Director: John Herzfeld
Intérpretes: Paul Walker, Laurence Fishburne, Olivia Wilde
John Herfelz, el director de “Bobby Z”, atesora una costumbre peculiar: rodar un tercio de metraje interesante por película. Obviemos su debut, la impresentable “Tal para cual” (el Travolta y la Newton-John), que le relegó a la televisión durante una buena época por filmar la batalla “dos enamorados versus Dios” (¡no es broma!). Fíjense; sus tres siguientes proyectos, “2 días en el valle”, “15 minutos” y esta “Bobby Z”, dan muestras de habérseles inoculado un virus que, a medio camino, elimina su corrección previa. Siguiendo la tradición, nadie desecharía “Bobby Z” si nos basamos únicamente en sus primeros treinta minutos: introducción de un Bruce Dern lisérgico, biografía tarantiniana y posterior confrontación de identidades cruzadas en la frontera. Y se acabó la milonga; los despropósitos (de la mano del horrible Joaquim De Almeida) supuran de pronto sobre el guión. Walker, actor de género (seamos buenos), capea con un texto que involuciona de un posible “noir” a una “road movie” tontorrona con niño ñoño. Ni siquiera la salada Olivia Wilde (“House”) rescata algo a última hora. Uno se pregunta, ¿qué te pasa, Herzfeld?
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