lunes, 28 de abril de 2008

LARS Y UNA CHICA DE VERDAD

Director: Craig Gillespie
Intérpretes: Ryan Gosling, Patricia Clarkson, Emily Mortimer
Web: http://www.larsandtherealgirl-themovie.com/

Definitivamente, Lars es un tipo raro. No visita a su hermano (y eso que ocupa la casa de enfrente), no quiere saber nada de sus pretendientes (y eso que le tiran los tejos sin parar), no le interesa su trabajo (y eso que le da dinero para vivir). Atascado en una existencia monótona, cuando descubre a Bianca en una página de Internet, Lars cree encontrar a su media naranja. ¿El único problemilla? Bianca es una muñeca de látex.

Previa a la desaprovechada “Cuestión de pelotas”, el director norteamericano Craig Gillespie debutó en cine con “Lars y una chica de verdad”, una tragicomedia costumbrista que remite en la distancia al “Tamaño natural” de Berlanga y en la cercanía al “Guys and dolls” de Nick Holt (bájenla en Google Video). Con Ryan Gosling en vena, absorbido por un protagonista infantiloide y trastornado, el filme funciona a la perfección demostrando empíricamente cómo un Quijote forja su ilusión gracias a que, a la vez, ésta es adoptada por sus vecinos del pueblo. Además, la irrupción de su novia plástica pone de manifiesto la extraña realidad (diseccionada en “Doctor en Alaska”, “¡Qué bello es vivir!” o “Atrapado en el tiempo”) que inunda el hábitat rural estadounidense. Amable, pequeña, “hippie”, azconiana... “Lars y una chica de verdad” deja, disimulando el sabor de un desarrollo previsible, la certeza de que Craig Gillespie puede llegar a convertirse en un cineasta esencial.

IRINA PALM

Director: Sam Gabarski
Intérpretes: Marianne Faithfull, Miki Manojlovic, Kevin Bishop
Web: http://www.irinapalm-themovie.com/

El cine social británico, frente al de otras filmografías como la española o la francesa, posee cierta tendencia a escaparse del feísmo europeo y acercarse a una idealización más propia de su congénere norteamericano. El “siempre hay una oportunidad si trabajas”, asumido sin rubor en el inconsciente norteamericano y protestante, es compartido por su hermano inglés con cierto disimulo. Decimos “cierto” por el caso de Ken Loach “et alumni” pero esta barrera de pudor desaparece enteramente en el caso de contemporáneos menos proclives al sermón marxista. Sirvan de ejemplo las, por otra parte, destacables “Full monty” o “Tocando el viento”.
“Irina Palm”, aún con sus manchas de semen pajillero, se podría añadir a la lista sin problemas. El arranque de la película, con la agobiante presencia de una Marianne Faithfull alienada por el mundo “respetable” para ser entronada por el mundo “clandestino”, da una idea de lo minusvalorada que está la actriz inglesa.

“Sex-simbol” en los sesenta, drogadicta en los setenta, anoréxica en los ochenta, resurrecta en los noventa y superviviente en el siglo XXI, la Faithfull que replica a esta mujer de clase baja atrapada en una dimensión paralela pide a gritos minutos en el cine. Porque, en suma, el notable filme de Gabarski es la Faithfull en su trabajo manual; es la Faithfull sufriendo hipocresía; es la Faithfull devastada por su hijo; es la Faithfull encontrando la bondad absoluta en los ojos de su nieto, justo en el centro de este planeta miserable.

COSAS QUE PERDIMOS EN EL FUEGO

Director: Susanne Bier
Intérpretes: Benicio Del Toro, Halle Berry, David Duchovny
Web: http://www.cosasqueperdimos.es/

“Cosas que perdimos en el fuego” está ocupada por una ausencia. Tras la muerte violenta de su marido (David Duchovny), Audrey Burke (Halle Berry) se ve empujada a acoger en su casa al mejor amigo de éste, un drogadicto llamado Jerry Sunborne (Benicio Del Toro). Sin darse cuenta, Audrey intentará rellenar el vacío dejado por su esposo (en su cama, en sus hijas, en su vida) con Jerry.

Al igual que incontables películas norteamericanas (recientes: “Yo soy Sam”, “Esencia de mujer”), el nuevo largometraje de Susanne Bier funciona al servicio de un personaje central que rebaja aquello que le rodea. De esta forma, su apuesta por el tiempo fragmentado o por una realización literaria no basta para olvidar caracteres prototípicos (¿cuán idealizado puede llegar a dibujarse Duchovny?), algunas escenas previsibles o, básicamente, un regusto empalagoso a la salida. Siendo justos, por mucho esfuerzo en el reparto (Halle Berry, aún con desmanes y lloreras, aguanta el tipo), en la fotografía o en la dirección, únicamente la interpretación del actor puertorriqueño sostiene en la cuerda floja “Cosas que perdimos en el fuego”, con sus inevitables balanceos entre la sobriedad y la sobreactuación. A pesar de atisbar en la (lejanísima) lejanía al Lemmon de “Días de vino y rosas” o al Ray Milland de “Días sin huella”, Del Toro se vuelve piel de un perdedor bueno, sudando heroína y pronunciando, en pleno mono alucinógeno, la gran frase del filme: “Antes que a C3PO, prefiero a RD2D2. Parece más accesible”.

DUEÑOS DE LA NOCHE

Director: David Ayer
Intérpretes: Keanu Reeves, Forest Whitaker, Hugh Laurie
Web: http://www.foxsearchlight.com/streetkings/
A David Ayer le sobró con la inédita (en Asturias) “Vidas al límite” y el guión de “Training day” para darnos a conocer su forma de pensar cine. Deudor de la cosecha de los setenta (Scorsese y Friedkin, especialmente), el escritor Ayer asimila la influencia pero el director Ayer la soba. Con este patrón, el debut del cineasta reiteraba que la habilidad al escribir un texto no basta en la dirección del mismo.

Este déficit se confirma con su segundo intento: “Dueños de la calle”. La discutible ideología y la indudable maestría de James Ellroy escapan del papel e imaginan en celuloide a Tom Ludlow (Keanu Reeves), un policía de métodos expeditivos que trata de vengar el asesinato de su antiguo compañero. Lo realmente extraño de la cinta es que, en principio, posee todos los ingredientes indicados en cualquier manual de “thriller” negro: corrupción, violencia, acción... ¿Por qué entonces nunca acaba de cuajar? Quizá por un casting insolvente (el monolítico Reeves, Whitaker y un intermitente Laurie ¡que aparece en un hospital!), quizá por unos personajes estirados hasta los límites de la inverosimilitud (algunos diálogos asustan) o, probablemente, por el empeño de Ayer (antes lo intentaron Oliver Stone o Sean Penn) en sacar sinfonías visuales de un texto monocorde. Al final, la sensación póstuma de “Los dueños de la calle” es de decepción al comprobar que lo que parecía tanto es, entre sus capas mentirosas y su espinosa moraleja, tan poco.

COBARDES

Director: Juan Cruz & José Corbacho
Intérpretes: Antonio De La Torre, Elvira Mínguez, Paz Padilla
Web: www.filmax.es

La multipremiada “Tapas” marcó el comienzo del tándem compuesto por el showman José Corbacho y el realizador Juan Cruz. Ahora, en su segundo proyecto abandonan una faceta de la realidad hispana para adentrarse en el universo de los colegios patrios, ya globales, y sus habitantes. Uno de ellos, Gaby, convive con el maltrato diario de unos compañeros. Las circunstancias (secretos, silencios, mentiras y vídeos) que provoca la violencia entre los chavales constituyen los principales argumentos del largometraje.

De inicio, “Cobardes” justifica la expectación: una cámara frenética extiende SMS por el patio y precede a una carrera ansiosa hacia el chantaje. En ese momento, cuando el filme despliega sus armas, la solidez de la propuesta parece total. Hábil en la contraposición de dos familias autistas (actores impecables De La Torre, Homar, Padilla y Minguez); contenida en la dirección de intérpretes juveniles; rica en ideas visuales y fotografía... la gran barrera sobreviene con el desarrollo de una trama que nunca llenaría un mediometraje. Poco a poco (posiblemente por su carácter de encargo), el ensamblaje de las historias se atranca en lo inverosímil (dura de asimilar resulta la confusión de identidades, imposibles de aceptar son algunos tópicos) y los minutos restantes, abandonados a su suerte, se van hundiendo en la indiferencia.

COMO LOCOS... A POR EL ORO

Director: Andy Tennant
Intérpretes: Matthew McConaughey, Kate Hudson, Donald Sutherland
Web: http://foolsgoldmovie.warnerbros.com/

Indiscutiblemente, una película con Matthew McConaughey y Kate Hudson aburre a priori. Esto se puede calificar de prejuicio, de tirria profesional, de haber sufrido su otro tostón “Cómo perder a un chico en 10 días”... pues sí: seguramente el casting haya juntado de nuevo a una de las parejas más plastas del Hollywood actual. Menudo currículum; entre los dos han perpetrado “Sahara”, “Mamá a la fuerza”, “Planes de boda”...

La historia macabea de hoy une un poco de aventura, le añade algún lío marital y se aprovecha de la presencia de un Donald Sutherland tan perdido como en un filme de serie “B”. Porque, al final, “Como locos... a por el oro” no carbura ni en su papel de comedieta tontorrona. Sólo necesita aparecer el galansote cachas con la pechera al aire o la Hudson sobreactuada rompiendo platos y la cosa descentra de tal manera que lamentamos no haber sido lo suficientemente inteligentes como para fiarnos de nuestros prejuicios.

jueves, 24 de abril de 2008

"HIPPIES" MAÑANA EN GRADO

“Hippies: una tarde de paz y música” es el título de la charla que darán Antonio Rico y Eduardo Galán, ambos colaboradores de LA NUEVA ESPAÑA, mañana viernes 25 de Abril a las ocho de la tarde en el Salón de Actos de la Casa de la Cultura de Grado. En ella se diseccionará el periodo hippie a través de su música (Jefferson Airplane, Mamas & Papas, Janis Joplin) y de su cine (“Easy Rider”, “El graduado”). Pero, sobre todo, se tratará ponerse flores en la cabeza, agrupar suficiente energía para conectar con nuestro universo interior y cantar semidesnudos sobre el amor y la paz.

Si esto no se consigue por ese método, Antonio Rico y Eduardo Galán se comprometen a verter suficiente LSD en el agua de los asistentes.

domingo, 20 de abril de 2008

EXPEDIENTE ANWAR

Director: Gavin Hood
Intérpretes: Jake Gyllenhal, Reese Witherspoon, Meryl Streep
Web: http://www.renditionmovie.com/

El cine del siglo XXI, lo evidencia De Palma en “Redacted”, posee tal inmediatez y tal maleabilidad formal que se solapa con acontecimientos que todavía forman parte del presente. Además, en un mundo de noticias caníbales y evanescentes, multiplica su capacidad de denuncia mediante su representación estable y “realmente” íntima de la existencia. Con esas características (inmediatez y denuncia) germina “Expediente Anwar” mientras saca a la luz, terrible paradoja, las cárceles secretas que EEUU mantiene alrededor del globo gracias a la connivencia de los gobiernos del planeta. El guión de Keleey Shane narra la historia de un ciudadano egipcio residente en USA que, tras un atentado y sin muchas preguntas, es secuestrado como sospechoso y torturado en una cárcel de Medio Oriente. A lo largo de sus fotogramas aparece el mosaico circundante: los senadores estadounidenses y sus ciudadanos, los suicidas y sus captores,...

Por supuesto, resulta muy complicado sostener esta diversidad de tramas, especialmente cuando una de ellas destaca sobre las demás. La disección kafkiana de la "intervención excepcional" a la que hace referencia el título original, asusta no tanto por desconocimiento (¿quién no sabe a estas alturas que esas detenciones se producen?) sino por la sensación de que esas torturas están ocurriendo en este momento en alguna celda paralela a los organismos internacionales. De mayor impacto emocional que la CNN o la BBC, el asfixiante recordatorio fílmico de que el mundo funciona así (con políticos psicópatas, extraordinaria Meryl Streep, con funcionarios torturadores), eleva a "Expediente Anwar" un escalón por encima de sus congéneres. Y esto olvidando lo que desmerecen en su mensaje los innecesarios juegos temporales, las sobadas historias de amor que, menos mal, no consiguen silenciar los gritos para que el dolor pare.

JINDABYNE

Director: Ray Lawrence
Intérpretes: Gabriel Byrne, Laura Linney, Chris Haywood
Web: http://www.vertigofilms.es/jindabyne/

El problema del cine con Carver (y especialmente con los lectores de Carver) emerge cada vez que se filma una adaptación de uno de sus escritos. Robert Altman lo entendió al milímetro uniendo diversos cuentos del autor estadounidense y acercándolos con mano firme, con inteligencia soberbia, a su universo (“Nashville”) de historias entrelazadas. La dificultad surge cuando es uno sólo de estos textos el elegido para ocupar un largometraje. “Tanta agua tan cerca de casa”, aparecido en el imprescindible “De qué hablamos (cuando hablamos de amor)” (Ed. Anagrama), inocula en pequeños fogonazos una situación cotidiana (hombres de pesca) que encuentra un dilema (cadáver) y desarrolla la continuación de sus vidas tras su decisión de obviar el cuerpo. Como quien sufre un pequeño contratiempo, los personajes principales no cambian, siguen siendo unos humanos corrientes, pero su hábitat tambalea entre el perdón y la condena.

Por supuesto, aunque resulte inevitable que aquello que proviene del relato de Carver (costumbres habituales, descubrimiento de la muerta y remordimientos posteriores) sobresalga al conjunto, el buen hacer de Ray Lawrence y su guionista Beatrix Christian consiguen convertir “Jindabyne” en una entidad sólida y propia. Con los mismos instrumentos que en “Lantana” (gusto literario, fotografía destacable, música de Paul Kelly) y la impagable colaboración de dos actores magnéticos (Laura Linney y Gabriel Byrne), la película desdobla la tinta de diferentes formas. Las más desdibujadas la componen las relaciones entre Laura Linney y su grupo de amigas y la inclusión de algún personaje de excusa como la madre del protagonista. Aún así, la impecable argumentación central (¿qué define a un ser humano?) pervive en este celuloide de reproches y de culpa, de decisiones equivocadas y de remordimiento.

LAS RUINAS

Director: Carter Smith
Intérpretes: Jonathan Tucker, Jena Malone, Laura Ramsey
Web: http://www.ruinsmovie.com/

En “Las ruinas” no sorprende nada ni nadie. Un grupo de turistas incautos, ¡oh, pasmo!, se acercan a un templo maldito, ¡no fastidies!, donde se lía la marimorena, ¡jolín! Van unos nativos, les rodean allí e impiden que se salgan del monumento en cuestión. Pues bueno, a pesar de su arranque tardío, de su previsibilidad, de su nihilismo creativo, el filme de Carter Smith renquea y, como sus protagonistas, sobrevive el visionado. Probablemente esto se deba a un día propicio, a la hábil utilización de un “gore” de medio pelo o, simplemente, a que la cosa entretiene con mucha serie “B” benigna. Eso sí, quizá mañana uno se la encuentre en Telecinco a las 15:30 y sea obligado a pagar bula papal por cada una de estas líneas que finalizan ahora.

ROMPIENDO LAS REGLAS

Director: Jeff Wadlow
Intérpretes: Sean Faris, Djimon Hounsou, Amber Heard
Web: http://www.rompiendolasreglas.es/

Un chaval mamporreando de seguido. ¿No querían una sinopsis de “Rompiendo las reglas”? Pues no busquen más: esta peli trata básicamente de materia noble. Cañonazos laterales, patadas de canto, hostias con la frente, capones saltando, tortas a mano abierta... con semejantes argumentos racionales se abre camino Sean Faris en su pelea por convertirse en el más gallito del barrio. Acompañándole están Djimon Hounsou, en plan maestro Miyagui versión afro y sosa, y Cam Gigandet, como malo “morritos”. De todo el metraje, sucedáneo de aquel “Kickboxer” de Van Damme, únicamente pueden llegar a llamar la atención dos cosas: las saladas que lo pueblan y esa psicopatía generalizada de grabar el sufrimiento en el móvil, de notar cómo la sangre se torna aséptica en el píxel.

domingo, 13 de abril de 2008

REBOBINE, POR FAVOR

Director: Michel Gondry
Intérpretes: Mos Def, Jack Black, Danny Glover
Web: http://www.bekindmovie.com/

En algún momento de los noventa, Mike (Mos Def) se queda unos días como encargado del viejo videoclub en el que trabaja. Lo que no imagina el chaval es que su amiguete “freak” (Jack Black) va a borrar el contenido de los todos los VHS porque ha sido magnetizado por una central eléctrica vecina. Con un montón de obras maestras desaparecidas y de clientes cinéfagos, los dos tipos deciden hacer nuevas versiones “a su manera” para que el videoclub no sucumba bajo las grandes corporaciones.

Definitivamente, la cara menos pedante de Michel Gondry (ésa que repugna “La ciencia del sueño” y adora “Olvidate de mí”) alumbra a un cineasta inteligentísimo que conoce perfectamente cómo combinar trucos heredados del videoclip con guiones dignos de ser contados. En esta versión postmoderna e inversa de “La rosa púrpura del Cairo” donde los protagonistas entran en la pantalla, el director francés consigue a base de realismo mágico y sencillez montar una producción amable, segura de su talento y, esencialmente, emocional. Aunque la presentación de los personajes (inolvidable asalto a la central, meada incluida), sus primeros “remakes” (“Robocop” y “Cazafantasmas”, ¡candidatos el Oscar ya!) y el descubrimiento de las malignas cadenas de videoclubs se vean desmejorados por un desarrollo posterior irregular de dejes previsibles y de “gags” miméticos, el último tercio del metraje nos reconcilia con la historia de esos dos perdedores enamorados del VHS.

Así, los esfuerzos de los habitantes del barrio por reinventar una vida, la del mítico cantante de blues Fats Waller, con la que salvar la existencia del videoclub ante las multinacionales, hacen de “Rebobine, por favor” una declaración de amor al cine y a la creación artística. Aupado por un casting a la antigua (mezcla de nuevos valores y grandes actores olvidados), Gondry termina el ensueño con una catarsis grupal involuntaria, ¡vivan los Lumiere!, que soluciona todos los problemas, ¡viva Frank Capra!, ahuyenta los miedos, ¡viva Woody Allen!, y felices, nos permite a los espectadores salir de la sala creyendo que todavía hay esperanza en este puñetero mundo.

LA BANDA NOS VISITA

Director: Eran Kolirin
Intérpretes: Sasson Gabai, Ronit Elkabetz, Saleh Bakri
Web: http://www.thebandsvisit.com/

Uno de los largometrajes más galardonados de 2007 (“Certain Regard” en Cannes, “Película revelación” en los premios europeos), “La banda nos visita”, coloca a una orquesta de la policía egipcia en medio de territorio israelí. Perdidos y sin sitio donde alojarse, el teniente Zacharya y sus hombres encontrarán cobijo en las casas de diversos habitantes hebreos.

Las metas del realizador Eran Kolirin se manifiestan en la primera escena del filme. Una furgoneta arranca, se aparta de la pantalla y deja a la vista a un grupo de hombres esperando. Alguien atraviesa el lienzo de derecha a izquierda, otro les pide una foto,... y ellos recorren, como fantasmas, un mundo indiferente. Con extrema habilidad en la composición de los planos (todo un manual para estudiantes de cine), Kolirin juega durante los noventa minutos de su propuesta a desmontar contradicciones. Mediante la inoculación de unos personajes supuestamente antitéticos, el realizador apuesta por tres términos hoy irreconocibles: la convivencia pacífica en Israel. Sus protagonistas árabes catalizan las relaciones atascadas del “enemigo” judío (un matrimonio aburrido, una mujer sola, un chaval tímido...) revelando, en tono amable e idealista, que no hay tanta distancia entre unos y otros. Este propósito, en ocasiones frágil (algún rol deslavazado), bastantes veces sólido (magnífico Sasson Gabai, perfecta clase de ligoteo en la disco), justifica la existencia y los premios de “La banda nos visita”. A partir de ahora, necesitaríamos comprobar si este trozo de talento evidencia de nuevo a mucha gente, muchas veces, aquello que cantaba Elvis Costello en los setenta: ¿qué tiene de raro la paz, el amor y el entendimiento?

21. BLACKJACK

Director: Robert Luketic
Intérpretes: Jim Sturgess, Kate Bosworth, Kevin Spacey
Web: http://www.sonypictures.com/movies/21/index.html

Un chaval (Jim Sturgess) con gran capacidad lógica es captado por su profesor universitario (Kevin Spacey) con un objetivo: pasar a formar parte de su grupo de superdotados entrenados en el arte de desvalijar casinos. El principal obstáculo del camino se llama Cole Williams (Lawrence Fishburne), el encargado de seguridad de las catedrales del juego de Las Vegas.

“21. Blackjack”, versión “teen” de una película de póker, descentra desde su inicio. Frente a un mundo sórdido, adicto, tahúr y cutre, el filme de Robert Luketic funciona como una adaptación juvenil, una suerte de “O.C.” o “90210”, dentro del universo retratado por Scorsese en “Casino”. Y obviamente esa es una rebaja excesiva (nunca han cuadrado bien los gordos sudorosos con los niños de papá) que disuelve la mínima verosimilitud exigida y provoca que rápidamente perdamos el interés por el metraje. Ni siquiera la presencia de un Kevin Spacey prototípico, acompañado en su lustrosa labor por Lawrence Fishburne, logra rehabilitar a la interminable alternancia de actores planos. Unos y otros se agolpan en una serie de secuencias aptas para todos los públicos que tratan de suavizar, aquí lo chocante, lugares oscuros para (muy) mayores de edad.

FOTOS DEL MÁS ALLÁ

Director: Masayuki Ochiai
Intérpretes: Joshua Jackson, Rachel Taylor, David Denman
Web: http://www.retratosdelmasalla.es/

Un hombre descubre que en sus fotos aparece una antigua amante suya. Ah, se me olvidaba, la chorba está oficialmente muerta. Ya da miedo, ¿eh? Pues no ha llegado lo terrorífico: su actual “arrejunte” no sabía de la existencia de la chavala en cuestión. Menudo cabreo. Obviamente, el asedio de “remakes” asiáticos que acosan nuestras pantallas los fines de semana asusta bastante más que las propias pelis en sí. Esta historieta de hoy da la sensación de que ya fue estrenada como “The eye”, como “Km. 31”, como “Llamada perdida”… o sea que, quien no haya visto la versión anterior, sabe a lo que se atiene. Eso sí, para terminar, de “Fotos del más allá” se puede añadir una mínima línea dedicada a aquellos que han sufrido el filme de 2004: salvo aficiones masoquistas, ¡no pierdan el tiempo!

lunes, 7 de abril de 2008

JOE STRUMMER. VIDA Y MUERTE DE UN CANTANTE

Director: Julien Temple
Web: http://www.avalonproductions.es/joestrummer

El hippismo, el punk y Joe Strummer nacieron en una misma clase social, la burguesía. Hijo de familia diplomática, el futuro líder de “The Clash” sufrió una infancia dickensiana (internados, suicidios, desamparos) en donde sólo se podía sobrevivir a base de hostias e imaginación. De la mezcla de esos dos factores distantes y constantes, surge un joven cabreado con el mundo, un chiquillo rebelde que Julien Temple exorciza en su nuevo documental.

Desde la suciedad de la adorada Newport a los lustrosos estadios norteamericanos, la existencia del músico británico es tratada en el metraje como una perla (ahora frágil, ahora enloquecida) alrededor de la cual se arremolinan sus amigos en pequeñas hogueras. Ellos (algunos oportunos, otros de marketing) acuden a la figura de un creador de canciones definitivas (“London calling”, “Rock the Casbah”), de LPs esenciales (“The Clash”, “London calling”, “Streetcore”) y de dos grupos tan diferentes como propios (“The Clash”, “Joe Strummer y los Mescaleros”). Tampoco, y eso se agradece, evita Temple las críticas ni las oscuridades del biografiado por mucho que éstas se diluyan en una estrella cercana, en un padre cálido o en un líder celoso de la intimidad de su banda.

“Joe Strummer. Vida y muerte de un cantante”, remembranza “folk” de un hombre deseoso de música y anonimato, deconstruye al personaje que profetizaba el hundimiento de Londres o la gran revuelta blanca en lo alto del púlpito del “rock and roll”. Más allá de su propio “alter ego”, más allá de “The Clash”, Joe Strummer aparece en la piel de una buena persona, de un hippie “pre-punk” que pincha canciones latinas para que sus amigos bailen, que celebra lo maravilloso de estar vivo.

THE CONTRACT

Director: Bruce Beresford
Intérpretes: Morgan Freeman, John Cusack, Jamie Anderson
Web: http://www.lecontrat-lefilm.com/

La carrera de Bruce Beresford es como la de Marlango. No molesta, no mancha, no interrumpe, no emociona, no incordia, no aburre, no nada. Si nos pusiésemos a ello, únicamente la pequeña “Paseando a Miss Daisy” evoque, cual bombón a Forrest Gump, algún recuerdo agradable y ajado de entre su filmografía. Con las mismas armas de siempre, “The Contract” no iba a ser menos: son treinta años en el oficio, amigos.
Tras un intento fallido de rescate por parte de sus compañeros, un asesino a sueldo (Morgan Freeman) escapa de la policía a través de los bosques e irrumpe en la excursión dominguera de un antiguo madero, Ray Keene (John Cusack), y su hijo.

Implicado directamente en la huida y con el poder de un arma en las manos, el hombre decide llevar al prófugo a manos de la justicia. Puestas las miras en un “thriller” de medio alcance, lo mejor que se puede decir de la asepsia general del filme es que no llega a cansar nunca, al estilo de la música de un ascensor cualquiera. Perfecto para una tarde somnolienta, “The contract” se basa en una serie de subtramas inverosímiles (esa pareja metida a calzador, ese mercenario septuagenario invencible), una realización de telefilme (¡qué lejos quedan algunos de Greengrass & Co.!), mucho disparo (increíble Cusack con la metralleta) y, esencialmente, en el buen hacer de dos actores carismáticos. Sin Cusack y Freeman, aunque esto suene obvio, la película de Beresford no llegaría a los cines. Como tantas otras en su historia, pasaría directamente al DVD o a convertirse en la excusa perfecta para un siestazo de domingo.

EL ÚLTIMO GRAN MAGO

Directora: Gillian Anderson
Intérpretes: Guy Pierce, Catherine Zeta-Jones, Timothy Spall

Gillian Armstrong, la realizadora australiana, jamás se ha escapado de la pulcritud en sus proyectos. Una limpieza de telefilme que sólo se ve perturbada cuando el material escrito supera la media. “Mujercitas”, aún con su almibarado sabor, o “Charlotte Gray”, con su discretísimo encanto, confirman esta excepción a la regla. Únicamente faltaría reivindicar “Hard to handle”, concierto grabado de Dylan y Petty en el 86, para completar su obra básica.

Porque “El último gran mago” reitera constantemente la impresión de ser una película incompleta, un mediometraje que se estira y se estira sin mayor inercia que una serie de anécdotas enlazadas a través de una ristra de estereotipos comatosos (protagonista fascinante, representante “malvado”, chiquilla listísima...). De esta forma, la narración ficticia del encuentro de Houdini con una “mentalista” escocesa de la que acaba enamorándose deja de tener interés al rato de comenzar. Además, y probablemente tomándonos demasiado a pecho sus licencias, mosquea un montón, un montonazo, ¡un huevo! que se tergiverse la figura de un escéptico convencido (Houdini desenmascaró a múltiples farsantes e inspiró a discípulos como James Randi), en alguien que estaría dispuesto a creer en “mediums”, “videntes”, “iluminados” y personal de esa asquerosa calaña. Con ese déficit, repetimos: personal e intransferible, el resto de un guión mimético de “Descubriendo nunca jamás” o biopics similares no consigue levantar el vuelo a lo largo de su limitado número de fotogramas. No importan los bailes de la Zeta-Jones, no importa la niña fascinada, no importa el acartonamiento de Guy Pierce, no importa, concluyamos el salmo, “El último gran mago”.

IDIOCRACIA

¿Qué pasaría si, en un mundo feliz y libre de retos, la evolución se quedase obsoleta?

Razona Mike Judge que, en lugar de premiar a los más aptos, la balanza se inclinaría hacia los que más procrean. Ésta es, en dos miserables líneas, la idea de partida de “Idiocracia”. Por mucha sátira de ciencia ficción con la que esté revestido, el cabreo que arrastra el creador de “Beavis y Butt-Head” con la sociedad “new age”, “cool”, universitaria (o como se la quiera llamar) se nota desde el extraordinario arranque. Lo que deberían ser unos nuevos Adán y Eva, cultos y racionales, acaban convirtiéndose en una la pareja de profesores frígidos preocupados por si mismos (etimológicamente, los verdaderos idiotas del filme), que deciden aguardar al “momento adecuado”, a la “etapa perfecta” para engendrar unos niños que nunca llegarán.

Lógicamente, termina explotando la idiocalipsis. Mientras ellos esperan y esperan hasta el infinito, sus congéneres menos dotados intelectualmente (pero ansiosos por el folleteo) pueblan la tierra de gilipollas estratosféricos. En ese futuro, año 2505, despierta el perfecto norteamericano hibernado, Joe Bauers (Luke Wilson). Una realidad estúpida en la que los espectadores se dedican a admirar culos pedorreantes, en la que las tetas copan los rayos catódicos o en la que el presidente sale directamente del ring del “Pressing catch”. La reflexión, como suele pasar con todos los irregulares escritos de Judge (“Beavis y Butthead”, “Trabajo basura”, “King Of The Hill”…), emerge siempre al dejarlos reposar. Aunque sea cómica, citemos a Bradbury, la ciencia ficción refleja al presente antes que a un hipotético futuro. Por tanto, cada vez que volvemos a disfrutar la recomendable “Idiocracia” con sus culos pedorreantes, con sus tetas y tetas y tetas, con su presidente cachas, no podemos evitar una pregunta: ¿habla Judge de un mañana idiota… o de un hoy imbécil?