lunes, 15 de noviembre de 2010

LOS OTROS DOS

Director: Adam McKay
Intérpretes: Will Ferrell, Mark Wahlberg, Eva Mendes
Web: http://www.sites.sonypicturesreleasing.es/sites/losotrosdos/



Al tándem Adam McKay & Will Ferrell hay que agradecerle el incontable número de partidas de culo que, en estados más o menos confesables, nos han regalado. Y, por si no teníamos bastante, con “Ron Burgundy”, “Hermanos por pelotas” o “Pasado de vueltas” se han dedicado al noble deporte de insultar a buques insignias del imaginario norteamericano (el “anchorman”, el piloto de NASCAR, ¿se imaginan lo divertido de rodar algo así sobre Fernando Alonso?, o la "American way of life"). Alguien diría, con un vistazo superficial al resto de sus trabajos, que la obsesión del dúo es la de desencajar rigideces a hostia limpia. A estas alturas, insuflan ya el inconsciente bastardo-popular con sus baquetazos testiculares, su interrogatorio policial a manos de una niña de 4 años (en “funnyordie.com”), o su bendición "protestantoide" a una mesa llena de comida basura, como armas potentísimas contra la peligrosa inmovilidad de la tradición "Texas ranger", contra las oscuridades de esos Estados Unidos mitológicos a los que quiere regresar una porción considerable del electorado yanqui.

Entonces, habituados a desmontar esencias, en "Los otros dos" tocaba el turno de cachondearse de las "buddy movies" (películas policiacas de compañeros) ochenteras. Gestadas en clave interracial por cintas como “Arma letal” o “Límite: 48 horas”, el subgénero buscaba dos metas: una más pastosa, demostrar que "America, the beautiful" ya podía aceptar una pareja de policías de diferente color, y otra más seria, demostrar que la justicia ¡norteamericana! terminaba funcionando, aunque fuese de la mano de un par de cabestros que arrasaban, sin excusas, con los criminales que se les pusieran por delante. Dos mastuerzos de ese estilo son los que retrata el inicio del largometraje; The Rock y Samuel L. Jackson atrapan a los criminales pero, ¿a qué costo? Como en las buenas comedias, la mirada de McKay no se detiene en ellos sino que abre campo hacia una pareja de inútiles (Ferrell y Wahlberg) que sueñan con ocupar su posición.

A partir de esta ilusión imbécil, casi tan imbécil como la serie de filmes a la que parodia, "Los otros dos" desarrolla argumentos cómicos notabilísimos. Tras algún que otro exceso, se demuestra que McKay y Ferrell han acunado su mirada gamberra al ritmo de películas "mainstream" (o las "mainstream" se han acostumbrado a ella) y que, por tanto, son capaces de domarla, balanceando el "gag" bestia con el desarrollo de una trama rutinaria, de la misma manera que Walhberg controla los excesos de su compañero. También se aprovechan en el filme de otra de sus habilidades, esencial para construir cualquier comedia, saber escoger a una estela de secundarios que, o bien son cómicos (Steve Coogan, en un inolvidable arquitecto de un esquema Ponzi), o bien han tanteado la disciplina (Michael Keaton), o bien son novatos en ese arte (Eva Mendes, The Rock). Si el humorismo se nutre de la incongruencia de términos, "Los otros dos" sabe aprovecharse perfectamente de ella: un oficinista aburrido que vuelve locas a las mozas o un policía duro que ejecuta ballet a la perfección. A pesar de que, como en casi todas estas funciones, el tercer tercio languidezca y caiga en una rutina que no se adivinaba en el arranque, uno se vuelve a rendir ante el inmenso talento de Will Ferrell, ante su compromiso inquebrantable con arrasar mitologías… mientras se descojona.

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