Director: D.J. Caruso
Intérpretes: Shia LaBeouf, Michelle Monaghan, Billy Bob Thorton
Web: http://www.eagleeyemovie.com/
En una existencia hípermonitorizada (satélites, tarjetas de crédito, IDs, Facebooks, pasaportes...), la rutina significa discurrir de un sistema a otro. Desde Medio Oriente, ahí nos sitúa el prólogo de “La conspiración del miedo”, los movimientos de un grupo de musulmanes en un funeral se emiten a una sala del Pentágono como si se tratase de la “Superbowl”. Este mundo, esta globalización nuestra, abarca la acción del estreno de hoy. Antecedida por algunos referentes (obligado nombrar, de corrido, a “La conversación” de Coppola y a “Enemigo público” de Tony Scott), la película de D.J. Caruso (“Disturbia”) renquea en aspectos esenciales de las anteriores.
De inicio, el texto de Dan McDermott y John Glenn no pretende ahondar (cierto, hablamos de una película de acción) en aquella sociología que podría aportar un extra a la cinta: el continuo seguimiento del individuo dentro de la sociedad de consumo. Enredado en redes y redes (sociales, informáticas, militares), el personaje de Shia Labeouf viene a parecerse mucho, una pena que no lo hayan aprovechado, al Josef K. kafkiano en su progresiva exposición a una realidad monitorizada y, paradójicamente, incomprensible. Durante una de las mejores escenas, en vez del habitual “agilice su compra”, los neones de la calle avisan al protagonista de que evite los peligros y arrastran a las máquinas hacia ese futuro que predecía James Cameron en “Terminator”.
Desgraciadamente, “La conspiración del miedo” ni se decide por una postura crítica ni atrae como película de acción. Preocupada en mantener un ritmo constante, necesitaría de una trama más sólida (aún conservando su género) que la alejase del aséptico desarrollo de videojuego (peligro tras peligro, explosión tras explosión, sin hilo conductor). Billy Bob Thorton lo intenta con su (típico) rol de director de espionaje pero esa táctica (dar lustre al fotograma con un secundario potente) es un truco muy pobre.
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