lunes, 20 de diciembre de 2010

QTAR LIMPIA Y DA BRILLO


Blatter sabe varias cosas de Qatar: que hace un calor de cojones, que hay pasta a cascoporro y que los gays no les hacen mucha gracia.

Vivir esta liga es vivir atrapado en el tiempo. Uno arranca el fin de semana con la vana esperanza de que nada se repita y, al final, todo continúa igual. El Barcelona arrolla a nuestro querubín, el Espanyol, con la misma contundencia que a nosotros; el Sporting se agarra al bigotaco de Preciado como última arma antes del abismo; el Atlético se lo pasa estupendo con sus ciclotimias y machaca al pobre Málaga; y nosotros sobrevivimos a un Sevilla repleto de macheteros (el hachazo de Dabo a Di María es infame) y a un Clos Gómez que se afianza como uno de los peores árbitros de primera división. A finales de los noventa, se acuñó en España el nombre de “Liga de las estrellas” para designar al campeonato y, poco a poco, ese concepto se ha ido erosionando hasta convertirse en una sonoridad vacua que remite al pasado.

Hoy, el interés del aficionado se ha trasladado del campo a sus afueras. Si se fijan, hemos gastado la semana garruleando sobre si a Cristiano no le quiere el resto de sus compañeros. ¡Ay, amigos, cómo es posible que alguien piense eso! ¿Quién no podría adorar a un poligonero musculado? ¿Qué podría crear mal rollo con él? ¿Que le gusta “La excepción” y “Andy y Lucas”? ¿Que le molan las joyas de oro y las putucas de fin de semana? Uno no entiende que un ser humano con ese jolgorio encima pueda caer mal. Cabestros, dejen al portugués respirar y presten atención al tema más importante de la semana, el recién estrenado patrocinio del Barça por parte de la Qatar Foundation.

En una realidad previsible, lo único que salvaguardaba al Barcelona de la rutina era ese halo místico con el que envolvía, cual albal pringoso de un bocata de calamares, a su camiseta. ¿Cuántas veces hemos aguantado los madridistas el discursito de que “nuestra camiseta es intocable”, “nuestra camiseta es incorruptible”, “nuestra camiseta es esponjosa”? ¡Y todo porque no tenía un logo! Pero, claro, a estos humanos que van de dignos y limpios y buenos y suaves les ofreces treinta millones de euros y ¡se cargan al “Teletubbie” morado con sus propias manos! Cruyff declaró estos días que “Rossell había manchado la camiseta”. No se le olvide a “Yojan” que el verbo “manchar” es transitivo. Le faltó añadir el con qué: ¿grasa de chorizo, quizá? Mucho peor aún, con una fundación que defiende los valores de un país donde, según el informe anual de Amnistía Internacional de 2009, “se priva arbitrariamente de su nacionalidad a centenares de personas. Las mujeres siguen siendo objeto de discriminación y violencia. Hay al menos 20 personas condenadas a muerte”. Por lo menos, “Teka” sólo fabricaba fregaderos.

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