sábado, 3 de octubre de 2009

KNOPFLER, ÍNTIMO Y COMPROMETIDO


Madrid, Eduardo GALÁN. Un público variopinto se arremolinó la noche del jueves en el Aula Magna del Colegio de Médicos madrileño. Fito Cabrales, Guillermo Fesser y Javier Pons (director de TVE) habitaron entre humanos encorbatados, fotógrafos de la "Madrid night" y periodistas musicales. Mark Knopfler, recién cumplidos los 60, presentaba "Get lucky", su sexto y último disco en solitario, y la ocasión de contemplar en capilla al ex-líder de los "Dire Straits" aparcaba cualquier evento de la nocturnidad capitalina. Sale el guitarrista con dos cosas claras: la intimidad del lugar (que impulsa a él y a su banda a recorrer un temario de canciones "soft") y el compromiso con sus composiciones en solitario.

La improvisación sólo estalla en el arranque del repertorio. El "Happy birthday" a la guitarra, dedicado al batería Danny Cummings, se transforma en "Why aye man", "single" de "Ragpickers dream". Recuerda con dignidad Knopfler el imprescindible "Sailing to Philadelphia" con "What it is" y la canción que da título al disco. El personal, entregado desde el principio, nota por donde van los tiros. Se confirma que Knopfler no viene a agradar sino a ser él (con su desgarbo, su calva y su camisa atropellada), y esa honestidad se agradece una barbaridad en un mundo de rockeros de diseño. La sustitución de "Walk of life" o "Money por nothing" por "Why worry now" o "True love will never fade" reitera su declaración de intenciones: escoger las buenas canciones y no los "hits", una rutina irreplicable en grandes escenarios.

En el epílogo, "Get Lucky" y "Monteleone" componen el solitario testimonio del nuevo disco y "This is goodbye" y "Goin' Home", la inevitable despedida a la hora y cinco de "miniconcierto" (eviten “showcase”) cumplida. En su polimorfismo aplaude junto el público y reclama bises, mientras Knopfler aborda un coche, un avión y una cama caliente quizá en algún lugar de Escocia.

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