lunes, 30 de agosto de 2010

KARATE KID

Director: Harald Zwart
Intérpretes: Jaden Smith, Jackie Chan, Taraji P. Henson
Web: http://www.sites.sonypicturesreleasing.es/sites/karatekid_teaser/



En junio de este año la loquísima web de humor “Funny or die”, creada por el director Judd Appatow y el cómico Will Ferrell, nos rulaba otro monumentazo más: el tráiler de una película falsa sobre las desgracias de Ralph Macchio. En el corte “Wax on, f*ck off”, el actor responsable de interpretar al primer “Karate kid”, se flagelaba contando las lamentables estrategias (léase falsos romances con prostitutas o filmes como “Rosencrantz y Guilderstein son zombies”) que el pobre hombre tiene que seguir para revivir su carrera comatosa en Hollywood. Visto ese clip, uno se pregunta ¿de verdad ésto es una película falsa? Si el dios Will Ferrell nos lo asegura, será falsa,… pero se puede entender que cualquier ser racional se quede muy, muy, muy, muy tocado después de haber protagonizado uno de los “jits” de acción de los ochenta, un referente generacional que consiguió que mozalbetes unicejos de Matalascañas y Cañada del Páramo se enrollasen un trozo de cinta blanca a la cabeza y se autosatisfaciesen al grito de “¡¡Dar cera, pulir cera!!”. ¿O acaso no se acuerdan de ese cartel con el careto de nuestro querido Ralph Macchio en posición de “quetedoyuncañonazo,oyes” en las carpetas de sus hijas quinceañeras?

Dirigida por John G. Avildsen (el realizador de “Rocky”, ¿no ven las similitudes?), la cinta original a la que hoy nos remite el “remake” de Harald Zwart, jugaba con esa mitología del “karatexplotation” de los setenta (Bruce Lee que estás en los cielos) y la masificaba a una gran audiencia juvenil de los ochenta, ávida de experiencias “kitsch” y azuzada por el “pop” de Madonna (sonaba en el filme ese himno de sintetizador, “You’re the best around” de Joe Espósito) y por el neoliberalismo de Ronald Reagan (“no hay amarillo que vacile a un “true american””, sentenciaría, orgulloso, el ex – presidente).

A estos productos de consumo, tan marcados, tan necesarios y tan adecuados a la época en la que se produjeron, o se les falta al respeto a lo bestia (la estupenda “El equipo A” de Joe Carnahan o la saga de “Misión imposible”) o la cosa se estanca en una revisitación sin chicha, sin alma; un artilugio colgado en un bucle “revival” que ni es tal por la imposiblidad de recrear unos valores artísticos que, como buenos valores artísticos, sólo se mantuvieron durante un tiempo y en un espacio determinados y que, en el caso de “Karate kid”, caducaron rápidamente salvo, of course, en los cabolos calenturientos de la muchachada de Matalascañas y Cañada del Páramo.

Concebida como un juguete que el bueno de Will Smith le regala por Navidades a su chiquillo, Jaden Smith, este regreso al rollo de las artes marciales (eso sí, ahora el mozo viaja a China y se enamora de una china, chifladuras de la interculturalidad) vale únicamente para reiterar lo “naive” y encantador de la primera película (quizá su gran mérito) y lo artificioso de ésta. Basada en el mismo incidente que su predecesora (el conflicto del prepúber protagonista con unos malvados karatekas que le retan a un torneo), la función estrenada el viernes se soporta por ver a Jackie Chan haciendo de Jackie Chan que intenta hacer de Pat Morita. Permanecerán en las antologías del absurdo la re-partición de hostias del (casi) sesentañero asiático con un grupete de chavales y su esfuerzo, dramático, intenso, jodido, de sacar una lágrima de esos ojos rasgados de truhancete. Menudo bribón, amigos. La solitaria esperanza que uno tiene con este “Karate kid” es que el chaval de las trenzas, el “fio” “del” Will, el nuevo “Karate kid”, vamos, no acabe como Ralph Macchio o que, al menos, comparta su sentido del humor. De momento, esta demostración de amor paterno degenerado (“Papá, cómprame un papel en una peli, andaaaa”), similar a la de esos progenitores que meten en la televisión a sus niños a bailar sevillanas o a cantar “Yo soy aquel”, da grima, mucha grima.

EL ZARA DEL FÚTBOL

Mi verano ha sido muy bizarro, amigos. Después amenazar durante toda la temporada, he estado los tres últimos meses en Bangkok, el lugar al que el bueno de Guti se quería ir para recuperarse del “injustísimo” mundo del fútbol. Allí, encerrado en un monasterio de la secta “Chu-Lin” (una buena gente cree en un dios mono que llegará a la tierra a tocar el “guatanebikonso”), me pasé los días olvidando la temporada de Pellegrini y, qué jodido, pensando en frases subordinadas. Desconectado del mundo, mi única obsesión era que nuestro nuevo tótem, el magnífico Mourinho (guapo, bueno, salao, esbelto, inteligente, fresquísimo…) nos ayudase a devolver la Liga a los manos de su verdadero dueño, el Real Madrid.

Por eso al desembarcar en Barajas y leer las noticias, el “shock” me dejó tan noqueado que unos viandantes me confundieron con Massiel recién salida de una boda. ¿España, campeona del mundo? ¿Raúl, al Schalke 04? ¿Los toros, prohibidos en Barcelona? ¿Camilo Sexto, vuelve a cantar? Dios, el universo se ha vuelto tarumba. Y más aún cuando comienzas a leer los titulares: la COPE y la SER, enfrentadas por culpa de Paco González. Páginas y más páginas hablando de las “putadillas” que le hicieron al pobre de Paco y las “putadillas” que el pobre de Paco tuvo que hacer. Menudo lío. Ah, y Rossell diciendo que Laporta era un pufista y que no tienen un duro. Ah, y el Atlético ganando la Supercopa de Europa contra un Inter de pandereta. Ah, y Anelka declarando que los miembros de la federación son “unos payasos” por sancionarle por su comportamiento en la Copa del Mundo. Rápidamente, busqué la única solución que tengo para cuando me quedo sin respuestas: la bebida.

¿Dónde estaba el Madrid? ¿No ha hecho pretemporada? ¿Cuáles son sus fichajes? ¿Hay vida más allá de Mou? El bueno de José Luis Moreno, ese impulsor de la cultura desde sus tiempos de los desfiles de verracos y verracas en lencería, declaró al tomar las riendas de la Laboral de Gijón que iba a convertir a este centro en el “Zara de la cultura”. Vamos, que fuera los “gafapastas” y pa’ dentro la Pantoja y Manolo Royo. En la prensa deportiva de este verano parece como si hubiese ocurrido algo semejante: dejémonos de tonterías cultas, es decir, de hablar de fútbol, y vamos a ponernos a mil con el morreo de Carbonero a Casillas. Esperemos que, con el movimiento centrífugo del balón, con la belleza del saque inicial, se acaben las tonterías y nos dediquemos a esa amante habitual que vuelve siempre, bendita sea, a finales de agosto.

jueves, 26 de agosto de 2010

"¿DE QUÉ SE RÍE, SR. MARTÍNEZ?" CON PEPE COLUBI Y ANTONIO TRASHORRAS

Amig@s, este jueves día 26 de agosto a las 19:00 finalizamos “¿De qué &/$# se ríe, señor Martínez?” en Onda Cero. 

“Menos mal”, dirán algunos cabronazos.

El último capítulo de la temporada tendrá dos partes. En la primera media hora hablaremos con Arturo González Campos y El Monaguillo, dos humanos que retoman su programa de humor en las madrugadas de Onda Cero.

En la segunda parte, titulada “Kirk Cameron ya no vive aquí”, charlaremos sobre sitcoms con Antonio Trashorras, crítico y director de cine, y con Pepe Colubi, periodista “punk”. 

Os prometo no abrasaros más... este jueves 26 de agosto a partir de las 19:00 en Onda Cero.

Como es el último, os recomiendo que bajéis el podcast, lo escuchéis, lo eliminéis y lo tengáis un tiempo en la papelera de reciclaje. Así después, un día tonto, podréis clickar con ganas en “Vaciar papelera de reciclaje”. Da gustirrinin.

lunes, 23 de agosto de 2010

HABLAMOS DE WOODY ALLEN EN ONDA CERO

Hola, amig@s!!! Hoy a partir de las 19:30 estaremos hablando sobre Woody Allen en "JELO en verano" (Onda Cero)  con motivo del estreno de su nueva película, "Conocerás al hombre de tus sueños".

¿Qué humanos se propondrán semejante tarea? Pues el escritor Ignacio del Valle (autor de las brutales "El arte de matar dragones" (Ed. ECO) y "El tiempo de los emperadores extraños" (Ed. Seix Barral)), Arturo Téllez, presentador de "JELO en verano" y el que esto escribe.

Hora: 19:30
Lugar: Onda Cero
Tema: el gran Woody Allen

CENTURIÓN

Director: Neil Marshall
Intérpretes: Michael Fassbender, Dominic West, Olga Kurylenko
Web: http://www.centurionmovie.com/



Esculpido por los últimos usos televisivos de la Roma clásica (“Roma”, “Espartaco: sangre y arena”), el largometraje de Neil Marshall narra las andanzas del centurión Quintus Dias (Michael Fassbender), un soldado del ejército imperial confinado en una de las fronteras más inestables del territorio: el norte de Inglaterra, un lugar, entonces (117 D.C.), dominado por los pictos, una tribu ascendiente del pueblo escocés. Como se pueden imaginar, no pretende el director (recordado por las notables “Dog soldiers” y “The descent”) un documental del canal “Historia” o, aquí sí que le respetaríamos, una novelesca de intriga y asesinato en tiempos del Imperio romano. Su interés se centra en rodar una película de acción con una dosis, pequeña, de aventura.

Su estructura es bien simple: diversas escaramuzas de ida y vuelta para liberar a miembros de las legiones romanas. Ah, y, en medio, mucha sangre y mucha cuchillada. Creerán que estas líneas son una exageración pero, a ratos, “Centurión” se convierte en fotogramas repetidos de descabezamientos, machetazos y flechazos sin otra justificación que fotogramas repetidos de descabezamientos, machetazos y flechazos. Esto no significa que esta opción esté mal, sino, más bien, que “Legion” no deja lugar a la narrativa (sus intentos, especialmente, con excusas de “Gladiator” en la cabeza, siempre acaban mal) y se confía el desarrollo de su argumento a la píldora roja del instante violento y reiterado. Una pena; con actores adecuados a este tipo de formato (Fassbender, West, Kurylenko, Morrissey o Thomsen), un presupuesto notable (a pesar de los cochambrosos títulos de crédito) y un artesano de cierto pulso (revisen su “The descent”), se termina pensando que el filme podría haber superado su asepsia pringada de sangre digital.

lunes, 16 de agosto de 2010

RAQUEL MARTOS, FRAN NIXON Y RAÚL MINCHINELA EN "¿DE QUÉ SE RÍE, SR. MARTINEZ?". ONDA CERO. 4º PROGRAMA.


 Amig@s, este jueves día 19 de agosto a las 19:00 continúo en el programa de Julia Otero en Onda Cero con “¿De qué &/$# se ríe, señor Martínez?”, un espacio semanal sobre el humor (y sus circunstancias) junto a Arturo Téllez, y una serie de human@s de variopinta procedencia.

El cuarto capítulo de la temporada tendrá dos partes. La primera media hora se titula “Pop-humor” y tendrá como invitados a Francisco Nixon, cantautor “pop” y Raúl Minchinela, escritor y creador de la página de análisis bizarro, “Las reflexiones del Dr. Repronto”.

“¿Las mujeres tienen gracia?” será nuestra segunda parte y, al lado de Nixon, estará Raquel Martos, cómica, guionista y autora del libro “La chica que se quería quemar a lo bonzo”. Todo esto sale del artículo de Christopher Hitchens, "Why women aren't funny".

Vaya coñazo que damos... este jueves 19 de agosto a partir de las 19:00 en Onda Cero.

Como se rumorea que Nixon va a tocar alguna canción, molaría que os bajaseis el podcast en ondacero.es y cortéis los trozos correspondientes para llevar en el Ipod.



IMPORTANTE: Después de la emisión, asistiremos a un concierto acústico de Fran Nixon en “Miss Limones” (C/ Limón, 12, Madrid) a partir de las 22:00 para celebrar que han descubierto otro actor porno entre los concursantes de “Hombres, mujeres y viceversa”.

domingo, 15 de agosto de 2010

¡PHILLIP MORRIS, TE QUIERO!

Directores: Glenn Ficarra & John Requa
Intérpretes: Jim Carrey, Ewan McGregor, Leslie Mann



Aunque Ewan McGregor lo aparente de mejor manera, Jim Carrey y él siempre han sabido combinar los franquiciados hollywoodienses (“Star wars” o “La isla”; “Ace Ventura” o “Batman forever”) con proyectos arriesgados (“El escritor” o “El sueño de Casandra”; “Olvídate de mí” o “Un loco a domicilio”). La historia real de Steven Russell (Carrey) y su vida en fuga y sus sucesivas reclusiones en la cárcel y su amor loco por su compañero de celda Phillip Morris (McGregor), se plantea como una oportunidad espléndida para compartir cartel y para que el personal, ensimismadísimo, se pregunte “¿Eh? ¿Obi Wan y el Grinch, morreándose con lengua?”. Los directores John Requa y Glenn Ficarra controlan esa maldad que descoloca al espectador incauto; en “Bad Santa” y “Una pandilla de pelotas” desterraban a dos figuras paternales e impolutas (Papá Noel y el típico entrenador de equipo de perdedores) a los terrenos miserables del híper-individualismo norteamericano.

También “Phillip Morris, te quiero” demuestra las alturas y las bajuras del sueño americano. Dentro del onirismo instalado en USA, cualquier mostrenco es capaz de conseguir (casi) cualquier cosa si representa bien al personaje que el público espera. Podrá integrar su sexualidad “rara”, escapar de la cárcel, escalar a puestos directivos... Justamente ése es el currículum de Steven Russell y, he aquí lo tenebroso del “american dream”, por él está cumpliendo una condena de 144 años en una celda de alta seguridad. Pero la vertiente eficaz de “Phillip Morris, te quiero” no es la de denuncia. Funciona el filme cuando carbura como un cuento de los Coen. Su arranque, con ese niño jugando a ver nubes con forma de pene o la construcción de una máscara que oculte su condición sexual, primero, y su condición profesional, después, proporcionan una entidad al conjunto que justifica su visionado. Capítulo aparte, no nos permite el márketing obviarlo, merecen los actores protagonistas. Ellos se cargan (en esencia, Carrey) con el peso de la cinta. Aún en desigualdad de condiciones por esa vis cómica que chorrea el canadiense y que barniza al escocés, se justifica el detenerse en sus elevados méritos. No debe ser fácil tirar de una película cercenada (a medio camino se notan algunas irregularidades de edición, quizá forzadas por las inestables condiciones de producción del filme); arriesgada para un actor “mainstream” (McGregor, un intérprete asociado al arquetipo del héroe, se atreve hasta con una felación); y, qué poco gay, que no se decide por su mejor lado.

Porque los directores desmerecen a su largometraje cuando quieren ser los Coen y Gus Van Sant al mismo tiempo. La liviandad del conjunto no se corresponde con sus intenciones en el epílogo y, por supuesto, éste último es el que más chirría. El contraste del resto con el capítulo final (un “protest short film”), difumina el retrato gozoso de “great pretender” que Carrey lleva a cabo y convierten a “¡Phillip Morris, te quiero!” en un todo incompleto. Dan ganas de preguntarles a Requa y a Ficarra por qué, ya puestos a denunciar desde el principio la situación de los gays en Norteamérica, no entran a saco con las condiciones de vida en las, ideales en la película, prisiones norteamericanas, o con los movimientos religiosos que les consideran, directamente, abominables. No se puede sera la vez “Antes que anochezca” y la versión “queer” de “Atrápame si puedes”. A veces, hay que decidirse y, si nos ponemos a escoger, el que escribe ésto prefiere la segunda opción.

KILLERS

Director: Robert Luketic
Intérpretes: Katherine Heigl, Ashton Kutchner, Tom Selleck
Web: http://www.killerslapelicula.com/



Hace tiempo que venimos sospechando que en el bazo de las producciones de Hollywood se está gestando un engendro horripilante, un cruce de dos subgéneros palomiteros y diferenciados por el sexo; la comedia romántica de acción. No queremos ser brasas pero este monstruo ya está entre nosotros, invadiendo nuestras familias, saturando la cabecita de nuestras novias “and” novios, a los que proporciona por igual un ratico de besicos y un ratico de disparos. Con este plan, todo se confunde: ella no sabe si toca abrazar o cerrar los ojos; él no sabe si morder un nacho pringoso o un centímetro de labio. A ello, como antes hicieron “El señor y la señora Smith” o “Exposados”, contribuye esta semana “Killers”, del ínclito Robert Luketic (le aceptamos al hombre la valía de ese monumento a las rubias imbéciles titulado “Una rubia muy legal”).

Ashton Kutchner (un actor mediocre, un tipo divertidísimo, disfruten su programa “Punk'd” en MTV) se mete en la piel de un asesino que liga con Katherine Heigl (una actriz mediocre, una tipa aburrida) y trata de ocultarle su trabajo. Como se pueden imaginar, de ahí salen equívocos “pa dar y tomar”. A punto de entrar al ”top” de momentos ridículos de la temporada (ese se lo ha ganado Gerard Butler por correr al ritmo de los Bee Gees en “La cruda verdad”), están algunas de las tonterías de “Killers” que sí merecen un poco de atención: el estupendo Rob Riggle pulsando algún botón de la comedia (defecto de fábrica: uno se parte con los humanos sin uno de los paletos) o a los grandes Tom Selleck y Catherine O'Hara ofreciendo brazadas de apoyo a la gris pareja protagonista. Un consejo: o lo uno o lo otro o, al menos, lo uno y lo otro bien hecho. Moza, deja a tu novio en casa y vete a ver con tus amigas “Mi segunda vez”. Mozo, deja a tu novia en casa y vete a ver con tus amigos “Los mercenarios”. De nada.

miércoles, 11 de agosto de 2010

JUANITO NAVARRO EN "¿DE QUÉ SE RÍE, SR. MARTINEZ?". ONDA CERO. 3º PROGRAMA

Amig@s, sabíamos que ya era hora de traer una verdadera estrella a "¿De qué se ríe, Sr. Martínez?", el espacio sobre humor que levantamos Arturo Téllez y yo todos los jueves a las 19:00 en Onda Cero.


Gran escena con Florinda Chico

Este jueves día 11 de agosto a las 19:00 tenemos en Onda Cero a uno de los monumentos del cine español: el señor Juanito Navarro.

Sí, descuidaros, cabrones, le vamos a preguntar si se presentará a las próximas elecciones del Real Madrid.


El tercer capítulo de la temporada se titula Mitos & Gametos del humor español. De la revista a "El mundo today" y tendrá como invitados a Juanito Navarro, cómico, actor, monologuista, autor... lalecheenvinagre; Xavi Puig, director del diario humoristico "El mundo today"; y Antonio Castelo, cómico, colaborador de "UAU" y creador de la webserie "Tú antes molabas"".

Sigo dando la brasa: este jueves 11 de agosto a partir de las 19:00 en Onda Cero.

Ah, y si quereis escuchar psicofonías con el vozarro de Galán, simplemente bajaros el podcast después de la emisión y ponedlo marcha atrás bien entrada la noche.

ZOMBIS NAZIS

Director: Tommy Wirkola
Intépretes: Vegar Hoel, Charlotte Frogner, Stig Frode Henriksen
Web: http://www.dodsno.no/



Si fuera consciente de sí mismo, el zombi se tomaría a broma. Al lado de la seriedad basura del vampiro o el encanto marrano del hombre lobo, este no-muerto pútrido, tambaleante, “slow-motion”, es un gilipollas. Su imbecilidad congénita (hablamos de un ser asalvajado en busca de sesos) la estableció la obra fundacional del subgénero, “La noche de los muertos vivientes” de Romero, y, salvo excepciones (excluiremos “28 días después” y sus zombis híperestimulados o esta “Zombis nazis”), se reproduce en las múltiples revisitaciones fílmicas de la criatura. Sólo faltaba que una generación de creadores atrajese a este monstruo tan, tan idiota al lugar perfecto para monstruos idiotas: la comedia. Max Brooks y sus ficciones “Guía de superviviencia zombi” y “Guerra mundial Z”, o las películas “Zombieland” o “Zombies party”, ponen al bicho donde debe estar: de secundario torpe que proporciona, en igual proporción, terror y humor.

Su tropa de zombis maquiavélicos, “inteligentoides”, aleja a “Zombis nazis” del cine no-muerto puro propuesto por Romero, pero no de la comedia. El director Tommy Wirkola intenta de forma muy evidente pertrechar un homenaje a la saga de “Evil dead” de Sam Raimi y, con alguna irregularidad (que, dicho sea de paso, comparte con su modelo), ¡vaya si lo consigue! Con el libro de estilo de este tipo de metrajes (unos chicos en medio de la montaña, la irrupción de un desconocido y el descubrimiento de una maldición), el filme alcanza lo que buscaba: un divertimento “gore-familiar”. Amputaciones, descabezamientos, tajadas... todo vale cuando se trata de librarse de un grupo de zombis que te dan la vara. Cercana a los desparrames de la dinamo Rodriguez-Tarantino (“Abierto hasta el amanecer”, “Planet terror”), la cinta se disfruta si suspendemos un rato nuestra obsesión por la higiene cinematográfica. No es obligatorio sentido ni narrativa lineal: hay películas que piden esta suspensión argumental... y “Zombis nazis” es una. Se le agradece su ritmillo transgresor e imposible de machetazo, sangre, víscera, machetazo, sangre, víscera, machetazo, sangre, víscera... un son que, como una melodía cerda de orquesta de pueblo, entra bien en verano.

martes, 10 de agosto de 2010

AIRBENDER, EL ÚLTIMO GUERRERO

Director: M. Night Shyamalan
Intépretes: Noah Ringer, Dev Patel, Nicola Peltz
Web: http://www.thelastairbendermovie.com/



En una rueda de prensa de lanzamiento de “Airbender”, una periodista se dirigió al responsable del filme, M. Night Shyamalan (“El sexto sentido”), preguntándole (esto es un decir) por qué había abandonado sus “películas del principio” (suponemos que se refería a “El sexto sentido” y “El protegido”) y se “había abandonado a la comercialidad” (suponemos que se refería a “El bosque”, “La chica del agua” o, cómo no, “Airbender”). La respuesta del indio fue perfecta: les remitimos a youtube para que aplaudan sus palabras. Si hay una película que se ría de estas situaciones, rutinarias a la labor del artista, es “Recuerdos” (1980) de Woody Allen. Durante todo el metraje, al personaje de Allen, un director que presenta una retrospectiva en un festival menor, sus “fans” le recriminan que no vuelva a sus primeras películas, “las graciosas”, y se deje de dramas, tan bajoneros ellos. Con el realizador asiático estalla un fenómeno similar. Shyamalan es un creador híperdotado que ha entregado algunas de las películas más importantes del último cine norteamericano (y, abróchense los cinturones, me refiero a “El sexto sentido”, “El protegido”, “La joven del agua”, “Señales”, la extraordinaria “El incidente” o “El bosque”); un tipo que, con la osadía del que mantiene a su obra en ebullición, apuesta en “Airbender” por otras vías (la adaptación), otras magnitudes (la megaproducción) y otros formatos (el 3D) con el fin de desentablillar, como hizo Allen, su filmografía.

Aunque falle la memoria, con los largometrajes de este director al personal le ocurre (reitero, por su atrevimiento) lo mismo. La reacción ante el estreno de “El protegido”, un clamor en su contra (“¡no se parece a “El sexto sentido” y el niño es más tonto!”), se ha mimetizado en cada uno de los lanzamientos posteriores, hasta llegar al paroxismo con la maltratada “El incidente”.

“Airbender” no supone la comercialización/degeneración del cine de Shyamalan. El cine de Shyamalan siempre ha sido comercial: sus cifras de producción de Hollywood están ahí, cerca de sus (generalmente, superiores) cifras de taquilla. ¿Qué cambia en esta ocasión? El que Shyamalan haya adaptado un texto ajeno, en este caso una serie animada de Nickelodeon, por primera ocasión en su carrera. El mal cálculo del cineasta con “Airbender” ha sido plantear cine generalista dirigido a una gran masa de público, mientras que, en sus películas previas, había producido cine minoritario (“La guerra de los mundos” de Spielberg es “Señales” a gran escala) que conectaba con una mayoría de la audiencia. Así, en lugar de atraer la adaptación a su terreno (Cuarón se aventuró con “Harry Potter y la cámara de los secretos”), la adaptación le ha empujado a él hacia el suyo.

Después de esta declaración de amor a uno de los directores hollywoodienses de mayor calado en la actualidad (añadiríamos a David Fincher, a James Gray…), no queda más remedio que admitir que “Airbender” no se libra del aprobado raspado. En ella están las querencias del cine de Shyamalan (el héroe que va asimilando su condición, la nínfula dispuesta a sacrificarse por su pueblo,…), untadas con ese reciente cine épico-fantástico-familiar que amortaja cualquier intento de trascendencia y cualquier calidad. Dentro de una lista de películas del ultragénero (“Las crónicas de Narnia”, “Legión”) al filme le pasa lo que jamás le había ocurrido a este cineasta: su cinta parece que la podría haber firmado cualquiera.

Con un ritmo aceptable, un 3D que luce únicamente en dos o tres escenas, y un final abierto a continuación (no destripo nada, sabemos de entrada que es un serial), a la propuesta la apuntalan los juegos formales con los que el realizador se divierte: los esplendorosos planos secuencia a cámara lenta o su colosal diseño de producción sirven para probar las saludables ganas que tenía Shyamalan de faltar al respeto a sus anteriores filmes y a sus “fans de siempre”. Tras este bache, aguardamos a su siguiente proyecto (“Devil”, un terror construido ¡dentro de un ascensor!) con el ansía con el que esperamos a los que se arriesgan, a los valientes que colocan su pellejo en cada fotograma.

miércoles, 4 de agosto de 2010

"¿DE QUÉ SE RÍE, SR. MARTINEZ?" EN ONDA CERO. 2º PROGRAMA



Amig@s, este jueves día 5 de agosto a las 19:00 continúo en el programa de Julia Otero en Onda Cero  con “¿De qué &/$# se ríe, señor Martínez?”, un espacio semanal sobre el humor (y sus circunstancias) junto a Arturo Téllez, y una serie de humanos de variopinta procedencia.

El segundo capítulo de la temporada se titula “Nacidos de pie. El "stand-up" en España” y tendrá como invitados a Carlos Clavijo, escritor, productor y monologuista, Ricardo Castella, monologuista y presentador de televisión; e Ignatius Farray, monologuista y colaborador habitual de "Muchachada Nui".

Sigo dando la brasa: este jueves 5 de agosto a partir de las 19:00 en Onda Cero.

Reitero: si os quereis llevar a Galán encapsulado, el podcast estará disponible en ondacero.es después de la emisión.

domingo, 1 de agosto de 2010

SPLICE

Director: Vicenzo Natali
Intérpretes: Adrien Brody, Sarah Polley, David Hewlett
Web: http://www.splicethefilm.com/



En las oscuridades de su cine metálico es donde el director Vicenzo Natali se mueve con mayor soltura. La gelidez marciana que subyace en sus previas (y magníficas) “Cube” (1997) y “Cypher” (2002) le arraiga en esa tradición del fantástico que David Cronenberg se encargó de acarrear, bandera de ese cientifismo inconsciente, arranque de las múltiples implicaciones de “Rabia”, “Inseparables” o “ExistenZ”. Pilar del Río, la viuda de José Saramago, contaba en una entrevista reciente que el Nobel estaba obsesionado por la ciencia ficción, una afición que a ella le resultaba “muy rara”, como buena mujer de “fan” del “sci-fi”. Mientras “Splice” nos desasosiega, y a la vez que emergen las tangencias de las obras de Natali y Saramago, se tiene la sensación de que el portugués hubiese gozado con el celuloide del estadounidense. Dentro de esa subversión perversa del género, y que llamaremos ciencia ficción íntima (“La mosca”, “Crash”), la película narra la vida de una pareja de científicos (los soberbios, valientes, Polley y Brody) que acoge clandestinamente a la criatura del experimento que están llevando a cabo, un ser que combina células de diversos animales y que va evolucionando hasta la figura de una pseudoadolescente que, como las adolescentes, guerrea con su cuerpo y con emocionalidades desconocidas.

Con Freud de coguionista, Natali introduce sutilmente, desde la repugnancia a la sensualidad, a esta “femme feral” en el espacio vital de los protagonistas, un lugar congelado por la in-acción de los días automáticos, un territorio vacío de sentido, sostenido por la posibilidad de un éxito profesional que reanime su futuro. Lo que antes recreaba una convivencia rutinaria, ahora, espoleado por la aparición de la extraña, niña y lolita, habitual y asombrosa, se abre a esa violencia de la no somos capaces de expropiarnos, a ese rencor íntimo de dos personas que coleccionan reproches. Sabe Natali que esa amargura se incuba en la penumbra y, al igual que conducía a los prisioneros de “Cube” a la luz, arrastra a su pareja hacia dos de las emociones más potentes de nuestro espectro: la lujuria y el sentimiento materno.

“Splice”, una de las películas de la temporada, consigue (y he aquí su logro mayúsculo) una voz propia para hablarnos de intimidades comunes. Reivindica Vicenzo Natali, con economía de medios, con la contundencia que proporciona la madurez creativa, su consideración como autor. Habrá que aguantar las causas y azares del camino, pero uno se imagina a Cronenberg observándole de lejos, orgulloso de su criatura.

NIÑOS GRANDES

Director: Dennis Dugan
Intérpretes: Adam Sandler, Chris Rock, Rob Schneider
Web: http://www.sites.sonypicturesreleasing.es/sites/ninosgrandes_site/



En “Niños grandes” (y no descubro nada), se reitera la obsesión de la nueva comedia norteamericana por diseccionar al cuarentañero actual. Parecería como si una de las escenas de la película de Denis Dugan (aunque todo suene a Adam Sandler) resumiese el asunto: el personaje del actor, un productor de Hollywood, mira a sus dos hijos, híperobservados, híperprotegidos e hípergilipollas, mientras ellos se machacan en la Play y él, pobre de él, tamborilea con un antiguo juego de mesa de los ochenta, lanzando señales al vacío para que los preadolescentes le hagan caso. Esa distancia entre el Facebook y el “Hundir la flota”, entre Lady GaGa y George Michael, entre el email y el fax, entre Atari y Apple, instala en la generación viejuna una psicología muy particular, pastoreada por una sentimentalidad infantiloide y desubicada. Esta última, descrita en “Resacón en Las Vegas”, “Aquellas juergas universitarias” o “Very bad things”, se caracterizaría por la añoranza del pasado pero, he aquí la gran diferencia con el pasado, en un momento histórico en el que sí se permite (y se premia) al hombre de cuarenta comportarse como un chavalico de veinte.

Con irregular fortuna (a ratos, simula a una suma de “gags” independientes), el filme de Dugan se ocupa de cinco amigos (Sandler, Rock, Schneider, Spade y James) que se reúnen (a su vera, sus numerosas familias) con el objetivo de pasar un fin de semana juntos tras el funeral del entrenador que les acompañó hasta la pubertad.

No pretende “Niños grandes” seguir al “Beautiful girls” de Ted Demme y explorar nostalgias. Al otro lado de una pared granítica de “sketches” (los hay de mil colores), se empeña el largometraje en analizar la cuestión con una mirada antropológica, presente también en el anterior proyecto de Sandler, “Funny people”, y que se suele echar de menos en el sub-sub-género. Dentro de sus muchas asperezas (lo peor, algunas se hallan en su maneras cómicas), sí se valora la significación dolorosa, mediante la fisicidad de la contraposición en la cercanía de un fin de semana familiar, de la distancia entre el culo de una veinteañera y cinco cuarentones imbéciles. Sus esfuerzos inútiles, reforzados por la mercadotecnia emocional, para volver a esas nalgas prietas, para volver a esa vida, centran el discurso de Sandler y recuerdan a los cantares de Springsteen. Amigos, esos días de gloria, advertía el “Boss”, se ha apagado como el guiño de una joven.

MI SEGUNDA VEZ

Director: Bart Freundlich
Intérpretes: Catherine Zeta-Jones, Justin Bartha, Kelly Gould



El imaginario de mujeres maduras que seducen a jóvenes dispuestos a ser seducidos, empapa al cine con la misma sudoración pegajosa de los chiquillos que no despegan ojo a la Mrs. Robinson de Anne Bancroft, a la Luisa de Victoria Abril, a la Mrs. Stiffler de Jennifer Coolidge o a la Saraghina de Eddra Gale. A este mosaico de féminas le salpicó en plenos noventa una nueva variación que venía encapsulada en las televisivas “Sexo en NY” y “Mujeres desesperadas”. Parasitando lo más profundo de las más miserables comedias románticas, ésas en las que un hombre maduro ideal y guapo, inteligente y rico, se trajina a una mozuca de clase baja, germina una versión en la que se intercambian los papeles: en “Mi segunda vez”, el desgraciado es el hombre (pero es joven, algo tenía que tener) y la glamourosa es la mujer (pero es una solitaria con un par de pipiolos, algo tenía tener). De esa salsa industrial, sale el filme de Catherine Zeta-Jones, acostumbrada a la majadería “Cosmopolitan”.

Lo intrépido de esta aventura en la que se embarca el director Bart Freundlich es la posibilidad espuria, artificiosa (y malintencionada) de una pseudocomedia romántica con una cuarentona súpermolona y jamelgosa (Catherine Zeta Jones) y un chavalín imberbe y “pobre/cool” de veinticinco años (Justin Bartha). Habrá que admitir antes de echarse a desbarrar como un mandril en celo, que quizá en la genética (en que, a día de hoy, soy un tío), se encuentre mi vergüenza ajena por una tontería con semejantes ínfulas. La historia es la de siempre: una mujer despechada que se escapa a la ciudad (NY, of course, que mola) para liberarse.

Allí, se le presentan las dos opciones de desmadre en este tipo de ficciones (me refiero las que marca la ultraconservadora “Sexo en Nueva York 2”): a) unos pretendientes guapos a la par que tontos (uno de los gags más lamentables de la década transcurre en un urinario de obra); b) unos pretendientes guapos a la par que inteligentes, sensibles y “bellos” interiormente (el pimpollo que interpreta Bartha). Sabemos todos con quién va a acabar, ¿no? Sí, han acertado. Con el guapo.