martes, 3 de mayo de 2011

YONQUIS DE MOURINHO



“Estoy rellenando el agujero/ por donde entra el agua”, cantaba Paul McCartney en “Fixing a hole”, una de las grandes composiciones del gran “Sgt. Pepper’s lonely hearts club band”. Al Madrid le ha ocurrido con Mourinho como al adicto a una droga dura. Pasado el subidón de la Copa del Rey, llega el periodo de abstinencia y la fiebre alta y los pies pesados y los huesos de ganso, que (d)escribía John Lennon en “Cold turkey”. ¿Va a ser siempre así? ¿Qué vamos a hacer si se pira Mou? ¿Regresaremos a la tristeza, sobrios e impolutos ellos, de Pellegrini o Valdano? Fíjense que hasta Guardiola, animando a los orcos barcelonistas, adoptó el papel del portugués cuando se refirió a él como “el puto amo”. Un tipo con estilo, este Pep, que se asemeja más a nuestro míster de lo que a él (o a los que le siguen) les gustaría admitir.



Sabemos que, ahora, a los madridistas nos toca vagar los aparcamientos de los supermercados para que nos saquen en algún “Callejeros futboleros”. Ya le vale a nuestro entrenador de no rular los gramos que queremos: ojalá se terminen estos tiempos de “No podemos remontar la eliminatoria” o “La culpa de que el equipo no entrara bien contra el Zaragoza es mía”, que tanto recuerdan a la metadona que homenajeaba Warren Zevon en “Carmelita”. No necesitamos cuelgues de esa basura, José; no nos has enganchado a tus espléndidas rajadas o a tu espíritu ganador durante toda la temporada para que nos dejes con medias tintas al estilo de Emery (esta semana me he despertado en medio de la noche, sudado cual mono salido, después de soñar con su patético “he sentido vergüenza” tras perder en el Bernabéu).



Advertía el clásico norteamericano “Cocaine Blues” que “el doctor dice que (la cocaína) te matará/ pero no te dice cuándo”. El madridismo aún desconoce si el estilo Mourinho es lo que le está matando o lo que le mantiene vivo. A estas alturas del campeonato, cuando las cabeceras deportivas cuestionan incluso que el vestuario apoye al luso (los futbolistas, siempre los primeros en abandonar), hay que comenzar a redactar el balance del trabajo del míster. Parece lógico, viendo la persecución arbitral, la búsqueda de un estilo, los avances en el juego (y el machaque reiterado de los poderes establecidos), pedir que Mourinho continúe con tal de que Sergio Ramos siga tirando las copas, endrogado el pobrecico por la victoria inesperada, delante del autobús.

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