sábado, 30 de agosto de 2008

STAR WARS: LA GUERRA DE LOS CLONES

Director: Dave Filoni
Web: http://wwws.warnerbros.es/clonewars

A partir de 1999 (estreno del “Episodio I”), George Lucas asume bíblicamente su misión como creador: propagar la palabra de “La guerra de las galaxias”. Desde entonces parece que el cineasta norteamericano se emperra en olvidar todos los trabajos que no parasiten a la serie. Por una parte, aquellos a los que no podría volver (las enormes “American graffiti” o “THX”) y, por la otra, aquellos a los que no debería volver (“Howard”). “La guerra de los clones”, película animada que transita entre el “Episodio II” y el “Episodio III”, reitera ese propósito.

No necesitamos demasiado metraje para evidenciar positivos de la digitalización en la serie; uno de ellos: el control del fotograma pasa de los vaivenes de una costosísima producción a la imaginación de los creadores. Tattoine, los planetas alejados, el “bebé” de Jabba, los subrefugios de la guerra... cualquier detalle se amplifica sin temor a que resulte inverosímil o requiera presupuestos astronómicos. Eso sí, sería justo que al igual que se aprovechan de las ventajas de la animación, Lucas y compañía no cayesen en sus defectos. El (¿cierto?) infantilismo que corroe la saga (sólo recompuesta con la trágica y adulta “Episodio III”), aquí alcanza niveles preocupantes. Un guión insustancial (gira y gira, previsible, alrededor de un secuestro) convierte a “La guerra de los clones” en una interpretación pueril del universo galáctico, muy del estilo de las adaptaciones televisivas de los ochenta (“La aventura de los Ewoks”). Sus flojísimos “one-liners” robóticos y sus personajes deslavazados (Anakin se asemeja a un profesor de primaria) no le hacen ningún favor. Más bien, la rebajan a una anécdota para fans o a una opción razonable si uno quiere anular momentáneamente a sus chiquillos.

BOBBY Z

Director: John Herzfeld
Intérpretes: Paul Walker, Laurence Fishburne, Olivia Wilde

John Herfelz, el director de “Bobby Z”, atesora una costumbre peculiar: rodar un tercio de metraje interesante por película. Obviemos su debut, la impresentable “Tal para cual” (el Travolta y la Newton-John), que le relegó a la televisión durante una buena época por filmar la batalla “dos enamorados versus Dios” (¡no es broma!). Fíjense; sus tres siguientes proyectos, “2 días en el valle”, “15 minutos” y esta “Bobby Z”, dan muestras de habérseles inoculado un virus que, a medio camino, elimina su corrección previa. Siguiendo la tradición, nadie desecharía “Bobby Z” si nos basamos únicamente en sus primeros treinta minutos: introducción de un Bruce Dern lisérgico, biografía tarantiniana y posterior confrontación de identidades cruzadas en la frontera. Y se acabó la milonga; los despropósitos (de la mano del horrible Joaquim De Almeida) supuran de pronto sobre el guión. Walker, actor de género (seamos buenos), capea con un texto que involuciona de un posible “noir” a una “road movie” tontorrona con niño ñoño. Ni siquiera la salada Olivia Wilde (“House”) rescata algo a última hora. Uno se pregunta, ¿qué te pasa, Herzfeld?

sábado, 23 de agosto de 2008

BANGKOK DANGEROUS

Director: Los hermanos Pang
Intérpretes: Nicolas Cage, Charlie Yeung, Shahkrit Yamnarm
Web: http://www.deaplaneta.com/sites/bangkok/

Un simple vistazo basta para darse cuenta de que el largometraje de los hermanos Pang, “Bangkok dangerous”, y el actor Nicolas Cage poseen vidas paralelas. La película, estrenada originariamente en 1999 y hoy revisitada por Hollywood, supuso el inicio de una carrera siamesa que ha producido la franquicia “The eye”. Deudora del cine de acción asiático (obligado citar a John Woo y su “The Killer”), la impresión de entonces (hace casi diez años) era la de haber visto una cinta aceptable que retomaba la estrecha relación entre violencia y honor con algunos aciertos visuales. En cambio, la vuelta al redil que propone el “Bangkok dangerous” actual no aporta nada más que una ligera pátina hollywoodiense. Reciclados mil veces sus argumentos por infinitas producciones similares, la sensación es la de soportar un celuloide cadavérico que no guarda ni planos inteligentes (el colmo: una pelea entre barriles de agua).

Pero la situación pasa a “código rojo” si trazamos paralelas con la filmografía de Nicolas Cage. Un intérprete que en 1999 acababa de ganar un Oscar por “Leaving las vegas” y de protagonizar películas interesantes (“Snake eyes”), ahora centra sus preocupaciones en dos temas: mantener su pelaco teñido y enlazar una lista de bodrios bien pagados (“Ghost Rider”, “Next”, “La búsqueda 2”). Querido Nicolas, ¿dónde olvidaste a tu Michael Williams de “Red rock west”? ¿Y a tu H.I. McDunnough de “Arizona baby? ¿Y a tu Frank Pierce de “Al límite”?...

ZOHAN: LICENCIA PARA PEINAR

Director: Dennis Dugan
Intérpretes: Adam Sandler, John Turturro, Rob Schneider
Web: http://www.sonypicturesreleasing.es/sites/zohan/bin/

Adam Sandler interpreta en su nuevo proyecto a Zohan Dvir, un agente de los servicios secretos hebreos que, cansado de la disputa interminable entre Israel y Palestina, decide que su futuro está en la peluquería femenina. Tras “hacerse desaparecer” del país, Zohan encuentra una oportunidad de trabajo en un modesto establecimiento de Nueva York. Tranquilidad absoluta, claro, hasta que le descubren sus enemigos.

Mientras el conflicto que rige Medio Oriente sigue en carne viva, hay que valorar la osadía de Adam Sandler al escribir una sátira con guerra de fondo, una licencia que le ha permitido encaramarse a lo alto de la recaudación en Israel. Sandler consigue, además, demostrar su valía como cómico en algunos “gags” que barren el cine de acción y el thriller político (los líos con Schneider ensamblan una versión bufa de “Munich”). Eso sí, enfrentados a trabajos impecables del actor-músico-escritor (especialmente, en el televisivo “Saturday night live”) o a intentos similares (la esencial “Borat”), los méritos de “Zohan” se agotan. La cierta gracia del arranque, con Sandler rechazando el orden establecido (esos padres…), se pierde en un jueguecito, primero, de tortas supuestamente divertidas y, segundo, de equívocos sexuales estilo Pajares en “¡Qué gozada de divorcio!”. Escogido ese camino, el cierre y su simplón mensaje de paz quedan aún peor de lo que valen por sí mismos.

sábado, 9 de agosto de 2008

MAMMA MÍA

Director: Phillida Lloyd
Intérpretes: Meryl Streep, Pierce Brosnan, Colin Firth
Web: http://www.mamma-mia-lapelicula.es/

El éxito universal del musical “Mamma mía!”, armado con canciones del grupo sueco “ABBA”, encuentra esta semana continuación en los cines. Con Meryl Streep imitando a Raffaella Carrá, la película de Phillyda Lloyd serpentea los vaivenes amorosos de una mujer que se reúne con los tres “posibles” padres de su hija. Basta de cháchara, lo confirmamos: suenan “Dancing queen”, “Chiquitita”, “Voulez vous”, “Knowing me, knowing you”... la retahíla indispensable para contentar a los fans del cuarteto “popero” menos, muy mal, “Waterloo”.

El filme de Lloyd evidencia que habría que tratar de buscar otro término si queremos definir a los musicales nacidos entre finales del siglo XX y principios del XXI. Las producciones actuales guardan demasiadas diferencias con sus antedecesoras (a saber; “Un día en Nueva York”, “Ellos y ellas” o “Cantando bajo la lluvia”) como para meterlas en el mismo saco. De salida, se han eliminado los planos secuencia. Así, gracias a un montaje inteligente, se simulan los bailes de Colin Firth o de Pierce Brosnan (o de Santiago Carrillo). En el número de “Mamma mía”, a la Streep le ruedan infinitas tomas con el objetivo de recrear una coreografía. No cuela. Otra barrera: ya no importa que ¡en un musical! los actores canten mal. Escuchen a Brosnan entonar “SOS”… sin palabras: “Camela” en inglés (o sea, ABBA).

Aderezando todo con un guión “a posteriori” (primero, las coplas de los suecos; después, pensamos la peli), sería pecado etiquetar a “Mamma mía” como “musical”. Le vendría mejor “video musical”.

VENGANZA

Director: Pierre Morel
Intérpretes: Liam Neeson, Maggie Grace, Famke Janssen
Web: http://www.europacorp.com/dossiers/taken/

Hace tiempo que se nos había olvidado la desfachatez de los filmes de acción de los primeros ochenta. Hoy, las estatuas de cera de Chuck Norris, Steven Seagal o Michael Dudikoff dan alimento a programas cómicos y a leyendas urbanas. Pierre Morel y su aliado en la sombra, Luc Besson, se proponen con “Venganza” resucitar el espíritu del “vigilante callejero” que, aunque popularizado por los mamporreros de antes, tiene su arquetipo en Charles Bronson. El actor norteamericano aportaba (cierta) verosimilitud a un justiciero dispuesto a recomponer su familia a balazos y, de paso, enmendar una sociedad corrompida.

Liam Neeson se apoya en Bronson e ¿interpreta? a un ex-poli que sufre el secuestro de su hija en Paris y decide cruzar el océano para despachar a sus captores. Profundamente reaccionaria (Europa parece el infierno en la tierra), la cinta discurre entre leches, disparos, conspiraciones, leches, disparos y conspiraciones. Salvan a Morel & Besson varios detalles. El principal, su falta de prejuicios. Nuestro protagonista es un superhombre que va a ganar. Repiten los cineastas mil veces: va a ganar. ¿Su público? Los aficionados del género. ¿Qué nos queda a los demás? Un rato de entretenimiento bien rodado (siempre nos permiten seguir la acción, un mérito estos días), de excesos aceptables (esa tortura eléctrica...) y con una cosa insuperable: los malos pierden.

APRENDIZ DE CABALLERO

Director: David Leland
Intérpretes: Hayden Christensen, Mischa Barton, Tim Roth

David Leland (creador de una bizarrada de referencia, “Un yuppie con estrés”) trata con “Aprendiz de caballero” remozar el “Decamerón” de Pasolini. Un caballero (Christensen) se oculta por unas deudas en un convento de monjas y allí descubre a la que será su futuro amor, Pampinea (Barton). El lío se forma cuando sus pretendientes concertados pasan a reclamar a su presa, espadas en alto.

De justicia, antes de empezar, es concederles a los cineastas una buena dosis de valor. El filme, lejos de la aventura, intenta atrapar los aires de la novela de Boccaccio a base de amor, tragedia y erotismo. Con una realización “demodé” y de bajo presupuesto (recuerda una película “S” de Patxi Andión), “Aprendiz de caballero” jamás alcanza sus objetivos. Ni Tim Roth en un papel de malvado risible ni Hayden Christensen en su inexpresividad consiguen inflarle vida al metraje. Eso sí, la cantinela que realmente incordia supura de su artificiosa provocación. De esta manera, mostrar al canadiense en la bañera con dos saladas como si fuese el colmo de la trasgresión, dice más de la naftalina de Leland, que de las posibles razones para soportar esta cinta.

viernes, 8 de agosto de 2008

WALL-E

Director: Andrew Stanton
Web: http://disney.go.com/disneypictures/wall-e/

“Presto”, el corto que precede a “Wall-E”, anticipa las intenciones del estreno robótico de la factoría Disney: apropiarse de un medio nuevo (animación 3D) para reivindicar la potencia del lenguaje clásico. En este aperitivo de cinco minutos, los creadores de Pixar se sacan de la chistera el espíritu de Chuck Jones (“Looney tunes”) y surge una rítmica sucesión (por mucho que aparente desbocada) de “gags” entre un conejo (quizá “Bugs Bunny”) y su dueño, un mago idiota (quizá “Elmer J. Fudd”).

Títulos de crédito “á la Warner” despiden a su telonero, comienza “Wall-E” en silencio. El mutismo funerario de un mundo abandonado acompaña al trozo de tecnología por calles vacías mientras recoge basura y la transforma en basílicas sin culto. Homenaje a los grandes del “sci-fi” (Bradbury, K. Dick, Matheson), el arranque, uno de los más deslumbrantes de la década, no se detiene. Embebido en su hechizo de píxel mudo, el posterior “affaire” metálico recupera al mejor Chaplin, ése que en el final de “Luces de ciudad” entornaba la mirada para revelarse ante su amada. Hoy le imita nuestro chiquillo de hierro y su “humanidad” desborda (mismas armas, misma emoción) el lienzo.

Con menor acierto (¿quién conseguiría mantener su primera media hora?), la segunda parte del largometraje reorienta su sombrío discurso hacia Disney. Aventuras al rescate de un vegetal salvador y guiños a Asimov o Huxley demuestran el impagable compromiso de “Wall-E” con el entretenimiento pero no poseen el calado de inicio, aún profetizando un terrible futuro obeso. Probablemente por esa razón los pipiolos colindantes disfruten bastante más. Bueno, de eso se trata, ¿o no?

PRESTO (2008)

sábado, 2 de agosto de 2008

LA MOMIA: LA TUMBA DEL EMPERADOR DRAGÓN

Director: Rob Cohen
Intérpretes: Brendan Fraser, Jet Li, María Bello
Web: http://robcohenthemummy.com/

Anda muy lejos, diez años, aquella primera entrega de “La momia” con la que Stephen Sommers revitalizaba el mito del monstruo enrollado. Si hacen memoria, en el inicio de la saga la apuesta era cristalina: replicar el modelo de aventuras clásico, su guión se basaba en “La mano de la momia” (1940), ante la falta de “Indiana Jones” y sucedáneos. Y, la verdad, la idea funcionaba. Brendan Fraser, un intérprete semidesconocido (salvo por su apabullante aparición en “Dioses y monstruos”), cogía las riendas de un celuloide que aportaba una dosis de entretenimiento suficiente. Su espectacular recaudación (400 millones de dólares) propulsó una segunda parte que, a su vez (léase “otros 450 millonazos”), convirtió a la serie en una franquicia.

En “La momia 3: la tumba del emperador dragón”, nuestros héroes abandonan su vida rutinaria para luchar contra un malvado emperador chino que regresa de la tumba (Jet Li). Bueno, así contada la cosa apetece, ¿eh?… hasta que empezamos a enterarnos de varias milongas: Rob Cohen (ese hombre que nos entregó la cumbre del cine “The fast and the furious”) y los guionistas Gough y Millar (esos humanos que nos entregaron la cumbre del cine “Herbie”) sustituyen al artesano Stephen Sommers y, encima, Maria Bello reemplaza en el mismo papel a ¡Rachel Weisz!

Mal vamos y mal terminamos. El filme de Cohen es, casi seguramente, uno de los despropósitos de la temporada. Quitando el prólogo de rigor (divierte el logo de “Universal” girando sobre sí mismo), nada interesa ni, peor, entretiene. Incluso, de rato en rato, cabrea tanta desfachatez: escenas apiladas unas encima de otras (¿a cuento de qué salen yetis? ¿y un monstruo peludo?); diálogos vergonzosos (“¡sois un imán para las momias!”, grita un personaje) e interpretaciones indignas (el director de “casting” se luce con los inexpresivos Luke Ford y Jersey Meng como pareja joven). En su labor de derribo, esta tontería no deja de pie ni a la maravillosa Maria Bello. Triste adivinarla bajo ese pelo teñido, atravesando fotogramas de una saga que tendría que haberse enterrado en su debut.

HELLION, EL ÁNGEL CAÍDO

Director: Stewart Hendler
Intérpretes: Josh Holloway, Sarah Wayne Callies, Joel Edgerton
Web: http://www.hellion.es/

Con “Hellion. El ángel caído” ocurre un fenómeno diabólico. La película arranca, y sigue, y sigue, y sigue, y termina y no sabemos por qué hemos aguantado hasta los títulos de crédito. Su apertura, con la típica niñera acosada típicamente por el típico lobo mefistofélico, apunta lo que va a venir después. El secuestro de un niño malo, malo, malísimo (el diablo, vamos) deriva en un terror de bajo presupuesto que huele a mil largometrajes similares. De hecho, parece un “Greatest hits” de chiquillos maléficos. No duden, amigos: esa escena la vieron en “La profecía” (Richard Donner, 1976); aquella otra, en “La semilla del diablo” (Roman Polanski, 1968); ¿y la de más allá?... ¡bingo!, ¡en “Pactar con el diablo” (Taylor Hackford, 1997)! Lo que no se entiende es que, entre montones de revisitaciones y caretos pétreos de Josh Halloway (“Perdidos”), “Hellion. El ángel caído” se soporte entera y verdadera. Lista de posibles explicaciones a este suceso paranormal: un guión con algunas líneas bien escritas; dar fe de que Michael Rooker vive; una afición desmedida por el “sub-sub-género” de güajes cabroncetes;... o, pensándolo mejor, quizá todo sea obra de Satán. Ni idea, oiga.