jueves, 3 de diciembre de 2009

BUSCANDO A ERIC

Director: Ken Loach
Intérpretes: Steve Evets, Eric Cantona, Stephanie Bishop



“¿Cuál fue tu momento más dulce en el fútbol?”, pregunta a Cantona el pobre cartero protagonista de “Buscando a Eric”. “No fue un gol”, contesta el futbolista, “fue un pase de gol a Irwin contra los Spurs. Como un ofrecimiento al Gran Dios del Fútbol”. La nueva película de Ken Loach es una constante plegaria al Gran Dios del Fútbol. Esa deidad, como buena ficción de bien, escucha a los personajes y en su misericordia infinita les ayuda desde el principio. El cartero Eric acarrea una existencia miserable entre un trabajo rutinario, unos hijos que no comprende y una ex – mujer que no le habla. Y allí interviene el dulce, encantador realismo mágico del guión de Paul Laverty metamorfoseando a Eric Cantona en ilusión psicótica y descojonante. El jugador, con su carácter excesivo, se ofrece de guía para encauzar la vida del protagonista y, a base de intervenciones antológicas, borra a todos los anteriores ángeles de la guarda cinematográficos: ¿quién contrataría ya a Clarence (“Qué bello es vivir”) de asistente celestial, amigos?

Triangulan Loach, Laverty y Cantona y marca Evets, el verdadero descubrimiento del filme. Él conjuga, en su piel quebrada de “working class hero” (lean su biografía, por favor), los numerosos méritos de la película de Loach: un largometraje amable, divertido (¡cuánto hacía que Loach no nos divertía!), mínimo y comprometido. Sin sus habituales discursos grandilocuentes, el realizador británico continúa apostando por la colectividad como única rendija por la que atisbar un futuro mejor. Aunque sea a través de la ficción y de un icono pop “bigger than life” (“No soy un hombre. Soy Cantona”, otra genialidad), la sensación al salir del cine es ésa que dejan las buenas películas. Felicidad porque hay, al menos durante dos horas, un Gran Dios del Fútbol que nos quiere.

1 comentario:

javiguerrero dijo...

Esa película no la podré ver porque han decidido no proyectarla en Gijón. Probablemente el único estreno por el que sentía cierta curiosidad en este fin de semana.
Aunque a Loach le temo cuando se pone reivindicativo. Y a Aranoa ya no te digo nada, ese es capaz de arruinarme una película con una sola frase del guión, de esas que se exceden en compromiso social y que pretenden demasiado contenido(aquella espantosa escena frente a la tienda de televisores en los lunes al sol me da repeluzno)