplación. El puro azar, Tate podría haber estado con su marido mientras éste rodaba en Londres, empujó a que en la casa hubiese gente y a que los Manson les ejecutasen siguiendo las supuestas “instrucciones secretas” de “Helter Skelter” de los Beatles.

Según confiesa Bryan Bertino, este suceso le fascinó desde niño. La posibilidad (invisible, maldita) de que aparezcan unos extraños a aniquilar tu existencia, se vuelve celuloide en su primera película tras una oportuna (y falsa) introducción de “basado en hechos reales”. Una pareja (Tyler y Speedman) ocupa una casa familiar aislada cuando descubren a un grupo de personas encapuchadas acechando sus vidas. Quizá la principal fortaleza del metraje de Bertino se halle en la reflexión alrededor de la aleatoriedad del mal, propuesta visualmente mediante un juego de sombras y capuchas que refuerza las intenciones del realizador. Contradictoriamente, su parte puramente comercial (suspense, terror y “gore”) se descubre como endeble. Aún reconociendo la habilidad formal de Bertino, no se revitalizan sus fotogramas rutinarios con un giro homenaje a “Psicosis” ni con sustos prefabricados. En suma, “Los extraños” no pasa de buena idea venida a menos.

ATRAPADO EN UN PIRADO

Director: Brian Robbins
Intérpretes: Eddie Murphy, Elisabeth Banks, Ed Helms
Web: http://www.meetdavemovie.com/

Eddie Murphy tiene un problema, aunque él no lo sepa. Está obsesionado con interpretar más de un papel por película. El diagnostico se presentaba preocupante: en "Bowfinger", lo intentó con dos personajes; en "Un vampiro en Brooklyn" y "Norbit", con tres; en "El príncipe de Zamunda", con cuatro; en "El profesor chiflado", con siete; en "El profesor chiflado 2", ¡con ocho! Tranquiliza a la comunidad médica que en “Atrapado en un pirado" únicamente dé vida a dos roles: el de un cuerpo humano controlado por unos extraterrestres minúsculos y el del capitán de dichos marcianos. A partir de su aterrizaje en la Isla de la Libertad (probablemente el más bizarro allí desde "Splash"), la adaptación del "alien" al hábitat terrícola merece tanto la pena como el "gag" en el que se ve envuelto. Dentro y fuera de la nave, las píldoras cómicas funcionan como microrrealidades. De esta forma, unas se vuelven nada frente a otras realmente afortunadas (la “expulsión” de dólares o el estupendo Ed Helms). Transcurrido el primer tercio del metraje, y con él la novedad y los mejores momentos, el filme muta a un vehículo comercial, aburrido y archiconocido.

Por eso, le pediríamos a Murphy lo contrario a lo que dedica su carrera. Eddie, haz sólo un papel: de tí mismo. Sí, amigo Eddie, nos partíamos cuándo eras tú. ¿Recuerdas "Saturday Night Live"? ¿Y tus "stand-up"?

CUATRO VIDAS

Director: Jieho Lee
Intérpretes: Kevin Bacon, Julie Delpy, Brendan Fraser
Web: http://www.theairibreathemovie.com/

“Cuatro vidas”, título lamentable al lado del original “El aire que respiro”, retoma la (últimamente) habitual estructura narrativa de varias historias deconstruidas en tiempos y espacios. A partir de un hombre sin futuro; de otro hombre que ve el futuro; y de dos personas que buscan un futuro, Jieho Lee escribe un guión con excesivas irregularidades. Tantas que, más que sobre una historia coherente en temáticas y tristezas, el texto de Lee da la impresión de pivotar en una serie de cortos enlazados a calzador. Así, uno de los “trucos” a los que se ve obligado el cineasta para dar consistencia a la unidad de la película, es la repetición de estructuras narrativas en cada uno de los cuentos (“flashback” infantil, núcleo de la acción, desenlace). El problema radica en que esta armazón no siempre se adecua a lo que quiere contar. Lo justificado en el episodio del, qué pena, pétreo Brendan Fraser (hablamos de la escena donde adquiere conciencia de su “don”), suena a broma tonta en los minutos de Sarah Michelle Gellar (¡ay, la muerte de su padre!).

Aunque, buceando en la filmografía de Jieho Lee, no seríamos justos si no admitiésemos su corta experiencia en tratar con el cine y, menos, al nivel en el que debuta (dirigiendo estrellas de clase “A”: García, Bacon, Gellar, Whitaker...). Quizá, en vez de lanzarse al largometraje, Lee debería haber atacado varios cortos de “fogueo” con las mejores tramas de “Cuatro vidas”. Seguro que la desesperación de un doctor buscando cura a su amor imposible, seguro que el dolor de una mujer esclavizada, hubiesen brillado en “tempos” adecuados.

sábado, 13 de septiembre de 2008

EL REY DE LA MONTAÑA

Director: Gonzalo López-Gallego
Intérpretes: Leonardo Sbaraglia, María Valverde, Pablo Menasanch

El miedo a una muerte inesperada, brutal y, aún más terrorífico, aleatoria es una emoción asfixiante que Bogdanovich explotó en su terrible debut “Targets” (1968). Con la misma excusa, un francotirador desconocido que arrasa vidas cruzadas, Gonzalo López-Gallego construye su recomendable tercera película, “El rey de la montaña”. Quim (Leonardo Sbaraglia) se encuentra atrapado en un bosque junto a Bea (María Valverde) cuando comienzan a dispararles sin motivo aparente desde el horizonte. Historia de supervivencia y dolor, de miserias y arrepentimiento, el filme carbura muchísimo mejor en su primera hora, recordando el costumbrismo embarrado y violento de cintas como “Deliverance”.

Desgraciadamente, al alejarse de esas referencias y adentrarse en un cine que requiere de armazón (citemos a Haneke), los minutos finales (y, sobre todo, su reflexión adjunta) difuminan la fuerza del arranque. Una pena que López-Gallego, también le ocurrió a Koldo Serra con su interesantísima “Bosque de sombras”, no cierre el círculo y nos abandone con un sabor de boca contradictorio.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

LAS DOS AMERICANAS Y EL AMOR (Sobre "Vicky Cristina Barcelona")



Ahora que ha cerrado su etapa europea con “Vicky Cristina Barcelona” y ha puesto en marcha su nuevo proyecto neoyorquino, “Whatever works”, es el momento perfecto para evaluar los años de Woody Allen en el viejo continente. “Match point”, golpetazo tras una sequía preocupante; “Scoop”, mínima comedia; “El sueño de Cassandra”, “noir” sucio e irregular; y “Vicky Cristina Barcelona”. En ella, el realizador estadounidense regresa, descartando la superficialidad, rebajando el ritmo cómico, a unos caminos que transitó en “La comedia sexual de una noche de verano” y que aquí se acercan al naturalismo didáctico de la “Nouvelle vague” francesa.

Reflexión sobre el amor (“fou”, contradictorio, pasional, marital, arrebatado, truncado, sexual, incompleto,…), “Vicky Cristina Barcelona” posee dos partes bien marcadas y especialmente afortunadas. El arranque, viaje a una Asturias desconocida e idílica, nos asalta con la posibilidad del romance desbocado de dos burguesas (una, reflexiva y a punto de casarse; la otra, impulsiva y a punto de enloquecer de pasión). Bardem, interpretación abrumadora, arrastra a las chicas a su mundo salvaje donde las leyes están para romperlas (un padre que se dedica a escribir sin publicar, una exmujer que le ama sin amarle).

La confrontación del ideario anarquista de Juan Antonio con la práctica amorosa del día a día (habitual materialismo alleniano), plagada de obstáculos, de trabas, de horizontes, de balazos, arma el discurso de la imprescindible “Vicky Cristina Barcelona”. Y, frente a otros filmes más conceptuales, esa batalla se vuelve carne: María Elena (una inspiradísima Penélope Cruz). Ella conjuga la pasión, el deseo, el amor y, a la vez, la locura, los celos, la muerte. En esa tormenta de contradicciones se abrasan los personajes; en ese guión con “voz-en-off” “á la Truffaut” (tan liviana, tan profunda, tan literaria) se hace muy, muy fuerte Woody Allen.

WOODY PONE ASTURIAS POR LAS NUBES

Un tercio de la película transcurre en el Principado, el nombre de Oviedo sale casi veinte veces y el personaje de Bardem es asturiano


Dos turistas estadounidenses, Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson), cenan tranquilamente en un restaurante barcelonés cuando descubren en una de las mesas contiguas al artista Juan Antonio (Javier Bardem). Ambas conocen las andanzas amorosas del español; Cristina no para de mirarle. El pintor se acerca y, sin rodeos, las invita a un viaje al norte de España. «¿Nos pides que volemos contigo a... Oviedo y volvamos?», pregunta la racional Vicky. «No, pasaremos el fin de semana. Comeremos bien, beberemos buen vino, haremos el amor», responde. «¿Y quién va a hacer el amor exactamente?», replica la chica. «Espero que los tres», concluye Juan Antonio.

Ésa es la segunda ocasión, de las casi veinte, en la que aparece el nombre de Oviedo en «Vicky Cristina Barcelona», la nueva película de Woody Allen a cuyo primer pase de prensa en España asistió LA NUEVA ESPAÑA. La cinta tendrá su primera exhibición al público el día 18 en el Festival de San Sebastián, 24 horas antes de su estreno nacional en salas comerciales.

De su hora y media de metraje, el Principado de Asturias ocupa un tercio. No se limita su presencia al «viaje de fin de semana» que realizan los tres protagonistas a la capital: algunas de las localizaciones asturianas (las escenas en el Naranco, un paseo en bicicleta...) son utilizadas por el director estadounidense para recrear escapadas a las afueras de Barcelona.

Pero empecemos por el principio. Extrañada y ofendida, Vicky está muy poco dispuesta (todo lo contrario que su amiga Cristina) a dirigirse a «una pequeña ciudad del norte de España llamada Oviedo». Además, ¿por qué querría Juan Antonio ir a ese sitio? Muy fácil: el artista necesita visitar una talla que le inspiró hace mucho tiempo: el Cristo románico de San Julián de los Prados, cosa que ocurrirá durante una escena en la que reviven los claroscuros del templo. Aterriza el avión tras un accidentado vuelo, y la «voz-en-off» omnipresente describe el paseo de los personajes alrededor de la ciudad. Fotos en las calles ovetenses; agradable comida en San Nicolás de Bari de Avilés (transportado al centro de Oviedo); pasteles en la deslumbrante Camilo de Blas (maravillosa fotografía de Aguirresarobe), y vuelta a su hotel, el Reconquista, en el que pasan un buen rato hablando del amor y sus consecuencias.

No termina aquí el idilio de «Vicky Cristina Barcelona» con Asturias. Al día siguiente, sin una convaleciente Cristina (Johansson), Juan Antonio muestra a Vicky las maravillas de Santa María del Naranco y del faro de Avilés, revelando que él «nació cerca de allí».

El mar soleado y las figuras de Bardem y Hall sentadas junto al oleaje reiteran la obsesión de Allen por descubrir una Asturias «de cuento», recordando las palabras con las que el propio director se refirió a Oviedo al recibir el premio «Príncipe de Asturias». Como el pintor no tiene suficiente con la compañía de la bella norteamericana, le propone ir a visitar a su padre, poeta, en una preciosa casa de Tiñana (Siero), a la que regresarán en otro momento, y a cenar en la Corrada del Obispo. Únicamente faltaba un concierto de flamenco a la luz de las velas en el parque de Ferrera avilesino y el enamoramiento de Vicky por el galán ya es completo.

Alrededor de treinta minutos utiliza Woody Allen a Asturias con dos propósitos: mostrarla de una forma desconocida hasta la fecha (seductora, etérea, «a-lluviosa») y plantear los conflictos que se desarrollarán en la siguiente etapa barcelonesa del filme mediante la llegada de la tempestuosa María Elena (Penélope Cruz). Ella, Bardem y Scarlett Johansson atraviesan en bicicleta las «caleyas» y acaban en una merienda en el Naranco. Aunque, gracias a la magia del cine, Allen convierte la «caleya» y el Naranco en un «camí» y un «forest» catalanes. Aun así, no se puede dudar del compromiso del neoyorquino con el Principado: no sólo porque el nombre de Oviedo se repita una y otra vez a lo largo del metraje, una promoción impresionante, sino porque Asturias, con sus calles, su mar, sus campos, constituye la esencia de esta aproximación naturalista al amor titulada «Vicky Cristina Barcelona».

sábado, 6 de septiembre de 2008

CHE, EL ARGENTINO

Director: Steven Soderbergh
Intérpretes: Benicio Del Toro, Demián Bichir, Santiago Cabrera
Web: http://www.cheelargentino.com/



Cuando acabe la Revolución, voy a meterte en una jaula y llevarte alrededor de Cuba cobrando entrada. Seguro que me haré de oro”, bromea uno de los guerrilleros con el Ché (Benicio Del Toro). En los previos a la entrada al cine, la sensación es la de acomodarse para asistir al enésimo manoseo de la figura del revolucionario. El germen de ese, seguramente, prejuicio no se genera en el vacío: numeren las biografías y las películas; las camisetas y calzoncillos; los pósteres y las gorras; las referencias políticas y las referencias de bar, que han pasado por sus vidas. Ernesto Guevara aparece en nuestra educación consumidora a la par que la Coca-Cola o, ajustando la mira, John Lennon. En definitiva, penetramos en la sala desvirgados por el argentino de una u otra manera: quizá le consideremos un terrorista o un liberador de la patria, pero venimos aprendidos de casa.

Soderbergh, consciente de este proceso, deconstruye de forma metódica (y objetiva, comprueben el metraje clásico), la visita de Guevara a Nueva York en el invierno de 1964. Con su discurso frente a la ONU y su entrevista en la CBS, el director norteamericano homenajea en áspera monocromía a los documentalistas de los años sesenta (D.A. Pennenbaker o Murray Lerner) y aprovecha para recuperar algunas de las históricas intervenciones del Ché político. La veracidad del tramo en blanco y negro deja claro que esa suerte de resurrección de la carne revolucionaria nada sería sin Benicio Del Toro. Frente a la sobreactuación de Demián Bichir del, por otra parte, eternamente sobreactuado Fidel Castro, el actor puertorriqueño vampiriza al comandante gracias a un físico mimético y a una interpretación que se engrandece cuando Soderbergh la encuadra en los “impasses” de su verdadero documental falso.

En cambio, al trasladar la acción al “flashback”, a los tiempos de la revolución (1955-1958), y regresar el color a la pantalla, y regresar el guión de ficción, el proyecto de Soderbergh se tambalea. Con un escaso desarrollo dramático, las diversas escaramuzas de los combatientes en pos de recobrar la isla no interesan nada. Enrocada en un Ché de camiseta y no en un personaje con matices, la figura principal del filme pierde atractivo al descubrir que el esfuerzo titánico de Del Toro es lo único que la mantiene en pie. Así, la sucesión de discursos del Ché a sus hombres tras la conquista de otra villa tras una buena acción del comandante tras otro discurso del Ché, demuestran que “El argentino” no escapa nunca (repetimos; salvo en su vertiente “documental”) de la corrección insulsa de una biografía para televisión. Sólo su ágil tramo final, interrumpido abruptamente, da esperanzas de encontrar algo más en su segunda parte, “Guerrilla”, a estrenar estas navidades.

sábado, 30 de agosto de 2008

STAR WARS: LA GUERRA DE LOS CLONES

Director: Dave Filoni
Web: http://wwws.warnerbros.es/clonewars

A partir de 1999 (estreno del “Episodio I”), George Lucas asume bíblicamente su misión como creador: propagar la palabra de “La guerra de las galaxias”. Desde entonces parece que el cineasta norteamericano se emperra en olvidar todos los trabajos que no parasiten a la serie. Por una parte, aquellos a los que no podría volver (las enormes “American graffiti” o “THX”) y, por la otra, aquellos a los que no debería volver (“Howard”). “La guerra de los clones”, película animada que transita entre el “Episodio II” y el “Episodio III”, reitera ese propósito.

No necesitamos demasiado metraje para evidenciar positivos de la digitalización en la serie; uno de ellos: el control del fotograma pasa de los vaivenes de una costosísima producción a la imaginación de los creadores. Tattoine, los planetas alejados, el “bebé” de Jabba, los subrefugios de la guerra... cualquier detalle se amplifica sin temor a que resulte inverosímil o requiera presupuestos astronómicos. Eso sí, sería justo que al igual que se aprovechan de las ventajas de la animación, Lucas y compañía no cayesen en sus defectos. El (¿cierto?) infantilismo que corroe la saga (sólo recompuesta con la trágica y adulta “Episodio III”), aquí alcanza niveles preocupantes. Un guión insustancial (gira y gira, previsible, alrededor de un secuestro) convierte a “La guerra de los clones” en una interpretación pueril del universo galáctico, muy del estilo de las adaptaciones televisivas de los ochenta (“La aventura de los Ewoks”). Sus flojísimos “one-liners” robóticos y sus personajes deslavazados (Anakin se asemeja a un profesor de primaria) no le hacen ningún favor. Más bien, la rebajan a una anécdota para fans o a una opción razonable si uno quiere anular momentáneamente a sus chiquillos.

BOBBY Z

Director: John Herzfeld
Intérpretes: Paul Walker, Laurence Fishburne, Olivia Wilde

John Herfelz, el director de “Bobby Z”, atesora una costumbre peculiar: rodar un tercio de metraje interesante por película. Obviemos su debut, la impresentable “Tal para cual” (el Travolta y la Newton-John), que le relegó a la televisión durante una buena época por filmar la batalla “dos enamorados versus Dios” (¡no es broma!). Fíjense; sus tres siguientes proyectos, “2 días en el valle”, “15 minutos” y esta “Bobby Z”, dan muestras de habérseles inoculado un virus que, a medio camino, elimina su corrección previa. Siguiendo la tradición, nadie desecharía “Bobby Z” si nos basamos únicamente en sus primeros treinta minutos: introducción de un Bruce Dern lisérgico, biografía tarantiniana y posterior confrontación de identidades cruzadas en la frontera. Y se acabó la milonga; los despropósitos (de la mano del horrible Joaquim De Almeida) supuran de pronto sobre el guión. Walker, actor de género (seamos buenos), capea con un texto que involuciona de un posible “noir” a una “road movie” tontorrona con niño ñoño. Ni siquiera la salada Olivia Wilde (“House”) rescata algo a última hora. Uno se pregunta, ¿qué te pasa, Herzfeld?

sábado, 23 de agosto de 2008

BANGKOK DANGEROUS

Director: Los hermanos Pang
Intérpretes: Nicolas Cage, Charlie Yeung, Shahkrit Yamnarm
Web: http://www.deaplaneta.com/sites/bangkok/

Un simple vistazo basta para darse cuenta de que el largometraje de los hermanos Pang, “Bangkok dangerous”, y el actor Nicolas Cage poseen vidas paralelas. La película, estrenada originariamente en 1999 y hoy revisitada por Hollywood, supuso el inicio de una carrera siamesa que ha producido la franquicia “The eye”. Deudora del cine de acción asiático (obligado citar a John Woo y su “The Killer”), la impresión de entonces (hace casi diez años) era la de haber visto una cinta aceptable que retomaba la estrecha relación entre violencia y honor con algunos aciertos visuales. En cambio, la vuelta al redil que propone el “Bangkok dangerous” actual no aporta nada más que una ligera pátina hollywoodiense. Reciclados mil veces sus argumentos por infinitas producciones similares, la sensación es la de soportar un celuloide cadavérico que no guarda ni planos inteligentes (el colmo: una pelea entre barriles de agua).

Pero la situación pasa a “código rojo” si trazamos paralelas con la filmografía de Nicolas Cage. Un intérprete que en 1999 acababa de ganar un Oscar por “Leaving las vegas” y de protagonizar películas interesantes (“Snake eyes”), ahora centra sus preocupaciones en dos temas: mantener su pelaco teñido y enlazar una lista de bodrios bien pagados (“Ghost Rider”, “Next”, “La búsqueda 2”). Querido Nicolas, ¿dónde olvidaste a tu Michael Williams de “Red rock west”? ¿Y a tu H.I. McDunnough de “Arizona baby? ¿Y a tu Frank Pierce de “Al límite”?...

ZOHAN: LICENCIA PARA PEINAR

Director: Dennis Dugan
Intérpretes: Adam Sandler, John Turturro, Rob Schneider
Web: http://www.sonypicturesreleasing.es/sites/zohan/bin/

Adam Sandler interpreta en su nuevo proyecto a Zohan Dvir, un agente de los servicios secretos hebreos que, cansado de la disputa interminable entre Israel y Palestina, decide que su futuro está en la peluquería femenina. Tras “hacerse desaparecer” del país, Zohan encuentra una oportunidad de trabajo en un modesto establecimiento de Nueva York. Tranquilidad absoluta, claro, hasta que le descubren sus enemigos.

Mientras el conflicto que rige Medio Oriente sigue en carne viva, hay que valorar la osadía de Adam Sandler al escribir una sátira con guerra de fondo, una licencia que le ha permitido encaramarse a lo alto de la recaudación en Israel. Sandler consigue, además, demostrar su valía como cómico en algunos “gags” que barren el cine de acción y el thriller político (los líos con Schneider ensamblan una versión bufa de “Munich”). Eso sí, enfrentados a trabajos impecables del actor-músico-escritor (especialmente, en el televisivo “Saturday night live”) o a intentos similares (la esencial “Borat”), los méritos de “Zohan” se agotan. La cierta gracia del arranque, con Sandler rechazando el orden establecido (esos padres…), se pierde en un jueguecito, primero, de tortas supuestamente divertidas y, segundo, de equívocos sexuales estilo Pajares en “¡Qué gozada de divorcio!”. Escogido ese camino, el cierre y su simplón mensaje de paz quedan aún peor de lo que valen por sí mismos.

sábado, 9 de agosto de 2008

MAMMA MÍA

Director: Phillida Lloyd
Intérpretes: Meryl Streep, Pierce Brosnan, Colin Firth
Web: http://www.mamma-mia-lapelicula.es/

El éxito universal del musical “Mamma mía!”, armado con canciones del grupo sueco “ABBA”, encuentra esta semana continuación en los cines. Con Meryl Streep imitando a Raffaella Carrá, la película de Phillyda Lloyd serpentea los vaivenes amorosos de una mujer que se reúne con los tres “posibles” padres de su hija. Basta de cháchara, lo confirmamos: suenan “Dancing queen”, “Chiquitita”, “Voulez vous”, “Knowing me, knowing you”... la retahíla indispensable para contentar a los fans del cuarteto “popero” menos, muy mal, “Waterloo”.

El filme de Lloyd evidencia que habría que tratar de buscar otro término si queremos definir a los musicales nacidos entre finales del siglo XX y principios del XXI. Las producciones actuales guardan demasiadas diferencias con sus antedecesoras (a saber; “Un día en Nueva York”, “Ellos y ellas” o “Cantando bajo la lluvia”) como para meterlas en el mismo saco. De salida, se han eliminado los planos secuencia. Así, gracias a un montaje inteligente, se simulan los bailes de Colin Firth o de Pierce Brosnan (o de Santiago Carrillo). En el número de “Mamma mía”, a la Streep le ruedan infinitas tomas con el objetivo de recrear una coreografía. No cuela. Otra barrera: ya no importa que ¡en un musical! los actores canten mal. Escuchen a Brosnan entonar “SOS”… sin palabras: “Camela” en inglés (o sea, ABBA).

Aderezando todo con un guión “a posteriori” (primero, las coplas de los suecos; después, pensamos la peli), sería pecado etiquetar a “Mamma mía” como “musical”. Le vendría mejor “video musical”.

VENGANZA

Director: Pierre Morel
Intérpretes: Liam Neeson, Maggie Grace, Famke Janssen
Web: http://www.europacorp.com/dossiers/taken/

Hace tiempo que se nos había olvidado la desfachatez de los filmes de acción de los primeros ochenta. Hoy, las estatuas de cera de Chuck Norris, Steven Seagal o Michael Dudikoff dan alimento a programas cómicos y a leyendas urbanas. Pierre Morel y su aliado en la sombra, Luc Besson, se proponen con “Venganza” resucitar el espíritu del “vigilante callejero” que, aunque popularizado por los mamporreros de antes, tiene su arquetipo en Charles Bronson. El actor norteamericano aportaba (cierta) verosimilitud a un justiciero dispuesto a recomponer su familia a balazos y, de paso, enmendar una sociedad corrompida.

Liam Neeson se apoya en Bronson e ¿interpreta? a un ex-poli que sufre el secuestro de su hija en Paris y decide cruzar el océano para despachar a sus captores. Profundamente reaccionaria (Europa parece el infierno en la tierra), la cinta discurre entre leches, disparos, conspiraciones, leches, disparos y conspiraciones. Salvan a Morel & Besson varios detalles. El principal, su falta de prejuicios. Nuestro protagonista es un superhombre que va a ganar. Repiten los cineastas mil veces: va a ganar. ¿Su público? Los aficionados del género. ¿Qué nos queda a los demás? Un rato de entretenimiento bien rodado (siempre nos permiten seguir la acción, un mérito estos días), de excesos aceptables (esa tortura eléctrica...) y con una cosa insuperable: los malos pierden.

APRENDIZ DE CABALLERO

Director: David Leland
Intérpretes: Hayden Christensen, Mischa Barton, Tim Roth

David Leland (creador de una bizarrada de referencia, “Un yuppie con estrés”) trata con “Aprendiz de caballero” remozar el “Decamerón” de Pasolini. Un caballero (Christensen) se oculta por unas deudas en un convento de monjas y allí descubre a la que será su futuro amor, Pampinea (Barton). El lío se forma cuando sus pretendientes concertados pasan a reclamar a su presa, espadas en alto.

De justicia, antes de empezar, es concederles a los cineastas una buena dosis de valor. El filme, lejos de la aventura, intenta atrapar los aires de la novela de Boccaccio a base de amor, tragedia y erotismo. Con una realización “demodé” y de bajo presupuesto (recuerda una película “S” de Patxi Andión), “Aprendiz de caballero” jamás alcanza sus objetivos. Ni Tim Roth en un papel de malvado risible ni Hayden Christensen en su inexpresividad consiguen inflarle vida al metraje. Eso sí, la cantinela que realmente incordia supura de su artificiosa provocación. De esta manera, mostrar al canadiense en la bañera con dos saladas como si fuese el colmo de la trasgresión, dice más de la naftalina de Leland, que de las posibles razones para soportar esta cinta.