domingo, 28 de febrero de 2010

ENTREVISTA CON FRANCISCO NIXON


Nota previa: esta es una versión "extendida" de una entrevista que publicó "La Nueva España" el 28-02-2010. Las únicas razones de que no haya salido en su extensión original son las que impone el espacio en un diario.

A la una, en el Café Comercial madrileño, dominan los viejitos de corbata y vermú. Allí, Fran Nixon habla de su nuevo EP, “Gloria y la belleza sureña”, de venta exclusiva en FNAC y, por correo, en siesta.es. Ese ambiente decadente del Comercial nos recuerda las tertulias míticas de Cossío, a él, y las tertulias miserables de “Calle Mayor”, a mí. Pero mejor pasamos a su disco.

- Decía el psicólogo Marino Pérez que “hoy día quien no es varios no es nadie”. ¿Tú cómo llevas eso de ser varios (Australian Blonde, Nixon, Costa Brava) y, sobre todo, en este nuevo EP en el que Ricardo Vicente redefine el concepto “Nixon”?
- Yo creo que es todo un proceso de aprendizaje en el que sólo se ve el resultado, no se ve el proceso. Con Australian Blonde, cuando empiezas tratas de hacer la música de la gente que te gusta: Lemonheads, Pixies… en nuestro caso. Tuvimos la buena o mala suerte que en ese momento hubo un fenómeno editorial en el que se buscaron grupos nuevos que aglutinasen algo similar a lo que ocurría en Seattle. Con “Chup chup” se generó una inercia que nos llevó hasta el 98, donde me empiezo a plantear componer en castellano.
Esto fue un paso más en el aprendizaje: te das cuenta que en inglés tienes muchas limitaciones y que para mejorar en las letras era necesario el castellano, lo que pasa es que el grupo todavía tenía mucha fuerza y era difícil plantear un cambio radical. Del 98 son las primeras maquetas de Nixon y están un par de años en el limbo, justo hasta que conozco a Sergio Algora que es el catalizador de esa historia. Juntamos nuestros proyectos y surge “La costa brava” que se desarrolla y crece hasta el fallecimiento de Sergio. En ese momento a mí ya me apetece un proyecto que me dé más libertad, no porque en “La costa...” o en “Australian…” no la tuviese, sino porque necesitas coordinarte con más gente y me apetecía tocar a mi bola sin ninguna responsabilidad de cara a una banda, a una compañía o a un público.
La diferencia con los dos discos anteriores (“Es perfecta”, 2006, y “El perro es mío”, 2009) es Ricardo Vicente, que en este EP tiene unas canciones de tanta o más calidad que las mías.

- Mientras que tus dos discos anteriores referían al Oeste de EEUU (Brian Wilson o Burt Bacharach), tu nuevo EP “Gloria y la belleza sureña” señala al Sur norteamericano de Tenesse Williams, como apuntas en las notas del disco.

Sí, porque a Ricardo Vicente (compositor de tres de los seis temas del EP) le gusta mucho Neil Young y Bob Dylan. Él tiene ese toque sureño que en mis canciones no está tan presente. Por ejemplo, en “San Fernando”, el primer tema, se establece ese juego entre los dos “sures”, el de Cádiz y el de Estados Unidos.



- Frente a la seriedad (muy) divertida de “El perro es mío”, parece que aquí tus temas buscan una cierta trascendencia, como en “Llegaste tarde”.
En los temas de este disco también estoy buscando mi tono. En “La costa brava” estaba claro cuál era el planteamiento: verano y risas. En “Nixon”, el tono es un poco más sombrío pero siempre al lado del “pop”. A veces, sí que juego con ese contraste de estribillos “pop” y que las letras tengan enjundia. “Lo que Jekyll le dijo a Hyde” también habla de la parte mala que todos tenemos dentro, pero en clave de ruptura sentimental, de cómo las exigencias de la vida te ponen en lugares en los que hay que decidir. Eso sí, la trascendencia que comentas me gusta que esté en una segunda o tercera lectura porque no podemos olvidar que son canciones “pop”. A mí me horripila cuando a la gente se le ve que la primera lectura que ofrece es “mira, estoy tratando los grandes temas”. Creo que uno de los secretos para ser un buen letrista es ser muy humilde y hablar de cosas muy pequeñas.

- De acuerdo. Lo primero que llama la atención de tus discos es la ironía. La ironía, muy postmoderna, de “oye, nos vamos a separar” (“Lo que Jekyll le dijo a Hyde”, “Gloria y la belleza sureña”, 2010) o “Me dicen que te han visto traficando y yo contesto que no te conozco” (“Traficando”, “El perro es mío”, 2006).
Ya que has sacado tú la palabra “postmoderno”, creo que eso es las define. El arte comienza a ser autoconsciente y, entonces, empezamos a decir que “no es para tanto”. Cuando te expones al público, un mecanismo de defensa muy eficaz es el de “tengo esto hecho, pero no os lo tomeís muy en serio”.

- ¿Y es un mecanismo de autodefensa sacar un EP de 6 canciones, en lugar de un CD con 13?
- En este caso, más que autodefensa, creo que se trata de urgencia. Yo había escuchado “San Fernando” y tenía muchas ganas de sacar esa canción cuanto antes, no quería esperar dos años a que apareciese en el próximo disco. Me dicen que no tengo paciencia para las cosas y sí que existe esa ansiedad. En mis canciones hay esa premura de “me estoy haciendo mayor y me siento un poco ridículo haciendo música de adolescentes”. Ese juego interno sí está ahí, si tiene sentido componer “pop” con cincuenta años porque el cantautor sí posee una estética asumida, pero no así el “pop”.

- Y siendo un EP, ¿por qué no en vinilo?
Me hubiera gustado, pero la edición de vinilo se puede hacer cuando hay una en CD que recupera, digámoslo así, las pérdidas del vinilo. Ahora mismo las copias que puedes vender en tiendas especializadas son demasiado pocas, a no ser que seas un grupo importante. Con “El perro es mío”, pudimos sacar “Erasmus borrachas”: en cambio no en este, que era algo más concreto. Hemos decidido dar la exclusiva a la FNAC para que el disco saliera publicado. Si se quiere encontrar en Asturias hay dos opciones: la FNAC o pedirlo a Siesta (siesta.es) por correo.


- ¿Se puede entender “Gloria…” como un reverso literario de “El perro es mío”?
Sería como un último disparo del disco anterior. Incluso si se agotaran ambas ediciones, la idea es sacar una conjunta con ambos discos. La estética, si te fijas, es similar. La ilustradora es Carmen Segovia: la conocí porque organizaban fiestas en El Ferrol con la idea de hacer un “club del single”, ibas a la fiesta y te regalaban un single del grupo que tocaba. Ví que los carteles que hacían eran muy chulos y con “Es perfecta”, les llamé para que me diseñaran la portada.

- ¿Alguna presentación en directo?
Sí, es muy probable que haya presentaciones en Oviedo y Gijón que se anunciarán en francisconixon.blogspot.com.

- He visto que con Australian Blonde también tienes un bolo en Cádiz. ¿Van a continuar los directos?
Hemos hablado y me haría ilusión sacar otro disco con ellos, no sé si en castellano o inglés, pero me gusta mucho trabajar con ellos tres (Paco Loco, Pablo y Paco, el batería). Me apetece tocar un poco de rock, el problema es el tiempo: de momento nos llaman como grupo “rememeber” para tocar en aniversarios (Sala Sol en Madrid, Ratzzmatazz en Barcelona) y en Cadiz sigue esa línea porque es el aniversario de la sala Mirador Pop. Si nos llamaran más, yo tocaría más con Australian. Es algo que aunque suene a etapa anterior, no reniego nada de ella y me divierto muchísimo tocando con ellos.



- Aparte de tu web, últimamente también le das vida a un blog “megabizarro” en telecinco.es que sigue las 24 horas de “Gran Hermano: el reencuentro”.
Lo chulo es tener tu propio canal alternativo a la cultura oficial. Sabes que tienes un contacto directo, ya no dependes de la prensa, de la radio u otra gente para mostrarte cómo eres. El resultado ha sido mayor de lo que esperaba. Eso sí, Internet no es la panacea. Hay mucha gente, sobre todo proveniente de la tecnología, que le asombran sus capacidades pero falta personas que piensen realmente sobre el fenómeno desde la filosofía, la sociología, la antropología… espero que Gustavo Bueno un día se anime (se ríe).
Otra cosa que ha cambiado Internet en la música independiente, donde yo me muevo, es que en los noventa, las modas tardaban seis meses o un año en llegar y muchos grupos aprovechaban ese tiempo con tal de ser punta de lanza de un movimiento o tendencia y llevarse una cuota de mercado. Eso se ha acabado: todo es simultaneo en todo el mundo. Ya no te puedes presentar desde una posición de supuerioridad: cualquier chaval puede tener la misma música que tú. La accesibilidad a la información hace que el público sea tan del grupo como el propio grupo: ya no somos las personas que componemos la banda, sino que se extiende a los fans y éstos actúan como si fueran ellos los que tocasen la guitarra. De esta forma, se forman unas broncas en Internet muy importantes porque existe una militancia vital de jóvenes que están fabricando su identidad en un entorno urbano. Ahí juegan un papel importante los gustos musicales y en ese punto es donde los grupos ejercen una función práctica: proporcionar señas de identidad a la gente.

UN PROFETA

Director: Jacques Audiard
Intérpretes: Tahar Rahim, Niels Arestrup, Gilles Cohen
Web: http://www.un-prophete-lefilm.com/



En “Cosecha roja”, Dashiell Hammett colocaba a un detective, a un ser nadie, en medio de una guerra entre cuatro bandas mafiosas. Este esquema, repetido en películas tan diferentes como “Yojimbo” de Kurosawa o “Muerte entre las flores” de los hermanos Coen, es adoptado en “Un profeta” por otro adicto a héroes ambivalentes y a tiempos convulsos, Jacques Audiard. Ya en su magistral “Un héroe muy discreto” (1996), el realizador galo creó a un hombre vacío que se rellenaba de ficciones y terminaba convirtiéndose en una referencia de la Resistencia francesa. “Las vidas más bellas son las que nos inventamos”, afirmaba el héroe discreto, Albert Dehousse, durante uno de los arranques cinematográficos más lúcidos de las últimas décadas. De la misma forma, el “profeta” de su nueva cinta, Malik (Tahar Rahim), se inventa una vida al arribar (nunca se resolverá por qué motivos) a prisión.

A este ser nadie, a este pobre marroquí analfabeto (uno de los muchos signos proféticos que se reiteran a lo largo del metraje), un encargo mafioso le descubre la realidad carcelaria, justo el detonante que nos mostraba la ciudad de Poisonville de “Cosecha roja” en su verdadera esencia, cruel y sanguinaria. Audiard, en dos horas y media (quizá lo único excesivo del filme), desarrolla un “noir” bellísimo. Sin efectismos y con una violencia medida, exacta, el ascenso al poder de Malik es narrado con los claroscuros de quien sabe hacer cine negro con talento único (recordemos la previa “De latir, mi corazón se ha parado”). No refulge el esplendor cocainómano de “El precio del poder”, no asoma la denuncia social de “La fuga de Alcatraz”, se centra el largometraje en la inmersión “objetiva” del espectador en las celdas (duelen algunos planos dentro del presidio) y en los vínculos emocionales que utiliza el “profeta” en su escalada: la relación paternofilial, edípica, con un “capo” italiano (imponente Niels Arestrup); la guía a su compañero enfermo o la manipulación religiosa de la mafia árabe en prisión. Ganadora del gran premio del jurado en Cannes y nominada al Oscar, la película de Audiard se añade con equidad profética a la lista de títulos imprescindibles de la temporada.

THE LOVELY BONES

Director: Peter Jackson
Intérpretes: Saorsie Ronan, Mark Whalberg, Stanley Tucci
Web: http://www.lovelybones.com/



La carrera de la escritora Alice Sebold revive un hecho traumático que sufrió en su juventud. En su primer año de universidad, fue violada por un desconocido cuando se dirigía a su colegio mayor. Las consecuencias de este crimen arman sus tres novelas y, en especial, la segunda, “Desde mi cielo”, editada en España por Mondadori. No extraña la fascinación de Peter Jackson por el libro. “Criaturas celestiales” (1994), además de dar un vuelco a su producción anterior, sirvió para constatar la afición del cineasta neozelandés a lidiar con esos términos contradictorios: el delirio “toon” y la negrísima realidad, el asesinato “pulp” y el imaginario “pop”.

En “The lovely bones”, Jackson rueda un doble: por una parte, el esclarecimiento del homicidio (se omite la violación del texto de Sebold, ¿decisión ética o estética?) de una chica (Saorsie Ronan) y, por otra, los esfuerzos de la adolescente desde “su” cielo, tratando de señalar al culpable a su familia. Al igual que ocurría con la novela (y esto separa a ambas de la sólida “Criaturas celestiales”), las dos tramas de la película están descompensadas y, como dos sabores que no se complementan, se lastran mutuamente. El “thriller” hitchockiano, con ese (siempre) soberbio Stanley Tucci al mando, se zampa cualquier interés de las andanzas celestiales de la chiquilla. La metafísica pop que Jackson pone en juego (y que supo manejar con extrema habilidad en “Agárrame a esos fantasmas”), en “The lovely bones” huele a redundancia reprochable. Mientras permanecen el retrato de un asesino sencillo, metódico, amorfo, y el derrumbe trágico de una familia, los árboles coloreados y los cielos imposibles y las aventuras digitales de la chiquilla acaban en un limbo muy diferente al que nos vende el metraje. Un limbo que, como buen limbo, no responde.

lunes, 22 de febrero de 2010

THE DEDAZO

¡Pellegrini, aprende de Chema!

“Stephanie, extienda lentamente su brazo. Levante su dedo corazón. Muy bien. Bien hecho”. En “Agárralo como puedas”, un profesor de autoescuela enseña a una amable viejecita los básicos de la conducción: adelantamientos, señales y, cómo no, los improperios a otros conductores. Amigos, la injuria sustenta nuestra existencia: respirar, en el fondo, es un insulto a la lógica. Y en el fútbol actual, con su afición a jugadores metrosexuales, presidentes empresarios y entrenadores impolutos, estamos deshonrando nuestra esencia. Hasta hemos enterrado las maneras bizarras de los presidentes chuscos. Hoy tan sólo Del Nido nos divierte con momentos chabacanos: la presentación de su autobiografía (¡titulada “Sí o sí”, compañeros!), sus declaraciones como abogado de Julián Muñoz o sus cabreos con guacheras. ¡Cómo añoramos esas grandes frases! El “if ai sei black, no problem, but if ai sei black black black, is beri bad” de Jesús Gil, el “¡eres un calamidad!” de Caneda, el “me tomo un guijqui cuando quiero” de Cuervas o “el señor Nuñez me parece bajo de estatura y bajo de moral” de Lorenzo Sanz.

Al mundo del fútbol se le tendría que caer la cara de vergüenza con que haya sido un ex – presidente, un político, Chema “Hulk Hogan” Aznar, el que nos recuerde nuestros orígenes. Lo explica Nick Hornby: “da igual el resultado, la naturaleza del futbolero es siempre de amarga decepción”. Pues eso, ¡expresémosla! En cambio, mientras el Barcelona gana cuatro a cero a un equipo invisible y nosotros nos anulamos en Lyon, Pellegrini se mantiene en coma. Ojalá el chileno resucite e imite a esos dos prohombres, David Vidal y Joaquín Caparrós, que ofrecen un “take away” permanente de mala leche. Con Mourinho en el horizonte, la única forma de reaccionar (quizá le pido demasiado a Pellegrini) es mirar al palco y levantar el dedo corazón.

Si la apuesta personal de Valdano sale mal, se deberían buscar sustitutos a Valdano, no al “mister”. Pero en estos tiempos de corrección política, es muy probable que la respuesta de Florentino sea de este corte: “la implosión laboral del nuestro entrenador correlaciona con la extinción de la temporada”. Una pena, sobre todo cuando Jesús Gil lo resumió perfectamente: “Para mí, echar a un entrenador es como tomarme una cerveza. Puedo echar a 20 en un año. Hasta a cien si hace falta”. “Güi mis llu”, Chus.

sábado, 20 de febrero de 2010

UN HOMBRE SOLTERO

Director: Tom Ford
Intérpretes: Collin Firth, Julianne Moore, Matthew Goode
Web: http://www.asingleman-movie.com/



El diseñador Tom Ford, ex-director creativo de la Gucci, adapta una novela de Christopher Isherwood en su debut como realizador. Narra “Un hombre soltero” los meses posteriores a la muerte del novio de George (Colin Firth), un profesor universitario de Los Ángeles. Ambientada en los primeros sesenta (se repiten las referencias a la amenaza nuclear de Cuba y a la segregación), la película muestra el enclaustramiento de la homosexualidad en una comunidad cerrada durante el desarrollo del mercado de consumo. Atrás, la loca postguerra y, a punto, el “Studio 54” y el “glam”.

Desde la secuencia de créditos, Ford se decanta por el esteticismo: cada cuerpo está iluminado con las hechuras de quien controla la forma de sincronizar silueta y figura con armonía. El problema surge al remover el concepto de “armonía” (un constructo cultural y social) de Ford. Su visión de los sesenta en una vecindad blanca de EEUU se postula impostada y mediatizada. Pero no nos equivoquemos: este párrafo no carga contra toda reescritura “vintage”/postmodernista de una época pasada. Tomemos el ejemplo de “Lejos del cielo” de Todd Haynes y comprobaremos cómo se consigue reinterpretar a Douglas Sirk (y a los cincuenta) sin transfigurar la historia (aún con sus licencias) y, esencial, sin dejarla como el hueco vacío que rellenar (siempre en un a posteriori peligroso) con efebos, casas acristaladas y tópicos a barullo (ese estudiante español que viene del Madrid franquista, cuna de la represión, “muy liberado”).

Recordemos, en pos de la realidad “a-diseñada”, de la realidad fuera de las manos de Ford (la realidad, al cabo), que el Greenwich Village, el barrio neoyorquino donde se produjo la primera gran rebelión a favor de los derechos de los gays (la revuelta del “Stonewall Inn”, 1969), era en ese tiempo un lugar marginal, clandestino, sucio, prohibido y dominado por la mafia.

De “Un hombre soltero”, eliminando capas de su petulante envoltorio, destaca Collin Firth. Un año afortunado para el actor (soberbio en “Genova”, notable en la por estrenar “El retrato de Dorian Gray”), se completa con lo auténtico del filme: un personaje aniquilado por la imposición de la ausencia, la incomprensión, la invisibilidad. Camina Firth y es él, un cómico, no las maneras de Ford, el que hace a “Un hombre soltero” avanzar.

EL HOMBRE LOBO

Director: Joe Johnston
Intérpretes: Benicio Del Toro, Anthony Hopkins, Emily Blunt
Web: http://www.elhombrelobo-lapelicula.es/



“Hombres lobo de Londres”, la canción de Warren Zevon, reúne a licántropos de pelo perfecto con la Reina, bajo la lluvia, cerca de un restaurante chino del Soho llamado “Lee Ho Fook”. Y entre los iconos “pop” de Zevon, la encarnación del monstruo: Lon Chaney, Jr.. Este actor estadounidense interpretó en “El hombre lobo” (1941) a Larry Talbot, un joven condenado por la mordedura de un licántropo. Más tarde, las apariciones del Chaney Jr. velludo junto a otras criaturas de terror de la Universal (“Frankenstein contra el hombre lobo”, “La mansión de Drácula”) propagaron, con esa artesanía en blanco y negro que refería al teatro de sombras, el imaginario rabioso incubado en la escritura primigenia de Curt Siodmark. Arranca entonces una tradición de hombres lobo que heredaría la Hammer inglesa (“La maldición del hombre lobo” de Terence Fisher) o el Waldemar Daninsky de Paul Naschy, para incrustarse en el inconsciente colectivo de las sucesivas generaciones “teen” (“Un hombre lobo americano en Londres” de John Landis o los “werewolves” metrosexuales de “Luna nueva”, dos muestras, dos décadas).

Joe Johnston no piensa en el pasado de la bestia, sino en la taquilla del próximo fin de semana. Después de una producción accidentada (hasta llegar a su versión actual, Universal paseó a “El hombre lobo” por varios realizadores, montadores y compositores), lo encomiable del director es que arma, superando daños colaterales, un correcto entretenimiento digital. No les engañen sus sustos conductistas, su BSO clásica de Danny Elfman o su “gore” setentero. El largometraje de Johnston se dedica al divertimento del XXI, el videojuego. Lógicamente, en los momentos que rozan algún tipo de trascendencia (bien en los gestos de un Benicio del Toro imposible como aristócrata inglés; bien en el dialogo epistolar en “off”), “El hombre lobo” se hunde.

Esta película no inspirará canciones de Warren Zevon, ni imaginarios “pop”, ni bizarradas de los Killer Barbies. Tampoco lo pretende. Si funcionan en taquilla sus sobresaltos manidos, sus dos o tres ideas cachondas (esa trastienda psicológica, esa Geraldine Chaplin de gitana), o su Anthony Hopkins (al estilo de “La marca del Zorro”), seguro que Hugo Weaving firmará un contrato suculento en la secuela.


Werewolves of London, dios Zevon al piano

martes, 16 de febrero de 2010

LOS OMBLIGOS Y LOS GOYAS

Mar Coll y su Goya

Estamos aquí para celebrar nuestro derecho más preciado, el derecho que tenemos los famosos de felicitarnos unos a otros”. Así abrió los Grammys 2010 el cómico Stephen Colbert. Frente al norteamericano, Alex de la Iglesia lanzó una diatriba contra la afición que tiene el cine español a mirarse el ombligo en exceso. Paradójicamente, ése es el asunto de los Goya (y de cualquier galardón de la industria a la industria): poner en valor autorreferente y en traje de noche a su producción anual. Eso sí, al ombligo de la importante “Celda 211” hay poco que reprocharle. La alternativa de superior entidad, “El secreto de sus ojos”, se relegó a premios de anécdota por (de)méritos propios: la ausencia y la distancia de Campanella y sus actores no ayudó nada.

Aunque no se olvidasen de Almodóvar (y su mesianismo “gay” a lo Rufus Wainwright), sí lo hicieron de “Los abrazos rotos” y de “El baile de la victoria”. De todos modos, al tratarse de películas fallidas, a uno no le ocurre como con otros daños colaterales. Las creaciones del “pagafantas” Gorka Otxoa (cómico esencial del panorama español actual) y de Verónica Sánchez en “Gordos” podrían haber subido tranquilamente al escenario. Pero el mayor acierto de la entrega fue premiar a Mar Coll. Ella nos regaló uno de los largometrajes de la temporada, “Tres días con la familia”, extraordinaria antropología costumbrista de las relaciones familiares que también pedía el Goya a su protagonista, Nausicaa Bonínn.

lunes, 15 de febrero de 2010

…PERO ES NUESTRO POLIGONERO

No se equivoquen: esta foto la sacaron el sábado a las seis de la mañana

“Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. No chiflen: ésta no es una frase de Esperanza “Darth Vader” Aguirre, amigos. Así se refirió el secretario de Estado estadounidense, Cordell Hull, al sátrapa nicaragüense Anastasio Somoza en la década de los cuarenta. Poco le importaban al gobierno de Estados Unidos los asesinatos o las conspiraciones. Somoza era un “buen dictador” que se declaraba anticomunista y, malditos rojos, por eso le adoraban. No se me justifiquen con sus golazos o con su lío pixelado con Paris Hilton: en verano no queríamos a Cristiano Ronaldo para nuestras hijas. Lógico, hemos sufrido a especímenes similares: Arturo de “Gran Hermano”, Lucas de “Andy & Lucas” (sí, el delgado) o el “chavalqueinterpretóaelBola”. ¿Han vomitado ya? Aunque quizá haya que perdonarle porque ¿del polígono naces o te haces?

Cantaba Leonard Cohen en “Tower of song”: “nací así/ no tuve elección/ nací con el don/ de una voz dorada”. La afición de Cristiano Ronaldo a Chimo Bayo, a las chandaleras y al “tuning” le viene de cuna, de la misma manera que Maradona heredó la locura de Villa Fiorito. Y no vamos a luchar contra eso. Como el anticomunismo que disculpaba las tropelías de Somoza, Cristiano posee, entre tatuajes y collares y pendientes y Audi chungo y quijada de percherón, el talento innato de una (mala) bestia futbolística. No se confundan, el portugués no habla en el idioma de Guti y su religiosidad molona y su “megustaríanohabersidofamoso”. Lo resumió Pipi Estrada en la zona de prensa del Bernabeu mientras charlaba con dos chiquillas monas y desencantadas del poligonero: “No os equivoquéis. Cristiano es potencia y velocidad, como yo”. A Pipi, mi filósofo de cabecera, sólo le faltaba añadir “y trabajo” (pero igual le fastidiaba la comparación).

A pesar de las expulsiones injustas, a pesar del acoso de la prensa rosa, CR9 se ha cargado el Madrid en su espalda tatuada. Sin el portugués, uno entiende la victoria frente el Espanyol o el Málaga o el Xerez. El problema surge cuando empiezas comprobar que, en su ausencia, la victoria en partidos “reales” (Champions, Valencia, Sevilla) se pone cuesta arriba. Si Pellegrini no despierta del coma, la dependencia de nuestro poligonero se puede tornar en adicción. Y, en este sentido, la discusión la cerró el músico errante, el vagabundo carnavalesco, Porter Irving en 1905. “Los médicos dicen que la cocaína mata/ pero no dicen cuándo”.

lunes, 8 de febrero de 2010

¿PELLEGRINI SABE LEER?

¡¡¡Pongan a cargar el "electroshock" a ver si reanimamos al paciente!!!

El guionista Rafael Azcona trabajaba en un autobús. Bueno, no literalmente. Azcona se enorgullecía de que sus mejores diálogos los había conseguido gracias a su bonobús. Dentro de ese espacio rectangular en movimiento, parada y destino, se cuecen historias que merecen la pena. El partido del sábado contra el Espanyol no mereció la pena porque, a pesar de haberse cocido en un espacio inmóvil que simula movimiento (las olas del público), no tenía destino. El gran cine implica siempre un viaje, bien por los raíles en los que el Marqués de Leguineche escapa a Lourdes en “Nacional III” o por los espacios híperpoblados de “Moros y cristianos”, donde unos miserables tratan (he aquí el destino) de engañarse unos a otros. Ausentes humanos esenciales (el poligonero o Pepe), el Real Madrid de los diálogos del Bernabeu imitó la rutina de un amistoso automático, la asepsia de un partido de principio de verano en el que Mayo resulta lejanísimo.

Salvo la impotencia gesticulante de Pochettino, nada perturbó un guión soso en el que Sergio Ramos, ¡qué maravilloso es colocar a los jugadores en sus puestos!, se zampó al resto del equipo. La tenacidad decrépita de Raúl o la incapacidad crónica de Kaká no son suficientes argumentos cuando buscamos titulares y juego inteligente. Paradójicamente, el encuentro parecía que ya se hubiese disputado a cientos de kilómetros de distancia. El Barcelona había anulado al Getafe (rajando de esos árbitros que tanto les adoran) y la plantilla blanca metió la marcha genérica de enfrentarse a un equipo (muy) inferior. Sólo Higuaín, el delantero de referencia del Madrid (terrible teclear estas palabras), agitó con su gol al personal del Bernabeu, preocupado a esas horas de bocatas, vueltas a casa y bizarradas varias de “La noria”.

Decía Billy Wilder que para un buen guionista no es tan importante saber escribir como saber leer. En algunos partidos, uno duda que Pellegrini sepa leer la situación. El chileno mira al Madrid desde la banda, medio embobado, como a quien le asalta de improviso “Sálvame” en el televisor. Descubrir que Kaká no debería jugar ahí le lleva demasiado tiempo; enterarse de que al Espanyol hay que abrasarlo con centros de Granero le cuesta una barbaridad; salir del banquillo y gritar a Guti que se implique más, no ocurre. Pellegrini necesita aprender de Azcona: comprarse un bonobús, leer y escuchar.

LUNA CALIENTE

Director: Vicente Aranda
Intérpretes: Eduard Fernández, Thaïs Blume, Emilio Gutiérrez Caba
Web: http://www.lunacalientepelicula.es/



Vicente Aranda habita eso que el personal categoriza, inmisericorde y unívoco, como “cine español”. Sólo se escapan de ese saco popular (y populista) aquellas películas “que no parecen españolas” (de entre las últimas, “Celda 211” y, escarbando, “Tesis”). Esta definición de “película española” se caracterizaría, pues, por un presupuesto bajo (y la sospecha de subvenciones); una marcada afición al ritmo pausado y al drama (de la comedia se ocupa “la españolada”); una buena dosis de carnaza estrambótica (sin caer en “No desearás al vecino del quinto”); una constante revisitación del pasado reciente (especialmente de la guerra civil, esto también la alejaría de “la españolada”); y un izquierdismo hiperbólico (en genérico, ¿para qué ahondar?, que va desde el trotskismo hasta la socialdemocracia).

Lo curioso es que una parte de la filmografía de Aranda se acoge a esta descripción grosera y simplista (dos básicos de la peor producción del director barcelonés). Siguiendo esta línea, mantienen a flote “Luna caliente” sus discretas hechuras de “noir” (crimen, femme fatale, culpa). El resto de la cinta se sumerge en un artificio grandilocuente y vacuo (su trasfondo de forespán histórico) que se añade a calzador con tal de inflar el metraje. Si la macrohistoria de “Chinatown” intuía una operación urbanística en la que germinaba su trama de corrupciones e incesto, la ambientación del filme durante el proceso de Burgos no aporta nada (y nada podría aportar) a un guión de actores desubicados (Gutierrez Caba replica su personaje de “Un buen hombre”), escenas imposibles y una sorpresa. Que Thaïs Blume salga ilesa.

LA CUARTA FASE

Director: Olatunde Osunsanmi
Intépretes: Milla Jovovich, Elias Koteas, Will Patton
Web: http://www.thefourthkind.net/


Aquí pueden ver una muestra de lo que cuento

Escena inicial de “La cuarta fase”. Milla Jovovich mira a cámara. Plano medio. “Hola, soy Milla Jovovich y les voy a contar una historia”. Como Alfred Hitchcock en su serie o Edward Mulhare en “Secretos y misterios”, la actriz nos revela que lo que vamos a ver a continuación combina videos caseros, entrevistas, documentos, audios y recreaciones dramáticas (en las cuales Jovovich interpreta a la protagonista). La misión de este “trabajo de investigación” es “reconstruir” una abducción alienígena en un pueblecito de Alaska, recreando el libro de estilo de los “programas dedicados al misterio” (robo esta descripción del feriante Íker Jiménez).

Lo interesante del largometraje de Olatunde Osunsanmi no se encuentra en su historia, una serie “B” de ovnis con presencias notables (Will Patton o Elias Koteas), sino en su forma de de contarla. Las grabaciones, los testimonios, las entrevistas…, todo aquello que da sustancia “real” al filme, es ficción. Asimismo, la dramatización de los hechos (con Jovovich de actriz principal) es una ficción encima de la anterior. A pesar de que, en el fondo, constituya otro ejemplo de estrategia de marketing (“El proyecto de la bruja de Blair”), el gran mérito de la película reside en desmontar los elementos fílmicos (audios distorsionados, vídeos difusos, testimonios de autoridad) que programas paranormales como “Cuarto milenio” utilizan para dar “validez científica” a sus ficciones (sin advertir, claro, al espectador de que son tales). Vean “La cuarta fase” como quien asiste a la explicación de un truco del gran Juan Tamariz. Después, cada vez que les asalte el rostro de Iker Jiménez, sólo podrán reír.

domingo, 7 de febrero de 2010

PRECIOUS

Director: Lee Daniels
Intérpretes: Gabourey Sidibe, Mo’ Nique, Paula Patton
Web: http://precious.filmax.com/



La adaptación de “Push”, novela de la afroamericana Sapphire, tuvo que suponer un quebradero de cabeza al director Lee Daniels (su notable primera película, “Shadowboxer”, con Cuba Gooding Jr. y Helen Mirren, pasó desapercibida). Fíjense en el laberinto: la historia de una adolescente obesa, pobre y analfabeta, que, tras ser violada por su padre, afronta las dificultades de un embarazo ante la impasividad de su madre. Aunque haya momentos insalvables (una discusión violenta que termina con Precious en la calle), el filme apuesta por una fórmula para sortear la lagrima fácil. La combinación de cruda realidad con onirismo amable (muy oportuna la mímesis con el neorrealismo italiano), la separa del terrible “blaxploitation” de superación que copaba las salas del Bronx en los setenta (como nota al pie, “Cornbread, Earl y yo”, de Joseph Manduke, 1975, sería el paradigma).

De todos modos, la habilidad del realizador no puede evitar que la acumulación de traumas y desgracias y dramas y traumas… desestabilice esa mínima suspensión de la verosimilitud exigible al entrar en un cine y “Precious” nos retrotraiga a experiencias incoherentes como “El color púrpura” (Steven Spielberg, 1985) o “Beloved” (Jonathan Demme, 1998). No se trata de los espléndidos trabajos de Mo’nique, la debutante Gabourey Sidibe o Mariah Carey, sino que, como decía Woody Allen acerca de la efectividad de la comedia, “hay que doblarla, no romperla”. Lee Daniels, en el centro del desarrollo, rompe la efectividad del drama con su recurrente bicromía, con su uso amontonado de tragedias. Ya en el tramo final, las aristas y las contradicciones del soberbio monologo de Mo’nique intentan reconciliarnos con lo visto pero, he aquí el verdadero drama, llegan demasiado tarde.

viernes, 5 de febrero de 2010

CHERI

Director: Stephen Frears
Intépretes: Michelle Pfeiffer, Rupert Friend, Kathy Bates
Web: http://www.cheri-movie.com/



Vuelven a reunirse Michelle Pfeiffer y Stephen Frears tras “Las amistades peligrosas” (1988) y ese “revival” nostálgico extravía el trabajo que traen entre manos, la adaptación al cine de “Cheri” y “El fin de Cheri” de la novelista francesa Colette (1873-1954). No sabemos cuánto de su texto habitó la propia escritora, pero la redacción de esa historia de una antigua cortesana (Michelle Pfeiffer) que, ajada para continuar en su profesión, comienza una relación con un joven, Fred Peloux “Cheri” (Rupert Friend), coincidió en fechas con el “affaire” que Colette mantuvo con su hijastro, Bertrand De Jouvenal.

Teatral en espacios, limitada en producción (esto magnifica al indispensable Darius Khondji), irregular en interpretación (Rupert Friend no transmite, como en “La reina Victoria”), la película de Frears prueba que las comparaciones son odiosas. Que un cineasta tan aficionado al contraste (ha dirigido proyectos de mil colores: “Alta fidelidad” o “La reina”) se embarque en un largometraje con una de sus actrices características no significa repetición y, menos, réplica. “Cheri” alberga interés autónomo, y una parte importante del mérito hay que otorgárselo a la labor del guionista-adaptador Christopher Hampton. Hampton lleva casi cuarenta años en la industria y ha convertido en celuloide escritos monolíticos con fortuna inaudita (“El americano impasible”, “Expiación”). Esta conjunción de novelas que forman el filme fluye con sorprendente certeza (no esperábamos demasiado, nos equivocábamos) y, algún traspiés de por medio, descubre una narración bien construida que altera los roles de dos personas confundidas por un imposible (¿cuál es frágil y cuál es fuerte? ¿cuál adolescente y cuál adulto? ¿cuál marido y cuál cortesana?). Además de una impresionante Kathy Bathes, a Michelle Pfeiffer (una consecuencia de haber sido desterrada de la clase “A” de Hollywood) hay que aplaudirle la irónica (y dolorosa) desmitificación de sí misma que ejerce en “Cheri”. “Time is on your side”, cantarían otros irónicos ancianos a la aun guapísima Pfeiffer.

lunes, 1 de febrero de 2010

¿SPORTING O BARCELONA?

Uffff... qué dilema... no sé a quién le tengo más tirria

¿Sporting o Barcelona? Nunca sé quién quiero que pierda. Quietos. No me declaren la guerra y tampoco me vayan de dignos. Supongo que a ustedes les pase con el Real Oviedo-Real Madrid (les aseguro que esos partidos existieron, quizá en una dimensión paralela gobernada por Antonio Masip y sus monos voladores. Al teclear, me siento como Charlton Heston en el final de “El planeta de los simios”, “¡os maldigooo!”). Con tal de aclarar el cabezón, sigo el método del malvado “Dos Caras” de “Batman”. Agazapado en mi caverna, cojo un duro preconstitucional y lo lanzo al aire. Cara “franquil”, pierde el Sporting; cruz de pollo, pierde el Barça. No soy capaz de mirar. Intento pensar que la moneda se tropieza y termina bajo un armario. De pronto, se me ocurre imitar a Woody Allen en “Manhattan”: escribo dos listas de “Por qué me gustaría que ganase”. A ver. El Sporting: me mola mucho Gijón (¡ahí nacieron Arturo Fernández y Pipi Estrada!); me cae bien Preciado (¡el único entrenador con un muñeco que echa sidra! ¡puntazo!); han fichado a un serbio con nombre de moza (Lola es el nuevo Dana Andrews); y su fútbol se prueba, con su garra postadolescente (y Gregory y Diego Castro y Bilic…), como candidato a rondar puestos UEFA. El Barcelona: me mola mucho Barcelona; tienen un presidente bailongo (me lo imagino meneándose con “What is love” de Haddaway); Messi, Xavi e Iniesta; su entrenador ha recuperado el concepto “chaleco” de las zarpas de Alfonso Ussía; y, como a mí, les da por las ideas delirantes (creerse el fin de la historia del fútbol o el futuro deslumbrante de Korneiev).

Es divertido que un dilema para el que quitas tiempo de poder aguantar a tu familia lo resuelva un personal que no le tiene tirria ni al Barça ni al Sporting. Paradas Romero y su asistente. Este año, a Raúl, en una jugada similar en el Molinón, le pitan fuera de juego. A Pedrito, no. ¡Ay, cuánta simpatía despiertan los humanos con nombre en diminutivo: Manolín “El gitano”, Joselito, Toñin “El torero”! Entre la expulsión de Cristiano y las incontables ayudas al Barça, parece ser que vamos a necesitar algo más que un taconazo de Guti (nos preguntamos, ¿jugará bien dos partidos fáciles y se irá a bailar “Scatman” con Laporta?). Mientras que los “madridoviedistas” como yo no nos decidimos, (música siniestra, por favor) una misteriosa conspiración (¿Villar & Gaspart? ¿Fú Manchú? ¿SPECTRA?) sí sabe quien quiere que gane el Sporting-Barcelona, y la Liga. Una última idea delirante: igual les fastidiamos el plan.