Director: Francis Ford Coppola
Intérpretes: Vincent Gallo, Maribel Verdú, Carmen Maura
Web: http://www.tetro.com/
Facturadas “Jack” (1996) a Buena Vista y “Legítima defensa” (1997) a la Paramount, Francis Ford Coppola optó (quizá motivado por los vaivenes de ese proyecto monumental titulado “Megalópolis”) por aparcar el cine de estudio hollywoodiense y apostar por coproducciones internacionales más modestas en las que acaparar el poder de decisión. Aconsejaba Woody Allen: “hagas lo que hagas, siempre ten control del montaje final”. Como el director neoyorquino (hoy casi un nómada, buscando financiación en España o Inglaterra), Coppola ha redefinido su carrera tras un descanso de diez años, primero, con “Juventud sin juventud” (inédita en España) y, ahora, con “Tetro”.
El blanco y negro de la llegada a Buenos Aires de Bennie (Adden Ehreinreich) en busca de Tetro (Vincent Gallo), nos recuerda a esa joya (¿olvidada?) a la que Coppola llamó “La ley de la calle”. Habla el cineasta de familias (la suya, omnipresente) y nosotros tratamos de conectar con su discurso. Durante su primer guión original en treinta y cinco años, adivinamos líneas vitales que lo emparentan con el resto de su filmografía (ahí se intuyen la pérdida esencial de “Jardines de piedra”, la lealtad a la familia de “El padrino” o la complicidad de los dos hermanos de “La ley de la calle”), pero éstas se empequeñecen en referencias vacías, escondidas entre la delicada fotografía de Mihai Malaimare y el diseño de producción de Sebastián Orgambide. Probablemente por esta excesiva vocación formal (algo que le haría rozar a “Corazonada”, muy superior), abandona “Tetro” toda emoción (no ayuda tampoco la elección del terrible Vincent Gallo o una última parte paródica en la Patagonia).
Sólo de vez en cuando atisbamos, en el “shock” después de un accidente, en el atropello de un chiquillo, en las miradas de deseo de un padre mezquino, al hombre que nos regaló tantas, tantísimas obras maestras.
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