sábado, 24 de abril de 2010

QUE SE MUERAN LOS FEOS

Director: Nacho G. Velilla
Intérpretes: Javier Cámara, Carmen Machi, Julián López
Web: http://www.quesemueranlosfeos.com/



Analizar desde suelo patrio el estado de la cuestión humorística norteamericana o británica produce un "horror vacui" similar a la que experimentaban Paco Martínez Soria y sus gallinas al arribar a esa urbe (inhóspita y cachonda) de "La ciudad no es para mí". Mientras que, por esos lares anglosajones, el humor de "stand up", costumbrista, "neo-pop" (post-humor) o gamberro poseen sus cotos de caza, sus cruces interraciales y sus valoraciones artísticas correspondientes, en España nos hemos atrancado cual mojón subacuático sin escobilla, en una dicotomía trágica que muy pocos autores, nombremos a Cuerda y Berlanga, han intentado superar. Aquí, en nuestra cueva de toro bipolar, o te quedas con José Mota (aceptándole sus "sketches" disfrazado ¡de Larry King!) o con Joaquín Reyes (aceptándole su aparición en "Tensión sexual no resuelta"). Este dilema, cómo no, se contagia al cine (aunque Reyes no tenga demasiado espacio, problema de presupuestos y de públicos potenciales), a la televisión y al hábitat del monologuista (en el escenario del “stand up” nacional o tiras de "esquelasmujerestienencadacosaquenotepuedesimaginar" o te arremangas como sólo hacen hoy Ignatius Farray y Hovik).

Que Nacho G. Velilla se iba a decidir por un costumbrismo con fecha de caducidad y poco recorrido (chistes de tonticos, de "folladores", de feos, de viejas) lo intuíamos por sus trabajos anteriores: la serie "Aída" y su debut, "Fuera de carta". La única incógnita a resolver era si su éxito catódico se replicaría en las salas. "Que se mueran los feos" da indicios de que su propósito se va a cumplir. Porque, no nos engañemos, éste es el solitario objetivo del filme de Velilla: alcanzar a esas audiencias, a esas masas silenciosas a las que "Los bingueros" dieron tantas alegrías en los setenta. Y en un momento en el que uno no puede defender al cine español sin que te salga un indocumentado deletreando la palabra "su-ven-cio-na-os", ésa se convierte en una meta muy respetable. Ahora bien, en cuanto a sus méritos artísticos, la cinta del zaragozano no pasa (verdadera desgracia) de confirmar nuestra teoría previa: en este país la comedia (a lo grueso) continúa estancada. Combinada con una especie de fábula moral sobre la belleza “interior” (si es que tal cosa existe), "Que se mueran los feos" alimenta un matorral de chascarrillos chuscos y "gags" adaptados al gusto del público "Facebook". Una lesbiana y un cura, "Eres tú" de Mocedades, los mozos del pueblo, el pelo "Anasagasti", los enredos amorosos... un batiburrillo de recursos sobados que nos permiten una mínima diversión: poder apostar. Probablemente, "Que se mueran los feos" recaudará un buen dinero y, probablemente, con este plan, en España sigamos entre dos polos. Chistes de pedos o "Enjuto mojamuto". Mozas en tetas (en el metraje le toca a la infravalorada Ingrid Rubio) o Miguel Noguera.

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