sábado, 15 de octubre de 2011

MIENTRAS DUERMES

Director: Jaume Balagueró
Intérpretes: Luis Tosar, Marta Etura, Alberto San Juan
Web: http://www.mientrasduermeslapelicula.com/



En “Frenesí” (1972), Alfred Hitchcock adoptaba una primera persona inédita en su filmografía para introducirnos en el día a día de un asesino en serie. Bob Rusk (Barry Foster) mataba mujeres con una rutina torpe, descuidada, como si el director británico hubiera reparado en que la perfección perturbada de Norman Bates no era aplicable a la mediocridad de su siguiente criminal. Jaume Balagueró (“REC”), toma la misma perspectiva de “Frenesí” con su monstruo de “Mientras duermes”: César (Luis Tosar), un portero de edificio, ejerce de vigilante silencioso de la comunidad y, en especial, de Clara (una guapísima Marta Etura). Con reminiscencias de cuento agridulce (particularmente de “El Grinch”, esa creación animada del Dr. Seuss que no soportaba que todo el mundo fuese feliz), el desafío de la notable película de cineasta catalán es impedir que su protagonista canibalice el mecano de suspense de su alrededor.

Balagueró se mueve como pez en el agua por los espacios de la cinta. Tras varias experiencias parecidas (el capítulo “Para entrar a vivir” de “Historias para no dormir II” y “REC”), todavía inquieta su habilidad de mantener la tensión entre cuatro paredes. En ellas, César traza su rutina de vigilancia y, en ellas, el metraje combina sus recursos hitchockianos con mejor (una chica que duerme e, inconsciente, cohabita con su acosador) y peor fortuna (la aparición de un Alberto San Juan descolocado y el efectismo de su resolución). Porque, frente a los claroscuros de su artilugio de suspense, se engrandece el personaje principal y, cómo no, el actor que le da vida. Las grietas de esta criatura que visita a su madre silente en el hospital (en un determinado momento, uno no puede evitar a la referencia a “Breaking bad”), que sufre el chantaje de una prepúber o que se rebela ante la indiferencia del mundo, son exploradas por Tosar con un tiento tan magistral que acaba proporcionando sentido a escenas que, en manos de cualquier otro, perderían su carácter. Se baja el telón y uno siente que César el portero sería perfecto para continuar con un serial en diferentes comunidades de vecinos, para estrenar un reverso sombrío de “Autopista hacia el cielo” sobre este psicópata que, como Ricardo III, elige odiar los perezosos placeres de este tiempo.

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