martes, 6 de julio de 2010

MADRES E HIJAS

Director: Rodrigo García
Intérpretes: Anette Bening, Naomi Watts, Samuel L. Jackson
Web: http://www.sonyclassics.com/motherandchild/



En la filmografía de Rodrigo García, hijo del premio Nobel Gabriel García Márquez, se aprecia un discurso consistente que, ¡éstos son los daños colaterales de escribir bien!, muta su envoltorio con fluidez a las pantallas múltiples que nos amamantan todos los días. Sus trabajos en cine (“Cosas que diría con sólo mirarla”, “Nueve vidas”), televisión (la imprescindible “En terapia”, “Big love” o “Dos metros bajo tierra”) o sus cortos (“Tired of being funny”) dan una pincelada de su capacidad para desarrollar, a través de diferentes formalidades, su tema favorito: los desafíos cotidianos de la mujer en nuestra época de capitalismo emocional. No es raro que su personaje masculino por excelencia, Paul Weston (“En terapia”), sea psicoterapeuta y dedique sus sesiones a tratar conflictos femeninos (maritales, familiares, autogenerados...) o que, incluso, éstos le acaben tragando (Laura, una paciente de la temporada de arranque, ejemplifica un caso de transferencia freudiana).

Podría Paul Weston, como psicólogo del desencanto de género (y como prueba de la ductilidad de las ficciones del director colombiano), ofrecer sus servicios desde la televisión a las mujeres que componen el mosaico cinematográfico de “Madres e hijas”. A lo largo de su metraje se entrecruzan tres historias que colindan con el trauma: una treintañera (Naomi Watts) que vive un “affaire” con su jefe (Samuel L. Jackson); una enfermera (Annette Bening) que batalla con el epílogo de su madre anciana; y una joven (Kerry Washington) que persigue con su marido la adopción de un bebé. Si algo demostró “Passengers”, su anterior película, es que el realizador se ajusta mejor el traje de autor que el de adaptador (aunque “En terapia” sea un “remake” de un serial israelí, los argumentos se apartan a partir de la mitad de la primera temporada). Así, García introduce en su catálogo de obsesiones el reto de la maternidad (y sus variaciones de siglo XXI) y lo agita en ese tablero de vaivenes femeninos al que nos ha acostumbrado.

La cinta se topa con su principal escollo en la desigualdad de sus cuentos. Lo que en una serie o en una película redonda (“Nueve vidas”) se esconde, aquí refulge cuando una trama sólida y dolorosa (hablo de las protagonizadas por Watts y Bening), se mezcla con otra de coherencia débil y recursos forzados (el episodio de Washington). Obra menor dentro de su carrera y mayor dentro de la de cualquiera, la gran baza de “Madres e hijas” se encuentra en su reparto sobrealimentado de talento (destacan Bening, Watts y el siempre discreto Jimmy Smits). Gracias a ellos, las escenas titubeantes lo parecen menos (a riesgo de ser reiterativo, en especial en el entramado del capítulo de la adopción) y los momentos sublimes lo parecen más (la “screwball comedy” de Smits y Bening; la relación paterno-amante-filial de Jackson y Watts). El filme de Rodrigo García provoca un “deja vú”; la sensación al salir del cine es idéntica a la que se experimenta tras alguno de los (poquísimos) capítulos “simplemente correctos” de “En terapia”. Sólo tienes ganas de ver el siguiente.

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