domingo, 27 de diciembre de 2009

BIENVENIDOS A ZOMBIELAND

Director: Ruben Fleischer
Intérpretes: Woody Harrelson, Jesse Eisenberg, Emma Stone
Web: http://www.sites.sonypicturesreleasing.es/sites/zombieland_site/



Si antes de escribir un texto cualquiera sobre fútbol debemos rendir pleitesía a Eduardo Galeano, si en los previos de redactar una ridícula columna alrededor de la música del XX hay que entrometerse en Ian McDonald, en los preliminares de una reseña de “Bienvenidos a Zombieland” es de justicia reconocer las múltiples estaciones “zombie” que el director Ruben Fleischer ha recorrido para construir su universo cadavérico. Sin el inevitable George A. Romero (cómo no nombrar al humano que intuyó, mil novecientos sesenta y ocho entonces, el arquetipo vírico y nihilista de los terrores del veintiuno), sin la aportación postmoderna de “Zombies Party” de Edgar Wright o sin el conglomerado pop de Max Brooks en sus libros “Guía de supervivencia zombie” y “Guerra Mundial Zombie”, nadie hubiese parido una de las aventuras más gozosas de los últimos años: “Bienvenidos a Zombieland”.

La película-novela (tal y como entiende novela Fernando Savater en su estupendo ensayo “Misterio, emoción y riesgo”) de Fleischer se desarrolla acompañando a un héroe “nerd” de siglo XXI, un náufrago de casa “a-familiar”, un personaje de “Supersalidos” que descubre su misión, su destino en el apocalipsis zombie: crear unas reglas universales que nos eduquen, a nosotros espectadores, a ellos aventureros, en el noble arte de sobrevivir a los no-muertos. Honrando a unos diez minutos iniciales deslumbrantes, Fleischer mezcla “gore”, humor negro, comedia gamberra, patafísica e, incluso, metaparodia (ese Bill Murray en el fin del mundo). Además, otro de sus logros, la cinta doma a Woody Harrelson como complemento bárbaro del protagonista híperurbano. En la línea de tantos y tantos exploradores ficcionalizados (asuntos personales, enturbio a este tejano facha con el Michael Douglas de “Tras el corazón verde”), Harrelson interpreta a un capullo intemporal que, en una realidad plagada de “zombies”, forma una pareja inusual (y encantadora) con el chiquillo protagonista.

Divertida y atrevida, de culto y popular, sería un error inexcusable enfocar una crítica de “Bienvenidos a Zombieland” enterrándola como película cerrada y conclusa. No nos olvidemos que el largometraje fue producido como episodio piloto de una serie, un primer esbozo (quizás no de la brillantez de “El arca perdida” o “Parque jurásico”) de un planeta por re-colonizar: baldío, desesperado e inhóspito como “La carretera” de Cormac McCarthy; apasionante, adolescente e inocente como “Los Goonies” de Richard Donner. Los buenos yonquis cinematográficos pedimos, exigimos, rogamos una continuación.

NO ES TAN FÁCIL

Directora: Nancy Meyers
Intérpretes: Meryl Streep, Alec Baldwin, Steve Martin
Web: http://www.itscomplicatedmovie.com/



Una generación de mujeres cineastas de Hollywood, primero, guionistas, después, directoras, han dedicado estos años a darle vueltas a una figura que les es muy familiar: la fémina trabajadora que, en sus cincuenta, se ha independizado de familia, amantes y ex – maridos. En su biblia “El cuello no engaña y otras reflexiones sobre ser mujer” (Ed. Alba), la realizadora Nora Ephron (“Algo para recordar”, “Julie & Julia”) ofrece multitud de recetas con las que afrontar la madurez femenina, asentadas en dos conceptos volátiles y arriesgados: el de “seguridad en sí misma” y el de “inteligencia”. Pero no esta sola en su análisis hollywoodiense de menopáusicas de clase alta. “El club de las primeras esposas” de Hugh Wilson o “Las mujeres perfectas” de Frank Oz, también apoyan a Ephron en su loa a una tipología femenina históricamente insólita y mucho más poliédrica y complicada que la mostrada en estas cintas bicromáticas.

La cineasta Nancy Meyers, que ya bordeó la cuestión en “¿En qué piensan las mujeres?”, se ha metido de lleno en ella en las casi consecutivas “Cuando menos te lo esperas” (2003) y en el estreno de este fin de semana, “No es tan fácil”. Meryl Streep interpreta a una divorciada de “cincuentaytantos” que se debate entre regresar con su ex – marido (Alec Baldwin) o comenzar una relación con un arquitecto que trabaja para ella (Steve Martin). De tono menor, durante la película no se entiende qué quiere Meyers, si entretenernos o tratar con cierta seriedad los vericuetos de la vida de ese tipo de mujeres burguesas, divorciadas, liberadas y, contradictoriamente (esto se intuye de forma muy vaga en el amable metraje), caldo de cultivo de trastornos psicológicos. El gran fuerte del filme (¿cuántas veces hemos dicho esto en ocasiones anteriores?) se encuentra en Meryl Streep y sus compañeros de reparto. Ella y sólo ella, Baldwin y sólo Baldwin, Martin y sólo Martin, proporcionan a un guión de saldo (con sus trucos de vodevil, sus insertos de un “Sexo en Nueva York” caduco y sus diálogos impostados) un empaque que no se merece. Fíjense en la prueba empírica del asombroso talento del trío principal al compartir planos con cualquiera de los mediocres secundarios.

En un punto y aparte y a pesar de que no nos solamos detener en el diseño de vestuario de películas que no sean de época (fallo nuestro o poco espacio o los dos), la referencia a la ovetense Sonia Grande resulta obligada. Una carrera escalonada y trabajada, que combina vestuarios tan deslumbrantes como “La niña de tus ojos” o “Volver”, tan delicados como “Vicky Cristina Barcelona” o “Los otros”, debía dar el salto a una megaproducción hollywoodiense. Atrapa en telares Sonia la afición al azul de Meryl Streep, el elegante desgarbo de John Krasinski y Steve Martin y, esto sí que no es fácil, la gordura “punk” del gran Alec Baldwin. Se agradece, dentro del olvidable total del largometraje de Meyers, la esforzada artesanía de Grande.

lunes, 21 de diciembre de 2009

LAPORTA ES UN AVATAR


Duden de él...

“Nunca se podrá mejorar esto”, declaró Joan Laporta tras ganar al Estudiantes en el minuto ciento diez. Un tipo que maneja conceptos como “nunca” (un espacio de tiempo tan amplio que podrías escuchar todo lo que te dice tu mujer), “barcelonista de mierda” (al presidente de Extremadura) o “Cataluña es una nación”, oculta algo sospechoso. Si se fijan, el “president” es el sueño de cualquier macho alfa: dirige un equipo de fútbol, se embolsa carradas de pasta, tiene una barriguilla atractiva, sus “ex” salen en “Intervíu” y baila de puta madre. ¿Qué mastuerzo pediría más? En “Blanco radiante”, hemos descubierto el secreto de ese ideal masculino: Laporta es realmente un mozo de El Esparragal (Murcia).

Nemesio Luigales, hijo de Antonia Viniciosa y Braulio Luigales, nacido en El Esparragal en 1979, odiaba su vida de camarero en el bar “Las pelufas”. La Francisca, la muy puta, ni caso; el Antonio y el Marciano, demasiado ocupados con el “trator”; sus padres, ancianos y medio sordos. Resumiendo, una existencia de mierda. Hasta que una mañana de Marzo de 2003 la puerta de “Las pelufas” se abre y aparece “un hombre “mu” espigao”, describe Nemesio, “con un plan”. “Hola, Nemesio, soy James Cameron y tengo la pasta por castigo”. “No me preguntes cómo sé hablar español y cómo sé tu historia, imbécil. Da igual. Lo importante es que tu vida va a cambiar. Te vamos a meter en una capsula futurista de la hostia y te vas a convertir en el presidente del Barça”. Nemesio se atusó la boina, nervioso, “¡Hablas español de puta madre, jodío! Camarón, te voy a responder en inglés: ¡okey!”.

Y un rato en la piel de Laporta se volvió dos días y dos días se volvieron tres meses y tres meses se volvieron la de dios de tiempo. Nemesio, tumbado en un habitáculo metálico, cumple hoy sus sueños de murciano agreste: ya puede soltar locuras de nivel seis (total, está criogenizado en Murcia), ya es nacionalista (lógico, ser nacionalista murciano queda de gilipollas), ya le comparan con Poty en las discotecas, ya ficha o echa jugadores a cascoporro y ya puede ofrecer la renovación a Guardiola sin miedo a que no acepte. Ah, y ¡al loro!, cuando Laporta se duerme en un palco, no está dormido. Es Nemesio, que se despierta. Hay que dar de comer a Antonia y a Braulio, los únicos ancianos sordos del sur de España con la camiseta de Barça firmada por toda la plantilla.


... porque realmente se llama Nemesio y es de Murcia

DONDE VIVEN LOS MONSTRUOS

Director: Spike Jonze
Intérpretes: Max Records, Catherine Keener, Mark Ruffalo
Web: http://www.wherethewildthingsare.com/



Escarbando el tono fabulario de su anterior producción (“Cómo ser John Malkovich” y “Adaptation”), no extraña que el tercer largometraje de Spike Jonze como director sea la adaptación de un cuento ilustrado de Maurice Sendak, “Donde viven los monstruos”, publicado en 1963. Ya en el arranque (disfruten los títulos de crédito), cabría analizar no tanto si la versión de Jonze es fiel al original (incluso Sendak actúa de productor), como si mantiene la esencia infantil (amable, inocente) con la que el ilustrador plasmó su obra.

En una de las primeras críticas de la película, escribía Manohla Dargis en “The New York Times” que “hay tantas formas de interpretar “Donde viven los monstruos”, desde un prisma freudiano o colonialista, como de arruinar esta delicada historia de un niño solitario”. Entendemos que Dargis se niegue a olvidar las intenciones originales de Sedak, pero lo que importa aquí es la interpretación de Jonze (que tampoco “arruina” el cuento) y ésta se revela desde el asfixiante prólogo, con su cámara en mano vomitando planos detalle. Un niño sin padre, Max (estupendo Max Records), sufre un día de constantes frustraciones (¿a quién no le aterroriza, por vívida, por vivida, la escena del iglú?) que le llevan a estallar de ira y escapar de casa hacia un mundo de monstruos que le nombran su rey. Desterrados los elementos infantiles (una nebulosa BSO de la deliciosa Karen O y una liviana presentación de los monstruos), el filme opta por la política (creación de una polis) y por el psicoanálisis.

Aunque a ratos se pierda por veredas innecesarias, su sombría reflexión sobre el grupo salvaje (en su hábito, los monstruos no difieren de una tribu) y su organización (conflictiva, violenta, como exigen los cánones) de una sociedad confieren a “Donde viven los monstruos” de una entidad adulta, propensa a la indefensión, a la que sólo aliviaría la sopa caliente de una madre misericorde.

lunes, 14 de diciembre de 2009

NICOLAS CAGE ME DEBE DINERO


¡Nicolas, sucio, devuélveme la pasta!

Nicolas Cage está jodido y no es porque no encuentre peluquines. Es por lo que solemos estar jodidos los humanos (quitando las mozas, el mal tiempo y el exceso de picante). Por pasta. Fíjense. El fisco norteamericano le reclama cuatro millones de euros por evasión de impuestos. Le han embargado su mansión de Nueva Orleans. Y su ex – mujer le pide casi nueve millones por impagos en propiedades comunes. Tonterías, vamos. Lo peor es que ¡¡¡me debe veintitrés euros por ir a sus puñeteras últimas películas!!! Presento las entradas como prueba: “Next”, un desastre, siete euros en Yelmo Los Prados; “Ghost rider”, puñetera pena, ocho en los Cines Callao; y “Bangkok dangerous”, lamentable, ocho en el Palafox.

Espera… ¡¡¡si el Madrid también me debe pasta!!! Doce euros en el Plaká durante el terrible Madrid-Almeria; quince “lereles” en el Quinto viendo el penoso Madrid-Racing; seis “tolfos” por los ganchitos y la cerveza mientras sufría el raquítico dos a cero del Madrid-Getafe en casa de Javi; y… da igual. Después del partido contra el Valencia, les perdono. Ya no me tienen que pagar nada: ni los tranquilizantes que me zampé al leer las declaraciones de Guti (“Ahora soy más humano”, dijo el mamonazo), ni el disgusto con la expulsión de Cristiano en el Nou Camp, ni la frustración de que Pepe se nos lesionase en medio del partido del sábado. A pesar de los defectos habituales (la inseguridad en nuestra pegada, la inconcrección en el medio sin Kaká) y de los inesperados (una tarde al año, Casillas la caga), el Madrid comienza a ensamblar algo semejante a un equipo. Un equipo disminuido (las ausencias del poligonero nos matan) y con jugadores en potencia (Granero y Garay), contuvo al Valencia, marcando los tiempos y (por una vez) hallando la suerte en la chepa de Garay.

Los que sí van dejando deudas por los campos de fútbol son nuestros amigos los culés. A ellos les ocurre como a Nicolas Cage: mucho compromiso artístico (no olvidemos que el sobrino de Coppola protagonizó “Corazón salvaje” o “Arizona baby”), para luego acabar vendiéndose a la industria más cochambrosa, al fútbol más rastrero. He aquí el “master plan” azulgrana. Aquellos que nos comparaban con el Almería en el Nou Camp, deberían analizar cómo ganaron al Espanyol. Un miserable 4-3-3(+1, Iturralde), creo que fue la táctica de Guardiola.

domingo, 13 de diciembre de 2009

MAL DÍA PARA PESCAR

Director: Álvaro Brechner
Intérpretes: Gary Piquer, Jouko Ahola, Antonella Costa
Web: http://www.verticecine.com/maldiaparapescar/



En la carretera, hay que ser un pícaro o rodearse de ellos (y aprender). Con fondo de Onetti, Alvaro Brechner contrapone la atemporalidad de un pueblo uruguayo (fuera del mundo, inocente) con la intemporalidad de un espectáculo ambulante (flexible al mundo, pícara). Un charlatán (Piquer) pregona mil dólares de premio en la diminuta Santa María si un nativo consigue derrotar a su campeón de lucha libre (Ahola).

De tarde en tarde, películas como “Mal día para pescar” prueban lo sencillo (nada fácil) de ganar un combate cinematográfico. A priori, ya posee una historia por la que apetece pelear, una mezcla entre western y tragicomedia, neorrealismo y magia. Métanla en el ring de la producción y que se hostie el equipo a base de recursos y talento. El pueblo inmóvil, maravillosas sus redacciones de máquinas de escribir pulgosas y sus casas de “roulotte” ajadas, ayuda a la idea de encontrarse ante lo insólito: un lugar estanco alterado por la irrupción de esa pareja contrahecha, de esos dos desarraigados sin más hogar que unos asientos de autobús y sin más objetivo que sobrevivir.

Únicamente su (obligadas) limitaciones económicas impiden al largometraje deslumbrar (secundarios “amateurs”, algunas secuencias reiterativas). Aún así, Brechner comprende que en un conjunto mínimo (como en un equipo de fútbol pequeño) alguien debe brillar. En “Mal día para pescar”, se llama Gary Piquer. Actor desconocido al gran público (aquí le reivindicábamos desde “El último viaje de Robert Rylands), Piquer amolda su fisionomía de saltimbanqui ilustrado a un personaje miserable que trata de trampear a la realidad. Seductor de clase baja, trilero de tres al cuarto, sólo cuando está en la encrucijada y descubrimos que le queremos y pedimos socorro, sólo entonces, agradecemos a las buenas personas que aprendan de gentes como él y guarden sus trucos bajo el sombrero.

sábado, 12 de diciembre de 2009

ALGO PASA EN HOLLYWOOD

Director: Barry Levinson
Intérpretes: Robert De Niro, Catherine Keener, Sean Penn
Web: http://www.whatjusthappenedfilm.com/



Como Lynda Obst o Robert Evans, el productor y director Art Linson (“El club de la lucha”, “El desafío” o “Where the buffalo roams”) estaba destinado a escribir sus aventuras dentro de la maquinaria hollywoodiense. “Algo pasa en Hollywood” adapta uno de sus libros, “What just happened?” (2002), trasladando situaciones al “alter ego” fílmico de Linson, el productor Ben (Robert De Niro).

Barry Levinson, director irregular (“Diner” o “La cortina de humo” conviven con “Esfera” o “Acoso”) realiza una película deslavazada en su desarrollo y gruesa en sus conclusiones. Descoloca el manejo de las anécdotas del libro de Linson como motores dramáticos. Resulta muy difícil que una historieta sobre cómo influye en un rodaje que la megaestrella protagonista no quiera afeitarse la barba (el texto se refiere a Alec Baldwin en “El desafío”, aquí sustituido por Willis) sea utilizada en el filme de subtrama, cuando no llega ni a apunte de guión. Este defecto frecuente (ocurre con un agente fallecido, con el “affaire” de la ex – mujer de De Niro, con…) oscurece la menos tibia de sus excusas. Decía Woody Allen que “hagas lo que hagas, ten siempre el corte final”. Del total de “Algo pasa en Hollywood”, se intuye, se adivina fugazmente lo esencial del discurso de Linson: la lucha tectónica que enfrenta al estudio y al director, a los pases previos y a la calidad artística, a la portada de “Vanity Fair” y a la integridad personal. Una pena que el largometraje piense que puede ofrecer prioridad a tantas cosas sin tornar las ácidas vivencias de Linson en nimiedades.

lunes, 7 de diciembre de 2009

EL MADRID NO ES RICHARD GERE

Imagínense que un día despiertan convertidos en productores de cine. No en José Frade o Enrique Cerezo, que huelen a pollo frito. Mejor en Joel Silver o Harvey Weinstein, que son unos asquerosos de Hollywood. Piensen que van a rodar una película romántica. No se me líen. Nos da igual que sea una comedia o un drama. Sólo sabemos que en nuestro filme va a haber “amorinos”, “besinos” y “caricinas”. Veo que me van pillando. Necesitamos un protagonista… pensémoslo… ¿una romanticada?... ¡Richard Gere! Y ahora viene lo fácil. Si contratamos al actor de pelaco gris va todo rodado: necesitamos una actriz salada, una sensibilidad budista muy sensible y, vital, que el Richard aparezca en el cartel “abrazadín”. Con esto no se bromea. ¿Una frase para resumir la cartelería de Gere? “Ahí está el jodido, magreando” (¡incluso con un perro, en “Hachiko”!).

Abrazo nº 1

Sin embargo, el Real Madrid no es previsible, vamos, el Real Madrid no es Richard Gere. Veamos a los chiquillos. CR9, nuestro poligonero favorito. El equipo se transforma con él en el campo hasta que decide autoexpulsarse por razones incognoscibles (y menos mal que el árbitro no mostró la roja directa en la agresión a Ortiz). Pellegrini, el humano que tiene la cara de estar permanentemente en un museo de arte moderno. Sufre la deriva de Sergio Ramos y no reacciona, no entiende que la posición de nuestro discotequero favorito no es la de lateral derecho. Marcelo, el hombre que no estuvo allí (ni aquí). ¿En qué universo paralelo vivimos que permite la incongruencia espaciotemporal de que el brasileño juegue en el Madrid? Drenthe. Bueno, de Drenthe ni hablamos.

Abrazo nº2

Como pueden comprobar, el Madrid (al contrario que la rutinaria carrera de Richard Gere) se construye sobre partículas inestables, proclives a la explosión. Quedaría averiguar si esta temporada hemos montado una plantilla con ese problema o si el Madrid siempre ha sido así. Yo diría que, comprendiendo a Hugo Sánchez y a Mendoza, a Michel y a Toñín el torero, a Juanito y a Tomás Roncero, a Camacho y a Aznar, a Di Stefano y a Calderón, a Gento y al Ser Superior… el Madrid habitó, habita y habitará por los siglos de los siglos el reino de lo improbable, de la cagada monumental (“centenariazo”, Alcorcón), del “ya están estos cabrones otra vez”.

Abrazo nº 3 (y no sigo con "Sommersby", "Oficial y caballero", "Infiel"...)

sábado, 5 de diciembre de 2009

SPANISH MOVIE

Director: Javier Ruiz Caldera
Intérpretes: Alexandra Jiménez, Silvia Abril, Carlos Areces
Web: http://www.spanishmovie.es/



Uno simpatiza con los esfuerzos patrios de españolizar Estados Unidos y su cultura. El burguer “Manolo” de Villalpando, Mike Ríos, el “Saturday Night Live” de Cuatro… son ejemplos de la cópula de la Estatua de la Libertad con nuestro megadotado toro de Osborne. Hasta la fecha, la transducción al español de las comedias “híper-gageadas” de marca ZAZ (Zucker, Abrahams y Zucker, sus padres) como “Agárralo como puedas” o “Hot Shots!” había resultado escasa y mediocre. “Vivancos 3”, con el Gran Wyoming, la prueba perfecta.

“Spanish movie” acompañará a “Vivancos 3” en la lista de lo que pudo haber sido y no fue. Parodiando algunos de los éxitos del cine español, el filme de Ruiz Caldera es una paradoja: se trata de copiar la artesanía de los ZAZ para luego devolver el producto final a su país de origen (si no, no se explica que las películas “homenajeadas” sean aquellas que han tenido cierto éxito en USA). Habría que explicar a los creadores de “Spanish movie” que si ésa es la intención, al menos deberían alcanzar un nivel aceptable. Ni a eso llegan sus chistes deslavazados (sólo un rato memorable a cargo de David el gnomo y un pitufo salido de “El Terrat”) y sus mediocres usos de las armas ZAZ. Hay que ver más o entender mejor este subgénero cómico y, después, lanzarse a la arena. Algo así como lo que hizo Teddy Bautista (sí, a mí también me cae mal) “estadounizando” su “Get on your knees”.

LLUVIA DE ALBÓNDIGAS

Director: Lord & Miller
Web: http://www.sonypicturesreleasing.es/teaser/lluvia_albondigas/



La escritora Judi Barrett imaginó la posibilidad de un pueblo sobre el que lloviese comida en su libro infantil “Lluvia de albóndigas” (1978). Sony Pictures ha madurado treinta años esta idea tan potente y estrena por fin la adaptación mediante animación digital. El largometraje desarrolla las peripecias del inventor Flint Lockwood en el pueblecito de Swallow Falls: desde sus inicios, creando un coche volador o una televisión con patas, hasta el descubrimiento que le va a convertir en la figura más importante (y más peligrosa) del país, un maravilloso aparato que transforma el agua en comida.

Con las tretas habituales, la película de Lord y Miller (sin igualar a genialidades recientes, “Wall E” o “Up”) combina con brío los elementos novelescos suficientes como para entretener a los pipiolos acompañantes. Frente a otras propuestas semejantes que incluyen guiños adultos, resalta que “Lluvia de albóndigas” no reniegue de su carácter infantil. Se agradece que Lord y Miller se decanten por esa faceta (en determinadas cintas, las notas al pie dirigidas a los mayores chirrían un poco) y es en ella donde el filme resulta más agradable: en su encanto “nerd”, en su desmesura aventurera y, cómo no, en su compromiso con los chiquillos.

jueves, 3 de diciembre de 2009

BUSCANDO A ERIC

Director: Ken Loach
Intérpretes: Steve Evets, Eric Cantona, Stephanie Bishop



“¿Cuál fue tu momento más dulce en el fútbol?”, pregunta a Cantona el pobre cartero protagonista de “Buscando a Eric”. “No fue un gol”, contesta el futbolista, “fue un pase de gol a Irwin contra los Spurs. Como un ofrecimiento al Gran Dios del Fútbol”. La nueva película de Ken Loach es una constante plegaria al Gran Dios del Fútbol. Esa deidad, como buena ficción de bien, escucha a los personajes y en su misericordia infinita les ayuda desde el principio. El cartero Eric acarrea una existencia miserable entre un trabajo rutinario, unos hijos que no comprende y una ex – mujer que no le habla. Y allí interviene el dulce, encantador realismo mágico del guión de Paul Laverty metamorfoseando a Eric Cantona en ilusión psicótica y descojonante. El jugador, con su carácter excesivo, se ofrece de guía para encauzar la vida del protagonista y, a base de intervenciones antológicas, borra a todos los anteriores ángeles de la guarda cinematográficos: ¿quién contrataría ya a Clarence (“Qué bello es vivir”) de asistente celestial, amigos?

Triangulan Loach, Laverty y Cantona y marca Evets, el verdadero descubrimiento del filme. Él conjuga, en su piel quebrada de “working class hero” (lean su biografía, por favor), los numerosos méritos de la película de Loach: un largometraje amable, divertido (¡cuánto hacía que Loach no nos divertía!), mínimo y comprometido. Sin sus habituales discursos grandilocuentes, el realizador británico continúa apostando por la colectividad como única rendija por la que atisbar un futuro mejor. Aunque sea a través de la ficción y de un icono pop “bigger than life” (“No soy un hombre. Soy Cantona”, otra genialidad), la sensación al salir del cine es ésa que dejan las buenas películas. Felicidad porque hay, al menos durante dos horas, un Gran Dios del Fútbol que nos quiere.