lunes, 26 de abril de 2010

UNA MORAL “LÓPEZ VÁZQUEZ”


López Vázquez en acción

En una de esas estampas sesenteras que definen los usos del macho ibérico, José Luis López Vázquez acecha a una hembra muy salada que toma el sol al borde de una mítica piscina cualquiera. “Hooolaaa, señorita, a sus pies. ¿Es usted de por aquí?”. La moza le mira detrás de sus enormes gafas de sol y le responde: “no, soy de fuera”. “Muy bien, señoritaaa. A mí me encanta la gente de fuera… mientras no sean chinos, ¡que me dan repelús! Esos ojos…”. Entonces la chica se quita las gafas y descubre sus rasgos asiáticos: “Pues yo soy china”. Rápidamente, López Vázquez contraataca: “nooo, mujer, me refería a los chinos del Japóooon, a los chinos del Japóooon”.

Para este Madrid bajito, feucho y calvo (sin Copa del Rey, sin Champions), la liga es esa moza imposible que hay que ligarse sobre una toalla de rebajas. Comprobamos en Zaragoza (y comprobaremos en semanas sucesivas) que nos toca tirar de los mismos recursos de rapiña “López Vázquez” al mantener el tipo al Barça. De inicio, la violencia a la que se alió el equipo de Gay no debería chocarnos. Suele ser habitual que los contrarios se animen a patadas y codazos (vaya pájaro el Contini, ¿cuántos partidos le caerán?) con tal de salir en la portada del “Marca” el lunes o recibir un jugoso maletín de Laporta (por si no han tenido ocasión, ojeen su último “shit-book”, “Un sueño para mis hijos”, un atentado literario comparable a “Al hijo que no tengo” de Pedro Ruiz). Lesionado Van Der Vaart, acabamos confiando en un Raúl que regresa al escenario del crimen. Dieciséis años después de debutar en La Romareda, el madrileño no sólo se emperró en sacar al once adelante (un palo y un gol) sino que convenció a Kaká de que la gracia de Dios estaba otra vez de su parte.

López Vázquez, Alfredo Landa, Fernando Esteso,… la historia del cine español está plagada de tipos mediocres, perfectos para identificarse con nosotros, espectadores mediocres, que rozaban, gracias a la ficción, las curvas de saladas impresionantes. Sabemos que el Barça es el Patxi Andión, el Máximo Valverde, el Espartaco Santoni de la Liga. El Real Madrid está obligado a currárselo (¡Pellegrini, no nos la líes!), a buscar chinas de Japón, a ofrecer respuestas veloces si queremos conquistar a la belleza del grupo. Imitemos al impolutísimo, caballerosísimo, limpísimo, buenísimo, guapísimo Guardiola. El pobre, “agobiadín” ya por el Inter, no tardó demasiado en denunciar a los árbitros (unos impecables César Muñiz, José Manuel Fernández y Rómulo Álvarez) nada más terminar su partido ¡contra el colista!

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