Director: Rob Cohen
Intérpretes: Brendan Fraser, Jet Li, María Bello
Web: http://robcohenthemummy.com/
Anda muy lejos, diez años, aquella primera entrega de “La momia” con la que Stephen Sommers revitalizaba el mito del monstruo enrollado. Si hacen memoria, en el inicio de la saga la apuesta era cristalina: replicar el modelo de aventuras clásico, su guión se basaba en “La mano de la momia” (1940), ante la falta de “Indiana Jones” y sucedáneos. Y, la verdad, la idea funcionaba. Brendan Fraser, un intérprete semidesconocido (salvo por su apabullante aparición en “Dioses y monstruos”), cogía las riendas de un celuloide que aportaba una dosis de entretenimiento suficiente. Su espectacular recaudación (400 millones de dólares) propulsó una segunda parte que, a su vez (léase “otros 450 millonazos”), convirtió a la serie en una franquicia.
En “La momia 3: la tumba del emperador dragón”, nuestros héroes abandonan su vida rutinaria para luchar contra un malvado emperador chino que regresa de la tumba (Jet Li). Bueno, así contada la cosa apetece, ¿eh?… hasta que empezamos a enterarnos de varias milongas: Rob Cohen (ese hombre que nos entregó la cumbre del cine “The fast and the furious”) y los guionistas Gough y Millar (esos humanos que nos entregaron la cumbre del cine “Herbie”) sustituyen al artesano Stephen Sommers y, encima, Maria Bello reemplaza en el mismo papel a ¡Rachel Weisz!
Mal vamos y mal terminamos. El filme de Cohen es, casi seguramente, uno de los despropósitos de la temporada. Quitando el prólogo de rigor (divierte el logo de “Universal” girando sobre sí mismo), nada interesa ni, peor, entretiene. Incluso, de rato en rato, cabrea tanta desfachatez: escenas apiladas unas encima de otras (¿a cuento de qué salen yetis? ¿y un monstruo peludo?); diálogos vergonzosos (“¡sois un imán para las momias!”, grita un personaje) e interpretaciones indignas (el director de “casting” se luce con los inexpresivos Luke Ford y Jersey Meng como pareja joven). En su labor de derribo, esta tontería no deja de pie ni a la maravillosa Maria Bello. Triste adivinarla bajo ese pelo teñido, atravesando fotogramas de una saga que tendría que haberse enterrado en su debut.
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