lunes, 28 de septiembre de 2009

JENNIFER'S BODY

Directora: Karyn Kusama
Intérpretes: Megan Fox, Amanda Seyfried, Adam Brody
Web: http://www.jennifersbody.com/



Diablo Cody se ha ganado un chute de respeto. Su pasado en los clubs de "striptease", su guión de "Juno" y su serie "Los estados unidos de Tara", justifican la curiosidad por su siguiente texto, "Jennifer's body". Aunque el reclamo de "marketing" sea la estratosférica Megan Fox, no se engañen. Es su negrísima sátira de "highschool" ("Escuela de jóvenes asesinos", "Secuestrando a la señorita Tingle"), adornada con chorrazos (poco inspirados) de terror, la diferencia esencial con productos de semejantes intenciones.

En un psiquiátrico femenino (entre Harker y Renfield, una referencia manifiesta al "Drácula" de Stoker), Needy Lesnicky (Amanda Seyfried) rememora los pasos que le han encerrado en una celda acolchada. Con las (afortunadísimas) líneas "el infierno es una chica adolescente" ("y su puñetero mundo", añadiría yo), Cody y la directora Karyn Kusama abren los minutos más lúcidos del metraje. Sin la contundencia de la poética "Déjame entrar" (quizá eso sea lo único desatinado del inicio, combinar brochazos y pinceladas), "Jennifer's body" desbroza las relaciones y expectativas de esta generación de "teenagers" norteamericanos, icónica y multimedia, hiperreflexiva e hipersexual.

Existe otra idea potente en "Jennifer's body" que ni siquiera la plana realización de Karyn Kusama es capaz de difuminar. Quiere Cody (de)mostrar (en especial, a las chiquillas inmersas en ella, como ocurría en "Juno" con los embarazos no deseados) qué hay más allá de la hiperbólica belleza púber mediante las licencias cotidianas del terror del XXI (las dos uves, vamos: “vampiros” y “virus”). Eso que Zemeckis repetía en la notable "La muerte os sienta tan bien" con distinto tramo de edad y parecidos artilugios, aquí se traslada al epítome del canon femenino actual, Megan Fox. Sólo un grupo de diablos (torpes y con rollo "The Fray"), a precio justo, permitiría que la fama, que la inmaculada juventud de instituto, dure siempre. Lástima que, una vez firmado el acuerdo al borde de un pozo infinito, la película prefiera su vertiente efímera de argumentos adolescentes y cremalleras lésbicas de Megan Fox, a la disección del proceso soterrado, gradual y trascendente, de envejecer y ser desterrada de las córneas masculinas por los siglos de los siglos.

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