sábado, 21 de marzo de 2009

DUPLICITY

Director: Tony Gilroy
Intérpretes: Julia Roberts, Clive Owen, Paul Giamatti
Web: http://www.duplicity-lapelicula.es/



Un espejo dirigido hacia otro y éste colocado frente a un tercero que descubre uno más. Sobre un mecano de formas deformadas construye Tony Gilroy su nueva película. Superar el impacto de su debut “Michael Clayton” parece difícil, por eso el director neoyorquino escribe un guión (pretendidamente) liviano que busca el juego cómplice con el espectador para desvelar las diversas capas de la batalla entre dos multinacionales.

“Duplicity” posee un mérito de arranque: haber creado los títulos de inicio (con permiso de “Watchmen”) del año. Como en un documental de “National Geographic”, dos primates se enfrentan a cámara lenta por intereses encontrados, revuelven sus pechos inflados, descarrilan sonidos guturales, desatan hostias enormes. Howard Tully (espléndido Tom Wilkinson) y Richard Garsik (espléndido Paul Giamatti) son los presidentes de dos compañias rivales que pelean por un mismo descubrimiento que podría hacerles líderes en el mercado. En medio de la batalla, dos espías (Roberts & Owen) enfrentan sus mentiras con el objetivo de sacar una buena tajada.

Lo mejor de “Duplicity” es su vertiente menos divertida. Frente a su embarullado y pretencioso tablero de secretos y dobles identidades, reluce su disección del funcionamiento del capitalismo feroz. El “ganarás el pan con el sudor de tu frente” del neoliberalismo se torna un eslogan vacío al extraer, como en una autopsia de un cadáver pútrido, los tejemanejes y las miserias de un mundo donde sólo los depredadores consiguen sobrevivir. Si “Michael Clayton” funcionaba a golpes con su despiadada mirada a la justicia y sus vericuetos, “Duplicity” se aúpa con un solitario valor: mostrar con ahínco documental la vida de los tiburones que controlan las existencias de países enteros. Por tanto, aquello que nos vende el cartel (una tontería de espejos caleidoscópicos para desentramar engaños, apelmazada con el habitual “te quiero” de la Roberts), empequeñece y desmerece el verdadero secreto de la película.

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