lunes, 16 de mayo de 2011

COMO EL PORNO DE BIN LADEN


Cuando entraron los SEALS, el porno todavía estaba en la habitación de Bin Laden.

Según parece, al tipo que consideraba la música como “la flauta del diablo”, le gustaba bastante el ritmillo. Pero, en su descargo aparte de sus descargos, recordemos que ¡llevaba cinco años metido en una puñetera habitación! Encima, con la única compañía de sus tres esposas. El infierno. Ni un mal amigote que invitar a casa a ver el fútbol y compartir su riquísima marihuana; ni un día sin oír, con diferentes voces, eso de “Osama, ¡da asco cómo tienes el armario!”. Sinceramente creo que fue él quien acabó filtrando su escondite a los americanos: mejor un cielo con chopocientas vírgenes que un antro (tri)familiar de Abbottabad. Eso sí, lo curioso es que un humano que afirmó en 2002 que USA “explotaba a las mujeres como productos de consumo” y que “exponía a sus hijas desnudas en vallas publicitarias para vender”, guarde un botazo de vaselina en la cómoda y se haya comprado una colección de pelis del estilo de “Desert girls III” o “En el harén sin sostén”.

Se va cerrando la temporada y, al igual que los vídeos de Bin Laden, aún tendremos que aguantar unos cuantos discursos culés sobre lo inmaculado de su fútbol y lo marrano, infernal, asqueroso, insoportable, del nuestro. A pesar de que, a estas alturas, hemos ganado los mismos títulos que ellos (la Supercopa me vale tanto como el Pichichi histórico de CR7), seguirán apelando a ese bien esencial, metafísico, llamado “el buen fútbol”. Ellos, cómo no, son los poseedores, conocedores y certificadores de su patente, y el resto somos la basura que explota a nuestros jugadores como productos de consumo y a nuestras novias desnudas en vallas publicitarias para vender. Con una liga en sus manos y una Champions en la que continúan gracias a las ayudas arbitrales, se permiten el lujo de etiquetar al Madrid de “equipo machetero”. Mascherano, el balonazo de Messi a la grada, las declaraciones de Guardiola, las tontunadas de Piqué o ese Busquets tan conciliador son ejemplos de su especial concepto de la limpieza.

Además de desgranar los mecanismos del pensamiento integrista, “Cómo discutir con un fundamentalista sin perder la razón”, estupendo ensayo del filósofo Hubert Schleichert, termina admitiendo que los fundamentalistas son impermeables a cualquier razonamiento lógico, ya que sus proposiciones están corroídas por la no falsabilidad. O sea que, madridistas, relájense: apoyen estos partidos a Mourinho (nuestra gran apuesta) y olvídense, nada se puede hacer por ellos, de los impermeables sermones hipócritas de los azulgranas desde sus habitaciones aisladas del mundo.

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