Director: Stevenson & Osborne
Web: http://www.kungfupandainternational.com/intl/es
A pesar de las (relativamente) flojas “Shrek III” y “Vecinos invasores”, la factoría de animación de la Dreamworks está empeñada en engendrar filmes de una calidad asombrosa. “Kung Fu Panda” exprime hábilmente el libro de estilo de la productora (fábulas animales, antihéroes, superación personal) y lo mezcla con el “manga” (avisamos, no sólo formalmente), como antes hicieran al arrimar “Shrek” a los cuentos tradicionales.
Comienza en esa clave la cinta, entregada a un panda barrigón que sueña en sueños de trazo afilado con pelear al lado de los más dotados luchadores de su país. Una vana esperanza cuando descubrimos que su presente se resume en servir tallarines mientras le vigila su padre, un pato delgaducho con filias (una prueba, su hijo) interraciales. Únicamente un guiño del destino, de la mano del ancianísimo maestro Zeng, le señalará con la responsabilidad de librar a su pueblo del regreso del malvado Tai Lung.
Gracias a su hábil remezcla con un imaginario instalado en nuestros discos duros cinematográficos (nombremos a Bruce Lee y súbditos), “Kung Fu Panda” atrae desde su arranque aprovechando además su genética entre el “toon” y el “manga”. Encima, para completar el pastel, Stevenson y Osborne tejen un mosaico deslumbrante que rodea a nuestro antihéroe arquetípico (redondeado y torpe; miserable y encantador) y que acaba revelándose como la principal baza de la película. Así, frente a otras producciones, todos los personajes interesan (y, olé, ¡bien construidos!): no se puede sacar ninguna tacha ni a los cinco luchadores; ni al maestro Shifu; ni, vayamos a los secundarios, al rinoceronte general Vachir o a esa pobre ave mensajera. Marionetas ellas de unos creadores hiperdotados, nos arrastran casi sin darnos cuenta a través de ochenta minutos espléndidos que, ¡zas!, ya se han terminado.
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